domingo, 5 de abril de 2020

Población en situación de calle: desamparo, hacinamiento y punitivismo

La población en situación de calle está en riesgo, y el gobierno lo resuelve hacinando a la gente y con medidas punitivas. La situación de los refugios no es menos indignante.

La Izquierda Diario Uruguay conversó con una funcionaria que trabaja en un refugio nocturno, quien nos contó la situación desesperante que vive la población en situación de calle y también la del personal que la atiende, en situación de hacinamiento y de precarización absoluta.

La situación de los refugios

Los refugios nocturnos tipo 1 van desde las 18 a las 9 hs del otro día. No hay posibilidad de que las personas en situación de calle que allí acuden, puedan permanecer en el refugio durante el día, por lo que tienen que volver a la calle.
En los espacios públicos son escasos los lugares de encuentro para pasar el tiempo, higienizarse y calentar agua durante el día, al permanecer cerrados los edificios públicos y las facultades.
En un principio, el MIDES no dio instrucciones de cómo trabajar ante la pandemia, por lo que las mismas trabajadoras y trabajadores han tenido que donar de su bolsillo alcohol en gel y productos de limpieza para higienizar y fumigar el local.
Nunca hubo un refuerzo de insumos de limpieza y cuidado de la salud, según nos comenta esta funcionaria. En un refugio surgió la iniciativa de confeccionar tapabocas, ante la falta de este insumo tan básico.
Como se sabe, la población en situación de calle es la más desprotegida y desamparada. Tampoco hay cuidado por las funcionarias y funcionarios que allí trabajan.
“La población de calle es el reflejo de todas las contradicciones de nuestra sociedad, expresan el malestar de un sistema totalmente enfermo de la sociedad. Tenemos demasiado naturalizado el descuido por la salud de la población de calle y por la salud de las trabajadoras y trabajadores de refugios y otros centros de asistencia social”, expresa la funcionaria que, por cuestiones obvias, preservamos su identidad .
Trabajando horas extras que no se reconocen, priorizando los informes que deben enviar al MIDES y descuidando a la población de calle. “Se prioriza a la burocracia y no nuestra salud. Nosotros mismos, los funcionarios, estamos en condición de hacinamiento, junto con la población de calle, los cuales la mayoría son población de riesgo porque presentan distintas patologías como VIH, diabetes, hipertensión.
Encima laburamos por chirolas, siendo que somos profesionales, estamos recontra precarizados” nos cuenta esta funcionaria.
El equipo móvil de situación de calle tampoco está atendiendo, porque están en cuarentena. Y por esta pandemia, se han ocultado otros muchos problemas de salud, y situaciones de emergencia no son atendidas porque “no son una emergencia”, es decir que se incurre en una omisión de asistencia por parte del Estado.
Las y los funcionarios están rotando en los días de atención, pero el riesgo de contagio sigue alta.
Tampoco funciona el dispositivo de “puerta de entrada” y queda a cargo de los refugios hacer el ingreso correspondiente. “Esto genera mayor precarización porque no estamos aptos para esa tarea, con el riesgo que implica que, si llega alguien contagiado, se contagia todo el mundo. O por lo menos, si tenemos que recibir a la gente, podamos tener un kit de test para que podamos hacerlo y ver cuál es la situación sanitaria”.
A su vez la perversión del sistema burocrático del MIDES lleva a que a personas que se habían desvinculado por el plazo de un año, no se les permite el reingreso al sistema de los refugios, por lo que desde las autoridades se prefiere dejar a esas personas en la calle antes de que puedan ser ingresadas a pernoctar en los refugios.
Todas las asistencias a la población a su salud por adicciones, patologías psiquiátricas y otros tratamientos quedaron totalmente suspendidas, con el riesgo que esto implica.
Las fuerzas represivas están patrullando por las calles en la noche, en algunos casos sin identificación, y es muy probable que sucedan abusos policiales.

