domingo, 1 de marzo de 2015

Carlos Quijano, el gran ausente


Hace 25 años sus restos fueron repatriados y llevados por una multitud hasta el Panteón Nacional. Carlos Quijano (1900-1984), el gran maestro de dos generaciones de uruguayos al decir de Angel Rama, murió sobre el final de la dictadura, en el exilio mexicano. Los jóvenes no saben hoy quien fue Quijano y que representó el semanario Marcha (1939-1974) en la construcción de una izquierda nacional y latinoamericana, aguerridamente antiimperialista, de perfiles socialistas.

Cuando a mediados de diciembre la presidenta del Frente Amplio (FA) Mónica Xavier anunció entre los desafíos para el 2013 la implementación de un proyecto “memoria e identidad frenteamplista”, que busca reconstruir el largo y complejo proceso de unidad de las izquierdas en nuestro país (en febrero, el FA cumple 42 años de existencia orgánica), muchos recordaron al doctor Carlos Quijano y su fecundo devenir, en particular al frente de “Marcha” (desde 1939), los cuadernos de aparición mensual que comenzaron a editarse en 1967, y la biblioteca (1970), que repasó la vida y el aporte doctrinal de figuras centrales de la historia de nuestra América latina.
No se ha publica aún ninguna biografía de Quijano. Existen apenas estudios parciales referidos a cierta etapa de su vida, como “El joven Quijano (1900-1933). Izquierda nacional y conciencia crítica”, de Gerardo Caetano y José Pedro Rilla (EBO, 1986), o sobre lo que significó Marcha en especial en nuestra historia cultural. Pero no mucho más.
Eso explica que en un reciente ensayo se presente a Quijano apenas como “un joven exdiputado blanco decepcionado de la política (quien) fundó Marcha en 1939 como un semanario independiente que fue referente en el mundo intelectual. Era de izquierda pero no de partido (…) Marcha (y también Quijano) abandonó su postura independiente en 1971, al apoyar la creación del Frente Amplio” (“¿una especie en extinción?. Los periodistas y su crisis, cómo ella afecta la calidad democrática y los valores que deben permanecer”, Tomas Linn, colección Búsqueda-Fin de Siglo, noviembre de 2012). (ver cronología con la vida multifacética de Quijano).
Es interesante saber que decía el propio Quijano en su exilio al ser reporteado por la revista mexicana “Siempre” en mayo de 1978.
“-Marcha, sin hacer política partidaria, tenía una línea?
-Primero que nada (Marcha) era una publicación antiimperialista. En ese sentido, nuestra actitud era nítida. En segundo lugar, era antifascista (…) Por el nacionalismo al antiimperialismo; por el antiimperialismo, al socialismo. Desde entonces y con el paso de los años, tantos y tantos ya, esta convicción cada vez mas profunda: no hay soluciones capitalistas para nuestros países; o como diría Hans Magnus Ensensberger: para nosotros el socialismo ha dejado de ser una promesa de liberación y se ha convertido en una cuestión de supervivencia”.
-Marcha, revista fundamentalmente política, tuvo una admirable sección literaria, que fue un terreno de encuentro muy importante para la nueva literatura latinoamericana
-La sección literaria de Marcha tuvo como directores a Juan Carlos Onetti, Emir Rodríguez Monegal, Angel Rama, Mercedes Rein, Jorge Rufinelli. Onetti fue también el primer secretario de redacción. Según cuenta él en algunos de sus libros, le propuse en una ocasión que escribiera una nota semanal sobre la literatura uruguaya, y que me había dicho entonces: “pero, ´cómo voy a hacer eso si no existe la literatura uruguaya”. Siempre, según cuenta él, mi respuesta fue: “Tampoco existe la política uruguaya y ya ve, todas las semanas escribo un pesado editorial sobre la política”. No recuerdo el diálogo, Onetti, nuestro primer novelista, tiene derecho a imaginarlo.
-¿Cuántos ejemplares tiraba Marcha?
-En últimas fechas, tirábamos 50 mil” (“Cuadernos de Marcha”. Carlos Quijano, los años del exilio, junio de 1985, pagina 82).
Admirador de Washington Beltrán (1885-1920), y colaborador del diario que éste cofundara, El País, Carlos Quijano fue electo dos veces diputado blanco: la primera, en 1925 por Paysandú (estaba en París, estudiando, y no aceptó ocupar la banca); y la segunda en 1928, año de su regreso, en que fundó una agrupación socialdemócrata (junto a figuras como Arturo Ardao y el maestro Julio Castro), sacando 4.940 votos (el 13.29 % de los votos nacionalistas de Montevideo). Tres años después, su partido se desplomó, y Quijano quedó fuera del Parlamento.
En la dictadura de Gabriel Terra (el golpe fue en 1933), se vinculó al nacionalismo independiente, integrando dos de sus directorios, hasta que en 1938, tomó distancia. En 1946, fundó un partido (Demócrata), y se postuló nuevamente al Parlamento, pero sacó solo 5.081 votos. En 1958, rompió públicamente con el Partido Nacional, reafirmando su identidad nacionalista latinoamericana, antiimperialista; su inmensa admiración por José Enrique Rodó y Carlos Vaz Ferreira.
En los años 60, Quijano y Marcha, influido por los procesos de cambio que se agitaban en el mundo, intervinio en ensayos progresistas (por ejemplo,la Unión Popularen 1962). La llegaba al gobierno de Jorge Pacheco Areco (diciembre de 1967), radicalizó las posiciones. En octubre de 1970, Quijano fue uno de los firmantes del manifiesto que impulsó la creación de un frente opositor que concretara las reformas estructurales tan ansiadas. En febrero de 1971, surgió el FA, que incluso lo propuso como candidato a la vicepresidencia, cosa que no aceptó. Tampoco concurrió nunca al plenario, como independiente. El estaba en la gran trinchera ideológica: en la dirección de Marcha, que presentó una lista propia dentro del FA (3.640 votos). En el 73 se produce el golpe de estado, la represión generalizada y su exilio. Pudo refugiarse en Buenos Aires, y de ahí, viajó a México.
En junio de 1964, Quijano decía en Marcha, como prioridad de todas las horas, que era necesario: “plantear los problemas y tratar de buscarles solución sin preconceptos, sin espíritu de sistema o de clan. Abrir todo lo ancho que nos está permitido a la realidad nacional, el viento purificador y vivificador del espíritu. Optar por el análisis y despreciar la diatriba y preferir, como en el verso de Machado, las voces a los ecos”.

