viernes, 15 de mayo de 2009

Entrevista con Jesús Santrich, miembro del Estado Mayor de las FARC-EP: Derribando las mentiras de falsimedia sobre las FARC



Jesús Santrich es integrante del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo. En un diálogo abierto, franco y sin tapujos, el comandante fariano analiza, explica, rebate y derriba algunas de las mentiras que se expresan a través de la industria mediática y de la propaganda diseñada por el imperialismo yanqui, la CIA y la oligarquía colombiana sobre las FARC-EP.
Comandante Jesús Santrich ¿la industria mediática al servicio del imperialismo estadounidense y de la oligarquía colombiana ha señalado que las FARC-EP han estado levantadas en armas durante 44 años sin lograr nada, por lo cual deberían desarmarse y participar en la lucha electoral como lo han hecho otras organizaciones armadas como la URNG en Guatemala, el FMLN en El Salvador o el M-19 en la propia Colombia?
Bien, tú hablas de la industria mediática.
Yo creo que lo primero que hay que decir, sin hacer ahora un análisis en profundidad, es que esa industria mediática tiene una finalidad que es la de generar matrices de opinión que no tienen que ver propiamente con llevar el conocimiento, la aprehensión real del mundo y de las sociedades, sino la aprehensión de falacias que convengan para mantener a las oligarquías en el poder. Dentro de esa línea está todo lo que ellos hacen.
Cualquier matriz de opinión que se genera es para fortalecerse ellos en el poder y para aplastar todo lo que los amenace.
Todas las desinformaciones que se lanzan sobre la insurgencia colombiana tienen que ver con la descalificación de su lucha, de las causas que la han generado y de los propósitos que se buscan.
Entonces, nosotros nos hemos empeñado en la lucha armada no por un capricho, sino porque hay unas causas, hay unas razones que las han engendrado. Uno pudiera decir que es la violencia de la oligarquía la que ha generado la reacción violenta, pero justa, de la insurgencia en Colombia y de las insurgencias en muchas partes de América Latina y del mundo. Mientras esas causas que generaron la reacción violenta revolucionaria, la justa guerra de los pueblos, no se exterminen, el revolucionario consecuente mal haría en acabar, teniendo las posibilidades de proseguir, su empeño en resistir a las agresiones de las oligarquías y del imperialismo.
En el caso de las FARC, mientras la situación de miseria, de falta de vivienda, de carencias en la alimentación, en los derechos fundamentales de la población no se resuelvan, y las oligarquías no brinden espacios para el término democrático de poderlas resolver, nosotros nos mantendremos en la lucha armada.
Es un problema muy profundo de causas y efectos. La insurgencia armada es una consecuencia, es un efecto de esa violencia institucional establecida por las oligarquías en el caso colombiano particularmente, pero eso casi es general para América Latina y el Caribe en donde las oligarquías y el imperialismo han impuesto un régimen de injusticias.
¿Lo que la propaganda de la oligarquía argumenta es que las FARC no se atreven a participar en ese proceso electoral porque realmente no gozan de respaldo popular, lo cual se demuestra en las manifestaciones masivas realizadas en su contra?
Eso de la masividad de las marchas o de las protestas contra nosotros es muy relativo. No siempre la masividad implica legitimidad. Yo te podría poner el ejemplo de la masividad que tenían las manifestaciones nazis en Alemania en un supuesto respaldo a Adolfo Hitler. Eso no quiere decir que fueran actos legítimos o que pudieran tener consecuencias positivas para la humanidad.
En el caso nuestro, el tema de las elecciones, nosotros por principio no estamos en contra de los procesos electorales. Coyunturalmente y por las circunstancias podemos o no participar de un proceso. Pero en Colombia no existen garantías para que se dé una verdadera expresión del sentimiento popular.
Si analizamos las elecciones en Colombia, la abstención es de más del 60% y no de gente apática, sino de gente que en su mayoría no confía en el sistema electoral y en el régimen en general que tiene el control de estos procesos “democráticos”, procesos por demás mediatizados por la presión paramilitar, por la violencia institucional que se ejerce a través del ejército en combinación con esas bandas de asesinos.
