miércoles, 13 de mayo de 2009

Reportaje sobre El Capital



Entrevista de María Filippini a Eduardo Núñez

¿Por qué crees que han aumentado las ventas de El Capital con la crisis económica?
Lo primero que creo que habría que decir es que El Capital siempre ha sido poco leído. Esto, lamentablemente, era así incluso cuando el marxismo gozaba de un mayor prestigio social del que tiene hoy. Hay aquí una curiosa paradoja, una paradoja un tanto cruel con Marx: su principal obra, a la que él dedicó gran parte de su vida y esfuerzos, ha sido una de sus obras menos leídas. En resumen, Marx dedicó un gran esfuerzo a algo que consideraba tenía una gran importancia y, sin embargo, muchos de sus "seguidores" no le siguieron en este punto.
Generalizando un poco creo que hasta hace una década los lectores de El Capital podían encuadrarse en dos grupos: Por un lado, habían lectores movidos por un interés exclusivamente teórico, estuviese éste ligado a disciplinas como la filosofía, la economía, la historia u otras; por otro lado, se acercaban a El Capital personas que, encontrándose inmersos en las urgencias de las luchas sociales y políticas, estaban necesitadas de instrumentos teóricos con que interpretar mejor la realidad capitalista para así poder transformarla. Desde luego esta última tendencia, a saber, aquella derivada de las necesidades exigidas por las luchas sociales, así como el prestigio social y político de las corrientes marxistas, contribuían a incrementar el interés teórico por la obra de Marx.
No obstante, creo que en la actualidad, en nuestro entorno inmediato, esto es, en nuestras sociedades occidentales de hoy, dado el desinterés general que suscita la política, los tiros no van por aquí. Pienso que -aunque afirmar esto pueda considerarse tabú en nuestro tiempo- vivimos marcados por el acontecimiento histórico que supuso la caída de la Unión Soviética. Este acontecimiento ha tenido como efecto alucinógeno entre otros -siempre en nuestras sociedades desarrolladas- la firme creencia, ya casi elevada a prejuicio, a ideologema, esto es, a presupuesto discursivo implícito no explicitado, de que el capitalismo es el mejor de los sistemas posibles, el sistema infalible, el que mejor funciona o como mínimo el menos malo, aquél que con los arreglos y retoques pertinentes podía proporcionar un bienestar general, etc. Bien, tras unos cuántos años, sobre todo con la reciente e inesperada crisis económica, parece ser que esta idealización se viene al traste, que se pone en entredicho, lo que a su vez está creando la necesidad de entender qué está pasando, cómo funciona el capitalismo realmente, etc. Digamos que la quiebra del paradigma que idealizaba el capitalismo da lugar a su vez a la necesidad de buscar instrumentos teóricos con que interpretar nuevamente la realidad capitalista. Y justo en este punto es donde creo que, a día de hoy y aquí, habría que situar el creciente interés por El Capital.
¿Crees que este aumento podría tener alguna repercusión social, política o económica?
Alguna sí, por ejemplo, a nivel económico las editoriales estoy seguro de que están contentas de ese incremento de ventas...
Si te refieres a posibles efectos que una mayor lectura de El Capital pudiera tener sobre el sistema económico, social y político llegamos a una antigua polémica: ¿Cuál es la función de El Capital? ¿Qué pretendía Marx con esa obra y por qué le dio tanta importancia? Marx pretendía con esa obra algo muy importante y a la vez muy modesto, a saber, producir el conocimiento de la sociedad capitalista, concretamente de su estructura. La cuestión aquí es: ¿el conocimiento produce efectos o no? ¿Conocer el capitalismo implica, de suyo, superarlo? ¿Conocer es poder, fuerza? ¿La práctica teórica es un momento dentro de la práctica política o ambas prácticas carecen de intersección, son independientes? Ésta es una cuestión que como vemos es muy fácil de formular pero dificilísima de responder, tan difícil que ha dividido y divide aún hoy a los propios marxistas, también a los no marxistas. Según mi modo de ver el conocimiento si bien posiblemente sea cierto que no cambia su objeto -como decía Althusser, un gran filósofo injustamente olvidado, no le añade nada al objeto a parte de la nada que es su conocimiento-, sí te sitúa en mejores condiciones para la práctica política. Dicho de otro modo, la práctica teórica no tiene como resultado la superación del capitalismo sino su conocimiento; ahora bien, dicha práctica teórica sí que sitúa en mejores condiciones el ejercicio de una práctica política que busque producir otra cosa que el conocimiento del capitalismo, a saber, su superación. Así pues, la función de El Capital, su potencial revolucionario, no pasaría de aquí, de ser algo tan modesto y a la vez tan importante como aportar conocimiento acerca de cómo funciona el capitalismo. Si nos fijamos en esto que decimos tenemos una paradoja curiosa: mostrar la gran aportación de El capital, aportación que a la vez es su límite, supone a un mismo tiempo poner de relieve la importancia de no olvidar la práctica política.