ANGEL RAMA: “ENSEÑO A PENSAR CON CLARIDAD”

“(Carlos Quijano) enseñó a pensar con claridad, dentro de un modelo francés racionalizado, a considerar la totalidad nacional, marcando la cuota importante de la economía en el funcionamiento cultural; a creer a pie juntillas en la caducidad fatal del sistema; a enfrentar sin anteojeras, críticamente, la realidad; a defender la nacionalidad y a afirmar la segunda comarca nuestra, Latinoamérica, en incesante pugna con el enemigo imperial”(Enciclopedia Uruguaya, Nº 56, La conciencia crítica, Angel Rama, noviembre de 1969).

REAL DE AZUA: UN ESTILO POR MOMENTOS DEMOLEDOR

“Quijano fue adiestrando la herramienta de un estilo expositivo sin par entre nosotros, “periodístico”, por estricto ajusta funcional pero “ensayístico”, en su médula, por la libertad, la invención y el acento personal que lo norman, y “literario”, al fin, por su sostenido nivel de excelencia. Un estilo inconfundible es, en el que se inscriben variadamente el fervor y el humor, el sarcasmo, la ironía y una ocasional demoledora agresividad, la autoridad natural del que sabe bien de lo que se habla, el manejo ejemplar de dichos, adagios, refranes y una siempre imprevisible imaginación tituladora” (Antología del Ensayo Uruguayo Contemporáneo, tomo II, Carlos Real de Azúa, 1964)

Luis Casal Beck

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