sábado, 28 de julio de 2018

La crítica de Barenboim y el derrotero de Israel




La normativa de apartheid, repudiada por el músico, se inscribe en una historia de masacres del Estado sionista.

En un escrito reciente publicado en numerosos medios, titulado “Por qué hoy me da vergüenza ser israelí”, el reconocido pianista y director de orquesta Daniel Barenboim denunció el establecimiento de Israel como “Estado-nación judío”.
La Ley Básica, impulsada por el gobierno derechista de Benjamin Netanyahu y aprobada recientemente en el Parlamento controlado por su partido, determina que el árabe deja de ser idioma oficial, ampara e incluso enaltece la instalación de asentamientos judíos en territorio palestino y reserva el derecho a la autodeterminación a la colectividad judía. Como bien destaca el músico, “confirma a la población árabe como ciudadanos de segunda clase” y constituye “una forma muy clara de apartheid” (La Nación, 24/7).
Barenboim sostiene que el pueblo judío, “cuya historia es testimonio de sufrimiento incesante e implacable persecución”, no puede permitirse “ser indiferente a los derechos y el sufrimiento de un pueblo vecino” -en sintonía con anteriores posiciones públicas, y con los recitales y emprendimientos culturales que el artista ha realizado en territorio palestino, por los que obtuvo el pasaporte palestino en 2008.
El escrito se encuadra en un amplio repudio internacional a la política de exterminio de Netanyahu sobre los palestinos, acrecentada por el espaldarazo de Trump (quien en diciembre reconoció a Jerusalén como capital de Israel) y rubricada constitucionalmente con esta Ley Básica –que fuera rechazada días atrás por manifestantes israelíes en Tel Aviv.

Los padres fundadores

El texto de Barenboim, con todo, tiene un fuerte límite cuando asegura que la Ley Básica se contradice con el espíritu de “los padres fundadores del Estado de Israel que firmaron la declaración” de Independencia del Estado de Israel en 1948.
En verdad, los principios de “igualdad” y de “buscar la paz y las buenas relaciones con todos los pueblos y Estados Vecinos”, inscriptos en la Declaración y citados por el músico, fueron nada más que una fachada para la implantación a sangre y fuego del Estado de Israel llevada adelante por los líderes sionistas.
“Durante las operaciones militares judías que siguieron a la resolución de las Naciones Unidas para la partición (noviembre de 1947), y antes del fin del mandato británico, fue expulsada más de la mitad de los palestinos” (1), describe el investigador palestino Salman Abu Sitta, quien da cuenta de una política de expulsión marcada por ataques militares a las mejores tierras; masacres a civiles tanto en tiempos de guerra como de “paz”; saqueos y destrucción de aldeas y su copamiento con inmigrantes traídos por el Estado de Israel, y maniobras legales para impedir el retorno de refugiados a sus hogares.
Incluso el historiador sionista Benny Morris reconoció y probó con documentos confidenciales que en la guerra de 1947/48 fueron expulsados con estos métodos unos 700.000 palestinos.
¿Fue esta barbarie una “desviación” de los planes originales de los padres fundadores? Las fuentes indican lo contrario. Ben Gurión, uno de sus firmantes y el primer mandatario de Israel no solo encabeza el gobierno de las expulsiones masivas de palestinos, sino que muchos antes, en una reunión del Ejecutivo de la Agencia Judía del 26 de junio de 1938, había señalado que “Si supiera que sería posible salvar a todos los niños [judíos] de Alemania transportándolos a Inglaterra, pero sólo la mitad, transportándolos a Palestina, escogería la segunda opción porque está en nuestras manos no sólo el porvenir de esos niños, sino la propia realidad histórica del pueblo judío. El sionismo está en peligro” (2).
Entre los firmantes de Declaración de Independencia también revistaba Golda Meir, luego primera ministra, quien llegó a afirmar, defendiendo las matanzas, que “podemos perdonar a los árabes por matar a nuestros hijos, pero nunca les vamos a perdonar el hacernos matar a los suyos”. Sobre Shimon Peres, otro de los loados padres fundadores, nos remitimos a lo que escribiéramos en ocasión de su muerte: “un extenso prontuario como criminal de guerra: participante de operativos terroristas en Palestina en 1947, responsable del programa nuclear israelí en 1952, líder como ministro de Defensa de usurpaciones masivas de hogares palestinos en 1953, y canciller co-responsable de la matanza de más de 6.500 palestinos en las represiones de 1987”.
La limpieza étnica del pueblo palestino ha estado en el programa de la dirigencia sionista desde el minuto cero, cuando el Estado de Israel fuera instalado como un enclave del imperialismo angloyanqui en Medio Oriente.
En el curso de esta historia, los revolucionarios hemos defendido la unidad de palestinos y judíos en una República socialista única, como salida a la barbarie del imperialismo y sus socios. Hoy, ante las atrocidades perpetradas por Netanyahu, este planteo muestra su actualidad y su potencia, cuando el gobierno con la Ley Básica recorta derechos incluso a una parte de los judíos israelíes que no se ubiquen en la ortodoxia sionista.

Tomás Eps (@tomaseps)

1- “Poner en práctica el derecho al retorno”, En Defensa del Marxismo, número 33.
2 -Tom Segev, historiador israelí.

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