viernes, 21 de agosto de 2020

Bolivia: la segunda capitulación de Evo Morales




El “cuarto intermedio” bloquea la caída de Añez

La huelga general -convocada por un Cabildo Abierto realizado en El Alto con la dirección de la Central Obrera (COB), sindicatos campesinos y organizaciones populares de 20 provincias-, que se inició el lunes 3 de agosto, se fue extendiendo y profundizando con el correr de los días. Doscientos bloqueos de caminos paralizaron por completo a Bolivia. Las reiteradas amenazas represivas y el aliento al accionar de grupos fascistas (juventud santacruceña y otros) no lograron hacer retroceder la gran huelga, sino que la fueron radicalizando. Empezó reclamando por una fecha de convocatoria a elecciones y rápidamente pasó a plantear la caída del gobierno de Jeanine Añez. En diversos sectores se votaron también plataformas explícitas de reclamos populares (nacionalización del sistema de salud, etc.). Proceso típico de las huelgas generales, se transformó en una huelga política de masas, que se planteó el derrocamiento del régimen golpista.
Contra esta tendencia a un salto abiertamente revolucionario, salió con los tapones de punta el dirigente del MAS, el depuesto presidente por el golpe, Evo Morales. Este se opuso de entrada a pedir la ‘renuncia de Añez’, porque alejaba la posibilidad de un acuerdo electoral -afirmó. Y presionó fuertemente para llegar a un ‘compromiso’ con el gobierno golpista, cuyas garantías eran el aval de las Naciones Unidas (ONU). Evo Morales comprometió a toda la cúpula parlamentaria del MAS a votar una ley aceptando que las elecciones se postergaran al 18 de octubre. En forma ultrarrápida, la presidenta Añez, que se negó durante semanas a aprobar el anterior llamado electoral (finalmente levantado) para el 6 de septiembre, lo aprobó ahora en cuestión de horas.
Se trataba de consumar el operativo de desmovilización (llamado de ‘pacificación’) de las masas en lucha, para impedir su profundización revolucionaria.
Es la segunda vez que Evo Morales capitula ante los golpistas. En noviembre pasado presentó la renuncia y habilitó la suba al gobierno de Añez, llamando a la ‘pacificación’, mientras las masas se movilizaban y eran fuertemente reprimidas con decenas de muertos, heridos y detenidos.
Ahora, nuevamente, ante el ascenso de la huelga general, Evo salió a caucionar al gobierno de Añez, levantándola a cambio de un ‘compromiso’ para una fecha electoral que ya fue cambiada cuatro veces. Es la segunda capitulación de Evo en la lucha contra el golpe. Claro indicador de la cobardía política de la dirección nacionalista burguesa-indigenista, que llega a enfrentar, en defensa del orden burgués, a sus bases y a las masas movilizadas.

“Traición”

Fue el clamor que surgió de las masas piqueteras que defendían los bloqueos contra la derecha y las fuerzas represivas. La misma dirección burocrática de la COB denunció a la bancada parlamentaria del MAS por votar esta ley de convocatoria, que salvaba a Añez de su derrocamiento. Y llamó a mantener los piquetes. Recién 24 horas más tarde, la COB se plegó al operativo de levantamiento. “Bajo protesta”: declaró un “cuarto intermedio” en la lucha.
Una amplia vanguardia, peligrando quedarse aislada, se vio obligada a retirarse, puteando a los traidores.

¿Normalidad constitucional?

Inmediatamente, las cámaras parlamentarias -con presidencias y holgadas mayorías del MAS- entraron a votar leyes. La primera fue la habilitación para que Añez contraiga nuevos préstamos con el Banco Mundial y el BID, por más de 700 millones de dólares. Hasta ahora, el Congreso se había negado a votar esos préstamos como parte de una oposición al régimen golpista corrupto. Añez chantajeó, afirmando no contar con fondos para realizar una política sanitaria y social frente a la pandemia.
La aprobación de los préstamos imperialistas (hay otra cifra similar a endeudarse con el FMI) fue acompañada por algunas tímidas leyes sociales: bono contra el hambre de 1.000 bolivianos (140 dólares) por única vez para los que no tienen ingresos fijos blanqueados; disminución del 50% en los alquileres hasta fin de año; congelamiento del pago de cuotas a los bancos; obligación de las clínicas privadas de atención (a cuenta del Estado) a los infectados de coronavirus. Pero mientras Añez promulgó enseguida la ley que le autoriza a manejar 700 millones de dólares, mantiene sin tocar los otros proyectos. Es más: dos de ellos -el de obligar a las clínicas privadas a atender pacientes con Covid-19 y el de rebaja de alquileres- los mandó a un Tribunal Constitucional para que estudie si no violan normas constitucionales. Los golpistas se hacen los constitucionalistas para no responder a los urgentes problemas de las masas. La dirección del MAS está paralizada en la ‘pacificación’ y posterga toda acción a las eventuales elecciones del 18 de octubre.