Entonces ¿qué es lo que ocurre?
Nosotros no participamos no porque le tengamos miedo a la expresión popular, sino porque tenemos absoluta certeza en que la expresión popular libre no se puede manifestar en esos procesos electorales hasta el momento. Puede ser que eso cambie y nosotros a veces hemos puesto en práctica, hemos puesto todo nuestro empeño para que nuestros cuadros participen de ese tipo de procesos. Pero lo que hemos encontrado es la muerte.
Yo te coloco un ejemplo que no es remoto y que todavía se sienten sus efectos.
Nosotros lanzamos en los años 80 un proyecto para vincularnos al debate político abierto, sin entregar las armas. Fue el proyecto de la Unión Patriótica. Firmamos un cese al fuego para meternos con todas nuestras propuestas en el debate abierto, en el debate político legal, amplio, de cara al mundo sin tener que ocultarnos en la clandestinidad para actuar. El resultado que tenemos fue el asesinato de más de cinco mil camaradas, compañeros, gente que simpatizaba o gente que era dirigente a manos no de fuerzas oscuras, sino de fuerzas que hoy en día se saben plenamente que fueron del Estado.
Entonces, en Colombia no hay esa garantía.
No digo que en otra parte no la haya. Tenemos casos en los que ha sido posible la expresión popular en las urnas; pero en Colombia no.
Que salgan en una manifestación de algunos miles de personas a lanzar un no a las FARC eso también tiene mucha manipulación. Esas manifestaciones que tú has mencionado, si se les hace un seguimiento y una investigación en estricto, te darás cuenta que hay una gran manipulación de los medios de comunicación para impactar en la consciencia de las comunidades a través de mentiras, además que hay una gran presión.
En aquella famosa manifestación del 6 febrero de 2008 a todos los funcionarios públicos, y eso es conocido, eso está consignado en muchos de los mismos medios de las oligarquías, se los presionó para que fueran a ese acto.
El gancho que se tomó en principio era el de que se trataba de una manifestación por la paz, la cual luego la convirtieron en una manifestación anti FARC. Para eso tienen un ingente equipo humano y un ingente equipo técnico y mediático para jalonar a la gente que está en un estado de necesidad de paz, a manifestarse supuestamente por esa paz, pero colocando ellos a sus equipos a cargar pancartas contra las FARC.
Pero de igual manera en Colombia ha habido grandes manifestaciones que pareciera que no existen, porque no están en sus medios. Pero se han dado manifestaciones contra el régimen paramilitar-narcotizado y la violencia que ejerce. Un régimen que esta por demás comprobado que utiliza los métodos más sangrientos para actuar contra su población.
Las cosas son tan asqueantes que no las han podido ocultar. Hoy en día tú te podrás dar cuenta que hay centenares y centenares, por no decir miles de procesos en los que se está enjuiciando al Ejército de Colombia porque ha actuado contra población inerme. Han asesinado a gente que no esta directamente involucrada en el conflicto para hacerla aparecer como bajas guerrilleras, producidas en combate. Entonces, en un régimen que masacra sin asco, que tiene sembrado el país de miles y miles de fosas comunes donde han lanzado a las personas inocentes a las que han asesinado, ¿quién públicamente puede levantar la voz para apoyar la resistencia armada?, ¿quién puede hacer pública una oposición franca y real contra el régimen?
Ahora mismo nos estamos dando cuenta que una iniciativa como “Colombianos y colombianas por la paz”, que está tratando de buscar un diálogo para abrir un nuevo camino para el país, el mismo presidente Uribe los ha estigmatizado diciendo que son instrumentos de la guerrilla cuando en su conjunto, mayoritariamente, son personas independientes, intelectuales, maestros, estudiantes que no están vinculados a la lucha armada, sino a la lucha política abierta. Les han colocado el san benito de ser terroristas para poderlos judicializar, para poderlos por lo menos cohibir de que se puedan manifestar por una salida que no sea cruenta en Colombia.
¿Otra acusación lanzada contra ustedes es que son maquiavélicos, porque por un lado hablan de la violencia estatal, cuando realmente son las FARC las generadoras y promotoras permanentes de la violencia?
