Las movilizaciones estudiantiles contra el cupo de acceso al empleo público derivó en una rebelión popular contra el gobierno de Sheikh Hasina, quien llevaba 15 años en el poder. Finalmente, ayer por la tarde, la primera ministra huyó de la sede gubernamental, bloqueada por manifestantes, en un helicóptero con destino a la India, donde buscaría refugio.
Las movilizaciones contra el cupo fueron encabezadas por la juventud universitaria. Alrededor de 18 millones de jóvenes bangladesíes están desocupados, pero los graduados universitarios enfrentan tasas de desempleo más altas que sus pares con menor nivel educativo y, por eso, se oponían a los límites para hacerse con un empleo público. Este sistema, que reserva el 30% de los puestos para los descendientes de los héroes de la guerra de independencia de 1971, había sido suspendido en 2018 tras una ola de protestas similares. La Liga Awami, partido gobernante, atacó a las movilizaciones con arrestos y una feroz represión. Se estima que once mil personas fueron detenidas desde que comenzó la rebelión y los muertos serían más de 300. El domingo fueron asesinadas casi un centenar de personas -entre ellos, 14 policías- lo que produjo un salto en la crisis política y en las movilizaciones. La movilización del domingo fue acompañada por una huelga parcial pero significativa de un sector de la clase obrera industrial –los domingos son días hábiles en el país asiatico. El gobierno contaba con el respaldo de las fuerzas armadas, pero este lunes no intervinieron frente a lo que resultó “la movilización final”.
Este lunes, la capital del país, Daca, fue escenario de una gigantesca protesta. La consigna central de la movilización era la dimisión del gobierno y la convocatoria inmediata a elecciones generales y libres. La oposición desconoció las elecciones de febrero, en las cuales Hashina obtuvo su cuarto mandato consecutivo al frente del Ejecutivo nacional y un dominio total en el Parlamento. Las movilizaciones habían llevado a la Corte Suprema y al gobierno de Sheikh Hasina, a mediados de julio, reducir la cuota que favorecía a los hijos y familiares de los veteranos de la guerra de independencia del 30 al 5%. El padre de la premier derrocada fue Sheikh Mujibur Rahman, quien lideró la independencia del país de Pakistán en 1971 y se convirtió en el primer presidente del nuevo Estado. El gobierno intentó echar lastre demasiado tarde, cuando los reclamos se habían ampliado a la libertad de todos los presos políticos, la investigación independiente de los estudiantes asesinados por la policía, la guardia civil y grupos parapoliciales y el retiro de una serie de ministros.
La renuncia de la primera ministra fue precedida por una escalada en la agitación contra la juventud, que era acusada de terrorista.
El movimiento iniciado por la juventud tuvo un apoyo popular sólo comparable a las movilizaciones convocadas por la propia Hasina contra la dictadura que gobernó el país entre 1975 y 1990, con la activa colaboración del hoy opositor Partido Nacionalista de Bangladesh (BNF, por sus siglas en inglés). La caída del gobierno es un síntoma del agotamiento político del movimiento que encabezó la lucha por la independencia del país, la Liga Awami.
A pesar de la publicitada bonanza bangladí, la miseria social se ha acrecentado en el último período. El gobierno había comenzado una reestructuración del gasto social a pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI) en momentos en que más del 50% de la población vive con menos de dos dólares al día. El sector de la industria textil, principal rubro exportador, somete a condiciones de trabajo semiesclavo a sus trabajadoras. Las huelgas y movilizaciones son frecuentes. Los más de 400 mil jóvenes que finalizan la universidad por año deben competir por 3 mil plazas de empleo estatal o resignarse a la venta ambulante o a la emigración. Este fue el caldo de cultivo en el que se conformaron las históricas movilizaciones que tradujeron el odio visceral al gobierno. En diversos barrios de la capital y en las ciudades del interior se conformaron “Comité Protirodh Sangram” [Comité de Lucha y Resistencia], que recuperan la tradición de la lucha independentista. .
El arbitraje del Ejército
Ante este escenario de desmadre del gobierno, el jefe del ejército, general Waker-uz-Zaman, se reunió con el presidente del parlamento Muhammad Shahabuddin Chuppu, quién convocó a todos los partidos y varias organizaciones para intentar calmar las aguas y establecer, en principio, un interinato hasta la convocatoria a nuevas elecciones. Zaman ha asegurado que se procederá a liberar a todos los presos de las protestas y otros presos políticos y abrir una investigación de los asesinatos ocurridos en las movilizaciones. Como contrapartida, el militar exigió el abandono inmediato de las marchas y ocupaciones de los campus universitarios. Un gobierno de “unidad nacional” para ponerle fin a las movilizaciones. Sin embargo, el resquebrajamiento del régimen político es evidente y el levantamiento promete un efecto contagio en una región que, en solo tres años, ha recorrido las experiencias de lucha contra la monarquía de Sri Lanka y Tailandia y los golpistas de Myanmar. En medio de la bancarrota capitalista y el desarrollo de una guerra imperialista a escala mundial, las reservas de la clase obrera comienzan a abrirse paso.
Joaquín Antúnez
06/08/2024
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