lunes, 12 de agosto de 2024

La OTAN ocupa territorio ruso, violando sus "líneas rojas" de la guerra


Durante un cierto tiempo la prensa internacional especuló que la salida de la Otan y Ucrania al desplome de la resistencia ucraniana a la ofensiva de Rusia en el este del país, serían ataques de represalia sobre Crimea; el puente Kerch, entre el territorio ruso y esa península, y contra la flota rusa en el Mar Negro – todo dentro de las fronteras oficiales de Ucrania. De hecho, la flota de Rusia se retiró de Sebastopol, capital de Crimea, hacia las costas territoriales. El propósito político de esos ataques, que se ejecutaron, aunque parcialmente, habría sido forzar al Kremlin a una negociación que incluyera el retiro de las tropas rusas de los territorios ocupados. 
 El martes pasado ocurrió algo diferente. Cuatro brigadas ucranianas, con un total de mil hombres, penetraron en la frontera norte con Rusia en la región de Kursk, que, seis días más tardes aún tienen ocupada. Dejó en evidencia una operación largamente preparada, con personal militar altamente calificado, que contó con una coordinación aérea, electrónica y de infantería. Aviones F-16, drones y un hackeo monumental, con millones de intervenciones por segundo en el sistema ruso. Seis días más tarde, Rusia habría frenado esa ofensiva pero sin lograr hacerla retroceder, aunque de acuerdo a algunas fuentes ella habría avanzado “en profundidad” ocupando regiones aledañas. Mientras las autoridades ucranianas aseguran que la operación tomó por sorpresa a sus aliados de la Otan, la realidad es que fue dirigida por la misma Otan, y que descansó fuertemente en la Inteligencia de Estados Unidos y estuvo todo el tiempo bajo el control de la base norteamericana instalada en Ramstein, Alemania. El descartado presidente Biden ha enviado en secreto a Ucrania misiles con un alcance de 250 kilómetros. Los incursores “han tomado el control total de una ciudad que funciona como ‘nodo vial’ cerca de la frontera”. 
 Blogueros y diputados de Rusia reaccionaron a la incursión en la frontera, denunciando la carencia de un sistema militar de defensa en la frontera en múltiples niveles, y el fracaso de la Inteligencia rusa para advertir de una operación que tuvo un largo período de preparación. El blanco apunta directamente al presidente Putin, que vuelve a enfrentar una seria crisis política como la que desató la milicia Wagner cuando abandonó territorio ucraniano e ingresó sin resistencia en territorio ruso para reclamar la destitución del alto mando militar que dirigía la llamada “operación militar especial” en Ucrania. La penetración en más de 40 kilómetros de territorio ruso y la ocupación de un área de 350 kilómetros cuadrados ha afectado también a Bielorrusia, que asegura haber derribado drones ucranianos. 
 La incursión violenta las llamadas “líneas rojas” de la guerra – el compromiso reiterado de Biden, por un lado, y de Putin, por el otro, de que la guerra no saldría del marco territorial de Ucrania. Se trata, entonces, al menos en principio, de una escalada estratégica de la guerra. Es lo que entiende una columna del Wall Street Journal, que convoca a entregar a Zelensky misiles de mayor alcance, como los Atacams, que podrían llegar a Moscú. Zelensky ha apoyado este reclamo con un argumento más defensivo, señalando que desde la frontera norte se produjo la invasión de Rusia, en mayo pasado, en dirección a Kharkhov, la segunda ciudad en importancia de Ucrania. En esa ocasión Putin se comprometió a que no ocuparía la ciudad en una t, ácita admisión de que la consideraba entre las “lineas rojas” que no debía cruzar la guerra. 
 De acuerdo a algunos analistas, la intención de la operación es mantener ocupada la región, lo cual supondría un despliegue militar mayor al de las cuatro brigadas. En las proximidades de la zona ocupada por las brigadas ucranianas se encuentra una red importante de gas, pero por sobre todo instalaciones nucleares. El propósito sería forzar a Putin a declarar una movilización general de la población y llevarlo a desatar una crisis política de conjunto. Es también la opinión del jefe de gobierno pro-ruso de Hungría, Orban, que se ha reunido recientemente con Putin, en su condición de presidente temporario de la Unión Europea - “desestabilizar la Federación Rusa”. Dimitri Medvedev, ex presidente de Rusia, acaba de plantear públicamente que Rusia debe lanzarse a la ocupación de Kharkhov, Odessa, Kherson, Dniepopetrovsk, e incluso Kiev, la capital de Ucrania; o sea a declarar la movilización total de la población. El planteo es, de hecho, una crítica a la política militar de Putin, que combina la acción en el este con bombardeos diversos a las infraestructuras de Ucrania, que no tienen resultados militares. 
 Es, sin embargo, prematuro hacer una caracterización definitiva de los propósitos políticos de la incursión. Hasta ahora la invasión ha cubierto su etapa “más fácil” – ahora deberá hacer frente a la respuesta de Rusia. El régimen de Putin atraviesa por una crisis en el mando militar que ha desatado una serie de purgas y que esta incursión que lo tomó ‘por sorpresa’ va a agravar. En cualquier caso ha probado el carácter contrarrevolucionario de la invasión de Ucrania por parte de Rusia como respuesta a la ofensiva política y militar de la Otan. Por otra parte, la impopularidad de la guerra contra Rusia crece a grandes pasos en la UE, en los Estados Unidos y en el mundo entero. Es necesario explotar esta debacle general para unir a los trabajadores de todo el mundo en la lucha por poner fin a la guerra y a los gobiernos que la sostienen con el sacrificio de sus pueblos.

 Jorge Altamira
 11/08/2024

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