Cuando no existe memoria de lo que ha sido nuestro acontecer social a través de muchos años, de muchas décadas, cuando se oculta esa memoria, cuando se oculta la historia, se puede instalar perfectamente esa matriz de opinión que tú has colocado aquí como pregunta.
Pero si nosotros vamos a lo que son las raíces de esta violencia tú te podrás dar cuenta que desde los años 40, cuando aún no existía la guerrilla de las FARC, lo que se produjo en nuestro país fue el asesinato de un dirigente liberal que como tenía un discurso, un proyecto de reivindicación popular, la misma oligarquía liberal, conservadora lo mandó a asesinar. Ese fue el caso de Jorge Eliecer Gaitán. Pretendieron decir que habían sido los comunistas. Hoy la misma historia ha indicado que fue el bipartidismo, en alianza con la CIA, quien anuló a Jorge Eliécer Gaitán por colocar el caso más inmediato de esta violencia de los últimos 60 años en Colombia.
Eso es lo que ha ocurrido. Entonces quien ha engendrado la violencia ha sido el régimen estableciendo el terrorismo de Estado, llevando a la práctica la doctrina de Seguridad Nacional de los norteamericanos.
Nosotros lo que hemos hecho es una legítima defensa social. Somos pueblo que se ha levantado en armas para defenderse de esa represión oficial. Si nosotros no haríamos eso tendríamos ya, quizá todos, el hierro de la esclavitud en la frente de cada uno de los colombianos.
Como parte de los mecanismos para lograr la fabricación del consenso en la población, la propaganda al servicio de los grupos de poder en Colombia ha señalado a las FARC-EP como una organización terrorista manifestando que se han dedicado al cometimiento de secuestros, asesinatos y masacres, a la colocación de minas antipersonales y a lanzar tanques de gas como bombas contra la población indefensa, etc. La industria mediática ha hecho énfasis en algunos casos como por ejemplo el collar bomba colocado a Elvira Cortés, el asesinato de tres indigenistas estadounidenses, la colocación de un carro bomba en el Club Nogal o el ataque a la Universidad Militar Escuela Superior de Guerra. ¿Qué nos puedes decir de este tipo de guerra psicológica y mediática que están llevando contra las FARC-EP?
La industria mediática es una máquina de hacer mentiras. Es una máquina de distorsión de la realidad, que como dije tiene como propósitos, como finalidad posicionar a la oligarquía y descalificar a lo que le haga oposición o resistencia.
Las FARC son un poderoso factor real de oposición a todas las arbitrariedades del régimen. Cuando tú mencionas esas arbitrariedades estas haciendo como una descripción de lo que ellos han hecho consuetudinariamente.
Yo coloqué el caso de Jorge Eliécer Gaitán; pero eso es mucho más antiguo. A muchos los han asesinado. El caso del Mariscal Antonio José de Sucre, el de Uribe Uribe a principios del siglo XX.
La historia de lo que llaman violencia te puede dar datos de los asesinatos, de la guerra sucia contra las poblaciones más desprotegidas. Hay un ejemplo latente que no se puede perder de vista y es el de la Unión Patriótica. ¡Cuánta gente se asesinó ahí! Dirigentes de mucho reconocimiento como el caso del inolvidable Jaime Pardo Leal y, junto a él, muchísimos trabajadores, campesinos, estudiantes. No son oligarcas los que han caído bajo las balas de la institucionalidad corrupta del Estado colombiano.
Entonces, todos los días va a haber mentiras alrededor de lo que es el accionar de la insurgencia. ¡Obvio! es un accionar insurgente, con violencia. La violencia revolucionaria, la guerra justa frente a una violencia institucional y es contra esa violencia institucional, y no contra el pueblo, que nosotros hacemos nuestra guerra justa.
Ahora, si nosotros nos ponemos a desmentir todo lo que se dice sobre las FARC, tendríamos exclusivamente que ocuparnos de eso.
