domingo, 29 de julio de 2007
Surgimiento del fascismo y su derrota.
En ocasión del 60 aniversario de la victoria sobre el fascismo
Fragmentos del discurso de Fidel Castro Ruz en ocasión del 30 aniversario de la victoria sobre el fascismo de la victoria sobre el fascismo, el 8 de mayo de 1975
El fascismo surge en el mundo precisamente después de la Revolución de Octubre; el fascismo surge en el mundo como un instrumento contra el marxismo-leninismo. Fueron los países capitalistas y los países imperialistas los que crearon las condiciones para el surgimiento del fascismo en el mundo; y toda la campaña de los fascistas, desde que surgieron en Europa, se encaminaba hacia el anticomunismo, hacia el exterminio de los comunistas y hacia la destrucción de la Unión Soviética.
Una vez derrotada la primera intervención contra la Revolución de Octubre, comenzó a surgir con fuerza esta nefasta corriente política en Europa. El fascismo era la expresión más acabada del pensamiento reaccionario burgués e imperialista; y desde que Hitler salió a la palestra pública declaró sus propósitos de agredir un día a la Unión Soviética, proclamó sus doctrinas racistas y sus ideas acerca del exterminio de pueblos enteros, de la esclavización de decenas de millones de hombres y de las conquistas de nuevos territorios.
Hay que decir que toda la humanidad pagó muy caro este fenómeno político, que toda la humanidad pagó muy caro este engendro de los burgueses y del imperialismo, porque hasta los propios países capitalistas, en un momento determinado, se vieron agredidos por el fascismo.
Todos recordamos aquellos años trágicos que precedieron a la guerra; todos recordamos la política conciliacionista con el fascismo de los países capitalistas; todos recordamos el criminal reparto de Checoslovaquia, que fue desmembrada y repartida para satisfacer las ansias expansionistas del fascismo, claudicando vergonzosamente los gobiernos capitalistas frente a las exigencias de Hitler.
En el fondo, la política de aquellas potencias se encaminaba a lanzar al fascismo contra la Unión Soviética, a empujar a las hordas hitlerianas hacia la URSS.
Todos recordamos cómo comenzó en aquella época la guerra: con la invasión de Polonia, cuyo gobierno reaccionario de entonces prefirió los riesgos del aislamiento y de la agresión a la coordinación de su propia defensa con la Unión Soviética. Todos recordamos cómo, después de la invasión a Polonia, se inició la invasión a Noruega, de Holanda, de Bélgica, de Francia, de Dinamarca. Y recordamos también cómo los ejércitos de los países capitalistas se desplomaron prácticamente sin resistencia. En cuestión de días, en algunos casos, y en cuestión de semanas en otros, las naciones unas tras otras fueron derrotadas.
La noticia de que los tanques estaban a la retaguardia y los bombardeos aéreos, desmoralizaron totalmente a los ejércitos burgueses, que fueron incapaces de resistir la agresión hitleriana. Y cuando los fascistas tenían prácticamente dominada a Europa, con todos los recursos y la técnica de la economía europea, iniciaron en el mes de junio de 1941 el ataque cobarde y traicionero contra la Unión Soviética.
La Unión Soviética se había esforzado por preservar la paz, la Unión Soviética se había esforzado por reunir a todas las fuerzas antifascistas de Europa, la Unión Soviética se cansó de predicar incesantemente la necesidad de frenar el fascismo. Pero ello chocó contra la ceguera y la sordera de los dirigentes de los países capitalistas.
¿Qué ocurrió, en cambio, cuando se produce la invasión a la Unión Soviética? Todos sabemos la epopeya de Brest-Litovsk, de aquella fortaleza que durante semanas enteras, cuando las tropas nazis estaban ya en lo profundo de su retaguardia, resistió heroicamente, con un puñado de hombres, la embestida de una división entera.
¡El pueblo soviético no se desmoralizó, los soldados soviéticos no se desmoralizaron ni aun cuando los tanques y las tropas enemigas estaban a decenas de kilómetros en su retaguardia!
