domingo, 11 de marzo de 2012

Las “peruplas” del Estado



Triste imagen del tiempo que nos toca vivir…

Había una vez un pequeño país gobernado por políticos que favorecían a unos pocos habitantes, mientras que los demás vivían en la pobreza, en la indigencia o trabajaban en deplorables condiciones para sobrevivir. Durante esa “democracia” en la que existían muchas, pero muchas injusticias sociales, un grupo de obreros, de estudiantes, de trabajadores y de profesionales sintieron que tenía que haber cambios significativos y que era responsabilidad de todos hacer algo para que esto sucediera. No todos ellos pertenecían al mismo partido o sector político, pero tenían en común la conciencia social que los llevaba a cuestionarse lo que estaba pasando. A los dueños del país no les gustó que tanta gente los cuestionara, ni que su fortuna y su poder se vieran amenazados. Aunque conocían el significado de la palabra repartir, les gustaba más su antónimo acumular y de vez en cuando tirar alguna limosna con cara de beneficio y ayuda social. Para controlar las posibles amenazas contra ese órden social, existen, además de esas triquiñuelas, las Fuerzas Armadas; los soldados son un grupo de personas, generalmente tan pobres y oprimidas como el resto del pueblo, a quienes se les entregan armas, uniformes y un cierto sentimiento de poder. Existe una metáfora popularmente llamada “ley del gallinero”, que significa que el que está parado en el palo de arriba defeca al de abajo y así sucesivamente, por este fenómeno los que están parados en los palos del medio reciben excremento de los de arriba, pero suelen desquitarse cuando encuentran a otros y otras debajo de ellos, o sea en inferioridad de condiciones. Quien pretende ingresar al ejército como soldado raso suele estar situado bastante abajo en el peldaño de este “gallinero social”, pero al enrolarse al ejercito a pesar de ser verdegueados y mandados por sus superiores, militares de mayor rango y por políticos sin escrúpulos, adquieren cierto sentimiento de poder sobre los demás. En este caso concreto los milicos se sintieron poderosos frente a niños, ancianos, mujeres y hombres maniatados o indefensos, alegaron cumplir órdenes cuando torturaban o eran cómplices de lo que sucedía, demostraron una falta total de valores y principios o un marcado sentimiento de venganza y desquite frente a lo que les tocó en la vida. Muchos de los que mandan a esos soldados son un grupo de militares fascistas sin escrúpulos que se escudan detrás del “honor militar“, la bandera, el escudo y la patria para convertirse en simples violadores o torturadores con uniforme. Como si eso no fuera suficiente, contratan a “maestros” tan sádicos como ellos, pero que vienen del “primer mundo” con nuevas técnicas para perfeccionar los métodos de tortura y estudiar el límite humano para resistirla. Quien no torturó directamente, permitió que se hiciera, quien sabía que este horror sucedía en nuestro país y se quedó en el ejercito, se convirtió en cómplice de los crímenes cometidos antes y durante la dictadura.
Los militares dieron un golpe de estado en el que todo les estaba permitido (por decisión propia y con el respaldo de otros países); el secuestro de niños, las desapariciones, las violaciones, tortura, acoso a familiares, a la población y una larga lista de etcéteras. Hoy hay unos pocos de ellos presos en condiciones favorablemente especiales, el resto son al parecer intocables.
Recordemos que en la “democracia” existente antes del golpe de Estado se reprimía, torturaba y robaban al país, recordemos también que en esos tiempos existían personajes como Mitrione, contratados para enseñar a los torturadores criollos a ser más refinados en crueldad y sadismo, a aplicar la tortura de forma efectiva, primero en mendigos para “practicar” y luego en estudiantes, trabajadores, obreros, campesinos, profesionales, gente como nuestros vecinos, nuestros familiares, como tus hijos, tus nietos, tus hermanos, tus padres, maestros, como Elena Quinteros, o como Julio Castro, o personas como tu mismo.
Con el régimen dictatorial, los abusos se volvieron más evidentes, se aplicó el terrorismo de Estado abiertamente, pero también de forma clandestina. Ese estado por el que hoy se debe pedir disculpas o perdón, se organizó con otros países y se creó la llamada “Operación Cóndor” o “Plan Cóndor”, que nucleó el horror de la CIA con el de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia. En conjunto con estos países, Uruguay coordinó para detener, vigilar, interrogar, asesinar y desaparecer a quienes querían cambiar el orden social establecido por los poderosos. En esa época actuar era peligroso, pero también lo era pensar diferente, lucir “subversivo”, tupamaro, anarco, comunista, o simplemente encontrarse en el lugar equivocado en el momento equivocado. Existir era en si un riesgo, sin importar la edad que tuvieras.
Lo curioso de esta historia, es que en este pequeño país, nadie parece ser culpable de lo que aconteció y para hacer que los crímenes y abusos se puedan justificar, un grupo de personas, ya sea por ignorancia o por alevosía, aplican, además del “olvido y perdón”, la “teoría de los dos demonios” en la que todos los problemas se simplifican dividiendo a la sociedad en dos bandos contrarios que llevaron a cabo una guerra. Según esta teoría, como resultado de ese enfrentamiento hubo un bando perdedor, hoy representado por quienes están en el gobierno, que son quienes creen que tienen derecho a “perdonar” y uno vencedor al que hay que “proteger” y disculpar porque entre otras cosas cumplían órdenes en esta guerra entre dos bandos. Me pregunto a que bando pertenecían los niños secuestrados, los nacidos en cautiverio, los que quedaron sin padres, los que verdugueaban en las visitas y en los allanamientos, me pregunto a que bando pertenecían las madres de los desaparecidos y los que fueron encarcelados y vejados por pensar distinto o por “equivocación“. ¿ A que bando pertenecía el pueblo uruguayo que vivió y padeció la dictadura?
¿Acaso en ese momento el Estado no tenía gobernantes ni ejecutantes que se puedan responsabilizar de las barbaries cometidas?. Los gobernantes fueron puestos por los golpistas, por eso quienes cometieron los crímenes tenían identidad, nombre, apellido y uniforme. La mano que apretó un gatillo para asesinar o para aplicar picana, el ser que violó, quien craneó en conjunto con otros seres de otros paises quien desaparecería y como, no era un ente confuso llamado Estado, entonces me cuesta entender que Mujica que aún no había cruzado la vereda y que sufrió esa picana en carne propia, tenga que hablar en nombre de quién se la aplicó. Es confuso, muy confuso.

