miércoles, 20 de enero de 2010
Elecciones en Chile: triunfo electoral de la derecha y el neoconservadurismo
El candidato de la coalición de centro izquierda Eduardo Frei, no pudo remontar el más de 20% que necesitaba para alcanzar la presidencia.
Obtuvo un 48.4 %, mientras que su opositor, el candidato de la centro derecha y el neoconservadurismo, Sebastián Piñera obtuvo el 51.6%
La campaña del NO en contra de la derecha no funcionó esta vez en Chile, fundamentalmente porque casi un 30 % de los votos de la tercera fuerza que obtuvo un 20 % de adhesión en primera vuelta votaron por la derecha.
Por primera vez en la historia de Chile, en los últimos 70 años, una coalición estrictamente de derecha, gana una elección. En la elección de 1958 el liberal Jorge Alessandri había vencido con apoyo de partidos de centro y además lo habían “convertido” en senador para postular a la presidencia.
En un sentido estricto, la derecha en Chile había llegado al poder desde la década de los años 30 por golpes de estado.
Esta vez le corresponde a una presidenta socialista, Michelle Bachelet, que ha obtenido el más alto índice de popularidad en los gobernantes de Chile, entregarle la banda presidencial a un presidente de derecha que representa a la esencia del neoconservadurismo.
El pronóstico es que el ajuste estructural y sus ejes principales de privatizar, desregular y apertura indiscriminada de mercados, se reinstala en Chile con apoyo del estado, como en la época de la dictadura militar.
No es que regrese la dictadura, pero los principios rectores y el anticomunismo no son diferentes.
Sin embargo, no todo es responsabilidad de la concertación de centroizquierda como algunos personeros de la izquierda extraparlamentaria han manifestado.
En una declaración en el diario La Tercera, Jorge Arrate, el candidato a presidente de la izquierda extraparlamentaria, cuyos votos apoyaron a Eduardo Frei en segunda vuelta, expresó que esta derrota era responsabilidad de la concertación.
Esta declaración refleja en esencia el problema de la izquierda en Chile, que no asume responsabilidades colectivas.
Así como alude a la concertación como principal responsable del regreso de la derecha al poder del estado, exime de errores a la izquierda extraparlamentaria que permanentemente acechó a la concertación como otra derecha, o como una prolongación de la dictadura militar.
La concertación que había gobernado con una agenda social demócrata respetable había contenido algunos ímpetus del ajuste de los 80, pero al final la presión fue tanta que cedió y no pudo mantener el control de la situación.
Una etapa inconclusa
Las victorias electorales por lo general distorsionan el análisis de vencedores.
Siempre es igual y se ha dicho que de las derrotas se obtienen las lecciones más importantes, y no al revés.
Con el grado de seguridad que otorgan las victorias electorales, lo peor que podría sucederle a la derecha y el neoconservadurismo que recupera el poder después de 20 años, es pensar en las siguientes situaciones.
Primero, que la Concertación de centro izquierda ha sido derrotada políticamente.
Por el contrario. La concertación ha salido fortalecida políticamente después de esta elección en la cual obtiene un 48.4 de los votos.
Fue claramente derrotada en la primera vuelta, por enfrentar a tres fuerzas que incuestionablemente, por trayectoria en algunos casos y vehemencia coyuntural en otro, se manifestaron en contra de su continuidad en el poder.
Derecha, Izquierda Extra parlamentaria y una tercera fuerza emergida del neoconservadurismo de la propia izquierda, se plantaron en una campaña sistemática en estigmatizar los errores de la concertación y de paso estigmatizar el conjunto de su proyecto democratizador y social.
Es así que el apoyo electoral de 48.4 % de segunda vuelta, después de una campaña para derribarla del poder y quebrarla, - como quedó demostrado en los mensajes de los tres candidatos opositores en la primera vuelta-, es extraordinario, más allá de las especulaciones con base estadística del origen de esta votación.
Segundo, que el triunfo electoral de las características que obtuvo la Alianza neoconservadora, abre un período de transformaciones y de cambio en políticas de estado ya asentadas.
