martes, 5 de mayo de 2020

A los tiros: ¿qué hay detrás de los grupos armados anti cuarentena de Michigan?




La pulseada en la industria automotriz y la crisis política.

Luego de dos provocativas protestas armadas donde sectores de ultraderecha del Estado de Michigan se concentraron contra la continuidad de la cuarentena, en línea con los planteos de reinició de la economía y “vuelta a la normalidad” que viene promoviendo Donald Trump, el viernes primero de mayo el movimiento de rechazo a la cuarentena se cobró su primer vida.
No fue en ningún hecho insurgente, sino el fusilamiento absurdo de un empleado de seguridad de un supermercado de la cadena Family Dollar en la ciudad de Flint. Calvin Munerlyn, el empleado de 43 años, le pidió a una cliente del supermercado que se ponga un tapaboca o se retire. Un tiempo después dos familiares suyos volvieron al comercio y mataron a Munerlyn de un tiro en la cabeza.

Una “muy buena gente”

Aunque no se conoce una filiación directa de los asesinos con las protestas, no es difícil conectar el hecho con los planteos que el día anterior habían levantado quienes ocuparon la legislatura estadual con rifles de asalto reclamando el fin de la cuarentena y el rechazo a una prórroga de poderes de emergencia para la gobernadora demócrata, Gretchen Whitmer. Los manifestantes portaban carteles identificando a la gobernadora con Hitler, y pidiendo “la horca para los tiranos”. Promovían que los negocios no esenciales abrieran sus puertas desde el primero de mayo.
La Michigan Liberty Militia, que fue identificada como la fuerza detrás de las acciones de unos centenares de miembros, es catalogada por el Southern Poverty Law Center, un grupo de derechos humanos que se dedica a mantener un registro de los grupos racistas y de extrema derecha que actúan en EEUU, como parte de todo el movimiento de extrema derecha que abreva en las teorías conspirativas, en el racismo y el antisemitismo y que son parte del mundo de extrema derecha al cual Donald Trump apoya y del cual se ha nutrido de funcionarios.
El propio Trump, dio apoyo político a la acción en la legislatura, diciendo -desde su cuenta de Twitter- que había actuado un grupo de “muy buena gente”, y que Whitmer debía “ceder un poco” frente a gente que quería sus vidas de vuelta. “LIBEREN A MICHIGAN” siguió vociferando por Twitter. La millonaria y conservadora ministra de educación, Betsy DeVos, ha sido señalada por The Guardian, como financista de los grupos de Michigan. Otros clanes multimillonarios detrás de Trump como los Koch y los Coors también financian a los grupos derechistas que reclaman “la vuelta al trabajo”.
Es de notarse que cuando, en 1967, el Partido de las Panteras Negras realizó una protesta pacífica portando armas legales en la legislatura de California, sus miembros fueron arrestados. El jueves en Michigan hubo empujones leves con la policía y un solo manifestante fue demorado luego de la ocupación armada del edificio. No es secreto, ni novedoso, que los grupos de ultraderecha actúan en Estados Unidos con una amplia connivencia de las autoridades.
El ritmo de la reapertura económica en los distintos Estados es el centro de la crisis política entre el presidente y buena parte de los gobernadores, mientras las cifras de contagio y muerte están lejos de haber empezado a caer. Las acciones de Michigan son parte de iniciativas tomadas por seguidores de Trump y el Partido Republicano en Estados que están en disputa en las elecciones de este año y son claves en el colegio electoral. Sólo en este Estado ha habido 43.207 casos confirmados de coronavirus, y 4.020 muertos.
El peso que Trump le ha dado a la pulseada con la gobernadora no se limita, claro, a unos tweets. La legislatura con mayoría republicana rechazó el pedido de prórroga a la Gobernadora, que esta extendió por decreto. También han instruido desde la procuraduría la presentación de un caso legal contra sus disposiciones, que ha sido rechazado en la corte que lo trató.
El Partido Demócrata fuerza la diferenciación con Trump de cara a las elecciones pero tiene como eje también la salida de la cuarentena. Dice que quiere hacerlo de forma “responsable” y teniendo por eje la “ciencia” y no los “intereses políticos”. Aunque no les cuesta aparecer como “responsables” por contraste con Trump, lo cierto es que todas sus alas, incluido el izquierdista Bernie Sanders, han apoyado el paquete de rescate fiscal que está transfiriendo millones del Tesoro directamente a los grandes monopolios y bancos en el contexto de una verdadera catástrofe.