Las vueltas que da la vida.

Ese Estado implacable torturó y encarceló en condiciones infrahumanas durante muchísimos años a Mujica, a Huidobro, a Topolanski, a Bonomi, a Rosadilla, a Agazzi, a Breccia, a Erlich, a Gregori y a muchos otros. Lo paradójico de la situación, es que el 21 de marzo de este año Mujica es quien debe pedir perdón, disculpas o algo por el estilo, en nombre del Estado por el caso Gelman…
Algo fundamental cambió en sus cabezas desde la época en la que lucharon arriesgando sus vidas para transformar una realidad injusta, para repartir la tierra y los beneficios de forma equitativa. La injusticia, la pobreza y la indigencia, ya no ocupan el mismo lugar en sus atoradas agendas, ahora no es tan urgente cambiar este tipo de situaciones que también vulneran los Derechos Humanos y se permiten aplicar estrategias a muy largo plazo en situaciones que ameritan ser resueltas sin demora, se desarrollan métodos con los que no se obtienen resultados permanentes. La educación es un caos, el presupuesto que se le destina no alcanza y los sueldos de las y los docentes siguen siendo muy bajos. Se venden y utilizan tierras para que se cultiven transgénicos, se utilizan agrotóxicos a granel y se embellece el país para los turistas a la vez que se aplica la “Ley de vagancia” para que los ricos y los extranjeros no sean molestados cuando descansan. Los barrios pobres siguen acumulando mugre, no existen veredas transitables y las calles tienen pozos que compiten con los cráteres de la luna. Están de moda los “Megaoperativos”. Sin embargo se preocupan por la economía de los milicos dándoles jugosos sueldos y posibilidades de tramitar préstamos ventajosos. El bienestar de “viejitos” genocidas es motivo de preocupación de algunos de nuestros políticos, visitan a militares en la cárcel, el BROU le otorgan préstamos a Cordero y le renueva la tarjeta de crédito al "Goyo" Alvarez, al mismo tiempo se le quitan las tierras a Ney Thedy, nadie de presidencia, que yo sepa, se preocupa por la salud de Ney a pesar de su avanzada edad, como tampoco por la forma de sobrevivir de los cañeros y sus familias. Podemos esperar que “la torta crezca” tanto que deje un remanente suficiente para darle algo a quienes más necesitan hincarle el diente, pero todos sabemos que la torta crece siempre para los mismos y que la parte que queda para repartir entre los necesitados es muy pequeña a pesar de ese crecimiento. Llevan a cabo políticas similares a las que otrora se combatieron y criticaron duramente sin que se les mueva un pelo. Los que antes nos estafaban son hoy sus amigos, sua aliados y los que no están de acuerdo con ese cambio, ya no lo son, simplemente porque no se adaptan a los” tiempos que corren”, o porque no purgan sus pecados de guerrilleros demostrando lo bien que conviven con los militares, lo mucho que perdonan y lo dispuestos que están a “pasar rápidamente la página”. Por suerte encontraron cierta resistencia en el pueblo y en la Corte Interamericana, o de viejos compañeros que no cambiaron el Norte a su brujula, de no ser así, el libro de nuestra historia estaría mal enterrado u oculto, como lo están los restos de la mayoría de los asesinados por los militares en nombre del terrorismo de Estado. Cuando “el partido militar” reclama justicia y denuncian a compañeros y compañeras que fueron injustamente procesados y duramente encarcelados, se olvidan de los años de dictadura, de los años en los que nos sometieron a muchos vejámenes. Habría que recordarles cual fue la cárcel que le dieron a los presos políticos en los tiempos de dictadura, el trato y la persecución a las familias, la tortura, los desaparecidos, las violaciones, después de que hagan memoria habría que volver a preguntarles si quieren equipararse con los expresos y preguntarles si nos pueden explicar donde quedó el famoso "honor militar" cuando actuaron como bestias y violadores.
