jueves, 30 de mayo de 2019

Balance de las elecciones europeas




La crisis capitalista hace su trabajo. Entre la descomposición y la desintegración

Las elecciones europeas han marcado un retroceso de los dos bloques políticos principales del Parlamento Europeo, el Partido Popular Europeo (PPE) y la socialdemocracia, que por primera vez no sumarán entre ambos una mayoría absoluta. Estas elecciones pese al carácter no obligatorio, sino optativo, han visto incrementarse a los votantes (aunque apenas supera la mitad del padrón), evidenciando el interés político que habían despertado. Los pronósticos y encuestadores daban por sentado un notable progreso de las fuerzas derechistas y ultraderechistas que podían pasar a bloquear el Parlamento de la UE. Esto no fue así.
En el análisis de los resultados no podemos solo comparar los guarismos actuales con los anteriores de hace cuatro años. Porque estas elecciones ‘continentales’ tienen como base no solo la situación de conjunto de la evolución europea, sino también los procesos que se van dando en el terreno nacional.
A grandes rasgos, tanto el centroderecha del PPE, como el centroizquierda de la socialdemocracia, pagan el costo por la aplicación de las políticas de ajuste implementados desde la bancarrota económica de 2007/2008, pasando a representar un ‘proyecto europeo’ desacreditado y crecientemente cuestionado. El caso emblemático es Alemania, donde la CDU de Merkel y la socialdemocracia, que cogobiernan ese país, sufrieron un desplome electoral. Más a la izquierda, es esta aplicación de las políticas de ajuste la que ha llevado a una derrota de Syriza en estos comicios y al adelantamiento electoral en Grecia.
En parte, la caída de los dos grandes bloques ‘del centro’ ha sido capitalizada por el llamado bloque “liberal” abiertamente defensor de la UE y por los Verdes, que crecen en la cantidad de bancas. Abulta el número de los primeros, el partido de Macron en Francia, que no existía en las elecciones de 2014. Pero, considerando que el ‘joven’ presidente ‘liberal’ ha sufrido un fuerte descenso respecto a los votos sacados en la elección que lo llevó al poder, erosionado por la eclosión de la lucha de clases evidenciada con los ‘chalecos amarillos’. En el caso de los verdes, capitalizan la creciente ola de movilizaciones de la juventud estudiantil (y obrera) contra el cambio climático y la disconformidad de amplios sectores ante la falta de perspectivas económico-sociales en la sociedad capitalista en crisis para las nuevas generaciones. Su elección más notable se dio en Alemania, donde desplazan del segundo lugar a la socialdemocracia. Ambos entrarán en el radar de alianzas de los dos primeros bloques.
Asistimos a un escenario de gran volatilidad política y electoral.

El ‘avance’ y la crisis de la derecha

El Cinco Estrellas italiano, el partido que se presentaba como la gran fuerza antisistema, se despeña al tercer lugar de las europeas cayendo 15 puntos con respecto a la última elección. Sufre así un abandono de parte de su electorado de izquierda o centroizquierda ante el hecho de que hizo un gobierno de coalición con la derecha fascistoide de Salvini.
Macron, que había obtenido 32% en las parlamentarias y aplastado a Le Pen en el ballotage presidencial, apenas supera en estos comicios el 20%. Algunas fuerzas de la extrema derecha progresan, pero otras retroceden (Alemania, etc.) e incluso se derrumban.
Las variantes de la extrema derecha obtienen un 25% de las bancas, avanzando solo entre 2 y 3 puntos, y triunfan en el Reino Unido, Francia, Italia, Hungría y Polonia. En estos dos últimos países, los gobiernos de Viktor Orbán y Jaroslaw Kaczynski obtienen votaciones plebiscitarias. Matteo Salvini también logra una victoria política en Italia, y no sólo por el primer lugar de la Liga, sino porque ha dejado muy atrás a su socio de gobierno Cinco Estrellas, lo que supone que podría ampliar su poder ante una nueva elección y explorar tras ella una nueva coalición (por ejemplo, con Forza Italia de Berlusconi y/o Fratelli). Alternativamente, esto puede plantear un acercamiento del Cinco Estrellas con el Partido Democrático, que en los comicios europeos quedó segundo, chupando una parte del electorado del ‘partido antisistema’.
Pero por fuera de estos éxitos, en Francia, Le Pen marcó el paso más o menos en el mismo lugar respecto a los anteriores comicios europeos, aunque salió primero, superando a Macron. El español Vox entró al parlamento europeo pero no logró trasladar los avances que había hecho en las elecciones generales. En Holanda se derrumbó el partido xenófobo de Geert Wilders (si bien a expensas de una fuerza similar), en Austria retrocedió el FPO (en medio de un escándalo por sobornos rusos, que ha volteado al gobierno obligando a adelantar las elecciones nacionales) y los fascistas xenófobos de Amanecer Dorado perdieron la mitad de los votos en Grecia.
Analizado de conjunto, no se produjo un tsunami electoral derechista xenófobo y reaccionario. Esta elección desigual de la extrema derecha y su escaso progreso está mostrando las dificultades de este sector. La burguesía de la UE, mayoritariamente, evita avanzar en este tipo de propuestas ‘nacionalistas’. Tanto Putin de Rusia, como Trump de EEUU, alentaron a la derecha, en una extensión de la guerra ‘comercial’ en curso. Pero incluso varios de los referentes del espacio derechista fueron morigerando sus ataques a la UE y sus proclamas de ruptura con la misma, buscando asegurar una mayor flexibilidad del Banco Europeo en los rescates a los grupos capitalistas locales en crisis. Asistimos a un escenario donde se combinan el agotamiento de la Unión Europea imperialista y los límites que encuentran los planteos de tipo autárquicos. La crisis capitalista mundial no solo no ha sido superada, sino que se está llevando puesto al emprendimiento contrarrevolucionario más audaz encarado por el imperialismo: la constitución de la Unión Europea. Son muy fuertes las tendencias a la desintegración del bloque UE y avanza la descomposición económica y la amenaza de nuevas recesiones y cracks.