¿Quién puso el huevo de la serpiente?

Estos hechos muestran un extremo de la polarización política y social que ya hemos caracterizado, y que se ha agravado con la transformación de Estados Unidos en el epicentro mundial de la pandemia. Las protestas movilizan a un sector pequeño burgués, de pequeños comerciantes, desclasado, cuentapropista que está en franco pánico por el impacto combinado de la crisis política y la pandemia. Trump viene motivando a esta base social con todo su repertorio de demagogia derechista, que incluye retomar campañas contra los inmigrantes, acusar a China (y no a su propia política suicida) por la extensión de la pandemia o relativizar su gravedad, prometer una vacuna en poco tiempo o la posibilidad de experimentar con desinfectante para generar inmunidad.
No es la posición mayoritaria del pueblo norteamericano. Una reciente encuesta del Washington Post plantea que sólo el 1% de los consultados piensa que es seguro levantar en este momento las restricciones al movimiento. Una encuesta de Rutgers y Harvard dice que en el propio Michigan el apoyo a la continuidad de la cuarentena es de 68% (contra un 24% en contra). Pero es una minoría que a Trump, y a los intereses patronales afectados por la cuarentena, le es útil como fuerza de choque. Los medios de comunicación le han dado una amplificación enorme a estas protestas anti-cuarentena, mientras tienden a tapar los conflictos obreros y populares.
Claramente el régimen político yanqui no tiene condiciones de imponer la destrucción del movimiento obrero. No tiene los recursos políticos para imponer el fascismo. Eso no le impide, sin embargo promover e impulsar formaciones que se asemejan a su ideología y a sus características sociales. Esto es un alerta que el movimiento obrero y la militancia popular de Estados Unidos no pueden pasar de largo. En la profunda crisis cuyo comienzo apenas estamos viendo, la oposición profunda de intereses planteados va a plantear la derrota política y física de las bandas derechistas.

¿Por qué hay pánico en Detroit?

Michigan merece una especial atención de parte de Trump por ser uno de los llamados “swing-states”, o sea que no tienen una fuerza política dominante definida. Estos estados son cruciales para ganar los comicios nacionales. Pero las elecciones presidenciales no son los únicos intereses detrás de estos choques. La industria automotriz del país que tiene su centro en Detroit (no por nada se lo conoce como Motortown, el pueblo-motor) y sus alrededores fue cerrada por la iniciativa de sus trabajadores frente al avance de los contagios. Dos docenas de trabajadores automotrices llegaron a morir de coronavirus, incluidos 15 de la planta de Chrysler en Detroit.
Las llamadas 3 grandes de Detroit (GM, Ford y Fiat-Chrysler) han puesto ahora la fecha de 18 de mayo para recomenzar su producción. Las condiciones actuales de cuarentena aparecen como el obstáculo formal. El problema de fondo es la relación de fuerzas entre las patronales y los trabajadores. Aunque las patronales y el sindicato (UAW) han avanzado en conversaciones para retomar una tarea que no tiene nada de esencial, las posibilidades de implementar la vuelta al trabajo están por verse. Justamente se vienen extendiendo en distintos gremios los “paros salvajes” en defensa de las condiciones sanitarias de trabajo, por encima de las direcciones burocráticas.

Guillermo Kane

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