¿Consideras que existe un perfil de compradores de estos libros?
Dos anécdotas ilustrativas: 1) Hubo un tiempo, cuando los comunistas tenían mucha fuerza y prestigio en este país, en el que el mismísimo Fraga solía decir que tenía El Capital como libro de cabecera; 2) Althusser y otros pensadores en los años sesenta, con el famoso seminario recogido en Para leer El Capital, pusieron de manifiesto, con cierto sonrojo todo hay que decirlo, lo poco que se había leído El Capital en la propia tradición marxista y cómo el término "marxista" para muchos no pasaba de tener un significado histórica y culturalmente determinado sobre la base de lo que se venía diciendo que era Marx y que, a su vez, dicho significado nada, o más bien poco, tenía que ver con lo que encontramos escrito en los textos del propio Marx. Así las cosas, Fraga leyendo El Capital, los más de los "marxistas" sin leerlo o haciéndolo desde presupuestos ideológicos, se caen bastantes tópicos y resulta difícil pensar en un perfil. Los perfiles, como las etiquetas y clasificaciones en muchas ocasiones, por no decir en la mayoría de los casos, ciegan más que abrir el conocimiento y la práctica política. Anécdotas ilustrativas a parte, creo que hoy, como decía más arriba, el interés viene dado por el intento de entender la situación del capitalismo hoy, el sello de nuestro tiempo, ante la precipitación de sucesos que han desautorizado lo que no pasaba de ser una ilusión que idealizaba al sistema capitalista. Este interés puede cautivar a cualquiera. Vamos que pienso, con todos los respetos, que intentar establecer un perfil es tanto como perder el tiempo.
¿Existe la posibilidad de que la sociedad adopte alguna característica de las propuestas por Marx en El Capital?
Me alegro de esta pregunta porque me da pie a criticar otra creencia generalizada acerca de Marx, una creencia que, nuevamente, no puede encontrarse en ninguno de sus textos. Tu pregunta tiene trampa y ello porque parte de un prejuicio muy extendido. Me explico. No hay en Marx un modelo de sociedad alternativa con mayúsculas al capitalismo más allá de unos cuantos, muy poquitos, rasgos muy generales que se atreve a adelantar. Estos rasgos son muy conocidos, no los voy a citar aquí. Este talante de Marx tiene que ver con el carácter radicalmente anti-utópico de su pensamiento que encontramos primero en su famosa Carta a Ruge y posteriormente en obras como La ideología alemana, el Manifiesto, etc. Para Marx adelantar idealizaciones utópicas de la sociedad futura es dejarse llevar por fantasías, alucinaciones, que antes que ayudar obstaculizan la práctica política. Esta posición se mantiene constante a lo largo de todo su itinerario intelectual, lo encontramos en el joven Marx y también en el Marx maduro. Marx le dice a Ruge que no se trata de amoldar la sociedad a un ideal, a esta o aquella doctrina, que esto es dogmatismo, ¡idealismo!, sino que se trata de desarrollar las contradicciones inherentes, inmanentes, a la sociedad capitalista en todos sus niveles, empujar las luchas del proletariado donde las haya, los antagonismos de clase, de afirmar la negatividad por doquier podríamos decir coqueteando con Hegel, de empujar la práctica política, etc. Fíjate que en La ideología alemana Marx llama justo a eso comunismo. En consecuencia, en El Capital tampoco hay modelo alternativo propuesto, no es el cometido de esta obra, su función -permíteme insistir una vez más- es otra mucho más modesta, a saber, conocer el capital, "la ley que preside la sociedad moderna" dicen las palabras de Marx. Esta es, en términos estrictos, la ciencia de Marx. Qué pueda aportar esto a la lucha es algo que ya hemos comentado más arriba.
