martes, 20 de diciembre de 2011
Tiempo de etiquetar los alimentos.
Llama la atención, que el avance de lo transgénico en la agricultura contemporánea, haya sido acompañado por la aparición de varios productos destinados a activar el normal funcionamiento del organismo, ante una “epidemia”, no esperada y sorpresiva, de panzas hinchadas...!
Seria de buen talante; dije de buen talante, no talento! Este sé que no abunda en las vastas jerarquías del gobierno de la patria.
Un problema que me preocupa, como a muchos, aparte de la inseguridad, de llegar hasta la esquina de casa, o distraernos cuando estamos limpiando el jardín... es el control de los alimentos que los negocios del ramo nos ofrecen habitualmente, para consumo particular.
Creo que ya se intentó alguna vez, etiquetar los productos de origen transgénico, para alertar al consumidor. Pero la cosa no funcionó.
Y ninguno de entre las docenas de comités de defensa del consumidor, con teléfono y oreja, se interesó por librar la pelea. Hay gente muy poderosa económicamente, que transita por ese sector del comercio.
Exigirle al gobierno, que anda desarmando lo que quedó del viejo estado batllista... que proceda! Es lo mismo que frecuentar los Pare de Sufrir todas las semanas y aportar el diezmo; creyendo que así, orando, se podrá mejorar de vida. O que el "ex alcanza pelotas" Francisco Casal, hoy empresario, le hace bien al fútbol uruguayo y a la selección.
Vemos todos los días, que las interrelaciones del mundo globalized, no son iguales para el grande y el pequeño. El país se empequeñeció después de abrir las puertas para poder acceder a otros mercados, en condiciones de igualdad.
Lo que era incipiente en nuestro país, caso de talleres, pequeñas fábricas de productos alimenticios, pequeños negocios, empresas familiares, trabajadores autónomos y cientos de oficios, fueron devorados por el afán de ganar y acumular dinero. Por las buenas; por las mas o menos, o por las malas.
Dicen que la economía mejoró. Pero yo les aseguro que la vida del trabajador empeoró. Órganos del gobierno lanzan semanalmente cifras relativas a cualquier cosa, y ellas "indican" que el país cada vez esta mejor.
En los últimos tiempos muchos trabajadores pasaron a trabajar en más de un empleo para conseguir redondear un presupuesto que debía alcanzar hasta el próximo día de cobro.
Las changas salen eventualmente y pagan una miseria, pero el gobierno entiende que trabajando una hora por semana, el trabajador se puede considerar empleado.
Si! Así como se lee. Y aún hay otros que solo consiguen trabajo basura, con horarios extendidos, para retirar líquidos a fin de mes, unos 7.000 pesos, con el quilo de yerba alcanzando el valor de 70 pesos.
De la carne mejor no hablar. Ni de los otros productos de primera necesidad o de la canasta básica, que vienen de Argentina y Chile, pero también desde Brasil...
¿Quién se anime a adivinar que nos venden dentro de los llamativos envases a todo color?
Y en cuanto al ingreso de frutas y legumbres "in natura". Quien se hace cargo y con que frecuencia se examinan esa mercadería?
Llama la atención, que el avance de lo transgénico en la agricultura contemporánea, haya sido acompañado por la aparición de varios productos destinados a activar el normal funcionamiento del organismo, ante una "epidemia", no esperada y sorpresiva, de panzas hinchadas...!
¿Cómo se procesa el ingreso de esta mercadería al país? ¿Quién la controla? ¿Existe algún órgano integrado por profesores de las facultades de Química, Ciencias, Agronomía, Medicina?
¿O esta función la realiza el Pocho, el hijo de doña Pola, secretaria del Comité de Base, que agarró ahí, para no seguir parado.
La bestia capitalista, está "babando" de fauces abiertas, porque el negocio no podría ir mejor...
Enrique Cuadrado
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