Los ejércitos de Hitler estaban acostumbrados a luchar contra regímenes sociales reaccionarios, contra regímenes sociales capitalistas, contra ejércitos burgueses. Y cuando se produce la agresión a la Unión Soviética, se encuentran por primera vez con un tipo de ejército diferente, con un tipo de soldado diferente, con un tipo de pueblo movido por otras motivaciones, y se encuentran desde el primer instante una resistencia encarnizada: ¡Los soldados soviéticos morían defendiendo sus posiciones!
¡Los soldados soviéticos se negaban a rendirse, los soldados soviéticos no se dieron jamás por vencidos! Y cuando estaban cercados, una y otra vez atacaban y contraatacaban para tratar de abrirse paso. Y a pesar de los tremendos golpes que propinó la traición del enemigo en los primeros días de la guerra y en los primeros meses, en ningún instante aquel pueblo y aquel ejército se desmoralizaron.
¡El ejemplo de la Unión Soviética, y la epopeya de su Gran Guerra Patria, demuestran, en primerísimo lugar, la superioridad del sistema socialista, la fortaleza del sistema socialista y la fuerza de las ideas marxistas-leninistas!
Las tropas nazis, acostumbradas a pasearse victoriosas por Europa, envanecidas de sus victorias, convencidas de la invencibilidad de sus tácticas de guerra relámpago, imaginaron también que la Unión Soviética se desplomaría, que Leningrado y Moscú serían tomados en cuestión de semanas, que la guerra relámpago triunfaría también allí. Y sin embargo, en todas partes encontraron una feroz resistencia. Se acercaron incluso a Leningrado, pero no pudieron tomar a la ciudad de Lenin (APLAUSOS). ¡Y el pueblo de Leningrado resistió el cerco fascista durante 900 días!
Si se analiza la historia de todas las guerras, será muy difícil encontrar una ciudad que haya resistido un cerco de 900 días. Morían los leningradenses de frío y de hambre, se desplomaban en las calles incesantemente bombardeadas por la artillería fascista; ¡pero los hombres y mujeres de Leningrado no se rendían!
Se acercaron las tropas fascistas a Moscú con el grueso de sus fuerzas —como explicó el embajador soviético—, pero Moscú no pudo ser tomada, Moscú no se rendía, Moscú resistía, y no solo resistía sino que contraatacaba y tomaba la ofensiva.
Avanzaron el segundo año de guerra considerables fuerzas fascistas sobre Stalingrado, y se acercaron a Stalingrado, e incluso tomaron una parte de Stalingrado. Pero las tropas soviéticas, en unos cuantos cientos de metros entre la ciudad y el río, resistieron. ¡Y libraron allí la más grande batalla de la historia de las guerras!
(...)
De nuevo, en el tercer año de guerra, los fascistas trataron de tomar la iniciativa y reunieron poderosísimas fuerzas, otra vez en dirección a Moscú. Y se libra la famosa batalla del Arco de Kursk, que fue otro de los más encarnizados combates de la guerra, en que de nuevo las tropas fascistas se estrellan continúa la heroica resistencia de los soldados soviéticos.
Y luego, cuando el ejército soviético toma la ofensiva, cuando llegó la hora de ajustar cuentas definitivamente, se inicia el avance hacia el territorio de los fascistas. Y se escriben páginas inmortales y gloriosas, en que sobresalen el heroísmo del soldado, el patriotismo del pueblo, la superioridad de la técnica y, sobre todo, la superioridad de los principios revolucionarios. Las tropas soviéticas no se detuvieron hasta el mismo corazón de la Alemania fascista, ¡hasta el mismo día que en la cúspide del Reichstag pusieron la gloriosa y victoriosa bandera del pueblo soviético!
60 años después...
Fragmento del discurso en ocasión de la Tribuna Abierta en la Plaza de la Revolución "Antonio Maceo", Santiago de Cuba, el 8 de junio de 2002.
