sábado, 14 de febrero de 2009

Darwin, doscientos años



Este 12 de febrero se cumplieron doscientos años del nacimiento de Charles Darwin.

Este 12 de febrero se cumplieron doscientos años del nacimiento de Charles Darwin. En noviembre próximo se celebrará el sesquicentenario de su obra clave: "El origen de las especies", publicado en 1859 y que inmediatamente tuvo un impacto enorme. El texto era corto y accesible, revelaba un abrumadora cantidad de pruebas de su novedoso postulado y se apoyaba en más tres décadas de incansable trabajo, que incluyó una suerte de vuelta al mundo de Darwin en el barco inglés Beagle entre los años 1831 y 1836, que incluyó una larga travesía por nuestro territorio.
Es difícil exagerar la importancia decisiva de la novedosa teoría del naturalista inglés, que según Marx revelaba la base "histórico natural" de su propia concepción materialista de la sociedad humana. Lo reiteró Engels cuando señaló: "Darwin descubrió la ley de la evolución de la naturaleza, y Marx la ley del desarrollo de la historia de la humanidad". Fue en ocasión de la oración fúnebre pronunciada cuando muriera el autor de "El Capital". El mismo Engels, en su clásico "Feuerbach y el fin la filosofía clásica alemana", incluyó el planteo de Darwin como un golpe definitivo a la concepción estática del universo que prevalecía hasta entonces como la cosmovisión dominante desde la antigüedad. Agregó entonces el descubrimiento de la célula como unidad básica de todo organismo vivo y el de la transformación de la energía como pilares de un nuevo paradigma sobre un mundo dinámico y en movimiento; es decir, histórico.

Ciencia laica

La grandeza de la teoría sobre el origen de las especies consiste en que estableció un principio explicativo extremadamente sencillo para comprender el desarrollo de la naturaleza viva mediante la selección natural, por medio de la cual las variaciones individuales de las poblaciones naturales aseguraban la reproducción y transformación de las especies. La evolución, entendida como la complejidad y diversidad creciente de los organismos vivos, se expresaba entonces sin el requisito de ninguna causa sobrenatural o celestial. En su lugar, el tiempo, el azar en las mutaciones de los integrantes de la especie y la necesidad de adaptación se integraban en el mecanismo de la selección que operaba la evolución en la naturaleza. Darwin tomó nota de que la evolución sólo podía manifestarse en un universo temporalmente muy extendido, incompatible con la versión teológica de su época sobre el origen cósmico en una época reciente, pocos miles de años atrás(1). En los tiempos del mundo real, de miles de millones de años, el "milagro" del desarrollo de la vida hacía innecesaria la intervención de un Creador.
Según Ernest Mayr, uno de los mayores darwinistas del siglo XX, fue Darwin quien más que ningún otro contribuyó a transformar radicalmente nuestra manera de entender el mundo: "La propuesta revolucionaria de Darwin fue reemplazar el mundo controlado de manera divina por uno estrictamente secular, gobernado por leyes naturales... al reemplazar la ciencia divina por la ciencia laica, Darwin revolucionó profundamente las ideas del siglo XIX"(2). El juicio puede sonar excesivo si se tiene en cuenta el ilustre antecedente copernicano con el cual Galileo en el siglo XVII demolió la doctrina geocéntrica convertida en dogma. Al recordar precisamente a Galileo y a Darwin, fue Freud quien comentó que cada revolución intelectual, al mismo tiempo que ampliaba el campo de la ciencia humana, degradaba las fantasías míticas, metafísicas o religiosas sobre el propio hombre. Con Galileo la Tierra había dejado de ser el centro del Universo, con Darwin el hombre había dejado de ser el centro de la vida. Alguien agregó más tarde que con Marx el individuo de nuestra especie había dejado de ser el centro de la historia humana y que con el propio psicoanalista austríaco hasta el hombre dejaba de ser el centro de sí mismo. Naturalmente el oscurantismo moderno colocó a todos ellos en el "index" de la Inquisición, vaticana y fundamentalista. ¡Todavía hoy en la Argentina "progresista" la Iglesia tiene el privilegio de envenenar la mente de los niños negando el status científico del darwinismo!

