miércoles, 6 de marzo de 2024

Dengue, cambio climático y otras plagas del capitalismo decadente


En el marco del combate contra el dengue, mosquitos modificados genéticamente para combatir la proliferación del Aedes Aegypti -la especie que transmite dengue, zika, chikungunya y otros virus- fueron liberados en diversos barrios. Los investigadores asociados al World Mosquito Program (WMP) han determinado que la introducción de mosquitos machos inoculados con Wolbachia -un autolimitante que afecta a cerca del 50 % de los insectos naturalmente, pero normalmente ausente entre los mosquitos- permite reducir la población en sucesivas generaciones y, por lo tanto, un descenso de la transmisión de estas enfermedades.
 Desde el año 2011, esta estrategia ha sido puesta en práctica en diversos países del mundo. Tuvo resultado positivo en la zona de Yogyakarta (Indonesia), con una reducción cercana al 77 % de la incidencia del dengue. En Brasil, su eficacia descendió al 69 % en diversas zonas, y en Río de Janeiro los resultados se desploman al 39 % (El Confidencial, 18/4/23). 
 Un estudio de la Universidad de Yale del año 2019, publicado en la revista Nature, anticipaba este resultado contrario al esperado. Los científicos concluyeron que el método fue eficaz al principio, pero 18 meses después la población se habría recuperado con el agravante de haber desarrollado mutaciones genéticas que harían a los mosquitos más resistentes. Entre sus conclusiones, en el estudio del equipo dirigido por el biólogo estadounidense Jeffrey Powell se asegura que “las hembras optaron por no aparearse con los machos genéticamente modificados, por ser ´más débiles´” (RT, 18/9/19). La empresa que lleva adelante el experimento, OXITEC, acusó a los investigadores de formular "numerosas afirmaciones y declaraciones falsas, especulativas y sin fundamento sobre la tecnología" y desechar la discriminación de apareamiento, por no haberse demostrado en ningún otro experimento anterior (ídem).
 La polémica, que había quedado olvidada y confinada, ha retomado un relieve ante la crisis de dengue que azota a Brasil actualmente. Brasil se encuentra atravesando una epidemia de dengue que ha llevado al sistema de salud pública a niveles de alta presión, fundamentalmente en la zona de Río de Janeiro, donde se han declarado más de 42.000 casos este verano. A nivel nacional, Brasil ha sobrepasado el millón de casos durante los primeros meses del año.
 El programa para la mutación genética de mosquitos ha recibido un amplio apoyo de la fundación Bill & Melinda Gates, que ha permitido la producción y distribución de 5.000 millones de mosquitos en diversas partes del mundo hasta el día de hoy. Una fábrica ubicada en Calí, produce cerca de 30 millones de mosquitos semanales y la empresa OXITEC espera producir en la ciudad de San Pablo cerca de 5.000 millones más para el año 2024. 
 Todo este temerario plan de introducción de mutaciones genéticas sobre insectos ha sido ofrecido en diversos puntos del globo, incluida Catalunya, para combatir las moscas blancas en los cultivos de olivos. La Generalitat culminó por rechazar dicha propuesta ante la ausencia de certezas sobre su éxito. Dicho proyecto también estaba a cargo de OXITEC. 
 La proliferación de mutaciones genéticas en insectos y cultivos ha sido exacerbada en las últimas décadas, especialmente por el cambio climático resultante de la acción destructiva del capital sobre la naturaleza, y se ha convertido en un filón para los grandes laboratorios. 

 Cambio climático y las plagas del capital

 En un extenso artículo publicado por el New York Times (12/02), los científicos dan cuenta de los peligros que significan el crecimiento exponencial de casos y su extensión territorial. Refieren a su proliferación en Brasil, que ha tendido a extenderse a las zonas del sur y centro del país, donde antes solo existían casos excepcionales. Lo mismo vale para los propios Estados Unidos, donde también se han comenzado a registrar casos de dengue, cuando antes los pocos casos declarados correspondían a algún visitante proveniente de América del Sur. 
 Las proyecciones que recoge NYT aseguran el desarrollo de una crisis continental, como ya se está observando con la creciente ola de casos en Argentina, Uruguay y Paraguay, además de Brasil. La provincia de Buenos Aires se ha convertido en epicentro de una epidemia de dengue, algo impensado hace 10 años. 
 Gabriela Paz-Bailey, directora de la división de dengue del departamento de enfermedades transmitidas por vectores en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, ha advertido que “la resistencia [del mosquito] a los insecticidas está muy extendida”. Ernesto Marques, profesor asociado de enfermedades infecciosas y microbiología en la Universidad de Pittsburgh, agrega: “ahora mismo, en Brasil están circulando serotipos que no habían circulado en 20 años” (NYT, 12/02). 
 La Organización Mundial de Salud (OMS) se ha limitado a advertir que pronto el dengue será un problema central de la salud mundial. Mientras tanto, las investigaciones de mutación genética crecen y se expanden, mientras comienza a fomentarse un lobby que incluye a poderosos magnates internacionales, laboratorios y farmacéuticas. El Pentágono estadounidense también se ha involucrado, provocando alarma sobre su utilización bélica.
 Es precisa la publicación inmediata y exhaustiva de todas las investigaciones en curso y su suspensión hasta que comisiones independientes de científicos puedan examinar detalladamente toda la evidencia existente, bajo el auspicio más amplio de estos ante la opinión pública. 
 La sola publicación de nuevos y detallados informes sobre el avance destructivo del capital sobre la naturaleza colocará sobre la mesa que las plagas producidas por éste sólo pueden ser combatidas con la restitución de una relación armónica entre la humanidad y la naturaleza, es decir, el socialismo internacional. 

 Joaquín Antúnez
 06/03/2024

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