La humanidad conoció, hace apenas dos tercios de siglo, la amarga experiencia del nazismo. Hitler tuvo como aliado inseparable el miedo que fue capaz de imponer a sus adversarios. Primero lo toleraron como trinchera y aliado potencial contra el comunismo. Le hicieron concesiones. Recuperó el Ruhr, zona vital para el rearme, anexó Austria al Tercer Reich alemán y conquistó sin disparar un tiro gran parte de Checoslovaquia. Ya poseedor de una temible fuerza militar, pactó con la URSS un acuerdo de no agresión el 23 de agosto de 1939 y 9 días después estalló una guerra que incendió al mundo. La falta de visión y la cobardía de los estadistas de las más fuertes potencias europeas de aquella época dieron lugar a una gran tragedia.
No creo que en Estados Unidos pueda instaurarse un régimen fascista. Dentro de su sistema político se han cometido graves errores e injusticias —muchas de las cuales aún perduran—, pero el pueblo norteamericano cuenta con determinadas instituciones, tradiciones, valores educativos, culturales y éticos que lo harían casi imposible. El riesgo está en la esfera internacional. Son tales las facultades y prerrogativas de un presidente y tan inmensa la red de poder militar, económico y tecnológico de ese Estado que, de hecho, en virtud de circunstancias ajenas por completo a la voluntad del pueblo norteamericano, el mundo está comenzando a ser regido por métodos y concepciones nazis.
No está en mi ánimo exagerar ni dramatizar. Es muy real que la existencia y el papel de la Organización de Naciones Unidas están siendo cada vez más cuestionados e ignorados.
El señor W. Bush, al proclamar el 20 de septiembre del 2001 que quien no apoyara su proyecto de guerra contra el terrorismo sería considerado terrorista y se exponía a sus ataques, desconoció abiertamente las prerrogativas de la ONU y asumió, en virtud de su poderío militar, el papel de amo y gendarme del mundo. Para los que estamos familiarizados con la literatura marxista, ese día tuvo lugar el Dieciocho Brumario de W. Bush. Los historiadores futuros deberán hacer constar cuál fue la reacción de los líderes políticos de la inmensa mayoría de los países. El pánico y el temor se apoderó de la mayoría de ellos.
Tales concepciones y métodos están reñidos con la idea de un orden mundial democrático, basado en normas y principios que garanticen la seguridad y la paz a todos los pueblos.
Ya mucho antes de los actos terroristas del 11 de septiembre, Bush había promovido enormes presupuestos para la investigación y producción de armas cada vez más mortíferas y sofisticadas, cuando no había ya guerra fría, el antiguo adversario no existía y el debilitado Estado que lo sucedió no contaba con los recursos económicos ni la voluntad de lucha para enfrentar la abrumadora fuerza de la única superpotencia existente.
¿Por qué y para qué fue concebido ese colosal programa armamentista?
En un reciente discurso, pronunciado al cumplirse el 200 Aniversario de la Academia Militar de West Point, muy conocida por su relevante papel en la historia militar de Estados Unidos, el señor W. Bush lanzó una encendida arenga con motivo de la graduación de 958 cadetes, correspondiente al año actual. Habló también allí para Estados Unidos y el resto del mundo.
Algunos conceptos vertidos en ese acto reflejan su pensamiento y el de sus asesores más cercanos desde mucho antes de los brutales hechos del 11 de septiembre, que ahora sirven de excelente pretexto para justificar lo que era ya una peculiar concepción del mundo, peligrosa, inadmisible e insostenible:
"Si esperamos que las amenazas se materialicen plenamente, habremos esperado demasiado."
"En el mundo en el que hemos entrado, la única vía para la seguridad es la vía de la acción. Y esta nación actuará."
[...]
"Nuestra seguridad requerirá que transformemos a la fuerza militar que ustedes dirigirán, una fuerza que debe estar lista para atacar inmediatamente en cualquier oscuro rincón del mundo. Y nuestra seguridad requerirá que estemos listos para el ataque preventivo cuando sea necesario defender nuestra libertad y defender nuestras vidas."
