lunes, 3 de diciembre de 2018

El horror del hambre y la guerra imperialista en Yemen




El horror de la guerra en Yemen ha quedado graficado en un dato difundido por la organización Save the Children, que informa que alrededor de 85 mil chicos han muerto por inanición desde 2015. “Los niños que se mueren de esta manera sufren muchísimo porque las funciones de sus órganos vitales se lentifican hasta que finalmente se detienen”, afirma el titular de esa entidad (New York Times en español, 23/11).
Aunque la guerra en este país del Medio Oriente se encuentra oscurecida a nivel mediático por la que en estos momentos desangra a Siria, los números no tienen nada que envidiarle: 50 mil muertos en los enfrentamientos (Washington Post, 3/8), miles de civiles asesinados durante los bombardeos sauditas y 8.4 millones de personas bajo una situación de “inseguridad alimentaria severa”, etapa anterior a la hambruna, una cifra que podría crecer en un 50% (en un país con menos de 30 millones de habitantes). Se estima también que hay dos millones de desplazados. Como dato adicional, un brote de cólera afectó a más de un millón de personas.
El hambre se relaciona en buena medida con las sanciones económicas y el férreo bloqueo instrumentado por la coalición agresora, encabezada por Arabia Saudita, que incluye al puerto de Hudaydah (sobre el Mar Rojo), en manos de los rebeldes hutíes, y por donde entra el 90% de los alimentos del país.
Los orígenes del conflicto yemení se remontan al 2011, cuando en el cuadro de la Primavera Árabe cayó el gobierno de Ali Abdullah Saleh. Los hutíes, una milicia de una rama de los chiítas, apoyaron las protestas y se enfrentaron también a su sucesor, Abdrabbo Mansur Hadi.
En el 2014, los hutíes aprovecharon las nuevas protestas contra la quita de subsidios en los combustibles y contra la corrupción para tomar la capital (Saná) en septiembre y derrocarlo sin mayores esfuerzos. Pero Arabia Saudita patrocinó una coalición que, argumentando que los hutíes se encuentran financiados por Irán, envió miles de soldados a la zona (mayoritariamente de los Emiratos Árabes) y emprendió bombardeos indiscriminados (en agosto último, la coalición reivindicó un ataque que alcanzó un micro escolar con un saldo de veinte chicos muertos).
La coalición –que reclama el restablecimiento de Hadi en el poder– cuenta con el apoyo de Estados Unidos y las principales potencias occidentales (que abastecen al reino de armamento) y goza de la neutralidad rusa, todos ellos con vínculos aceitados con la monarquía saudita. Yemen concentra la atención de las potencias por su ubicación estratégica, entre el Mar Rojo y el Mar Arábigo. Por el estrecho de bab-el-Mandeb circulan mercancías por 700 mil millones de dólares anuales.
La guerra ha desintegrado el país. “Después de casi tres años de conflicto, Yemen, como Estado, casi ha desaparecido. En vez de un único Estado, hay mini Estados que luchan entre sí”, dice un informe de expertos presentado en el Consejo de Seguridad de la ONU (citado por El País, 22/3). Entre los grupos que se han reforzado figuran Al Qaeda y el Estado Islámico.
La poderosa coalición de los sauditas (integrada por los Emiratos, Qatar, Kuwait, Bahréin y Egipto, entre otros) se ha topado con una resistencia mayor a la esperada. Pasados tres años de conflicto, no han podido detener el lanzamiento de misiles por parte de los hutíes a territorio saudita. Aunque la coalición ha logrado sacarlos de buena parte del sur del país, reconquistó Adén –donde se encuentra establecido un gobierno afín– y se ha ubicado a las puertas del estratégico puerto de Hudaydah, se encuentra debilitada por las pujas sangrientas que atraviesan a la monarquía saudita y la crisis que ésta tiene a su vez con algunos de sus socios (como Qatar). En este escenario, que incluye un agravamiento del desastre humanitario, la ONU está sondeando algún tipo de negociación de paz. El príncipe heredero de la monarquía que está al frente de esta coalición sangrienta Mohammed bin Salman, sindicado por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en la embajada saudita en Turquía, fue agasajado como jefe de Estado en su reciente visita al país para participar de la reunión del G20.
Por los participantes e intereses involucrados, el conflicto yemení es otra expresión de la guerra imperialista. Abajo los bombardeos, el bloqueo económico y la invasión de la coalición.

Gustavo Montenegro

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