domingo, 26 de mayo de 2019

Irán y Estados Unidos: ¿al borde de la guerra?




Aunque en este momento parece poco probable, algunos analistas consideran que la escalada conduce a un conflicto armado.

Con el crecimiento del tono beligerante de la administración Trump, endurecimiento de las sanciones económicas y despliegue de un buque de guerra en el Medio Oriente, la tensión está en su apogeo entre los Estados Unidos e Irán.
Recientemente, el presidente de EE. UU., Donald Trump amenazó con "destruir" la República Islámica de Irán en caso de conflicto militar, reviviendo el espectro de la guerra en el Medio Oriente. Un enfoque propuesto por el ala más dura de la administración Trump, los llamados "halcones", que incluye a John Bolton y Mike Pompeo (el asesor de seguridad nacional y secretario de Estado, respectivamente), que luchan arduamente por un cambio de régimen en Teherán. Si bien, la posibilidad de un conflicto directo sigue siendo poco probable por ahora, a pesar de las tensiones (y buques de guerra) de Estados Unidos que se acumulan con el ascenso de Irán como potencia regional, las sanciones económicas impuestas por Washington amenazan con precipitar una crisis en Irán que podría desestabilizar todo Oriente Medio.

El odio hacia Teherán

Un año después de la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, las sanciones e intimidaciones contra Teherán tienen como objetivo, en parte, contener la influencia de Irán en la región, cuya radiación se ha extendido en los últimos años.
Desde la revolución iraní de 1979 y la humillación de la toma de rehenes en la embajada estadounidense, Washington juró acabar con la República Islámica de Irán. En la administración Trump, la línea Bolton-Pompeo adopta la postura más agresiva a favor de un cambio de régimen. Sin embargo, aunque oficialmente niegan tal inclinación, y afirman que sólo trabajan para lograr una inflexión de la línea política iraní, es difícil creerles, ya que Bolton se ha dedicado a defender la intervención estadounidense en Irak como señala el Financial Times: " Algunos expertos en política exterior se muestran escépticos, en parte porque el Sr. Bolton fue acusado, bajo la administración de Bush, de falsificar información para justificar la guerra contra Irak. Poco antes de unirse a la Casa Blanca, él [John Bolton] también pidió un cambio de régimen en Irán. Con motivo del 40 aniversario de la revolución iraní en febrero, el Sr. Bolton transmitió un mensaje por video a los dirigentes de Irán diciendo: "No creo que tengan más aniversarios para celebrar".
En realidad, la línea adoptada por el ala dura está arraigada en un profundo odio hacia Teherán: "Bolton y los neoconservadores, nunca han digerido la legitimidad política que el acuerdo firmado con los europeos confirió al régimen de Teherán, recuerda en las columnas de Mediapart de Hussein Banai, historiador estadounidense especialista en relaciones entre los Estados Unidos e Irán. Su objetivo final es que Irán sea excluido por la comunidad internacional. Desde la crisis de los rehenes de 1979, la revolución iraní, la guerra Irán-Irak, han detenido su juicio sobre Irán. Piensan que es un régimen revolucionario radical, dirigido por la Guardia Revolucionaria, que, en esencia, nunca puede cambiar y debe ser derrocado".