"Debemos descubrir células terroristas en 60 países o más... Junto a nuestros amigos y aliados, debemos oponernos a la proliferación y afrontar a los regímenes que patrocinan el terrorismo, según requiera cada caso."
[...]
"Enviaremos diplomáticos a donde sean necesarios, y los enviaremos a ustedes, a nuestros soldados, a donde ustedes sean necesarios."
"No dejaremos la seguridad de América y la paz del planeta a merced de un puñado de terroristas y tiranos locos. Eliminaremos esta sombría amenaza de nuestro país y del mundo".
"A algunos les preocupa que sea poco diplomático o descortés hablar en términos del bien y el mal. No estoy de acuerdo. [...] Estamos ante un conflicto entre el bien y el mal, y América siempre llamará al mal por su nombre. Al enfrentarnos al mal y a regímenes anárquicos, no creamos un problema, sino que revelamos un problema. Y dirigiremos al mundo en la lucha contra el problema."
[...]
"Generaciones de oficiales de West Point se han planificado y practicado para batallas con la Rusia soviética. Acabo de llegar de una nueva Rusia, que es un país que busca la democracia y nuestro asociado en la guerra contra el terrorismo."
Como puede apreciarse, en el discurso no aparece una sola mención a la Organización de Naciones Unidas, ni una frase referida al derecho de los pueblos a la seguridad y la paz, a la necesidad de un mundo regido por normas y principios; solo se habla de alianzas entre potencias y de guerra, guerra y guerra, en nombre de la paz y la libertad, palabras que en su boca suenan mentirosas y huecas como burbujas de jabón. Todo el discurso envuelto en una melosa exaltación al chovinismo, a la superioridad de la cultura, la gloria y el poder de su país.
Los miserables insectos que habitan en 60 o más naciones del mundo, seleccionadas por él, sus íntimos colaboradores, y en el caso de Cuba por sus amigos de Miami, no importan para nada. Constituyen los "oscuros rincones del mundo" que pueden ser objeto de sus "sorpresivos y preventivos" ataques. Entre ellos se encuentra Cuba que, además, ha sido incluida entre los que propician el terrorismo. Y encima, la cínica invención de que producíamos armas biológicas, sin tener para nada en cuenta que todo el mundo sabe que se trata de una colosal mentira.
¿En qué se diferencian esta filosofía y estos métodos de la filosofía y los métodos nazis?
¿Por qué tantos gobiernos tiemblan y callan?
No es casual que en varios países de Europa la derecha fascista incremente sus fuerzas.
El pueblo norteamericano no querrá que sus hijos sean educados en semejante filosofía.
Fragmentos del discurso de Fidel Castro Ruz en ocasión del 1º. de mayo de 2003.
Cuba, que fue el primer país en solidarizarse con el pueblo norteamericano el 11 de septiembre del 2001, fue también el primero en advertir el carácter neofascista que la política de la extrema derecha de Estados Unidos, que asumió fraudulentamente el poder en noviembre del año 2000, se proponía imponer al mundo. No surge esta política movida por el atroz ataque terrorista contra el pueblo de Estados Unidos cometido por miembros de una organización fanática que en tiempos pasados sirvió a otras administraciones norteamericanas. Era un pensamiento fríamente concebido y elaborado, que explica el rearme y los colosales gastos en armamento cuando ya la guerra fría no existía y lo que ocurrió en septiembre estaba lejos de producirse. Los hechos del día 11 de ese fatídico mes del año 2001 sirvieron de pretexto ideal para ponerlo en marcha.
El 20 de septiembre de ese año, el presidente Bush lo expresó abiertamente ante un Congreso conmocionado por los trágicos sucesos ocurridos nueve días antes. Utilizando extraños términos habló de «justicia infinita» como objetivo de una guerra al parecer también infinita:
«El país no debe esperar una sola batalla, sino una campaña prolongada, una campaña sin paralelo en nuestra historia.»
«Vamos a utilizar cualquier arma de guerra que sea necesaria.»