Pero tomemos algunos casos como el del collar bomba. Quedó plenamente establecido y tú puedes encontrar un registro de prensa de la misma oligarquía y te puedo colocar un caso, el de la revista Semana que es un medio de la oligarquía colombiana, que luego le siguió la pista y definió claramente que nunca fue la guerrilla de las FARC la que realizó esa acción. El desmentido que sacaron después creo que no alcanzó a cubrir dos o tres párrafos de esa misma revista.
Así ha ocurrido siempre.
Cuando nosotros cometemos acciones de guerra que colateralmente pueden tener consecuencias, nosotros las asumimos. Yo te coloco un ejemplo. Cuando se produjo aquel lamentable, triste, fatídico hecho de guerra en Bojayá donde murieron varias decenas de pobladores, de gente humilde, muchos integrantes de familias de combatientes de guerrilleros nuestros, fue un cilindro de las FARC el que cayó en una iglesia donde los paramilitares se habían refugiado y habían obligado a la población a meterse ahí. Cuando nosotros actuamos, eso era un escenario de confrontación que se salía de la población y el grupo paramilitar metió a la gente dentro de la iglesia y estaba sacándolos uno por uno y asesinándolos. Hoy en día los mismos paramilitares, en este proceso falso de reinserción, han admitido que ellos generaron el mayor número de muertos y estaban masacrando a la gente cuando se produjo ese error de la guerrilla. No recuerdo ahora el año preciso de la acción, pero existen muchos registros de prensa al respecto.
El año pasado, entre estos paramilitares que entablaron el proceso de “reinserción” con el gobierno están las confesiones.
Lo mismo que ocurrió, por ejemplo, en la Gabarra. Una masacre que la difundieron con todos los colores de la muerte sindicando a las FARC y nos damos cuenta que en las declaraciones de Mancuso y de Jorge 40 están las confesiones de que fue el paramilitarismo el que ejecutó ese crimen. Hasta la misma empresa Benetton hizo una campaña mundial con las fotografías de lo que fue la masacre diciendo que esos eran los colores de las FARC.
Pero nadie desmiente esto porque hay una finalidad de descalificar a la fuerza insurgente, que es una fuerza verdaderamente popular de oposición a la represión que durante décadas ha mantenido el régimen fascista en Colombia.
Eso es lo que ocurre. Nosotros, repito, pudiéramos desglosar caso por caso pero estas mismas confesiones de los paramilitares han sacado a la luz pública que muchas de las acciones que nos han endilgado a nosotros son acciones que ha cometido el mismo Estado.
Ahí está el caso de los falsos positivos. Cuando se da el caso de la Escuela Superior de Guerra, que ha podido ser una acción legítima de la guerrilla, porque nosotros no estamos en tregua, luego la misma prensa colombiana comenzó a denunciar la cantidad de acciones que hizo el ejército para después presentarlas como realizadas por la insurgencia.
En esta confrontación en Colombia abría que establecer una comisión de la verdad para que salgan a relucir los verdaderos responsables de las acciones que afectan a la población.
En nuestro Código Ético, en nuestro Código Militar, en nuestra práctica cotidiana está el deber de procurar al máximo no generar consecuencias adversas para la población.
No quiere decir que eso no ocurra, porque en una guerra esa es una de las principales dificultades y es lo que nosotros quisiéramos evitar, ojalá instituyendo unos protocolos que entren a regular esta guerra.
Entre esos protocolos debiéramos establecer incluso el tema de cómo tratar el asunto de los prisioneros de guerra, porque también alrededor de eso se dicen muchas mentiras. Fíjate que se dice que nosotros torturamos, maltratamos a los prisioneros. Pero si un prisionero habla con la verdad y dice cuál es el trato real que se le da dentro de los campamentos cuando está prisionero, lo tildan de loco o que ha sufrido el síndrome de Estocolmo, que fue de lo que acusaron a Alan Jara cuando después de haber sido liberado explicó cuales eran las condiciones reales en que los tenían.
Ingrid Betancourt dijo una sarta de mentiras, que su misma presencia ante cámaras eran la contradicción de lo que habían dicho los medios durante tantos días en cuanto a que estaba famélica, que estaba maltratada.
