Despachos de algunas agencias de noticias en el exterior informaron el pasado día 8 acerca de la realización de una denominada mesa redonda celebrada en el Hotel Biltmore, de Coral Gables, en Miami. Los protagonistas fueron la fauna mafiosa de siempre, esta vez con la asistencia del secretario de comercio estadounidense Carlos Gutiérrez, sobreviviente de la corruptela de funcionarios cubano-americanos despedidos de la Casa Blanca; también asistió al encuentro, portador de las "experiencias" del este europeo, el embajador de la República Checa en estados Unidos, Petr Kolar.
El tema, por supuesto, no podía ser otro que Cuba, tan cercana en la geografía como tan distante e inalcanzable para quienes han apostado durante casi 50 años a rendirla mediante el terrorismo de Estado en todas sus variantes, desde las invasiones, los atentados a sus principales líderes, la guerra biológica, el bloqueo genocida más largo de la historia, y las permanentes campañas de difamación contra la Revolución con el empleo de los más diversos y sofisticados medios.
Bajo el título "El apoyo a la disidencia cubana es prioritario para el cambio", el despacho de una de las agencias revela una escalada más de la subversión contra nuestro país.
Según la información, los asistentes al encuentro "coincidieron en que el respaldo firme a la disidencia cubana es el mecanismo adecuado para propiciar un cambio democrático en la isla", y apelaron a embajadas y oficinas de intereses en el país con la pretensión de aunar esfuerzos e "involucrarse más con la oposición interna", y facilitarle el empleo de Internet y las comunicaciones de sus dependencias diplomáticas para sus fines mercenarios. En clara evidencia de aislamiento e impotencia, señalan que "lo esencial es que los opositores no se sientan aislados en su lucha".
Para sus fines contrarrevolucionarios, Gutiérrez aludió a la partida de 80 millones de dólares para apoyar a la disidencia cubana y "acelerar el fin de la dictadura".
Esos fondos cuantiosos sirven, entre sus fines, para distribuir a través de embajadas del puñado de gobiernos representados en el convite miamense, y proveer de faxes, ordenadores, teléfonos móviles y dinero para "otros gastos" a los que viven del oficio de disidente o mercenario.
También se habló de cambios y medidas, palabras muy recurrentes por estos días para dibujar o desdibujar lo que acontece a 90 millas de la Florida y que, según el secretario de Comercio de Estados Unidos, son "pequeños", "tácticos", "cosméticos" y "no pueden considerarse positivos".
Sin embargo, contradictoriamente, este funcionario de la Casa Blanca muestra su temor cuando advierte que "hay que tener cuidado de celebrarlos (los cambios) demasiado".
Por demás, en alusión al uso de las comunicaciones por los denominados disidentes, el propio Gutiérrez alertó "cuidado con lo que dicen, porque lo van a estar escuchando"; otro desliz de un alto funcionario de la administración norteamericana comprometido con el plan de escucha y espionaje doméstico impuesto por Bush en su guerra antiterrorista.
No son casuales esos pronunciamientos histéricos, frutos del miedo y el odio visceral, frente a las medidas de alcance popular que tienen lugar en el país, y que dejan atrás progresivamente obligadas restricciones de los años precedentes.
De nada servirá la extrapolación de recetas expuestas por el diplomático checo y analizadas en la reunión. La Revolución cubana no es un castillo de naipes, sino una fortaleza inexpugnable contra la cual se han estrellado una y otra vez los planes del imperio. Revolución que supo enfrentar y superar su reto mayor cuando se derrumbaron los países de Europa del Este y desapareció la URSS.
No pueden verse aislados los pronunciamientos de la referida reunión en Miami del mandato del emperador cuando dijo que la palabra de orden en Cuba no es estabilidad; ese fue el llamado a subvertir la tranquilidad ciudadana transmitida a sus aliados satélites, a la quinta columna en Cuba que, por exigua, merece buena paga.
A esas apelaciones se suma la del senador republicano por la Florida, Melquíades Martínez, quien instó a los grupúsculos mercenarios a "tomar las calles", mientras otros califican de falsa propaganda lo que acontece en Cuba.
No hay espacio para sueños de adversarios, de quintacolumnistas y mercenarios internos. Los cambios "estratégicos" que añoran los agoreros del imperio no tendrán lugar porque, sin equívocos, habrá más socialismo perfectible, sostenido y defendido por un pueblo unido, bajo la guía de Fidel y Raúl y la dirección del Partido.
El único y verdadero cambio estratégico tuvo lugar en Cuba el Primero de enero de 1959 con la victoria de una auténtica Revolución que ahora cumple 50 años, a pesar de todos los intentos infructuosos del imperio por aislarla y destruirla.
Allí están las lecciones de cinco décadas de incesante combate frente al imperio más poderoso conocido en la historia.
Nuestro pueblo aguerrido y heroico enfrentará, como siempre, cualquier provocación. Lo subrayamos en este día histórico en que se cumple el aniversario 47 de la proclamación ante el mundo del carácter socialista de la Revolución, en víspera de la efeméride de la aplastante victoria sobre la invasión mercenaria y de la primera gran derrota del imperio en este continente, cuyos pueblos cada vez más se levantan y tienen en Cuba un faro de resistencia invencible.
No habrá espacio para la subversión en Cuba. Ya lo dijo Fidel en su reflexión del 17 de junio del 2007: "Le aseguro que no tendrán jamás a Cuba".
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