La derecha sigue conspirando

El levantamiento de la huelga general y la ‘pacificación’ no significa que la derecha y los golpistas hayan renunciado al continuismo y acepten la convocatoria de elecciones con garantías mínimas para el 18 de octubre.
‘Cívicos’ de Santa Cruz anunciaron públicamente que no permitirán elecciones el 18 de octubre, aduciendo la pandemia y “que no están de acuerdo con la actual convocatoria”. Piden «una nueva convocatoria con la modificación del sistema de votación entre área rural y urbana” en detrimento de las comunidades indígenas.
El gobierno ha impulsado la renuncia de algunos vocales del Tribunal Supremo Electoral a fin de acelerar su acefalía y justificar así que no hay condiciones para la convocatoria electoral. Por otra parte, se siguen sumando procesos contra los dirigentes del MAS con el afán de proscribir incluso al propio MAS. Evo Morales, al que se pretendía condenar como terrorista antes de la huelga general, fue llamado a negociar el levantamiento de la huelga, para ahora, una vez levantada, ser acusado de “pedofilia”. Esto, basado en dos denuncias: una “anónima” y la otra hecha por una senadora derechista que la recogió de una “revista española”.
El levantamiento de la huelga general sin haber terminado con Añez y su gobierno alienta esta conspiración derechista. No hay ningún cambio en la estructura de poder que indique, incluso, que esta vez se cumplirá la convocatoria electoral.

Evo en el “acuerdo nacional”

Con la caución de la ONU, Evo estableció un “acuerdo” político de “pacificación” no solo para levantar la huelga, sino para después de las elecciones. Las ilusiones de amplias masas -y sectores de la vanguardia- de que un retorno del MAS al gobierno revertirá las medidas de ajuste contra el pueblo y abrirán un período de progreso social son infundadas. Un nuevo gobierno del MAS será, incluso, una sombra -hacia la derecha- del anterior. La ONU y los poderes imperialistas actuarán como ‘garantes’ que presionarán claramente en ese sentido.
Cuando llamamos a apoyar y profundizar la lucha por elecciones democráticas, no lo hacemos en el convencimiento de que de estas elecciones saldrá un esquema de gobierno que resolverá los acuciantes problemas de las masas. Nada de eso. Lo hacemos porque es la lucha por un derecho democrático contra un gobierno fascistoide, golpista, agente directo de Trump y Bolsonaro que, al asumir el gobierno, lo hace como parte de una ofensiva abierta contra los trabajadores y campesinos, para que estos paguen la crisis capitalista que horada al mundo y a Bolivia.
En el transcurso de esa lucha, las masas han llegado a la huelga general, una de las medidas más elevadas antes de la insurrección directa. Y, en el transcurso de esta huelga general, los planteos se fueron radicalizando, planteando la caída revolucionaria del gobierno golpista, empezando a desarrollar organismos colectivos en los piquetes, incluso en muchos casos de núcleos y milicias de autodefensa para aplastar el accionar de las bandas paramilitares. El deber de los revolucionarios es estar de este lado de las barricadas. Su participación protagónica en esa lucha creará mejores condiciones para formar una nueva dirección, recuperar las organizaciones de masas y superar a las pusilánimes y traidoras direcciones del nacionalismo burgués.
El POR nuevamente ha estado ausente de la huelga general. Más aún, la enfrentó y batalló contra ella, con los falsos argumentos gorilas del gobierno y la derecha (contra los cortes de ruta porque impedían el paso de tubos de oxígeno hacia las ciudades, etc.). Al igual que otros elementos de la izquierda se llenan la boca de que luchan por “la independencia política de la clase obrera”. Pero no es posible luchar por esa independencia de clase sin estar en la primera línea, sin ser los más consecuentes luchadores de las masas contra la reacción. En boca de estos ‘izquierdistas’, la independencia de clase es la pasividad, es declararse falsamente neutral entre las masas en lucha y el gobierno represivo. La única forma en que la izquierda pueda organizar en forma independiente a las masas es superando en el combate a las direcciones nacionalistas burguesas. Lo contrario es cháchara reaccionaria. Los sectores de la izquierda que han sido protagonistas en esta lucha tienen una gran posibilidad de desarrollar la construcción de un partido revolucionario de clase, políticamente independiente de la burguesía.
No se debe esperar pasivamente las elecciones. Existe, incluso, la posibilidad de que no se terminen realizando. La “vigilia permanente” que ha declarado la burocracia de la COB debe transformarse en una defensa y lucha permanente de los trabajadores.
Se informa de más de 500 despedidos entre los trabajadores fabriles de La Paz. La burocracia sindical “anticipó que se buscará, vía diálogo, que los trabajadores sean reincorporados”. Si el ‘diálogo’ “no da solución vamos a ir la vía penal”, dice. Se da vía libre a las patronales para seguir con su descarga de despidos masivos. No podemos, ni debemos, esperar un eventual 18 de octubre. Prohibición de despidos, ocupar toda empresa que despida.
La pandemia está causando estragos, mientras crece la incompetencia y corrupción del gobierno (el alcalde de La Paz denunció que hace cuatro meses que está esperando autorización para una compra de reactivos del coronavirus y otros).
Nacionalización sin pago de sanatorios y laboratorios privados, sistema único de salud bajo gestión de profesionales y trabajadores sanitarios.
Nacionalización del litio, la minería y los hidrocarburos.
Revolución agraria para expropiar sus tierras a la oligarquía terrateniente.
¡Fuera Añez y su régimen golpista corrupto!

Rafael Santos

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