martes, 4 de noviembre de 2014

Hace veintidós años la Iglesia le reconoció a Galileo que la Tierra se mueve alrededor del sol




El 31 de octubre de 1992, ante la Academia Pontificia de la Ciencia, el entonces Papa Juan Pablo II declaró oficialmente que Galileo Galilei era inocente de la acusación por la que había sido condenado en el año 1633. Fue, en ese momento, acusado de hereje por haber cuestionado la teoría aristotélica que la Iglesia defendía a ultranza ya que le permitía mantener el orden social, político y religioso, legitimándose como la Institución más poderosa durante más de 10 siglos. Tuvieron que pasar 359 años para que los representantes de Dios en la tierra consideren que los estudios realizados por Galileo no eran perjudiciales a la tradición católica.
En 1979, un año después de haberse convertido en Papa, Juan Pablo II manifestó su deseo de investigar el caso iniciando una profunda reflexión sobre las condenas a la Teoría Copernicana y a Galileo, quien murió cumpliendo prisión domiciliaria en una villa cercana a Florencia tras ser juzgado por la Inquisición romana mientras estaba enfermo y casi ciego. En 1981 Juan Pablo nombró a la Comisión finalmente encargada de investigar las pruebas que esclarezcan las condiciones del histórico juicio. Esta actitud adoptada por Juan Pablo II se dio en el marco de la continuación de los preceptos del Concilio Vaticano II que se llevó adelante entre 1962 y 1965 con el objetivo de dar una respuesta a la radicalización política que impulsaba la revolución cubana, la independencia de los países africanos (hasta ese entonces eran colonias europeas), el creciente giro a la izquierda de un sector de las clases medias urbanas y el surgimiento de la “teología de la liberación” dentro de sus filas. Esta política de aggiornamiento impulsada por el nuevo Papa tenía la intención de popularizar los preceptos de la iglesia mostrando una imagen más moderna y crítica frente al autoritarismo que censuró a los primeros hombres de ciencia como Nicolás Copérnico y Galileo después. Sin embargo esta reivindicación fue simplemente una pantomima ya que desde los inicios del Capitalismo era evidente que las pruebas científicas fueron ganando terreno en el marco de una sociedad que hace ya más de 400 años abandonó la visión teocentrista (Dios es el centro del mundo) para concentrarse en los hombres y el uso de la razón y la experimentación. Pero, ¿qué mal le hizo Galileo Galilei a la Iglesia?

El juicio de Galileo: la ciencia avanza, el dogma resiste

La causa armada a Galileo Galilei se produjo en la primera mitad del siglo XVII. En ese momento, la Iglesia era la institución más poderosa en el mundo ya que su influencia alcanzaba a controlar la vida pública y privada de las personas y gobernaba con las monarquías absolutas que se estaban constituyendo. Además era propietaria de un alto porcentaje de tierras en toda Europa y, posteriormente en América y África, trabajadas por campesinos sometidos a las peores condiciones de servidumbre. El Feudalismo le estaba cediendo su lugar al Capitalismo a pesar de que ciertos sectores, entre ellos la Iglesia, se desesperaron por miedo a perder sus enormes privilegios. Ya se había producido una ruptura con los protestantes que le disputaron un importante número de creyentes en el noroeste de Europa. Para esta época también recobraron protagonismo las ciudades como centros comerciales y administrativos en los que la Iglesia perdió jurisdicción. Con los siglos, y gracias a los avances técnicos y científicos, estas urbes albergaron las nacientes industrias, a la burguesía y, consecuentemente, a la clase trabajadora.
A su vez, la ciencia comenzó a dar respuesta a muchos de los aspectos que la Iglesia mantenía en el dogma absoluto como los avances en la medicina del cuerpo humano, el estudio de las estrellas y el orden inmutable preestablecido. La visión que tenían del mundo era aristotélica, es decir, la tierra se ubicaba en el centro del Universo y los astros, entre ellos el sol, giraban a su alrededor. Para el filósofo griego Aristóteles el cosmos era inmutable, estable y eternamente inmóvil. La iglesia se aferró a esta visión del mundo porque legitimaba su poder establecido por Dios. De esta manera los campesinos, que eran la mayoría superexplotada en los grandes campos, no podrían aspirar a mejores condiciones de vida ni a desestabilizar a los gobiernos vigentes. Debían padecer una vida terrenal abnegada y miserable a cambio una vida eterna de felicidad.
Por esos años nacía Galileo Galilei en Pisa en 1564. Fue profesor de matemática de la Universidad de Padua y astrónomo que se reconocía a sí mismo como un seguidor de Nicolás Copérnico y de sus ideas. Copérnico había planteado la Teoría Heliocéntrica que establece que es el sol y no la tierra, quien se ubica en el centro del universo mientras éste es un planeta más que se mueve sobre su eje y alrededor del sol. La Iglesia trató de impedir por todos los medios su difusión ya que iba en contra del orden establecido. Galileo, a pesar de ser un hombre creyente y de querer buscar un diálogo con los eclesiásticos, defendió la teoría copernicana y estudió el cielo utilizando el método científico: observación y experimentación a través del uso del telescopio. Descubrió las fases de la luna, los satélites que giran alrededor de Júpiter, manchas en el sol y la Vía Láctea.
Sus estudios lo llevaron a la conclusión general de que todos los hombres son seres racionales mientras que todo en el universo está en constante movimiento. Aunque Galileo no fue muy consciente de lo que esta idea implicaba en realidad: combatir una visión de la sociedad que se había mantenido influenciada más de 1.000 años por el oscurantismo de la Iglesia.
Advertido por primera vez en 1616, cuando se ratifica la condena a Copérnico, fue juzgado y declarado culpable por enseñar la teoría censurada en 1633. Además escribió Diálogo sobre los sistemas máximos, obra en la que expresaba sus posiciones a través del diálogo polémico de tres personajes: un defensor de Aristóteles, uno de Copérnico y un mediador entre ambos. Galileo tuvo la astucia de publicarlo en italiano, y no en latín como todos los libros de esa época, para que tenga mayor llegada al público culto en general. La inquisición lo obligó a retractarse y negar sus ideas a cambio de perdonarle la vida. Así lo hizo y vivió sus últimos años bajo prisión domiciliaria. La famosa frase con la que el matemático y astrónomo habría cerrado su intervención en el juicio: “eppure si mueve” (“Y sin embargo se mueve”) es para muchos de sus estudiosos un mito. Sin embargo no se pudo detener el avance de la ciencia y las técnicas que fueron fundamentales para el desarrollo de la sociedad que se iba gestando y que establecería los cimientos del sistema capitalista actual.

