domingo, 22 de abril de 2012
Elecciones presidenciales en Francia: apoyo masivo a Mélenchon
La característica más llamativa de la campaña electoral presidencial en Francia es el masivo apoyo mostrado al Front de Gauche (Frente de Izquierda), bajo la dirección de Jean-Luc Mélenchon. Mucho tiempo antes de que la campaña se pusiera realmente en marcha, había señales claras de que la capa más consciente y activa de la clase obrera estaba movilizándose alrededor del Frente de Izquierda.
El 14 de enero, por ejemplo, 6.000 trabajadores y jóvenes salieron a la calle para escuchar a Mélenchon en Nantes. El lanzamiento oficial de la campaña en París, el 18 de marzo -aniversario de la Comuna de París- tomó la forma de una concentración masiva de más de 100.000 personas en la Plaza de la Bastilla. El acto organizado en Toulouse reunió entre 45.000 y 60.000 participantes. También se han vendido alrededor de 300.000 ejemplares del folleto que resume la política del Frente de Izquierda.
Francia nunca ha visto tanto entusiasmo masivo en una campaña electoral desde la histórica victoria de François Mitterrand en 1981. Las encuestas de opinión atribuían a Mélenchon entre un 4% y un 7% a finales del año pasado. Pero ahora le atribuyen entre un 13% y un 15%. De aquí hasta la primera ronda de las elecciones del 22 de abril, sus niveles de popularidad bien podrían aumentar a niveles aún más altos.
El Frente de Izquierda es esencialmente una alianza entre el Partido Comunista (PCF) y el Partido de Izquierda organizado por Mélenchon y sus seguidores después de su ruptura con el Partido Socialista. El Partido de Izquierda es más débil que el PCF en términos de militancia y de aparato, pero está creciendo incesantemente tanto en apoyo como en miembros.
El fenomenal progreso del Frente de Izquierda está teniendo lugar en un contexto de profunda crisis social y económica. El capitalismo francés se encuentra en un callejón sin salida. El declive de la industria y del comercio ha dado lugar a un déficit comercial de 75.000 millones de euros. El desempleo ha aumentado considerablemente. Unos 11 millones de personas están viviendo en diversos grados de pobreza. En todos los aspectos de la vida, de la salud, de la educación, de los salarios y de las condiciones de trabajo, de la vivienda, de las jubilaciones, la sociedad está siendo empujada hacia atrás. El dominio de los bancos y de los intereses capitalistas en general está arruinando al Estado y a la economía.
Entre amplios sectores de la población, hay una conciencia creciente de que esta crisis es cualitativamente diferente a las de décadas pasadas. Sarkozy está a la cabeza de un gobierno de los ricos y para los ricos, atacando constantemente los derechos y las condiciones de vida de los trabajadores. En 2010 lanzó un feroz ataque contra las jubilaciones de los trabajadores, forzando su "reforma" a pesar de la masiva oposición. En repetidas ocasiones ha recurrido a la propaganda racista como un medio de desviar la atención de las verdaderas causas de la crisis -y también de la larga serie de escándalos financieros que implican a miembros del gobierno.
El éxito del Frente de Izquierda muestra un giro del movimiento popular que se generó en defensa de las jubilaciones en 2010 -que terminó en una derrota- hacia el plano político. Pero eso no lo explica todo. En las elecciones presidenciales anteriores, en 2007, a pesar de que hubo un movimiento que involucró a millones de trabajadores contra el "Contrato de Primer Empleo" (CPE), la candidata del PCF Marie-George Buffet fracasó en atraer un apoyo significativo, consiguiendo sólo el 1,93% de los votos.
La puesta en pie de un movimiento de trabajadores y jóvenes a una escala tan impresionante en el curso de la actual campaña electoral se debe a las políticas combativas que figuran en el programa del Frente de Izquierda, pero también al papel personal destacado y a las cualidades de liderazgo desplegadas por el mismo Jean-Luc Mélenchon. A pesar de las debilidades del programa del Frente de Izquierda -y hay debilidades serias- aquí tenemos al menos un candidato que ha señalado claramente al sistema capitalista como responsable de la crisis, que ha defendido los intereses de los trabajadores contra los bancos y la Bolsa, que ha demolido el racismo y la demagogia del Frente Nacional -hasta el punto de reducir a Marine Le Pen a un estado de nerviosismo y de humillante silencio durante un debate televisivo-, que ha expuesto claramente las políticas pro-capitalistas del candidato socialista François Hollande, y que, como orador y propagandista talentoso, se ha esforzado por dar a los trabajadores un sentimiento de su propio poder una vez que se deciden a actuar. Su lema principal -¡Toma el poder!- resume este enfoque, que sin duda ha permitido a Mélenchon conectar con el estado de ánimo combativo de los sindicalistas, comunistas y socialistas de izquierda, y, a través de esta capa "activa", llegar a un sector considerable de la clase trabajadora en su conjunto.
