domingo, 22 de marzo de 2020

Darwinismo social y pandemias




“Morirán miles de seres queridos”, advirtió Boris Johnson refiriéndose al brote de coronavirus.

En Gran Bretaña, el primer ministro apeló a esta lógica cuando desechó el método de cuarentenas de otros países, asegurando que la diseminación del virus suscitaría una inmunidad natural, al mismo tiempo que el sistema de salud se encargaba de los infectados. No le duró mucho: tuvo que apelar a medidas más ‘restrictivas’ de movilidad –y a cadenas televisivas casi diarias. El hashtag #ToryGenocide (“genocidio tory”) se había hecho tendencia en Twitter. Sin embargo, no hubo suspensiones de eventos, ni de universidades o escuelas, hasta el viernes pasado; tampoco en fábricas y empresas. Las ganancias, primero.
Hace una semana, Patrick Vallance, el principal asesor científico del primer ministro Boris Johnson, había dicho que “no es posible prevenir que todos se infecten y tampoco es deseable”, respecto d la teoría de la “inmunidad de grupo” o colectiva. Un paso el falso que tuvieron que corregir, aunque no en el fondo.
La “ruleta rusa” de los contagios masivos que “inmunizan”: “Para conseguir la ‘inmunidad de grupo’ hace falta que, de cada 2,5 personas, 1,5 hayan superado el coronavirus, lo cual se traduce en un 60% de la población (1,5 dividido por 2,5). Ello significaría que 40 millones de ciudadanos enfermarían, y de ellos un uno por ciento morirían (400.000), según explica Tom Whipple, redactor jefe de la sección de Ciencia del Times” (La Vanguardia, 15/3). Son los “riesgos del mercado”, aplicados a una política sanitaria, un darwinismo epidemiológico. Trump lo vio con simpatía cuando exceptuó a GB de la prohibición de vuelos a Europa.
El Covid-19 tendría que llegar al 60% de la población británica para desarrollar dicha inmunidad. Si la mayoría se contagia al mismo tiempo, el Servicio Nacional de Salud (NHS) no podría responder a la emergencia. Cuando se descubrió que el personal del Servicio de Salud no tenía medidas de seguridad e higiene, se desató un escándalo. Hay alrededor de 4.000 camas de UTI, cuatro quintos de los cuales están ocupados. El gobierno se niega a utilizar los recursos de los hospitales privados, cuyos profesionales (que escasean en el sector público) fueron formados por el NHS. Los tests no superan los 4.000 por día y no se realizan mediciones de temperatura en las fábricas y empresas, aunque sí en la entrada de Downing Street – la casa de gobierno. Un asesor científico dijo que sería un éxito si el número de muertes no supera los 20.000 pacientes.
Johnson también dijo que el sistema de salud italiano era “excelente”, lo cual es cierto con relación a la capacidad profesional, pero desconoce los recortes millonarios que sufrió; Bergamo es considerada ahora la Wuhan de Europa, aunque la ha superado. Boris es responsable del desfinanciamiento de NHS británico, que en muchas oportunidades consideró obsoleto y que su partido se propuso desmontar. Anunció que “estamos en guerra”, como Macron, un eufemismo del ajuste. Lo usó Alfonsín en 1985.
El Reino Unido ha anunciado una moratoria en el pago de impuestos; y un adelanto financiero para enviar a algunos trabajadores a casa. La mayoría de la población no recibirá estos beneficios y no se paralizarán las tareas no esenciales. Los estímulos van a usarse para pagar deudas de las compañías. Aunque los servicios de catering de los aeropuertos en crisis y sin pasajeros, pueden utilizarse para abastecer al NHS, pero no se hace porque eso sería infringir la propiedad privada. Obviamente, está escasos de recursos presupuestarios No se trata de respuestas ideológicas, dicen los líderes capitalistas, mientras defienden la propiedad privada con uñas y dientes.
Los trabajadores del correo del Royal Mail dieron el puntapié y anunciaron un paro de actividades para que se tomen medidas de protección de la salud – cese de tareas sin dejar de percibir el salario. La presión popular ha logrado que cierren muchas escuelas y que se suspendan eventos multitudinarios. El pueblo pide más tests, no más policía y detenciones (The Guardian, 18/3).

Me matan si no trabajo y si trabajo me matan

En EEUU no se cuenta con un sistema de salud pública capaz, por lo tanto, de hacer frente a esta enfermedad de una manera organizada y coordinada. El sistema privado es financiado por medio de contratos de seguros, lo que significa que, frente a una expansión de la enfermedad, los costos van a aumentar. “Las 45.000 camas de la unidad de cuidados intensivos están muy lejos de las 2.9 millones de camas de cuidados intensivos que probablemente serán necesarias”, dice Robert Reich, ex ministro de Clinton.
Trump anunció el 27 de febrero, cuando había 15 casos de Covid-19 que el virus era “estacional”. “Va a desaparecer”. Trump como el Pastor Giménez, aunque éste no recibe información de inteligencia -Trump desoyó informes acerca de la peligrosidad del virus y la expansión de la enfermedad.
Antes, Trump se había encargado de restructurar y ajustar las unidades anti-pandemia que en mayo de 2018 fueron recortadas. El National Health Security (NHS) fundado por Clinton en 1998, fue cerrado por Bush y por Obama, luego reabierto. Tampoco se elaboraron estudios que puedan prever y anticipar las medidas necesarias para el “shutdown” (cierre) de la economía nacional. Otra de las preocupaciones es la deuda corporativa en EEUU, que es el doble de antes de la crisis de 2008, mientras la economía se contrae a un paso acelerado.
Ahora evalúa en EEUU la pérdida de un millón de empleos, y una caída del 20% del PBI. Las medidas para que los trabajadores “se queden en casa” son mínimas, la mayoría de la clase obrera no recibe ningún tipo de ayuda.

Emiliano Monge
21/03/2020

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