El partido de Macron y el NFP habían sellado un acuerdo ´democrático´ en la segunda vuelta para impedir un ascenso de la ultraderecha de Marine Le Pen que le permitiera formar gobierno propio. Básicamente, el pacto consistía en que un partido llamaría a votar por aquel que hubiera salido segundo en aquellos distritos donde se impuso el lepenismo. Esto fue cumplido a rajatablas, especialmente, por los votantes izquierdistas. El partido de Macron se benefició, de ese modo, pasando del tercer al segundo puesto; en el NFP, que obtuvo 193 diputados, la corriente más beneficiada fue La Francia Insumisa, que lidera Jean-Luc Mélenchon. Pero finalmente el macronismo rechazó ungir a un representante de la ´extrema izquierda´ y luego descartó también la candidatura alternativa, moderada, de la ´comunista´ Lucie Castets, según Macron, por la falta de apoyo del Partido Socialista. La segunda vuelta tuvo lugar el 7 de julio pasado, pero esta fue la primera manifestación callejera en los dos largos meses transcurridos que reclama hacer valer aquellos resultados. Se realizaron130 manifestaciones en todo el país, entre 25 mil y 50 mil personas en París-. El Partido Socialista reteaceó su adhesión, al igual que la burocracia sindical, que formalmente apoya al NFP. Por lo pronto la CGT convocó a una manifestación recién para el primero de octubre próximo, bajo el planteo de “respeto por la democracia”.
El nombramiento de Barnier corona una sorprendente maniobra de Macron, quien adelantó las elecciones legislativas luego de que su partido obtuviera apenas el 12% de los votos en los comicios para el parlamento europeo. Disolvió la Asamblea Nacional, sin poner en juego su propio cargo. Obtuvo el tercer puesto y estableció con la ´izquierda´ el acuerdo antes mencionado para la segunda vuelta, lo que le permitió sumar legisladores. Finalmente, selló este acuerdo con otro partido de derecha, Republicanos, que había obtenido un lejano cuarto puesto, con el agregado, además, de que cuenta con el acuerdo de la extrema derecha de Le Pen, que ha dicho que “no votará automáticamente en su contra” (BBC, 8/9). O sea que el ´nuevo´ gobierno, luego del pacto de Macron con la izquierda para bloquear a la ultraderecha de Le Pen, es el resultado de un acuerdo entre todos los matices de la derecha.
Para formar gobierno, son necesarios 289 escaños. El Nuevo Frente Popular cuenta con 193 diputados, el macronista Juntos por la República cosechó 168, la Agrupación Nacional de Le Pen 143 y los republicanos del flamante primer ministro, apenas 60.
La elección de Barnier anticipa la agenda del nuevo gobierno. Fue ministro de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy; también fue comisario europeo, encargado de imponer las políticas de ´ajuste´ y de negociar con el Reino Unido el Brexit. En 1981 cuando era diputado votó en contra de la despenalización de la homosexualidad. Como precandidato en las elecciones presidenciales de 2022, propuso llevar la edad mínima de jubilación de 62 a 65 años (Macron la llevó por decreto a los 64 años), estaba a favor del aumento de la jornada de trabajo, defendía una pausa migratoria de tres a cinco años y proponía detener las regularizaciones de los “sin papeles” (Página/12, 8/9).
La consistencia de la maniobra de Macron deberá medirse con el escenario explosivo planteado por la guerra y un agravamiento de las condiciones sociales en toda Europa. Le Pen, que promovía ´desescalar´ el apoyo francés a la guerra de la OTAN en Ucrania e hizo demagogia en materia de ´políticas sociales´, ahora ha quedado comprometida en un frente partidario de la economía de guerra.
Jacyn
09/09/2024
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