El fortalecimiento de Irán a Medio Oriente

En efecto, con la retirada de las tropas estadounidenses en el Medio Oriente, que han desestabilizado masivamente la región, sin lograr ninguno de sus objetivos políticos o militares, y la recuperación de Siria de la mano de Al-Assad, Irán se ha ido fortaleciendo como jugador regional, a través de una red de influencia y milicias en el Medio Oriente, particularmente en Irak o el Líbano. Según el sitio web Geopolitical Futures: “La influencia de Irán se ha extendido por todo Oriente Medio y los Estados Unidos se oponen a ello. (…) Desde la administración Obama, la estrategia de Washington ha sido reconocer que la intervención masiva de Estados Unidos en Oriente Medio no ha logrado sus objetivos políticos, pero impusieron costos considerables al ejército estadounidense y desequilibró la posición mundial de los Estados Unidos. Esto ha creado una oportunidad histórica y mucho mayor para Irán. La estrategia de Irán era explotar la división suní-chiíta del mundo árabe, utilizando sus puntos en común con los chiítas para desafiar a las potencias árabes sunitas - incluida Arabia Saudita. En el Líbano, Irán ya había establecido una posición de fuerza a través de Hezbolá, una fuerza árabe chiíta, y vio otra oportunidad en Siria. Mientras que el régimen alauí del presidente Bashar Assad era laico, los alauitas son una secta chiíta con vínculos históricos con Irán. Durante la guerra civil siria, Irán intensificó su apoyo al régimen de Assad y se sumó a la intervención rusa. Teherán y Moscú tenían un interés común en debilitar el poder norteamericano en la región y una estrategia común de utilizar la retirada de los Estados Unidos para hacerlo".
Los "halcones" de la administración Trump, que buscan a toda costa contener a Irán, recurren a todo un arsenal diplomático y económico para presionar, aislar y obligar a Irán a un cambio de régimen. A costa de agudizar las tensiones internas en Irán y precipitar un conflicto en Oriente Medio.
Esta política responde al hecho de que en Siria, fue el bando de Al-Assad el que, en gran medida, salió victorioso, sobre todo Rusia, pero también Irán. Esta nueva configuración preocupa a los Estados Unidos, pero también a sus aliados y pilares del orden imperialista en la región: Arabia Saudita e Israel. Para estos países se trata de impedir que Irán obtenga los beneficios de su «victoria» en Siria, lo que podría permitir alejar a Assad de Teherán y debilitar a los aliados iraníes en la región como Hezbolá libanés, una amenaza directa para Israel.

Sanciones económicas y tensiones geopolíticas en Oriente Medio

Desde la debacle estadounidense en Vietnam hasta Irak, es un hecho que la hegemonía estadounidense, aunque conserva la supremacía, ha sufrido una lenta erosión. Además, a pesar de las repetidas bravuconadas de la administración Trump, tanto en términos electorales como estratégicos, no redunda en interés de los Estados Unidos recurrir directamente a la fuerza armada por el momento, aunque un error podría llevar a los Estados a un conflicto que va más allá de sus voluntades. El experto en geopolítica estadounidense Georges Friedman señala al respecto las limitaciones que pesan sobre Estados Unidos: Dada la multiplicidad de posibles situaciones de combate y de la gran dispersión de las fuerzas, es esencial evitar el combate. Un estallido de guerra en un teatro reduciría la capacidad estadounidense en otro, lo que aumentaría la probabilidad de que una potencia se aproveche de esta debilidad.
Sin embargo, y sin excluir una escalada que pueda degenerar en un conflicto abierto, por el momento, la "doctrina Trump" se basa principalmente en una mezcla de presión diplomática y económica para vencer a sus oponentes y obligarlos a adoptar una política coherente a los intereses del imperialismo norteamericano. El despliegue de buques de guerra en las afueras de la región es una advertencia política más que pura preparación militar. Como señala el Geopolitical Futures una vez más: "En realidad, las sanciones son parte de la estrategia de EE. UU para reducir la exposición militar mientras se usan los medios diplomáticos y económicos para ejercer presión. Irán, cuya economía se había debilitado por sí misma, se ha visto duramente afectado por las medidas económicas de los Estados Unidos. (…) El despliegue de los Estados Unidos es una prueba de dos cosas. En primer lugar, la fuerza aérea constituye una amenaza lo suficientemente grande como para obligar a los iraníes a abstenerse de toda acción agresiva en la región. En segundo lugar, si es suficiente revertir la expansión iraní”.
En este sentido, las sanciones económicas impuestas al régimen iraní han alcanzado sus objetivos principales. La economía iraní sufre las consecuencias de la restricción de la venta de petróleo y sus socios comerciales prefieren retirarse antes que sufrir también los efectos de las sanciones estadounidenses: " Las sanciones de Donald Trump contra Irán provocaron un colapso en el crecimiento económico, señala el Financial Times, empujando a la república islámica a una profunda recesión y llevando la inflación al 40 por ciento, según el FMI. El lunes, el fondo ha vinculado su previsión de una contracción del 6 por ciento en Irán este año con los esfuerzos del Sr. Trump para reducir la presión económica sobre el país”.
Más concretamente, las sanciones contra Irán tienen por objeto socavar la capacidad de proyección de Teherán privando al régimen de sus recursos económicos y restringiendo su influencia regional: “Desde que el presidente Trump introdujera nuevas restricciones comerciales contra Irán el año pasado, aumentando las tensiones con Teherán, al aumentar las tensiones con Teherán que llegaron a un paroxismo en los últimos días, la capacidad de Irán para financiar a sus aliados como Hezbolá se ha reducido", informa Liz Sly del Washington Post. «Las medidas de austeridad adoptadas por Hezbolá son un indicio de la magnitud del impacto de las sanciones de los Estados Unidos, no sólo en la economía iraní, sino también en su capacidad para apoyar sus satélites regionales”.

