miércoles, 12 de junio de 2019

Brasil: golpismo judicial revelado




Se filtraron diálogos ilegales entre los fiscales y el juez del Lava jato

El portal The intercept, a través de la pluma de Glenn Greenwald (periodista que publicó también las denuncias del ex empleado de inteligencia, Eduard Snowden, sobre espionaje por parte del FBI) sacó a la luz conversaciones de un grupo de Telegram integrado por el juez (y actual ministro de justicia) Sergio Moro y los fiscales que investigaron el Lava Jato, mega red de corrupción montada durante el gobierno del PT alrededor de los negocios de Petrobras con sus contratistas y la obra pública en general.
Estas recientes revelaciones demuestran una acción mancomunada entre dos actores que en términos legales deberían operar con independencia, es decir, el juez y los fiscales de una misma causa. En las conversaciones se muestran debates sobre los mejores ángulos para intervenir ante la opinión pública, sobre la endeblez de las pruebas para juzgar a Lula (condenado a nueve años de cárcel bajo la acusación de recibir sobornos de una constructora, lo que redundó en su proscripción electoral) e incluso sobre cómo bloquear la posibilidad de que haga entrevistas a medios de comunicación.
Se pone de relieve la discrecionalidad de un operativo que nunca tuvo como propósito desmantelar la corrupción sino que formó parte de una operación golpista, impulsada por Estados Unidos, que apuntaba a un recambio gubernamental y a un reordenamiento de los negocios capitalistas en Brasil y en el conjunto de América Latina a expensas de los grandes grupos (Odebrecht, Petrobras, Embraer) de la burguesía brasileña.
La investigación de The Intercept pone a Moro contra las cuerdas y despierta varios interrogantes. ¿De dónde procede la filtración que se ha hecho pública? ¿Acaso desde adentro del propio gobierno brasileño? El de Bolsonaro, recordemos, es un gobierno cruzado por varias divisiones.
Sea cual sea la respuesta, la revelación derrumba la credibilidad del Lava Jato y se ha transformado en una bomba para el convulsivo escenario político brasileño. Seis meses después de su elección, Bolsonaro no ha logrado encarrilar la crisis económica (el país se dirige a la recesión). Mientras tanto, las denuncias de corrupción contra sus funcionarios aumentan y crecen las divisiones en el gabinete.
Bolsonaro juega sus fichas, en este cuadro, a hacer pasar en el Congreso la reforma previsional privatizadora. Se trata de una pulseada estratégica contra el movimiento obrero. Las centrales sindicales paran el 14 contra esta reforma. A la vez, se está desarrollando una verdadera rebelión educativa nacional contra el ajuste en la educación.
La izquierda y los trabajadores deben esforzarse por abrir un curso independiente, lo que parte de desarrollar a fondo los procesos de lucha presentes contra el gobierno de Bolsonaro, empezando por el paro del 14, pero con una delimitación política del PT, desenvolviendo un programa de clase. Planteamos la necesidad de pelear por un Congreso nacional de trabajadores de todas las centrales y sindicatos de Brasil, para organizar la continuidad de la lucha y elaborar una salida obrera a la crisis.

Leandro Morgan

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