Ahora es tiempo de esperar, perdonar y olvidar. Estamos en la era del arrepentimiento, de adaptarse cueste lo que cueste, a muchos de nuestros políticos la vejez les trajo sosiego, en algún momento de sus vidas trocaron la indignación por la injusticia por la paciencia y el lento camino de la negociación, la complacencia con quienes aún sustentan el poder económico; “Tanto tienes tanto vales”. Comenzaron esta lucha para realizar cambios significativos hace casi medio siglo, cambiaron de herramientas, pero los ideales perdieron, el “guri” con hambre y sin escuela espera, los torturadores y asesinos no son tan malos como parecían cuando aplicaban la picana “apremiando“ para conseguir información, ni cuando violaban por diversión y sadismo, hoy es, según el ministro de defensa, responsabilidad de los civiles. Se pretende que escuchemos y creamos en lo que dicen cuando hablan del honor militar. Lo que vemos es el “honor“ que encubren las “misiones de paz“ y como se miente para proteger y encubrir a los violadores que visten uniformes.
Es triste ver exguerrilleros poniéndose con gusto el traje de “demonio arrepentido”, escucharlos y leerlos redimidos, agotados en contradictorios y vagos discursos y lo que es peor poniendo la cara por ese ejército corrupto que los hizo vivir un infierno, infierno que ellos mismos describieron al salir de la cárcel.
Ahora se visten de neutrales para poder pisar la vereda de enfrente, disculpan atrocidades que no pueden ser disculpadas, dan espacio para que los fachos presenten denuncias y hacen declaraciones como si el golpe de estado, la dictadura, la cárcel, la tortura, las violaciones, las muertes, la represión a la que sometieron al país fueran detalles de menor importancia.
Nadie tiene la culpa, entonces el progresismo en boca de su principal dirigente y en nombre del Estado va a salir a balbucear una serie de “perulpas”, ni perdón, ni disculpas, por lo que todos sabemos fueron crímenes cometidos antes y durante la dictadura por militares. Nos van a hacer sentir moralmente más humillados y más vejados que en la dictadura y que en los tejes y manejes que han hecho con nuestro reclamo por Verdad y Justicia. Gracias a ese ambiente favorable que han creado, existe el Foro Libertad y Concordia y todos los grupúsculos satélite de apoyo en el que militan varios militares en actividad, existe una página que sale de Domingo Arena en la que se muestra el verdadero sentir de los militares retirados y que todos sabemos tienen apoyo en los jóvenes que los suceden. Como existe un ambiente favorable a este tipo de cosas, los militares hacen declaraciones que no deberían hacer pero que le son permitidas y aparecen videos con amenazas que luego desaparecen misteriosamente. A los militares no les basta con las cárceles especiales, ellos necesitan “garantías” para decir la verdad, se olvidaron de que las únicas garantías que les daban a los que apresaban en ese entonces era la tortura y las condiciones inhumanas de encarcelamiento, la persecución a sus familias…. En cualquier momento vamos a ver a la izquierda pedir disculpas en nombre propio; ¿serán disculpas en nombre de los desaparecidos?, ¿de los niños secuestrados?, ¿en nombre de los torturados?, ¿de las mujeres y los menores de edad violados repetidamente?, ¿de los encarcelados en condiciones infrahumanas?, ¿de sus familias?, ¿de quienes vivieron el exilio?
Esta historia no termina aquí, ni termina cuando esa generación muera, ni se acaba pese a la supina ignorancia de quien repite como un loro esos argumentos, no termina aunque apliquen la “teoría de los dos demonios“ para repartir culpas y negocien el perdón con los militares. Esta historia compañeros no termina hasta que aparezcan todos los desaparecidos, tengamos justicia y se cuenten los hechos tal cual fueron, para que también el pueblo tenga derecho a juzgar.
Mientras tanto quedaremos boquiabiertos esperando ser testigos de la próxima vergüenza a la que se sometan, hasta entonces y también mucho después de eso lucharemos por Verdad y Justicia

Veronika Engler

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