sábado, 23 de marzo de 2024

Asedio sobre Rafah: Netanyahu prepara una nueva masacre


La “solución final” contra el pueblo palestino, que se anuncia sin tapujos, tiene ubicación geográfica: la ciudad de Rafah, al sur de Gaza, en la frontera con Egipto, donde se hacinan más de 1,5 millones de palestinos, desplazados de sus hogares por la invasión sionista. Antes de octubre, Rafah -una ciudad con 4.000 años de historia- tenía 180.000 habitantes, de esos ya 84.000 vivían en campos de refugiados. Hoy, residentes y desplazados se amontonan en un hacinamiento mortífero, casi sin agua ni alimentos, y sometidos al hostigamiento constante del ejército israelí que ha anunciado una “incursión terrestre” contra la población de Rafah como culminación de la destrucción de Gaza. 
 El domingo 17, el primer ministro israelí Benjamin Netayanhu afirmó que los llamados de otros gobiernos no impedirán que Israel lance una ofensiva terrestre final contra Rafah para eliminar “cuatro bastiones de Hamás”. "Ninguna presión internacional impedirá que alcancemos todos los objetivos de nuestra guerra -afirmó el genocida-: Actuaremos en Rafah, tomará algunas semanas, pero ocurrirá". 
 Al día siguiente, el presidente norteamericano Joe Biden confirmó su apoyo a Netanyahu si bien, cínicamente, le pidió precaución con los civiles. Netanhayu se ufanó: “Le dejé en claro que estamos decididos a completar la eliminación de esos batallones en Rafah y no hay otra manera de hacerlo que no sea por vía terrestre”. El mismo día, el ejército israelí tomó por asalto el Hospital Al-Shifa, que hasta el inicio del genocidio era el mayor centro médico de la Franja, provocando decenas de muertos y al menos 200 detenidos. 
 Esta semana funcionarios israelíes militares, de inteligencia y “expertos en asuntos humanitarios” (sic) viajarán a Washington para afinar los detalles de la masacre. Esto incluye al ministro de Defensa sionista, que ha dicho que los palestinos no merecen consideración porque son “animales humanos”.
 Los responsables tienen nombre y apellido, Biden, Netanhayu, casi todos los jerarcas de la Unión Europea con Scholtz el alemán y Cameron el británico a la cabeza. Corren de atrás en esa fila, el alfil Milei y tanto otros. 
 La política sionista de destrucción desconoce límites. Hospitales, escuelas, campos de refugiados, locales de Naciones Unidas, camiones con alimentos, gente famélica que hace cola para conseguir un poco de harina. Blancos bombardeados hasta el exterminio. 
 La destrucción sistemática de la infraestructura gazatí y el desplazamiento forzoso del 80 por ciento de su población se han llevado a cabo con armas suministradas por Estados Unidos y sus aliados europeos, además de los más de 3.000 millones de dólares anuales en ayuda que Washington ha enviado a Tel Aviv durante décadas. El bloqueo deliberado de alimentos, suministros médicos, electricidad, agua y combustible ha sido rigurosamente aplicado por Israel y Egipto, los dos regímenes más estrechamente vinculados al imperialismo en la región (WSS 20/3). 

 El hambre, arma letal

 En Gaza, la hambruna es “inminente” y “están soportando niveles espantosos de hambre y sufrimiento”, denuncia un documento de la ONU y 17 organizaciones internacionales: la mitad de la población “sufre una falta de alimentos catastrófica”, que pone en riesgo la vida. “Es el mayor número de personas que se enfrentan al hambre catastrófica jamás registrado por el sistema de Clasificación de Seguridad Alimentaria, en cualquier lugar y en cualquier momento”, agregan. 
 Médicos sin Fronteras informó que por lo menos una veintena de niños ya ha muerto de hambre y que un tercio sufre grave diarrea y deshidratación. Mientas Israel impide la entrada de los camiones con pienso para los animales -que permitirían distribuir leche-, el ejército sionista fusila a cuantas cabras y cerdos halla en su camino: el hambre es un instrumento clave de la limpieza étnica. 
 Tel Aviv usa la hambruna para debilitar a Hamás y a la resistencia palestina. Intentaron con poca suerte cooptar a líderes de clanes palestinos, ofreciéndoles que distribuyan la ayuda alimentaria, coordinados con Israel y agencias internacionales amigas sustituyendo al comité de emergencia que integra la policía gazatí, clanes locales y la ONU.
 En ese contexto se entiende el asesinato del jefe de policía Faiq Al-Mabhouh -responsable de la distribución de la ayuda humanitaria-, el asesinato de quienes acompañan los camiones y las repetidas masacres de palestinos que se acercan a buscar comida. 
 Hamás denunció que Israel pretende "sembrar el caos" y desacreditar al comité de emergencia que reparte la comida, integrado por clanes locales, la policía gazatí y la ONU. Y por esa vía, a Hamás y la resistencia palestina. 

 Israel 

La complicidad de Estados Unidos con Israel para el exterminio del pueblo palestino es inocultable, y algunos observadores afirman que la repulsa que genera en la juventud y las comunidades árabe-norteamericanas tal vez le cueste la reelección a Biden. 
 Tal vez por eso el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer —el legislador de mayor rango de religión judía— salió a patear el tablero, acusando a Netanyahu de ser un “obstáculo para la paz” en Oriente Próximo y pidiendo que se adelanten las elecciones. Según Schumer, Netanyahu “ha perdido el norte” al aliarse con la extrema derecha israelí para gobernar y anteponer “su supervivencia política al bien de Israel”. “Como resultado —denuncia el senador demócrata—, ha estado demasiado dispuesto a tolerar las muertes de civiles en Gaza, que es algo que está precipitando [la caída de] el apoyo a Israel en todo el mundo a los niveles más bajos de la historia”. “Israel no puede sobrevivir si se convierte en un paria internacional”, afirmó Schumer. El discurso “supone una señal de que “algo se está moviendo” en la opinión pública y del Gobierno en Washington “acerca de lo que está ocurriendo en la Franja”, según considera un alto cargo europeo (El País 14/3) 
 Hipócritas: mientras arrojan algunas bolsas de comida al mar, los norteamericanos están construyendo su puerto para la colonización de Gaza con los escombros de las casas que bombardearon, debajo de los cuales todavía están sepultadas familias enteras. La demolición de la Franja de Gaza y el calvario de su población se sostiene con el armamento que envía Estados Unidos y sus aliados europeos. Y forma parte de la política bélica del imperialismo, que trata de paliar sus crisis embarcando a la humanidad en una guerra de carácter internacional.
 Movilizaciones multitudinarias, en todo el planeta, han cerrado filas en solidaridad con Palestina. Trabajadores ingleses, canadienses, australianos, franceses y los mismos norteamericanos han bloqueado las fábricas vinculadas con el armamento para Israel y los puertos desde donde salen.
 Urge redoblar los esfuerzos. 
 Solidaridad incondicional con la lucha del pueblo palestino. 

 Olga Cristóbal
 21/03/2024

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