En respuesta a las manifestaciones reaccionarias que a fines de julio atacaron centros de migrantes y mezquitas, decenas de miles de personas se congregaron este miércoles 7 en numerosas ciudades del Reino Unido en repudio a la violencia fascista y en solidaridad con los refugiados. La jornada fue un ejemplo práctico de cómo enfrentar a la extrema derecha.
El detonante de la violencia fascista fue el crimen de tres niñas en Southport, noroeste de Inglaterra, que una fake news atribuyó a un migrante islamico, dato que pronto se corroboró como falso, dado que el autor de la masacre fue un joven galés de 17 años. En Londres, cerca de 15 mil personas se manifestaron el 27 de julio, con la presencia del líder de la xenófoba English Defense League, Tommy Robinson. En el mitin participaron muchos votantes del Reform Party, la formación de extrema derecha que obtuvo el tercer lugar en las últimas elecciones parlamentarias, con el 14 por ciento de los votos, y que coronó un bloque de cuatro diputados, incluyendo a Nigel Farage, uno de los inspiradores del Brexit. En Southport y otras ciudades, los fascistas incendiaron centros de refugiados y formaron patrullas para detener automovilistas y verificar que fueran británicos y blancos.
La jornada antifascista de este miércoles 7 fue tanto o más numerosa que las convocatorias de los fachos. Y, lo que es más importante, le ganó las calles, ya que para el mismo día estaban convocadas nuevas acciones de los fascistas, que no aparecieron o movilizaron apenas un puñado de personas.
En Londres, más de 10 mil personas marcharon en los barrios londinenses de Wolthamston y Finchey. La convocatoria partió de la coalición Stand Up To Racism, y los presentes corearon los lemas “refugiados, bienvenidos” y “las calles son nuestras”. En Birmingham, cientos de personas se agruparon frente a un centro de ayuda a los migrantes bajo el cántico de “el fascismo no es bienvenido”. A su vez, cerca de 7 mil personas se lanzaron a las calles en Bristol, donde los cantos de apoyo a los migrantes se mezclaron con otros de apoyo a Palestina. También hubo protestas en Liverpool, Brighton, Sheffield y Newcastle, entre otras ciudades. En Oxford, en el centro del país, taxistas de origen asiático trasladaron gratuitamente a los manifestantes a los distintos puntos de convocatoria, frente a mezquitas y centros de auxilio a los refugiados. Un dato importante de la fecha, precisamente, fue la presencia en las protestas de delegaciones del movimiento obrero, como ferroviarios, carteros y trabajadores del área de las comunicaciones.
La jornada del 7 se sobrepuso a los intentos de desmovilización del gobierno laborista, que promete resolver el problema en los tribunales y con el despliegue policial. Según el portal de izquierda Socialist Worker, uno de los jefes de la bancada laborista, Alan Campbell, ordenó a sus legisladores que no concurrieran a las movilizaciones. Tampoco impulsaron la jornada los principales dirigentes sindicales.
El camino político para las manifestaciones fascistas fue pavimentado por las políticas y el discurso antimigrante de los últimos gobiernos conservadores, que quisieron usarlos como chivo expiatorio de la debacle del Reino Unido en todos los planos. El primer ministro saliente, Rishi Sunak, centró su última campaña electoral en promover un acuerdo de deportación de refugiados a Ruanda. Poco antes del estallido de la violencia fascista, la ex ministra del interior, Suella Braverman, se refirió a la “amenaza” islamica y a la “invasión” migratoria. Los conservadores adoptaron como propio el lema “paren los botes”, que refiere a los cruces de viajeros a través del Canal de la Mancha. La crisis de refugiados es responsabilidad del imperialismo, que lanzó las guerras que desolaron aquellos países de donde parten las oleadas migratorias que después se niegan a recibir.
Para el sábado 10, está convocada una nueva jornada nacional de manifestaciones contra la extrema derecha. La movilización y la organización de la clase trabajadora y la juventud es el camino para derrotar a los grupos fascistas, y también para enfrentar las políticas de ajuste, guerra y militarización del gobierno laborista y los tories.
Gustavo Montenegro
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