El Brexit

El del Reino Unido es un caso especial para analizar. En las vísperas de los comicios renunció la primera ministra Theresa May. El empantanamiento político y parlamentario del Brexit ha redundado en una caída tanto de los conservadores como de los laboristas. En el flanco ‘nacionalista’, resucitó el Ukip (el partido que gano el referéndum por el Brexit, por la ruptura de Gran Bretaña con la UE, hace unos años), ahora llamado Partido del Brexit, que ganó las elecciones con el 30%, cinco puntos por encima de los comicios de 2014. En el flanco europeísta, los liberal-demócratas lograron el segundo lugar, empujando al tercer puesto al laborismo. En las elecciones municipales de hace unas semanas, los conservadores se habían derrumbado y el laborismo había tenido una pequeña caída. Corbyn ya ha tomado nota del problema, coqueteando con la posibilidad de un nuevo referéndum o nuevas elecciones, lo que de todos modos gambetea el problema, porque no se pronuncia taxativamente ni por la permanencia ni por la salida de la UE, como un modo de arbitrar entre las posiciones encontradas en su partido.

La izquierda

La elección del llamado bloque de izquierda avanza en Portugal, donde el Bloco de Esquerda asciende del 5 a casi el 10% (a expensas de una fuerte caída del PC). Pero en general el desempeño de la izquierda europea se caracteriza por un estancamiento o marcado retroceso. Como Podemos-IU, que sumados pierden cinco bancas (en 2014 habían logrado 11) y se desmorona en las elecciones locales en España, donde pierden casi todos los ayuntamientos donde habían progresado. Su electorado fue recuperado por un resurgimiento del PSOE: Podemos está pagando el precio de su seguidismo a este partido y su impotencia para constituir una alternativa de izquierda. En la ciudad de Madrid (en la misma fecha de las elecciones europeas hubo elecciones autonómicas y municipales), una combinación de fuerzas de derecha –incluyendo a Vox- desplazó a la alcaldesa centroizquierdista Manuela Carmena. En tanto que Ada Colau sufre un revés en Barcelona que la obligará a una negociación con los independentistas de ERC, que ganaron y duplicaron su cantidad de concejales (la CUP, en cambio, perdió sus tres lugares). El partido de Charles Puigdemont (Junts) también hizo una buena elección y este fue electo a pesar de estar en el exilio, prófugo de la justicia de la monarquía española.
En Grecia, la derrota de Syriza por casi diez puntos frente al centroderechista Nueva Democracia obligó a Alexis Tsipras a convocar elecciones adelantadas con la amenaza de una próxima derrota. Este reposicionamiento de las fuerzas tradicionales (el viejo Pasok quedó tercero como parte de un frente), muestra los retrocesos que puede acarrear una política entreguista en la izquierda, que capituló en toda la línea frente a la Troika. Esta pseudo izquierda (Syriza en Grecia, Podemos en España, Melenchon en Francia, etc.) intentó presentarse como la gestora de un ‘ajuste’ que hecha por ella (como lo está haciendo en Portugal la alianza del Bloco de Esquerda con el PS en el gobierno), sería más ‘suave’ que si le hiciera directamente los partidos del gran capital. Se convirtió así en el verdugo –o cómplices de los verdugos- de las conquistas y condiciones de vida de los trabajadores.

Lo que viene

La pérdida de una mayoría absoluta por parte del PPE y los socialdemócratas plantea una reconfiguración de las alianzas políticas en el parlamento comunitario. Estas reconfiguración estará marcada por la guerra comercial y las tendencias a la disgregación de la Unión, empezando por las amenazas arancelarias de Trump y la agudización de las disputas en el propio eje franco-alemán.
El flojo desempeño de la izquierda plantea un debate de estrategias y de programa. Es necesario oponer a la Unión Europea imperialista y a la derecha nacionalista un planteo revolucionario, que defienda la autodeterminación de los pueblos, la confraternización de trabajadores y refugiados, y la unidad socialista de Europa. La historia no puede volver la realidad a los viejos moldes capitalistas, exige superar el capitalismo. La principal tarea estratégica es reconstruir la Internacional obrera y socialista, la IV Internacional y formar Partidos Obreros Revolucionarios en cada país.

Gustavo Montenegro

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