Muy elevado fue el costo de la crisis global capitalista para los trabajadores en América Latina y El Caribe, que vieron esfumarse en 2009 dos millones de empleos, lo cual equivale a prácticamente igual número de familias que quedaron en el desamparo y la incertidumbre.
Los datos fueron revelados en las últimas horas por la Organización Internacional del Trabajo, OIT, entidad que advierte que, dadas las condiciones de la economía mundial, es muy difícil que la situación se pueda revertir durante este año.
A nivel urbano la pérdida de puestos de trabajo se elevó de 7,5 al 8,4%, lo cual se mezcla con una baja regional del 1,8% del Producto Interno Bruto, PIB, para hacer una combinación altamente explosiva.
Es claro que el panorama tiene altibajos, pues la crisis golpeó más donde mayor es la dependencia hacia Estados Unidos, o donde las autoridades actuaron con lentitud para enfrentar la debacle.
Uruguay y Bolivia parecen ser los países donde menos se sintió el impacto. De hecho en ambas naciones los ciudadanos optaron en recientes elecciones a mantener el mismo modelo económico, político y social de los últimos años, satisfechos, sin duda alguna, por los resultados obtenidos.
En Venezuela, a pesar de la caída en el PIB, también hubo importantes logros, siendo el mayor de todos la reducción constante de los índices de pobreza y pobreza extrema y una mejoría en la distribución de los ingresos.
Según el presidente del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela, Elías Eljuri, en los últimos doce meses la pobreza bajó del 27,5 al 24,2%, mientras que el índice de personas en el desamparo se contrajo al 6 por ciento, algo no logrado en las seis décadas anteriores.
Por el contrario, en México todas las alarmas se dispararon luego de un año desastroso durante el cual el PIB perdió 6,7%, la tasa más alta de la región, y el paro laboral creció a nivel nacional hasta alcanzar al 6,8% en las principales ciudades, con mayores daños en los sectores de la industria y la construcción.
Según la OIT, el desempleo seguirá afectando durante todo 2010 a esa nación, aún y cuando se registrase algún eventual crecimiento de la economía, a lo que se suma un aumento generalizado de precios en los primeros días del año.
Para las pequeñas naciones centroamericanas la falta de trabajo es uno de los principales problemas, unido a la pobreza y la inseguridad.
Un factor negativo es la expulsión de migrantes desde los países desarrollados. Sólo en 2009 las autoridades de Estados Unidos repatriaron a 27 000 guatemaltecos y unos 23 000 salvadoreños, quienes además de interrumpir el envío de remesas a sus familiares, vuelven a sus países de origen sin trabajo y con pesadas deudas.
En términos netos, el costo del capitalismo agravado por la crisis es muy alto para Nuestra América y se expresa en dolorosas cifras: 18 millones de desempleados, 189 millones de pobres y 86 millones en la extrema pobreza, que son la mejor muestra del fracaso de un sistema que nunca funcionó para nuestros pueblos, pero si fue un buen negocio para los ricos.
No se trata sólo de invertir la ecuación, sino de buscar nuevas fórmulas con la conciencia clara de que no hay caminos para andarlos solos y que, como advierten poetas y visionarios, sólo hay salvación posible, si nos salvamos todos.
Roberto Morejón
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