martes, 7 de diciembre de 2010

María Ester Gatti



SE FUE UNA LUCHADORA IMPRESCINDIBLE
EL UNICO CONSUELO ANTE SU FALTA ES QUE PASO SUS ULTIMOS AÑOS ACOMPAÑADA POR EL AMOR DE SU NIETA MARIANA, LA NIÑA QUE TIENE LOS OJOS MAS BELLOS.
EL MEJOR HOMENAJE ES SECARSE LAS LAGRIMAS Y CONTINUAR CON SU LUCHA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA HASTA EL FINAL.

¡HABRA JUSTICIA!! HASTA SIEMPRE COMPAÑERA

Nació el 13 de enero de 1918, en Montevideo, en la calle Guaná 2012.
Cursó sus estudios primarios en la Escuela Pública en el barrio Cordón, donde vivía. Cuando terminó sus años escolares, ingresó en la Universidad de las mujeres y luego al Instituto Magisterial para recibirse de maestra con 17 años, en 1935.
No pudo comenzar a trabajar en la escuela pública, hasta 5 años después, al negarse a firmar una adhesión al régimen del dictador Gabriel Terra.
En 1948 se casó con Ramón Agustín Islas González de cuyo matrimonio nació el 18 de abril de 1953, su única hija María Emilia.Vivió gran parte de su vida en el barrio de Colón.
Su hija María Emilia también inicio sus estudios de magisterio y se caso con Jorge Zaffaroni Castilla en 1973.
Perseguidos por la dictadura por su militancia política en la ROE (Resistencia Obrera Estudiantil), el matrimonio Zaffaroni- Islas debe refugiarse en la Argentina, en donde participan de la fundación del PVP.El 22 de marzo de 1975, nace en Argentina su nieta Mariana.
El 27 de setiembre de 1976, María Emilia, su esposo Jorge Zaffaroni y su nieta Mariana, fueron secuestrados en Argentina por fuerzas militares uruguayas y argentinas.
A partir de ese momento, María Ester, convirtió su dolor en lucha iniciando una batalla, enfrentada al poder dictatorial primero y a la insensibilidad y la complicidad de los gobiernos democráticos que siguieron a la dictadura.
Junto a Luz Ibarburu de Recagno, Violeta Malugani, María Elena Antuña de Gatti, Irma Hernández y Milka Prieto, inician las primeras denuncias colectivas, (entre ellas a la OEA) de los desaparecidos uruguayos en la Argentina, que darán lugar, posteriormente, a la conformación del grupo de Familiares de uruguayos Detenidos Desaparecidos en Argentina.
En 1979 cuando son ubicados los hermanitos Julien, en Valparaíso, Chile, viaja a ese país, ante la posibilidad de que su nieta haya sido llevada con ellos.Fue una activa propulsora de las denuncias, ante los organismos internacionales y los distintos estrados judiciales nacionales y extranjeros.Entre las múltiples gestiones y entrevistas que realiza logra interpelar al mayor Gavazzo en dictadura para reclamarle por su nieta, en el mismo domicilio de este.
Encara la búsqueda en Argentina junto con Abuelas de Plaza de Mayo, donde se recogía la información de los presuntos hijos de desaparecidos.
El 24 de julio de 1980, fallece su esposo de un ataque cardiaco...
En 1983 obtiene la primer información respeto a su nieta, al publicarse en Brasil una entrevista a un represor argentino que dice que otro represor se habría apropiado de la niña.Viaja a Brasil con la madre de Jorge Zaffaroni, donde realiza contactos con organizaciones de derechos humanos y políticos interesados en el tema.
Posteriormente se recibe información de quien es el represor que se habría apropiado de su nieta, Miguel Ángel Furcci, miembro de la SIDE argentina, dando origen a la presentación de la denuncia ante la justicia argentina.
Luego de un largo e irregular tránsito por los juzgados argentinos de la denuncia y el pedido a la justicia de medidas cautelares, se da la fuga de los apropiadores con Mariana, al Paraguay.Posteriormente viaja a Paraguay junto con Milton Romani, siguiendo datos para ubicar a Mariana.
En 1985, presenta junto a un grupo de familiares de desaparecidos, una denuncia penal ante la justicia uruguaya, la que no prospera en virtud de la aprobación por el Parlamento el 22 de diciembre de 1986, de la Ley de caducidad.
Junto a Elisa Dellepiane de Michelini, Matilde Rodríguez de Gutiérrez Ruiz, a partir del 5 de enero de 1987, preside la Comisión Nacional pro-referéndum, movimiento que busco mediante el referéndum, anular la ley de caducidad.
En ese marco que culmino con la realización del referéndum el 16 de abril de 1989, fue una incansable participante de actividades en todo el país y a nivel internacional. Realizo dos giras europeas, una acompañada de Luz Recagno y otra por Sara Méndez.
En 1992 es ubicada nuevamente Mariana, y le es restituida su identidad y son procesados los apropiadores.
El 19 de abril de 2007, integra la Comisión presidida por Mario Benedetti, del Museo de la Memoria.El 27 de marzo de 2008, fue designada por la Junta Departamental de Montevideo, ciudadana ilustre.
Fue una impulsora del voto rosado, con el fin de lograr la anulación de la ley de caducidad en octubre del 2009. Durante una de sus últimas apariciones públicas, María Ester expresaba: "No hay que perder jamás la esperanza y tampoco la decisión de luchar".
Mantiene hasta los últimos días de su vida una infatigable búsqueda de su hija María Emilia y todos los desaparecidos. Fallece el domingo 5 de diciembre de 2010, a los 92 años de edad acompañada de su nieta Mariana en la Residencia San José de la calle Millán donde vivió los últimos años formando parte del proyecto solidario “Ibiray”. Al igual que muchos familiares, muere sin saber la suerte de su hija. 05/12/2010.