Ahora salió un libro un poco asqueroso porque habla de intimidades que nosotros nunca hubiésemos develado como FARC, pero que también de alguna manera te dice realidades de lo que ha sido el cautiverio de los prisioneros.
Ellos no están de vacaciones, yo lo he escrito por ahí en algunos artículos, y son condiciones duras las que tienen que vivir. Bueno, son las mismas condiciones en que estamos nosotros. Pero nosotros estamos de voluntad y de satisfacción porque estamos entregando nuestra vida y nuestra lucha por un cambio revolucionario. Para ellos seguramente será más duro, sobre todo para personas como Ingrid Betancourt o algunos parlamentarios que hacen parte de la oligarquía y que nunca han tenido que sufrir los padecimientos que en general la población campesina vive en este país. Para ellos son condiciones extremas sí, pero no son condiciones de tortura, no son condiciones de vejámenes, sino las condiciones naturales que puede tener un prisionero de guerra en nuestro país.
Dos casos han sido muy resaltados en los medios. El uno hace referencia a los 12 diputados hechos prisioneros, de los que habrían sido asesinados a sangre fría por las FARC once. El otro caso es el que permanentemente hace referencia la industria mediática y que tiene que ver con las acciones de las FARC para atentar contra la vida de Uribe y su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. ¿Qué explicación puedes dar sobre esto?
Bueno, son casos diferentes.
Nuestro comportamiento con los prisioneros es el de una fuerza militar beligerante que respeta los derechos fundamentales de quienes están privados de la libertad.
Nosotros tenemos compañeros privados de la libertad en condiciones esas sí verdaderamente inhumanas, de las que nadie habla. Nosotros tenemos en nuestras manos gente prisionera para hacer un canje. Esa es la finalidad. Nosotros queremos liberar a los nuestros, para eso tenemos personas captadas.
Dentro de esa dinámica nosotros tratamos al máximo de preservar la vida de quienes están en nuestras manos, tratamos de respetar al máximo su libre pensamiento, su conciencia. Aquí a nadie se le establece acciones coercitivas para ponerlo a pensar de otra manera, ni mucho menos. Entonces, sería una torpeza nuestra actuar de manera dolosa contra la vida de algunos de estos prisioneros. Eso no tiene sentido.
En el caso de los diputados es una infamia, es una manipulación. Y eso si es una asquerosidad de parte del régimen pretender que nosotros, mediante una acción de fuerzas especiales, hayamos ejecutado a los prisioneros de manera dolosa. Yo no manejo las circunstancias precisas como acontecieron los hechos. Es un suceso totalmente lamentable. Solo quedó con vida uno de los diputados (Sigifredo López), pero nadie podría, bajo ninguna circunstancia, decir que en una acción dolosa las FARC ejecutó a esos prisioneros.
Diferente a lo que ocurrió en Antioquia con uno de los ex gobernadores y uno de los ex ministros de Estado, donde el ataque de la fuerza pública suscitó el desenlace fatal.
Y acá esa amenaza de ataque, esa operatividad constante, porque hay una determinación de rescatar a sangre y fuego, porque el Estado no quiere dar su brazo a torcer en cuanto a que se produzca el canje, es lo que genera esta actitud de zozobra no solo con esos prisioneros que murieron en un fuego cruzado entre guerrilleros y, al parecer, otras fuerzas que nosotros nunca supimos como se suscitó la situación. Pero nunca hay dolo, es lo que quiero establecer.
Diferente a todo esto que han llamado falsos positivos donde el ejército ha capturado a la gente con conocimiento de causa de quienes son y luego ha procedido a ejecutarlos, entre otras cosas para cobrar recompensas. Porque aquí el régimen las bajas las paga. Entonces, los éxitos de la guerra se contabilizan en cabezas y en litros de sangre. Eso no está en la mentalidad, en la concepción, en la ética de la guerrilla o de la insurgencia fariana.
Ese es uno de los casos.
El tema de Uribe y de Santos es un asunto totalmente diferente, porque estos son personajes que han concebido la guerra y la están ejecutando. Ellos son responsables directos de la guerra más que cualquier soldado, más que cualquier militar que caiga en combate en nuestras manos. Así que no es un secreto para nadie que ellos son uno de los objetivos de la insurgencia de las FARC. Son legítimos objetivos porque yo estoy seguro que si Uribe o Santos, de alguna manera salieran del manejo de la política colombiana, se haría más expedito el camino de la paz.