«Cualquier nación, en cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decisión: o están con nosotros o están con el terrorismo.»
«Les he pedido a las Fuerzas Armadas que estén en alerta, y hay una razón para ello: se acerca la hora de que entremos en acción.»
«Esta es una lucha de la civilización.»
«Los logros de nuestros tiempos y las esperanzas de todos los tiempos dependen de nosotros.»
«No sabemos cuál va a ser el derrotero de este conflicto, pero sí cuál va a ser el desenlace [...] Y sabemos que Dios no es neutral.»
¿Hablaba un estadista o un fanático incontenible?
Dos días después, el 22 de septiembre, Cuba denunció este discurso como el diseño de la idea de una dictadura militar mundial bajo la égida de la fuerza bruta, sin leyes ni instituciones internacionales de ninguna índole.
«...La Organización de Naciones Unidas, absolutamente desconocida en la actual crisis, no tendría autoridad ni prerrogativa alguna; habría un solo jefe, un solo juez, una sola ley.»
[...]
Mencioné por primera vez la idea de una tiranía mundial un año, 3 meses y 19 días antes del ataque a Iraq.
En los días previos al inicio de la guerra, el presidente Bush volvió a repetir que utilizaría, si fuese necesario, cualquier medio del arsenal norteamericano, es decir, armas nucleares, armas químicas y armas biológicas.
Antes se había producido ya el ataque y ocupación de Afganistán.
Hoy los llamados "disidentes", mercenarios a sueldo pagados por el Gobierno hitleriano de Bush, traicionan no sólo a su Patria sino también a la humanidad.
Ante los planes siniestros contra nuestra Patria por parte de esa extrema derecha neofascista y sus aliados de la mafia terrorista de Miami que le dieron la victoria con el fraude electoral, nos gustaría saber cuántos de los que desde supuestas posiciones de izquierda y humanistas han atacado a nuestro pueblo por las medidas legales que en acto de legítima defensa nos vimos obligados a adoptar frente a los planes agresivos de la superpotencia, a pocas millas de nuestras costas y con una base militar en nuestro propio territorio, han podido leer esas palabras, tomar conciencia, denunciar y condenar la política anunciada en los discursos pronunciados por el señor Bush a los que hice referencia en los que se proclama una siniestra política internacional nazi-fascista por parte del jefe del país que posee la más poderosa fuerza militar que fue concebida jamás, cuyas armas pueden destruir diez veces a la humanidad indefensa.
El mundo entero se ha movilizado frente a las espantosas imágenes de ciudades destruidas e incendiadas por atroces bombardeos, niños mutilados y cadáveres destrozados de personas inocentes.
Dejando a un lado a los grupos políticos oportunistas, demagogos y politiqueros de sobra conocidos, me refiero ahora fundamentalmente a los que fueron amistosos con Cuba y luchadores apreciados. No deseamos que los que la atacaron de forma a nuestro juicio injusta, por desinformación o falta de análisis meditado y profundo, tengan que pasar por un dolor infinito si un día nuestras ciudades están siendo destruidas y nuestros niños y sus madres, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos destrozados por las bombas del nazi-fascismo, y conocen que sus declaraciones fueron cínicamente manipuladas por los agresores para justificar un ataque militar contra Cuba.
[...]
En nombre del millón de personas aquí reunidas este Primero de Mayo, deseo enviar un mensaje al mundo y al pueblo norteamericano:
No deseamos que la sangre de cubanos y norteamericanos sea derramada en una guerra; no deseamos que un incalculable número de vidas de personas que pueden ser amistosas se pierdan en una contienda. Pero jamás un pueblo tuvo cosas tan sagradas que defender, ni convicciones tan profundas por las cuales luchar, de tal modo que prefiere desaparecer de la faz de la Tierra antes que renunciar a la obra noble y generosa por la cual muchas generaciones de cubanos han pagado el elevado costo de muchas vidas de sus mejores hijos.
Nos acompaña la convicción más profunda de que las ideas pueden más que las armas por sofisticadas y poderosas que estas sean.
Enero/2006
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