EL ADIÓS A MARÍA ESTHER

Hay seres humanos, como el Sabalero, que sorpresivamente mueren. Hay otros que se empiezan a ir de a poquito. Es cierto que la muerte es un ratito, pero en el caso de María Esther, ese instante entre la vida y la muerte, era previsible. Pero ni la sorpresa en las muertes no esperadas, ni la falta de ella en las previsibles, cambian mucho lo que sentimos ante la muerte. Ese sentimiento, a determinada altura de nuestra vida empieza a ser una larga y dolorosa lista de muertos que poco a poco son tantos que padecemos la sensación inquietante de ir quedándonos solos en el mundo.
María Esther, se empezó a ir de a poco, aunque lo disimuló muy bien. Seguramente ¬y eso es una responsabilidad nuestra¬, aún después de haberse ido, seguirá entre nosotros. Y para seguir entre nosotros contará, además del recuerdo que un ser humano de su calidad siempre deja entre los que la conocieron y trataron, con el hecho ¬no menor¬, de haber estado íntimamente ligada a capítulos trascendentales de la historia de nuestro país.
María Esther debió ostentar mucha entereza y dureza para enfrentar uno de los dramas más terribles que puede sufrir una madre-abuela. Atrás de esa dureza, había un ser portador de un gran amor. Amor que seguramente para ella fue un alivio, un sedante que la ayudó a enfrentar el horror al encuentro con el fin de sus días, sin saber la verdad sobre el destino de su hija desaparecida.
Al igual que Tota, que Luz, que Violeta y tantas madres de compañeros desaparecidos que poco a poco se fueron yendo, supo ocupar un lugar de lucha del que sus hijos seguramente se sentirían orgullosos. Lo hizo con coraje y entrega sin límites. La construcción de la historia de las luchas de estos tiempos de impunidad, sin lugar a dudas, la tendrá como una de sus protagonistas. Y la tarea aún inconclusa de terminar con la impunidad en nuestro país, será una tarea que en su memoria, le deberemos ofrendar más temprano que tarde.
Fue una mujer fuera de serie. Capaz de interpelar al criminal Gavazzo en los tiempos en que éste gozaba de impunidad. No descartó ningún recurso ni riesgo a la hora de tratar de recuperar a su nieta Mariana. En sus últimos días hasta se llegó a interrogar, si había hecho lo suficiente para saber el destino de su hija María Emilia.
María Esther decía que el olvido era el lado oscuro de la memoria. Seguramente desde ese convencimiento su vida fue una larga e inagotable lucha por alumbrar esos lados oscuros que nos deja aún hoy la impunidad en el Uruguay. Hoy que se apagó su vida, hagamos nuestra esta exhortación que como buena maestra se ocupó de recordarnos hace pocos meses: "No hay que perder jamás la esperanza y tampoco la decisión de luchar".

¡Hasta siempre María Esther!

Raúl Olivera.

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