viernes, 15 de marzo de 2013

Marx vive




Entre la hoz y el martillo

“El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas le dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre.”

Engels

Los aportes de Karl Marx son vigentes; su obra –elaborada en conjunto con su íntimo camarada F. Engels-, desarrollada y enriquecida por V. I. Lenin, constituye la guía para la emancipación del proletariado y de toda la humanidad.
Marx fue un hombre de teoría y de acción; con él, la disociación entre el ser y el pensar, añejo problema de la filosofía, fue superada por primera vez, pues como plantea en las Tesis sobre Feuerbach no sólo se trata de interpretar el mundo, sino de transformarlo.
Su obra no se limita al Manifiesto del Partido Comunista, ni a El Capital, es mucho más amplia, pues nada humano le fue ajeno; pero cada descubrimiento científico, cada tesis por él planteada, arma a los explotados y a todas las clases subalternas contra los explotadores, contra la clase dominante, la clase de los burgueses. Estudiarla íntegramente, asimilar la dialéctica, es una necesidad para los revolucionarios que aspiran a cambiar el mundo.
Sorprende la actualidad de su conclusión científica, al estudiar el modo de producción basado en la propiedad privada y en el trabajo asalariado, de que el sórdido secreto de la explotación capitalista es la plusvalía.
El marxismo es el materialismo dialéctico, el materialismo histórico, la economía política, el socialismo científico, y debe asimilarse por los trabajadores del mundo íntegramente. Ya hubo tendencias positivistas, dogmáticas, mecanicistas, que dejando de lado el materialismo dialéctico corrompieron la teoría revolucionaria.
Marx integró contundentemente a su obra la dictadura del proletariado, la violencia revolucionaria como partera de la Historia, a la clase obrera como sujeto de la Historia, enterradora del capitalismo. Cuán sorprendente es que algunos que se dicen sus seguidores nieguen alguno de estos elementos imprescindibles. Marx reviraría con su pluma afilada contra estos “académicos” que le niegan, que buscan adocenarlo convirtiéndolo en “teoría crítica”, anulando su carácter subversivo, partidario, resuelto a no dejarse encadenar en las paredes de la universidad. Qué falacia la de aquellos que quieren limitarlo a demócrata, a humanista, a soñador. El Prometeo de Tréveris fue un hombre de Partido, un militante, un conspirador, y escribía no para lucirse, no para buscar una maestría o un doctorado, sino para dar elementos a la lucha de clases. No hizo de la academia el cómodo refugio, asumió las consecuencias del revolucionario profesional: la persecución, el exilio, el hambre.
Cuánto daño hacen aquellos que reniegan de la teoría en los hechos, esos pragmáticos que no tienen la disciplina y la abnegación que el estudio y la producción teórica requieren, pero también aquellos que hacen una “teoría” que en nada contribuye, que buscan enmendarle la plana al marxismo-leninismo, que por ego buscan publicar con su nombre textos ininteligibles para nuestra clase. Hay que enriquecer el marxismo vinculados estrechamente al conflicto social, al fortalecimiento de los partidos comunistas, tomando en cuenta los desarrollos de la ciencia, las experiencias del proletariado.
Marx y Engels señalaron siempre la necesidad para el proletariado de constituirse en clase, pero también el carácter internacionalista de su lucha; la consigna lanzada en los albores de la Revolución de 1848 está tan viva como entonces: ¡Proletarios de todos los países, uníos! para enfrentar al capital internacional, al imperialismo eufemísticamente llamado globalización o mundialización. Sin importar si se es mexicano, o alemán, o norteamericano, venezolano, colombiano, cubano o griego, hoy la lucha de los trabajadores es contra el poder de los monopolios, es clase contra clase; hoy la lucha es entre capital y trabajo.
En la Crítica del Programa de Gotha y en varios textos Marx definió una alternativa anticapitalista, el socialismo-comunismo, no se anduvo por las ramas por tacticismo. Desde El Manifiesto, insistió con Engels en que los comunistas deben presentarse ya con su programa, con franqueza, sin ocultarlo, dados los límites históricos del capitalismo. Hoy algunos se dicen marxistas, pero cuando se habla de la alternativa al capitalismo le llaman poscapitalismo, o dicen que es asunto para debatir después. Marx le puso nombre y contenido, se llama socialismo-comunismo y se basa en la dictadura del proletariado, en la socialización de los medios de la producción.
Marx continúa vigente hoy que la economía sigue los ciclos por él descubiertos y se encuentra en crisis. En vano le mataron tantas veces, pues él vuelve siempre a la consciencia de la clase trabajadora y todos los oprimidos.
Marx el comunista, el hombre de Partido, el periodista clasista y demócrata, el revolucionario, el internacionalista, el de la teoría y la práctica, Marx vivo.

Pável Blanco Cabrera

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