Estos hechos confirman un aspecto importante de las perspectivas elaboradas por los marxistas agrupados en torno al periódico comunista La Riposte en el período anterior. La Riposte explicó de manera consistente que por mucho apoyo que pudieran recoger en algún momento diversas agrupaciones de izquierda y sectarias, la clase obrera, empezando por las capas políticamente más avanzadas y activas, girarían, a su vez, hacia sus organizaciones tradicionales políticas y sindicales.
Durante muchos años, algunos grupos sectarios bastante importantes obtuvieron cierto apoyo sobre la base de la deriva hacia la derecha de los dirigentes de las organizaciones de masas. Los partidarios de La Riposte, decían, estaban perdiendo su tiempo tratando de defender ideas revolucionarias en organizaciones "muertas" como el PCF ¿No apoyó acaso la dirección del PCF las privatizaciones masivas producidas bajo el gobierno de Jospin? Pero ahora vemos cómo las cosas se han desarrollado. Las bases del PCF rechazaron a los elementos pro-capitalistas más descarados dentro del partido (Hue, Gayssot, Braouezec), que han roto ahora con él, mientras que el Partido de Izquierda, una escisión de izquierda del Partido Socialista, ha formado una alianza con el PCF. De hecho, Mélenchon ha estado defendiendo políticas a la izquierda de la dirección del PCF, y esto ha provocado el colapso organizativo y moral casi completo de todos los grupos sectarios. El Nuevo Partido Anti-Capitalista (NPA), que reclamaba tener 9.000 miembros hace un par de años, ahora se ha desintegrado prácticamente.
Sea cual sea el resultado para el Frente de Izquierda el 22 de abril, está claro que la alianza puede convertirse en un poderoso polo de atracción para los trabajadores y jóvenes que buscan una alternativa al capitalismo. Si François Hollande gana la presidencia, aplicará políticas de austeridad similares a las de Sarkozy, y probablemente aún peores. Él ha dejado claro que la Bolsa "nada tiene que temer" de un gobierno bajo su dirección. En estas condiciones, la alianza del Frente de Izquierda podría, potencialmente al menos, desarrollar una base de masas de gran alcance.
Sin embargo, hay algunas variantes posibles en las perspectivas para la alianza. A pesar de la salida de los elementos pro-capitalistas más descarados de la dirección del PCF, algunos de los actuales dirigentes se están inclinando hacia la participación en un gobierno socialista, a pesar de que no se atreven a decirlo abiertamente en la actualidad. Es significativo que mientras que Mélenchon ha descartado la participación, la dirección del PCF se ha mantenido obstinadamente en silencio sobre esta cuestión de vital importancia. Muchos de los dirigentes del PCF ven el Frente de Izquierda como un primer paso hacia la liquidación del PCF.
El Partido de Izquierda también está lejos de ser políticamente homogéneo. Muchos elementos "moderados" y oportunistas sólo se integraron al nuevo partido con la esperanza de hacer carrera, mientras que las bases se componen principalmente de militantes que ven el partido como un medio para luchar contra el capitalismo. En el corazón de todas estas cuestiones está la del programa de la alianza y de los partidos que la componen.
Considerando que el programa actual del Frente de Izquierda contiene todos los elementos básicos de un programa de lucha seria sobre cuestiones tales como salarios, jubilaciones, salud, vivienda, educación, derechos de los trabajadores y muchas otras cuestiones importantes, se queda corto como programa general de expropiación socialista de los intereses capitalistas. En su conjunto, por lo tanto, equivale a un intento de abolir las consecuencias del capitalismo sin abolir el capitalismo mismo.
En los años que tenemos por delante, todas estas cuestiones de política, estrategia y organización serán debatidas ampliamente en el fragor de la lucha de clases. Francia, al igual que el resto de Europa, está en la antesala de grandes acontecimientos. Hay plena esperanza en que Sarkozy sea derrotado y enviado al basurero de la historia. Pero él y su partido son sólo los representantes de una clase y de un sistema. Cualquiera que sea el gobierno que esté en el poder, el capitalismo sólo puede traer la decadencia y el empobrecimiento para la masa de la población, mientras que protege y refuerza los privilegios y la riqueza de una minoría parasitaria. Ningún orden social puede continuar por este camino sin preparar su propia caída.
Greg Oxley, desde Paris
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