Estados Unidos ni ha intentado ensayar una justificación legítima para lo que será, fuera de toda duda, una guerra de agresión no provocada. La congresista republicana por Florida María Elvira Salazar (puramente gusana) ha aventurado que “Venezuela está transfiriendo uranio(!!) a Hamás (!!!)” para luego agregar que sería “un ´golazo´ (N.d.T “field day”) para las empresas petroleras estadounidenses” (Raw Story 25/11). Todo lo que queda es la designación del gobierno venezolano como ´narcoterrorista´, lo cual habilita legalmente a la Casa Blanca a llevar a cabo acciones militares contra el mismo. Por otro lado, Trump ha anunciado un indulto a Juan Orlando Hernández -expresidente hondureño- que se encuentra preso en EE.UU. con una condena de 45 años por haber traficado unas módicas 400 toneladas de cocaína al país del norte mientras ejercía el poder (BBC 3/12). Al mismo tiempo, Trump ha intervenido de manera directa en las elecciones presidenciales de Honduras para apoyar a Nasri Asfura, del mismo partido que el mencionado Hernández.
Las preparaciones estadounidenses para iniciar ´operaciones cinéticas´ ya están en un estado ultramaduro. Todas las informaciones que llegan por canales abiertos indican que podría comenzar en cualquier momento. Precisamente un ultimátum dado por Trump en persona a Maduro para que abandone el poder (The Guardian 1/12). Hace por lo menos meses que la CIA recibió la orden de realizar operaciones directas en suelo venezolano. La semana pasada numerosos aviones de reconocimiento e inteligencia electrónica estadounidenses pasaron por las costas venezolanas, recabando todo tipo de información necesaria para planificar ataques aéreos. Son los mismos aviones que usan para hacer reconocimiento de las posiciones rusas desde el Mar Negro. Las imágenes que llegan de las pistas de aterrizaje en Puerto Rico muestran que a los cazas F-35B se los está equipando con el tipo y cantidad de armamento que sólo usan en misiones de combate.
La acumulación militar estadounidense -realizada con la cobertura de ´luchar contra el narcotráfico´- de los últimos meses es muy significativa. Es una fuerza muy robusta en términos de activos navales y aéreos, con mucha capacidad de hacer ataques masivos con armas de larga distancia.
El núcleo duro de esta acumulación es el Grupo de Ataque desplazado desde el Mar Mediterráneo que integra el portaaviones de última generación USS Gerald Ford -un coloso de 100 mil toneladas que es base de su propia fuerza aérea- acompañado por una flotilla de destructores Arleigh Burke (USS Mahan, Winston S. Churchill, y Bainbridge), capaces tanto de defender al portaaviones de misiles enemigos como de portar misiles crucero para ataque a blancos terrestres y otros navíos de apoyo. A éste Grupo de Ataque de Portaaviones se deben añadir navíos de guerra que están bajo el mando de SOUTHCOM y ya desplegados en la zona: los destructores Gravely y Stockdale y los cruceros Gettysburg y Lake Erie. Además, se encuentra en la región un submarino de clase Virginia no identificado, que también puede cargar con un arsenal de ataque a tierra. En conjunto, la flota tiene una capacidad potencial de lanzar voleas de unos 250 misiles crucero Tomahawk, cada uno con un alcance de hasta 2.500 km. Esto sin incluir la enorme cantidad de municiones que el ala aérea del portaaviones es capaz de lanzar.
El componente aéreo del Ford, que por el momento consiste en unas 64 aeronaves, se puede reforzar con seis bombarderos estratégicos (B-52 y B-1) ya asignados a la estructura del SOUTHCOM. Además de poder portar armamento nuclear, cada uno de estos puede cargar con hasta 24 misiles crucero para ataque terrestre. Finalmente, también hay que incluir un escuadrón de 10 cazas F-25B ´invisibles al radar´ y unos pocos obsoletos Harriers (usados por los ingleses en Malvinas) -ambos de despegue y aterrizaje vertical- aportado por Marines. Todo esto además apoyado por docenas de aviones de apoyo, reconocimiento, cisterna, etc.
El componente terrestre parece escuálido en comparación y se compone de una cantidad desconocida de equipos de operaciones especiales y la totalidad de la Vigésimo Segunda Unidad Expedicionaria de Marines (22nd MEU), que cuenta con tres pequeños ´portaaviones´, navíos de asalto anfibio que despliegan helicópteros, aviones de despegue y aterrizaje vertical y además pequeñas embarcaciones para tomar playas. Pasado en limpio (es decir, descontando todo el personal de apoyo y transporte), el 22nd MEU es capaz de producir una fuerza de combate terrestre de Marines de un batallón (1er. Batallón, 6to. Regimiento), hasta unos 1200 hombres. Es una fuerza que puede tomar algún sitio particular de alto valor -sea una localidad costera, una instalación petrolera o un aeropuerto en Caracas- pero de ninguna manera tomar grandes urbes y menos aún ocupar un país como Venezuela.
La composición dice mucho acerca del posible concepto operacional que probablemente llevarán adelante:
La Casa Blanca estima que el gobierno venezolano tiene una fragilidad extrema y es fácil de desestabilizar. Una campaña aérea que dure unos pocos días puede dejar inoperativa tanto a la infraestructura crítica del país, fundamentalmente la energética y comunicacional y, sobre todo secciones enteras del aparato estatal. El shock de ingobernabilidad podría ser aprovechado por grupos opositores para tomar el control de las calles en las ciudades más importantes y también es previsible una apuesta a la ruptura del aparato militar y policial venezolano, con una masa crítica de éste pasándose al bando golpista. La frutilla arriba del postre sería la toma por parte de las fuerzas terrestres estadounidenses de algún sitio con impacto político. En cierto modo puede pensarse en una inspiración ´a la Siria´: cuando Assad aún contaba con el apoyo de un ejército numeroso pero que se evaporó en el aire súbita y sorpresivamente.
La capacidad de las Fuerzas Armadas Bolivarianas para rechazar esta operación es mínima. Si bien a lo largo de los años han hecho algunas compras de material ruso o chino, en general son cantidades pequeñas y no sistemas de punta. Así como con el resto de la economía, los cuantiosos ingresos provenientes de las reservas petroleras más grandes del mundo tampoco han sido aprovechados para preparar al país para el escenario actual. El nacionalismo caribeño devaluado a lo largo de dos décadas ni ha modernizado la economía ni expandido sus fuerzas armadas ni ha mejorado de manera sustancial o permanente el estado material de las masas. Ni China ni Rusia, ni Irán, ni Corea del Norte han movido ni moverán el amperímetro para prevenir el sometimiento colonial de la nación caribeña. El único potencial de resistencia real anida en las masas venezolanas y la clase obrera mundial.
Trump está apostando a lograr un rápido cambio de régimen y que la operación, en términos políticos, sea una reedición de la invasión de Panamá llevada adelante por en la década de 1980. La caída estrepitosa de su imagen en todas las encuestas da cuenta tanto de la fragilidad de su gobierno como su necesidad de fabricar nuevo capital político y éste presidente en cuestión ha demostrado en varias oportunidades una tendencia al aventurerismo. La decadencia del imperialismo yanqui lo hace más agresivo y más peligroso...pero también más proclive a cometer errores.
Leib Erlej
04/12/2025