Se acusa a las FARC de hacer reclutamientos forzosos, principalmente de niños y jóvenes. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
Eso es negativo. En las FARC no hay reclutamiento obligatorio. Es más, nosotros tenemos unas normas de reclutamiento que quien las viole se hace acreedor a las medidas disciplinarias que para eso están definidas.
En las FARC está establecido el ingreso voluntario, y es que sería muy difícil mantener a alguien en filas, que está armado y todos los días porta su fusil de manera obligada. El que está aquí, si quiere se va.
Tú te das cuenta que a veces se producen algunas deserciones. Sería muy sencillo entonces si nosotros tuviéramos a nuestra gente militando de manera obligada. Primero que todo no sería una militancia. Sería como estar preso. Entonces no sería factible que tuviéramos un ejército revolucionario. Lo que nutre este ejército revolucionario es la voluntad combativa que tiene la gente y por eso se vincula a esta lucha.
No quiero decir con ello que en las FARC no haya menores de edad. Sí, los hay. Precisamente en mi unidad yo tengo una jovencita que puede tener unos 13 o 14 años y a su hermanito que debe tener unos 11 o 12 años. Sus padres fueron asesinados, y sus abuelos también, en una masacre paramilitar en alguno de los campos colombianos. Quedaron huérfanos. ¿A quién se los íbamos a entregar? ¿Al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar que a muchos de sus niños los entrega para que sean entrenados por la fuerza pública y luego infiltrados en las filas guerrilleras? No. Eso no puede ser. A los hijos de nuestro pueblo que queden abandonados, que han sido hijos de nuestra masa campesina y que nos apoya, nosotros mismos tenemos que buscar la forma de que sobrevivan y que tengan una formación que no sea la de la distorsión macabra que hace el Estado a través del ejército con este procedimiento como el que te acabo de indicar que hace el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
El recurso más utilizado para desacreditar a las FARC es de acusarla de ser una organización de narcotraficantes que inclusive, en los últimos meses, habría establecido relaciones con los paramilitares para el tráfico de drogas. ¿Cuán real es esto?
La perversidad del régimen está mezclada con el cinismo y eso también se puede aplicar al caso anterior del que estábamos hablando. Ellos aparentemente están preocupados por esa infancia que nosotros reclutamos “obligatoriamente”, una mentira. Pero nunca se preocupan por esa infancia que tienen condenada a la miseria. Infantes huérfanos, lo que en Colombia llamamos gamines y que están en las alcantarillas y debajo de los puentes de todas las ciudades, que son decenas de miles, o los muchachitos que tienen en padecimientos teniendo que trabajar para ayudar a sus familias porque la miseria en Colombia esta generalizada.
Entonces tú ves que es un discurso de una moral cínica y esto ocurre también en el tema del narcotráfico.
Te voy a poner un solo ejemplo para que no hagamos una explicación larga del asunto. ¿Cuántos parlamentarios hay presos en este momento o están procesados porque están vinculados al tema de la parapolítica o mejor, de la narcoparapolítica? Más del 80% de los parlamentarios del uribismo están procesados porque tienen vínculos con los paramilitares y vínculos con el narcotráfico. El mismo presidente Uribe solía pagar sus deudas con coca. El padre del presidente era un narcotraficante muy reconocido en Antioquia y él no solamente dejó como herencia los bienes habidos por el narcotráfico a Uribe, sino esos contactos, esas relaciones, esos vínculos con la mafia.
Uribe llegó a la política colombiana de la mano de Pablo Escobar Gaviria y sobre eso hay mucha documentación. Este es otro de los jinetes de la coca que ahora posa de estadista y de politólogo, pero en realidad es una de las alimañas del narcotráfico y del paramilitarismo que la extrema derecha ha colocado en el poder con el beneplácito de Washington. Solamente miremos las listas desclasificadas de la CIA donde Uribe Vélez aparece como el narcotraficante número 82, casi que al ladito de Pablo Escobar y de otros personajes oscuros como Yair Clain.