Las tensiones en el régimen islámico

Sin embargo, debido a que la población sufre los efectos de una alta inflación y una economía lenta, las contradicciones internas en el régimen aumentan y amenazan con desestabilizar una región altamente inflamable.
En efecto, con Irán a la altura de su poder regional, la línea más dura del régimen de Teherán parece estar lista para llegar al final del conflicto, como preocupa al Financial Times: "el cálculo de Teherán tendrá en cuenta que, aunque la administración de Trump y sus aliados intentan aislar a la república islámica y rechazar su influencia, su alcance parece más grande que nunca. Irán se encuentra hoy en el apogeo de su influencia en la región, con mandatarios y aliados profundamente arraigados en Siria, Irak, Líbano y Yemen (...) Este es probablemente el punto culminante de la irradiación iraní".
Como informa el Financial Times, las sanciones de Estados Unidos agudizan la lucha de facciones internas del régimen: "Para el gobierno liderado por Rouhani, era crucial asegurar esta inversión no sólo para mejorar la economía iraní, sino también para limitar el poder y la influencia del IRGC, que ahora controla entre el 20 y el 60% de la economía iraní. Cuatro años después, la economía iraní está destrozada y los opositores de Rouhani tienen todas las municiones políticas que necesitan para actuar contra él (...) Por lo tanto, Irán está contra una pared, y el argumento del IRGC, -según la cual la disuasión nuclear es necesaria para la seguridad nacional de Irán- parece cada vez más válida».
En este sentido, la salida unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear y la imposición de sanciones brutales podrían fortalecer la legitimidad del ala más dura de Teherán, en favor de la reanudación del programa nuclear: "Para Irán, el mayor problema es que no tiene otras tácticas que probar. Los Estados Unidos han incumplido acuerdos y aplicado nuevas sanciones, y ahora han desplegado un grupo de ataque portaaviones y una fuerza de bombarderos operativa en la región». Irán debe inclinar la balanza de una manera u otra, y la amenaza de reanudar su programa de armas nucleares es todo lo que le queda.
Un problema que amenaza con desestabilizar aún más una región marcada por la erosión de la hegemonía estadounidense, el ascenso de Irán, la consolidación de Al-Assad y su aliados, mientras se avecina en el horizonte la rivalidad entre los antiguos aliados iraníes y rusos.
Dada la gran dispersión de las fuerzas estadounidenses en el globo, un conflicto abierto podría precipitar dificultades para el poder estadounidense, que hasta ahora ha privilegiado las restricciones económicas y diplomáticas. Sin embargo, de comerciante, pocos se convierten en militares para la guerra, ya sea por milicias interpuestas o despliegues de tropas, sobre todo en una región tan explosiva con una multiplicidad de actores comprometidos en alianzas contradictorias: de Turquía a Israel, pasando por Arabia Saudí, una región con muchas zonas de conflicto potenciales o actuales: Yemen o Siria.
Diplomático, económico, militar, se trata de no olvidar, según la fórmula de Clausewitz, que la guerra no consiste más que en “una continuación de la política por otros medios”.

Max Demian
Jueves 23 de mayo | 10:28

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