“El término de una etapa histórica”, frase mencionada por el presidente Ricardo Lagos el domingo en la sede del comando de la Concertación, es en otra dimensión, el cierre de una etapa inconclusa.
Como en forma inconclusa han quedado varias iniciativas de la Concertación abortadas por la oposición de derecha y el clima neoconservador, que no ha cesado de presionar el ámbito político chileno.
Como que la propia Concertación no hubiera estado convencida de la validez del formidable proyecto social demócrata que se estaba construyendo.
Y tercero y quizás lo más clave. Que la alianza de derecha neoconservadora continúe divulgando que la Concertación “realmente gobernó”, y pudo implementar sus programas.
Es una falacia continuar divulgado que los gobiernos de la Concertación contaron con el apoyo constructivo de la oposición de derecha y de algunos de sus mismos miembros muchas veces en posiciones antagónicas a la Concertación, que abortaron los propios proyectos.
La Concertación cooptó la democracia haciéndola depender de un sistema político altamente distorsionado como el binominalismo.
No es que haya hecho fracasar su proyecto democratizador de mutuo propio. Sino que estiró la permisibilidad del sistema, hasta los límites del cogobierno.
El cogobierno no va a ser admitido y es respetable. Sin embargo hay que reconocer que corresponde a fisuras que permanecen, y que son propias de un sistema político que no ha restablecido sus garantías plenas y que nació de un sistema autoritario militar.
Es un sistema político todavía blindado por el autoritarismo de muchos años y que talvez ni siquiera provenga exclusivamente del gobierno militar, sino del tipo de democracias de excepción que la región ha mantenido por muchas décadas debido a la debilidad intrínseca de sus sociedades y sus constituciones. Este punto tiene páginas y páginas de estudio, y comencemos con Brian Loveman y Steve Ropp.
Finalmente los factores que jugaron en contra de la Concertación en esta elección
1.Una oposición de derecha implacable, desde el primer minuto en que la Concertación asume en 1989. ¿O no?
2.Una oposición condicionada, pero constante de la izquierda extraparlamentaria.
3.Los desajustes internos de la concertación, propios de su pluralismo y composición política multifacética.
No asumieron a cabalidad el proyecto social demócrata de tercera vía que era observado mundial mente como un modelo. Se enredaron en la irresponsabilidad del individualismo propio de la cultura mediterránea. Les faltó ascetismo.
4.Los medios. Un capítulo aparte. Pocas veces en el escenario de la región, casi el 100% de los medios, estuvo en contra permanente del desempeño de gobiernos que han sido juzgados de exitosos por las encuestas. A su vez, la Concertación, no contó con ningún medio que equilibrara ese desnivel. Los medios daban la sensación que Chile estaba al borde del desastre. Inaudito.
5.La escasa capacidad analítica del elector chileno, demostrada en varios indicadores, algunos de las encuestas.
No conectó Concertación, con su candidato y con una presidenta popular de la misma coalición. Todo es muy básico, y ese elector, al menos en un alto porcentaje falló.
No conectó, los logros de la Concertación, en la previsión de jubilados, en el nuevo sistema de salud Auge que permite a los enfermos de cáncer con escasos recursos tener curaciones gratis, en el beneficio a las mujeres, en el bienestar social, y otros beneficios, con lo que estaba votando.
6. No se conectó a si mismo que es lo más grave, y fue aprisionado por la propaganda.
El término de la etapa histórica mencionada por el Ex Presidente Ricardo Lagos, es el llamado a restablecer la etapa inconclusa, y “que el sueño de la democracia de las grandes alamedas que se abrieron no se interrumpa”.
El tropiezo de la tercera vía en Chile con el regreso del neoconservadurismo de los 80, es un indicador del clima mundial generado por la crisis del capitalismo.
Nunca fue diferente. Ni en la década de 1900, ni en la década de los años 20 o de los años 70, o en esta del 2000.
Juan Francisco Coloane
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