Ese solo ejemplo, que no sale propiamente de nuestra boca, te puede decir que tipo de elemento es Uribe y que tipo de moral es la que maneja la oligarquía.
Entonces, ahí es como el ladrón gritando: ¡cojan al ladrón!
Se nos endilga a nosotros una actividad que ellos la han hecho históricamente y con la cual se han incrustado en el poder.
Otra acusación lanzada contra las FARC es que se trata de una organización vertical, autoritaria, militarista que defiende una ideología anacrónica, obsoleta y en la que sus comandantes gozan de privilegios. ¿Qué dices sobre estas inculpaciones?
¿Anacrónica? Algunos dicen que los dinosaurios son anacrónicos y bien te puedes dar cuenta que de todo ese material fósil vive la humanidad hoy en día. Entonces, de pronto sí somos anacrónicos y con un material fósil que es necesario para que la vida pueda seguir en este planeta.
Nosotros tenemos un pensamiento que es el de la justicia, la libertad, la dignidad y para la oligarquía eso es anacronismo. Quien luche con esos ideales contra la injusticia, la indignidad que ellos implantan, es anacrónico. Entonces, si ese es el sentido, nosotros somos anacrónicos y vamos a mantenernos ahí hasta que ese anacronismo sea el que reine no solo en Colombia, sino en la Patria Grande latinoamericana y en el mundo. Porque si seguimos actuando con la mentalidad del imperialismo y del capitalismo, que es una mentalidad depredadora, que está acabando con la naturaleza, con el mundo, podríamos decir que estamos condenados al caos.
Nosotros somos optimistas. Creemos que no. Pero no basta creer, sino hay que actuar y la mejor manera de decir las cosas es actuando en consecuencia con lo que se piensa, en un movimiento revolucionario, no necesariamente con las armas. Lo hacemos porque hay una necesidad. Pero desde muchas otras posiciones, yo creo que el deber de la humanidad hoy en día es parar, a toda costa, el avance de ese pensamiento depredador, capitalista, imperialista.
En el tema de que si somos o no democráticos debo decir que las FARC es una organización político-militar y que como organización militar, tiene una disciplina que es férrea. Eso sí es cierto. Y hay una línea de mando. Pero aquí existe algo que en el leninismo se conoce como centralismo democrático. Aquí las decisiones se toman en colectivo. Por ejemplo, están las reuniones de célula, donde se hace un debate político y se llevan las propuestas, pero una vez que la mayoría aprueba una determinación, los demás tienen que someterse a esa mayoría. Aquí existen asambleas de frentes, la Conferencia Nacional de los guerrilleros que es donde se toman las determinaciones de orden estratégico. Todo el accionar responde a un plan y cuando se ha terminado ese plan, se hacen los balances. Entonces, hay instancias de debate y de discusión, pero una vez agotada esa discusión todo el colectivo, como un solo cuerpo, tiene que ponerse en función de lo que definió la mayoría. Ese es el tipo de democracia que nosotros aplicamos y nuestros planes no vienen traídos de los pelos, desde una elucubración al margen de lo que ocurre en el mundo.
Para nosotros trazar nuestra política lo primero que hacemos es consultar en nuestras bases, en nuestras estructuras de Partido Comunista Clandestino, del Movimiento Bolivariano qué es lo que el pueblo en realidad está reivindicando, lo que está sintiendo para así plantear nuestra política. Por ejemplo: tenemos planteada una plataforma, la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia donde, si uno la lee detenidamente, lo que nosotros estamos es tratando de establecer con la participación de las masas, un estadio de justicia social en Colombia y en Nuestra América.
La verticalidad de pronto puede estar en que existe una línea de mando, en que hay unos procedimientos propios de la vida militar. Pero más allá de nosotros ser un ejército, somos un partido político. Y como organización o partido político tenemos unas concepciones, una visión del mundo donde está ligado el marxismo leninismo al pensamiento bolivariano.
¿Y qué es el pensamiento bolivariano diferente al anhelo de la emancipación y del establecimiento de la justicia social para el conjunto de la población y fundamentalmente para los desposeídos?
