martes, 20 de noviembre de 2018

G20: la escenificación del poder del capitalismo mundial en Buenos Aires




¿Qué es el G20?

Se conformó en 1999 como un foro de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales. En un contexto del auge de la globalización, buscó ampliar el G7, que es un foro de las principales potencias económicas del mundo.
El G20 es un foro que, supuestamente, se organiza para promover la cooperación económica, financiera y política.
Está compuesto por la Unión Europea y 19 países más.
Los países del G20 representan el 66% de la población mundial, 85% de la producción, 75% del comercio internacional y 80% de las inversiones.
Argentina ingresó de la mano de Carlos Menem en el final de su segundo gobierno.
El G20 nunca fue importante en definir cursos de acción concretos, sin embargo tuvo un rol más activo desde la caída de Lehman Brothers y la crisis mundial desatada en 2008.
Desde entonces se realiza la cumbre de jefes de Estado, como la que tendrá lugar en Buenos Aires entre el 30 de noviembre y el 1º de diciembre.
Desde allí se buscó orientar la “coordinaron” de las políticas de rescate a los bancos comprometidos con la crisis, muchos cerca de la quiebra. En simultáneo, millones perdían sus casas en EEUU, el Estado Español, Gran Bretaña y otros países.

¿Qué se resuelve?

En principio nada. La cumbre debería terminar con un documento sobre consensos mínimos orientativos.
Este año la confección del documento estará atravesada por las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China: o para decirlo de otro modo, la oposición entre proteccionismo versus libre cambio. También está el trasfondo de la crisis del Brexit.
Otro tema que provoca roces es el cambio climático, en particular con Donald Trump, quien sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París. Son sólo algunas de las controversias de la arena mundial.
En las últimas cinco cumbres sólo en dos se alcanzaron consensos mínimos. Es que es la globalización misma es la que está cuestionada.

Prioridades de la agenda actual

El futuro del trabajo. Es decir, la supuesta amenaza de la tecnología y los robots sobre el empleo. En lugar de que los avances tecnológicos sean puestos en función de mejorar las condiciones sociales, actúan como una amenaza para disciplinar a los trabajadores para flexibilizar, precarizar y reformar las leyes laborales.
Infraestructura para el desarrollo, que está en decadencia en varias economías centrales, como ocurre en Estados Unidos.
El futuro alimentario sostenible de la humanidad en momentos en que la producción mundial de alimentos supera las necesidades alimentarias de la población, pero se da la irracionalidad que muchos sufren hambre en el mundo.
Otro tema prioritario es el debate sobre perspectiva de género, una hipocresía cuando se ve lo que hacen los líderes que llegarán a la Argentina.
Son temas que se instalan para la “tribuna”: las potencias hacen como que se preocupan por la “gente”.

¿Qué busca Cambiemos en la cumbre?

Que actúe como una vidriera al mundo.
En términos más concretos, buscará promocionar el comercio argentino de commodities, en particular la venta de materias primas agropecuarias a la Unión Europea.
No obstante, es prácticamente inviable que en esta cumbre se pueda avanzar en el tratado entre el Mercosur y la Unión Europea, que es la ambición de Mauricio Macri.
El gobierno también busca postular al país como exportador de servicios: contables, auditoría, legales, ingeniería, estudios de mercado, contenidos audiovisuales, software.
Macri quiera simular que somos el primer mundo, pero la realidad es que Argentina es una economía atrasada con un PIB per cápita de menos de U$S 10 mil cuando la mayoría de las potencias imperialistas del G20 tienen un PIB per capita de U$S 50 mil. Es decir, la riqueza por cada individuo o habitante del país cinco veces mayor en los países centrales.
La condición de Argentina como país dependiente, con rasgos semi coloniales, queda clara con el acuerdo con el FMI que entregó la conducción económica a Christine Lagarde.
No obstante, el objetivo central del gobierno argentino será procurar que haya un documento de consensos mínimos del G20, una tarea compleja en la situación actual.

¿Quiénes vienen?

Llegarán 28 líderes mundiales.
Resaltan el xenófobo y machista Donald Trump.
Angela Merkel, la “dama de hierro” en el ajuste que sufrió Grecia y mandó a un cuarto de la población a la desocupación. Es una líder que está en retirada en su propio país.
Vienen dos presidentes muy “democráticos” y comprometidos con la perspectiva de género: Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China.
Michel Temer, el presidente corrupto de Brasil que tiene el apoyo popular por el piso.
El de las reformas antiobreras de Francia, Emmanuel Macron. Una multitud se movilizó estos días contra el aumento de los combustibles en ese país.
Por el Reino Unido viene Theresa May que atraviesa una profunda crisis por el Brexit.
De Turquía llegará Recep Tayyip Erdogan, también con un país en crisis, que atravesó corridas cambiarias y devaluación de la moneda.
El rey Salmán bin Abdulaziz de Arabia Saudita, que aun siendo un gran aliado de los Estados Unidos, viene de atravesar recientemente un escándalo por el atroz asesinato de un periodista saudí que escribía para The Washington Post. El periodista fue asesinado en la Embajada de Arabia Saudita en Turquía. En Arabia Saudita los derechos mínimos de las mujeres están prohibidos casi de manera absoluta.
De Italia viene Giuseppe Conte, que fue propuesto como primer ministro por el Movimiento Cinco Estrellas y Matteo Salvini de la ultraderechista Liga Norte. Salvini comparó a los inmigrantes con esclavos. La principal propuesta de esta coalición, que asumió en junio, fue expulsar 500 mil inmigrantes.

Territorio ocupado

El gobierno argentino gastó más $ 3.000 millones durante el año en el G20.
Para proteger a este foro de xenófobos, machistas, corruptos, asesinos, que vienen a Buenos Aires a escenificar el poder del capitalismo mundial, Patricia Bullrich y Mauricio Macri están militarizando la ciudad.
No hay que hacerle caso a la ministra de Seguridad con eso de irse el fin de semana largo afuera de Buenos Aires. Hay que quedarse a rechazar la prepotencia de los dueños del mundo que vienen a Buenos Aires a recordarnos que ellos mandan.

Pablo Anino

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