Aunque pidan disculpas, siguen siendo la institución más retrógrada de la sociedad

Hace pocos días el Papa Francisco relacionó el Comunismo con la consigna “Tierra, techo y trabajo”1 pero ayer reivindicó la existencia del diablo que vive en los pecados del mundo y de la carne2. Nuevamente expone ideas que pueden parecer progresistas, pero sólo son gestos que enmascaran su carácter retrógrado y verticalista. La Iglesia, sigue demostrando ser uno de los bastiones más antiguos de los sectores reaccionarios y de las clases explotadoras sobre las explotadas. A pesar de los “gestos” reformistas de Francisco I, el “Santo Sínodo” todavía sigue discutiendo si casa a los divorciados, prohíbe a las mujeres las jerarquías eclesiásticas superiores, que la homosexualidad es un pecado, que los anticonceptivos van contra la “ley divina”, que el aborto es un asesinato, etc., etc.
La Iglesia no podía reconocer que Galileo y Copérnico tenían razón en el siglo XVII ya que contradecía los fundamentos de su predicamento y podía abrir una crisis muy grande para el sistema de creencias religiosas y todas sus instituciones. Pero recién lo hicieron hace 22 años, cuando esta teoría ya no afectaba directamente sus intereses materiales ni simbólicos. Esta lavada de cara con la figura de uno de los padres de la ciencia moderna no fue casual que se haya expuesto públicamente en octubre de 1992 cuando días atrás se habían cumplido 500 años de la llegada de los españoles a América y uno de los debates que cobró mayor importancia fue poner en cuestionamiento el rol que la Iglesia había tenido en pos de evangelizar las nuevas tierras. Millones de indígenas fueron masacrados “en nombre de Dios” sino aceptaban al gobierno y a la fe conquistadora. Durante la década de 1990 sus valores retrógados y la creciente miseria, le hicieron perder peso relativo en Latinoamérica frente a nuevas creencias que iban surgiendo sobre todo en los sectores mas sometidos a la explotación cotidiana, entre ellas la brasilera La Iglesia Universal del Reino de Dios (fundada en Río de Janeiro en 1977), el evangelismo y distintas creencias impulsadas por el imperialismo norteamericano.
Aunque la Iglesia se reubique frente a determinadas discusiones teóricas y hasta teológicas lo cierto es que, de conjunto, ninguna afecta a los grandes intereses que representa. Su disfraz progresista en realidad esconde un oportunismo fehaciente a la hora de recuperar la representación espiritual de sus creyentes. Esta fe estuvo en tela de juicio en distintos momentos de la historia como con la difusión de la teoría de la evolución y en los momentos de efervescencia revolucionaria, cuando la clase obrera pateaba el tablero y se enfrentaba abiertamente a ella, como en la revolución española.
El Vaticano comenzó a perder poder político cuando los Estados nacionales se secularizaron para brindarle mayores libertades a la burguesía en su afán de enriquecimiento. Sin embargo sigue teniendo influencia en la sociedad poniendo trabas constantes a la sanción del aborto libre y gratuito, las relaciones entre las personas del mismo sexo y cualquier tendencia que afecte el orden y la moral católica. ¿Qué opina la iglesia de la extensión del SIDA por toda África debido a las trabas que impuso a la campaña por el uso del preservativo? ¿Y sobre la más reciente discusión acerca de la utilización de las células madres que permitirían mejorar la calidad de vida de las personas? ¿Y la fertilización asistida? Nuevamente se opone a cada una de ellas porque es parte de su razón ser controlar los cuerpos y las vidas de sus fieles.
Hoy la iglesia pretende demostrar una cara un poco más humana del capitalismo, inculcando que se puede ser pobre con dignidad, mientras se siga aceptando la explotación de un sistema “santificado” por la Iglesia. Es la naturaleza de la institución católica en la historia defender el orden establecido.
A pesar de las disculpas, después de condenarlo en vida hace casi 400 años al viejo matemático y astrónomo hereje, evidentemente, para la Iglesia, la herencia aristotélica continua rigiendo su forma de interpretar y “ordenar” el mundo, para que todo siga igual.
¡Eppure si muove!

Claudia Ferri

1.- http://www.laizquierdadiario.com/El-papa-y-el-comunismo
1.- http://www.clarin.com/mundo/Papa-Francisco-diablo_0_1240076054.html

Película recomendada: Galileo una película de Josep Losey con guión de Bertolt Brecht.
- https://www.youtube.com/watch?v=_w1I_2RsH-c
Documental sobre Galileo Galilei.
- https://www.youtube.com/watch?v=2wpaL-crg3c

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