El hacinamiento y punitivismo de los lugares provistos por el gobierno

Con el correr de los días y de la crisis, el MIDES comunicó que varias personas en situación de calle irían a hoteles y otros lugares acondicionados, supuestamente, pero no se habilitó a que los refugios se transformen en centros de 24 hs, de manera de poder alejar a la población.
Estos lugares, como ya fue denunciado, se encuentran en total condición de hacinamiento y confinamiento. “Es un aguantadero de gente” al decir de una funcionaria contratada por una de las cooperativas que gestiona un refugio. Lo cual representa un espacio de gran riesgo de contagio porque no es recomendable tener tantas personas juntas.
Los lugares propuestos por el MIDES para albergar a la población de calle son, hasta ahora, el Palacio Peñarol, el Estadio Centenario y Rural del Prado, además del Hotel Urban Express, y ya hay denuncias de ingresos compulsivos y no permiso de salida, donde la población está virtualmente “detenida”. A esto se suma el hacinamiento, ya que las camas están unas encima de otras – sin la previsión de metro y medio de distancia entre una y otra – y la falta de insumos de higiene.
Por su parte, quienes atienden estos lugares, en muchos casos son el personal de los refugios, pero en otros son voluntarias y voluntarios, lo que significa un “ahorro” del MIDES que va en detrimento de las condiciones de la población en estos nuevos lugares improvisados.

Hay quienes lucran con la pobreza y la pandemia

No está de más recordar que la ex senadora del Partido Nacional Verónica Alonso y su familia se ha beneficiado por la crisis sanitaria al ser contratada por el MIDES para alojar en el Hotel Urban Express a la población de riesgo de la gente en situación de calle, mayores de 65 años. Cínicamente, en declaración a la prensa, Alonso afirmó que lo que cobra el hotel de su familia “es una donación”.

Se dice mucho “quedate en casa”, y ¿los que no tienen casa?

En tiempos en el que se solicita quedarse en casa para evitar el riesgo de propagación del COVID-19, las personas en situación de calle y las y los trabajadores a cargo de los refugios están expuestos a un gran riesgo de contagio por las situaciones de hacinamiento y por las pésimas respuestas brindadas por el Ministerio. La improvisación, los negocios con los empresarios amigos, y el encierro compulsivo no son los mecanismos que parecen adecuados para este gobierno.
En estas semanas, compañeras y compañeros del Colectivo Ni Todo Está perdido, colectivo integrado por personas de calle, se encuentran en una campaña de visibilización bajo la consigna “no somos invisibles”. Están expuestas públicamente las pésimas medidas que no son garantía para evitar la propagación del COVID-19, y varias medidas de cierres de lugares que les afecta seriamente su cotidianeidad.
Ante todo esto, reclaman que los centros sean habitados las 24 horas y estos no sean lugares de confinamiento forzoso, tampoco ser objeto de represión policial apelando a leyes de faltas o impedimento de aglomeraciones, exigen espacios para poder estar (encuentro, protección contra el viento y la lluvia, higiene, calentar agua). Desde el Colectivo sostienen que “no se están dando las garantías sobre las medidas que están tomando con "el virus" y nosotres. Aún seguimos en calle y sin uso de siquiera un baño. La solución que se ha implementado ha sido la de "300" personas mayores que están en refugios; la realidad es que somos más 2038 personas en situación de calle, usuarios de refugios y personas que viven en calle”.
Desde La Izquierda Diario entendemos que las respuestas deben contemplar las necesidades de las personas en situación de calle y garantizar las condiciones de los trabajadores de los refugios, que se abran locales durante el día con las adecuadas medidas de higiene, pagar un subsidio económico digno para desocupados no alcanzados por el seguro, personas en situación de calle y trabajadores de la vía pública, y utilizar las viviendas vacías en Montevideo para albergar a las personas en situación de calle (existe capacidad edilicia, es posible y necesario). Especialmente por sobre todo, que se respete la dignidad humana y tome en cuenta la palabra de las personas implicadas.

¡Basta de políticas sociales compulsivas y de punitivismo!

Por último, queremos hacer un reconocimiento a la labor de documentalistas como Jorge Fierro que, en medio de la psicosis generada por la pandemia, han salido con su cámara a testimoniar la situación de esta población.

Justiniano González
Karina Rojas
Jueves 2 de abril | 23:44

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