Darwinismo social

Uno de los equívocos más comunes sobre el legado darwinista consiste en confundir la teoría del naturalista inglés con el malthusianismo y una política fascistizante de control de la "lucha por la vida" en el cual sobrevivirán sólo los "mejores". Una variante desarrollada por Herbert Spencer y su justificación de un darwinismo social que explicaría la civilización explotadora del capital y la "guerra de todos contra todos". O el llamado "eugenismo" de Francis Galton, que los nazis utilizarían para amparar su "selección forzosa" en beneficio de la supuesta "raza aria". La selección natural, sin embargo, no opera por la vía de la supervivencia de los más fuertes sino de los mejor adaptados al medio; no por el enfrentamiento permanente de los organismos vivos sino, también, por la cooperación.
Cuando Darwin tomó prestado de Malthus el modelo de la progresión geométrica de la población (1,2,4, 8,16...) frente a la progresión aritmética de los recursos (1,2,3,4,5...) lo universaliza y aplica a la propia naturaleza, a las poblaciones de plantas y animales que constituyen , a su turno, los "recursos" de los que se vale la especie humana. Esto contraría totalmente la tesis de Malthus según la cual los vegetales y animales, en tanto que "recursos", no podrían sufrir más que un crecimiento aritmético "como una especie de ironía dialéctica que no escapa de ninguna manera a Marx..., Darwin hace así funcionar con justeza el modelo importado (de Malthus) en un campo que no es el suyo, para retirarle enseguida toda validez en su campo de origen: la sociedad humana, donde rechaza precisamente su aplicación en virtud de la propia teoría que ese modelo ha contribuido a construir". La conclusión es de Patrick Tort, director de la gran obra colectiva titulada "Diccionario del darwinismo y la evolución", publicada en la década pasada. El propio Darwin rechazó los principios del llamado darwinismo social en su obra "El origen del Hombre", escrita varios años después del referido a las especies.

Naturaleza y sociedad

La selección natural ha convertido a nuestra especie, descendiente de los monos, en un caso particular que se diferencia del resto de los animales por su capacidad de producir las condiciones materiales de su existencia y por su capacidad, inigualable en el reino animal, de un dominio creciente de la naturaleza como ser colectivo. La cooperación consciente, el reconocimiento del otro como semejante, la ayuda al más débil (que Darwin consideraba "la parte más noble de su naturaleza") es también una ventaja evolutiva. Pero "la ventaja ya no es de orden individual y biológico; se ha vuelto social" (3). En la sociedad humana no operan "naturalmente" las leyes del mundo no humano. El descubrimiento de las leyes contradictorias del desarrollo del hombre por medio de la lucha de clases y de sus fuerzas productivas en paralelo con los antagonismos sociales más extremos han sido puestas de relieve por el materialismo histórico. Son las que permiten anticipar un "reino de la libertad", apoyándose en el legado del pasado y con la eliminación de un sistema ahora anacrónico, históricamente agotado. La "especie" capitalista debe dar lugar a una nueva, eliminando la explotación del hombre por el hombre, la destrucción del mundo natural, su apropiación consciente y racional por un individuo social que emerge sobre el fundamento de sus orígenes naturales. Materialismo natural y materialismo histórico. Marx y Darwin fueron contemporáneos.
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(1) Este se desarrolla en "El mundo no empezó en el 4004 antes de Cristo - Marx, Darwin y la ciencia moderna".

(2) La cita es de una excelente nota de Mayr -"El mono que piensa"- publicada en Página/12, el 15 de abril de 2006.

(3) La cita es del artículo de Patrick Tort, "Darwin, eslabón perdido y encontrado del materialismo de Marx" en la revista "Asclepio" de Historia de la Medicina y la Ciencia, vol. LVI Nº 1 de 2004.

Pablo Rieznik
http://www.nodo50.org/ciencia_popular

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