sábado, 22 de diciembre de 2018

Mentir ya no es pecado: Francisco y sus “promesas” sobre los abusos sexuales eclesiásticos




Una vez más el Papa dijo que “la Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso” y que hará “todo lo necesario para llevar ante la justicia” a los abusadores. Pero él hizo y hace todo lo contrario.

Este viernes Francisco dio su tradicional discurso ante la Curia vaticana con motivo de la próxima celebración de la Navidad. Y no tuvo mejor idea que lanzar al aire una mentira que roza lo canallesco.
Sabiendo que sus palabras serían replicadas en todo el mundo, el Papa habló de la conducta del Vaticano ante los innumerables casos de abusos sexuales sobre niños, niñas y adolescentes por parte de curas y monjas. Dijo que “la Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso”. Agregó que “la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes”.
Y hasta dijo que “es innegable que algunos responsables, en el pasado, por ligereza, por incredulidad, por falta de preparación, por inexperiencia o por superficialidad espiritual y humana han tratado muchos casos sin la debida seriedad y rapidez. Esto nunca debe volver a suceder. Esta es la elección y la decisión de toda la Iglesia”.
En el colmo de la hipocresía, el Sumo Pontífice les mandó un mensaje a sus súbditos abusadores: “Convertíos y entregaos a la justicia humana y preparaos para la justicia divina”.

Haz lo que digo pero no lo que hago…

Las palabras de ocasión lanzadas por Jorge Bergoglio no pueden estar más lejos de la realidad. Desde marzo de 2013, cuando asumió como Sumo Pontífice, él mismo se ha encargado de mantener un aceitadísimo sistema de encubrimiento tanto de abusos sexuales como de sus ejecutores, dándole la espalda también sistemáticamente a las miles de víctimas de esos crímenes en todo el mundo.
Ese sistema de encubrimiento, tal como lo denuncian desde hace años las diversas redes de sobrevivientes de abuso sexual eclesiástico de diversos países, fue planificado, creado y perfeccionado por el propio Vaticano desde hace décadas. De hecho él mismo lo implementó en Argentina siendo Arzobispo de Buenos Aires.
Aunque no lo vaya a hacer por obvias razones, Francisco puede decir que no fue él el que creó ese entramado criminal sino sus antecesores. Pero lo que no puede negar ninguno de sus defensores es que él se encargó hasta el día de hoy de mantenerlo vigente.
En 2014, siendo él ya Papa, el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le hizo nueve exhortaciones al Estado Vaticano con el fin de que la institución que comanda y que se extiende por todo el mundo acabe con el flagelo de los abusos sexuales que está enquistado en su estructura y organización. Hasta el momento, la Santa Sede no cumplió con ninguna de ellas.
Francisco y sus funcionarios tampoco cumplieron con el conjunto de medidas sugeridas por el Comité que controla la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de la misma ONU, que tras analizar muchas denuncias de víctimas y asociaciones de derechos humanos concluyó en que el Vaticano violó la Convención al haber permitido infinidad de abusos sexuales habiendo podido evitarlo.
Pese a ser el Vaticano un Estado suscriptor de las convenciones de la ONU, la “gestión” de Bergoglio ha demostrado una total indiferencia a las exhortaciones y sugerencias de ambos comités.
Hasta el 1º de septiembre de 2017 Bergoglio tenía plazo para presentar ante el Comité de los Derechos del Niño los informes (combinados) tercero y sexto relativos al cumplimiento (dentro de la Iglesia) de la Convención. Pero no lo hizo. Los miembros del Comité todavía lo están esperando. Y hasta mayo de 2018 tenía plazo para presentar el informe periódico al Comité Contra la Tortura. Tampoco cumplió.

“Es un incumplidor serial de derechos humanos”

Para el abogado de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico de Argentina, Carlos Lombardi, cuando el Papa dice lo que dice sobre los abusos sexuales “está mintiendo. Todas y todos sabemos que solo acepta que la Justicia juzgue y condene cuando no le queda otra o cuando son indefendibles los delincuentes que defiende. Si no, trata de encubrirlos, defenderlos y protegerlos lo más que se pueda”.
Lombardi agrega que “incluso a aquellos a quienes les acepta las renuncias por que son comprobados autores, cómplices o encubridores de abusos sexuales, los deja dentro de la misma Iglesia, así que ¿de qué justicia está hablando?”
Una de las frases de Bergoglio que más indignaron a muchas de las víctimas es la que dirigió a los propios abusadores con sotana: “Convertíos y entregaos a la justicia”. Lombardi asegura que “esa expresión es una ridiculez típica de la fraseología empalagosa clerical. ¿Qué quiere decir con ‘convertíos’? Si no se trata de faltas morales. Se trata de delitos. Nunca la jerarquía de la Iglesia, empezando por el propio Papa, se encarga de entregar a la Justicia a nadie”.
Para el abogado que asesora a decenas de hombres y mujeres que sufrieron violaciones, abusos y torturas por parte de sacerdotes, laicos protegidos por la Curia y hasta monjas “el Papa reconoce expresamente lo que han hecho y lo que siguen haciendo desde el Vaticano cuando habla de ‘ligereza’, de ‘incredulidad’ o de ‘inexperiencia’. De modo tal que todo es puro palabrerío. Hace un año decía lo mismo y no ha hecho absolutamente nada para modificar el sistema de encubrimiento”.
En efecto, en septiembre de 2017, mientras incumplía con sus obligaciones ante la ONU, Bergoglio dijo desde el Palacio Apostólico del Vaticano: “Reitero hoy una vez más que la Iglesia, en todos los niveles, responderá con la aplicación de las más firmes medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los hijos de Dios”. Dos años antes, en la ciudad estadounidense de Filadelfia, el Papa había afirmado que “Dios llora por los abusos sexuales a niños” y que por eso “todos los responsables deberán rendir cuentas”.
A esta altura ya son muchas las expresiones del monarca del Vaticano sobre el tema. Pero en los hechos nada ha cambiado en absoluto. Y como para muestra alcanza un botón, allí está el caso Pell para confirmarlo.
Como ya se escribió en este sitio, el cardenal George Pell acaba de ser condenado en Australia por violar a jóvenes monaguillos en la década de los 90. Bergoglio supo del caso al menos desde hace más de un año, cuando en Melbourne las denuncias tomaron estado público y se difundieron mundialmente. Sin embargo, hasta hace poco más de una semana Pell siguió siendo el ministro de Economía del Vaticano y uno de los nueve cardenales que integran el núcleo íntimo político del Papa.
Bergoglio no tiene que pedirle permiso a nadie para excomulgar a quien considere y echarlo de la Iglesia católica.
Sin embargo el “papa progresista”, pese a los reiterados pedidos de organismos de derechos humanos, sigue teniendo en su plantel de sotanas a Christian Von Wernich, el excapellán de la Policía Bonaerense condenado por aberrantes crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura Argentina.
¿Es de extrañar entonces que Francisco mantenga en su plantel de curas, obispos, cardenales y monjas a miles de comprobados abusadores, violadores y torturadores sexuales? No. En todo caso puede sorprender que haya quienes vean en Jorge Bergoglio a un supuesto justiciero dispuesto a cambiar la milenaria historia de crímenes impunes de la institución que gobierna.

Daniel Satur
@saturnetroc

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