Ese es nuestro pensamiento, ese es nuestro anacronismo y seguramente alrededor de eso está nuestra verticalidad.
En el año 2008 y lo que va del 2009 han sucedido varios hechos al interior de las FARC que han servido para que la industria mediática y la propaganda al servicio del imperialismo y la oligarquía colombiana los acusen de ser una organización sin moral, sin ética en la que sus integrantes son fácilmente comprables o están abatidos. Para ello hacen referencia a casos como el del asesinato de Iván Ríos por uno de los miembros de su seguridad, la deserción de Karina y la traición de aquellos que posibilitaron la fuga de Ingrid Betancourt y otros prisioneros.
Mira, en Colombia, cuando subió Uribe Vélez se hizo el propósito de hacer lo que el llamó una red de informantes, con un millón de personas. Lo que nosotros llamamos un millón de sapos o de chivatos, de delatores. Pagándole a alguien, esa persona daba información. Se comenzó a comprar información, es decir se utilizó un procedimiento venal para tratar de buscar a quienes el régimen cree son sus enemigos, a la verdadera oposición.
Ese sistema es totalmente asqueante. Yo creo que en el mundo sí hay procedimientos que han sido proscritos, son estos de la venalización de la justicia o de cualquier procedimiento de conducción de la sociedad.
Entonces, en realidad ¿dónde se está deteriorando la moral?, ¿dónde se están desbaratando los valores, los principios humanos que han ido construyendo los pueblos a través de años y años de historia? En procedimientos de ese tipo.
Yo no creo que porque ocurra un caso de traición en el seno de una organización revolucionaria, eso deba indicar la característica de esa organización.
La característica de la organización revolucionaria FARC- EP la dan personalidades como Manuel Marulanda Vélez que durante más de 60 años entregó su vida no a un proyecto personal, sino a un proyecto altruista como es el de la construcción de la Nueva Colombia. La dan personajes como Iván Ríos que también entregó su vida en ese mismo propósito o como Simón Trinidad que pese a las calumnias, a todo tipo de chantajes que han querido hacerle se mantiene incólume, preso, condenado a estar en un encierro de por vida, violentando el imperio y la oligarquía hasta su misma institucionalidad jurídica.
Eso es lo que da la característica a nuestra organización.
Y los miles y miles de combatientes que con todo tipo de privacidades se mantienen en este proyecto, sin ganar un salario, sin lograr nada personal para sí, ni para sus familias, sino entregándolo todo por ese propósito bolivariano de una sociedad justa, donde no haya explotadores ni explotados. En síntesis: por la construcción marxista leninista, bolivariana de la Patria Grande y del socialismo.
Eso es lo que le da la verdadera característica a nuestra organización, y no las traiciones que se pueden producir operando determinadas situaciones psicológicas en alguna personalidad en particular.
Pero entonces ¿tendríamos que decir que el millón de sapos que sirven a Uribe le da la característica global a nuestra sociedad colombiana, como una sociedad venalizada y que traiciona una ética de comportamiento? No.
Si Uribe no logra la simpatía, si Uribe no logra la cooperación de la masa social colombiana y eso obliga a que tengan que comprar conciencias, ahí eso lo que te indica es el tipo de régimen que tenemos. No es un régimen que convence con su discurso a la población, sino que tiene que utilizar la compraventa de conciencias y para ello se presta lo más oscuro y lo más descompuesto de nuestra sociedad, generándose una situación sicótica en donde todos son señalados por todos. Eso es lo que hay que acabar en Colombia. Si nosotros seguimos así, nuestra sociedad va a un desmoronamiento total.
Pero repito, nosotros tenemos una profunda confianza en las capacidades, en los valores, en los cimientos más fuertes de nuestra sociedad como para recomponer el orden, desechar esta estructura institucional que hoy tenemos y establecer una nueva.

Abya Yala, abril de 2009

Dax Toscano Segovia (especial para ARGENPRESS.info)

Foto: Colombia - Jesús Santrich, Comandante de las FARC-EP. / Autor: ABP

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