¿Es el marxismo una alternativa real al capitalismo?
La respuesta a esta pregunta varía dependiendo de qué entendamos por el término "marxismo". Si te refieres a eso que hemos visto que Marx denomina comunismo diría que es la única salida que tenemos. El capitalismo es un sistema criminal, un vampiro que secuestra nuestras vidas, al que tú, yo y futano, la naturaleza, la imaginación, las cosas en general, ¡todo!, solo interesan en tanto quedan subsumidos en su estructura, esto es, en tanto que sirven a la revalorización del valor, a la reproducción ampliada del capital, en una palabra, a la producción de beneficios. Esto que así dicho parece muy abstracto se traduce en vidas concretas plagadas de estrés, ansiedad, frustración, que a su vez se tratan mediante terapias y fármacos igualmente lucrativos, en vidas que viven para el trabajo y que no trabajan para vivir, en una esquilmación de los recursos del planeta, en una perversión de conceptos e ideas como los de solidaridad, revolución, etc.
Si denominas "marxismo" a los aparatos conceptuales que pone en marcha Marx ya hemos comentado cuál es su función, a saber, conocer su objeto, esto es, la estructura que define el capitalismo. Aunque obviamente esto solo no vale, hay que tomar esos conceptos para mirar a la realidad efectiva actual, pasar al análisis concreto de la realidad concreta que decía Lenin, y producir nuevos conocimientos. Creo que aquí debemos evitar el sectarismo y aprender también a no minusvalorar otros aparatos conceptuales que nos pueden servir para indagar determinadas prácticas actuales que se desarrollan bajo el capitalismo, tampoco se debe dar la espalda a los conocimientos científicos en general, etc.
Y, finalmente, si con "marxismo" te refieres a la tradición marxista -una tradición que, lamentablemente, hay que decir está muy fragmentada- creo que ésta puede jugar un papel dentro del proceso de lucha que Marx llama comunismo, un papel más o menos importante en función del sitio, del realismo, seriedad y consecuencia política de esta o aquella familia, de este o aquél partido, organización, etc. Un requisito importante para que la tradición marxista cobre nuevos bríos es que se deshaga de unos cuantos lastres que arrastra desde ya hace demasiado tiempo (institucionalismo, pensar bajo ciertos clichés teóricos sin mirar a la realidad, dejarse llevar por la inercia de ciertas prácticas políticas sin tener en cuenta el cambio de los tiempos y circunstancias, etc.).
A tu entender, ¿cambia algo de las personas leer El Capital?
En primer lugar les aporta conocimiento. No hay nada como tener un instrumental teórico con el que situarse en donde uno vive, es importante saber cuál es la estructura que nos toma cada mañana, que condiciona nuestra vida y existencia, nuestros valores, nuestra mirada del mundo, etc. Asimismo este conocimiento permite comprender mucho mejor los avatares políticos que sacuden el planeta en sus rincones, sospechar acerca de los intereses que hay en juego en los conflictos, los discursos sesgados que desde las multinacionales de la información intentan demonizar procesos populares anticapitalistas, etc.
En segundo lugar si el lector es capaz de hacerse con la racionalidad que pone en marcha Marx, cosa que lleva tiempo y estudio, le aportará una manera de pensar esencialmente materialista, esto es, un pensamiento crítico que atiende a las relaciones inmanentes capitalistas sin teleologías, trascendencias absolutas y demás productos alucinógenos, ideológicos, de tipo idealista y que, a su vez, permite indagar en nuestra subjetividad como epifenónemo de dichas relaciones. Vamos que el lector se hará con una mirada materialista del mundo.
Finalmente, considero que El Capital, de manera indirecta -insisto en que éste no es su cometido pero sí, diríamos, un efecto rebote que se deriva de la obra- te proporciona un imperativo ético. Me explico de forma muy resumida. Desde el momento en que El capital te muestra los efectos criminales de la estructura capitalista te impele a luchar contra esa misma estructura.

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