martes, 26 de septiembre de 2023

Grecia, una reforma laboral esclavista


Protesta en Atenas 

El parlamento griego aprobó el viernes 22 una reforma laboral que implica un brutal ataque contra los trabajadores: habilita un segundo trabajo parcial de 5 horas, que lleva la jornada a 13 horas diarias; permite a las empresas imponer un sexto día laboral, los sábados o domingos (totalizando 78 horas semanales); autoriza a cambiar los horarios laborales hasta con 24 horas de anticipación, según las “necesidades de la producción”; introduce los contratos para “empleados de guardia”, sin horario fijo, quienes serán notificados de sus tareas y condiciones de labor apenas 24 horas antes de las mismas; se extiende el período de prueba a seis meses; y se autoriza el despido sin previo aviso durante el primer año de contrato. Además, como cláusula antisindical, se penaliza con hasta seis meses de cárcel y 5.000 euros de multa a quienes impidan, durante un paro, realizar tareas a otros trabajadores –una protección de las actividades rompehuelgas de las patronales. 
 Este paquetazo antiobrero fue aprobado por los 158 diputados que responden a Nueva Democracia, el partido de gobierno dirigido por el primer ministro Kyriakos Mitsotakis. Esta fuerza derechista ganó con el 40% de los votos las elecciones de junio y formó un gobierno en solitario, gracias a un bonus de 50 legisladores que recibió como fuerza más votada, después de unos primeros comicios en mayo que no le dieron mayoría absoluta de escaños a ningún partido. La oposición, tanto de centroizquierda como de derecha, votó en contra de la reforma. El jueves 21 hubo un paro de 24 horas de Adedy, la central de los trabajadores del sector público, acompañado de una movilización a la Plaza Syntagma, en Atenas, y en otras ciudades griegas. La GSEE, central de trabajadores privados, ni siquiera convocó a una medida de fuerza. 
 Debido a la profundidad del ataque, la reforma griega se transforma en un modelo para los gobiernos y los capitalistas de todo el viejo continente. 
 La clase trabajadora griega aún se encuentra golpeada por la experiencia desmoralizante de Syriza, que accedió al poder con un discurso de izquierda pero aplicó, entre 2015 y 2019, los planes de ajuste de la Troika (FMI, Comisión Europea, Banco Central Europeo), y terminó generando las condiciones para un regreso de la derecha al poder. En la última elección, Syriza obtuvo el 18% de los votos, lo que llevó a su líder y exprimer ministro, Alexis Tsipras, a presentar su renuncia a la dirección partidaria. En las recientes elecciones internas para elegir a su sucesor, se impuso Stefanos Kasselakis, una figura de poca trayectoria que cuenta con un pasado como empleado de Goldman Sachs. 
 A raíz de un tremendo accidente ferroviario a fines de febrero, en que perdieron la vida 57 personas en el trayecto que une Atenas con Tesalónica, hubo importantes movilizaciones de la juventud, una huelga ferroviaria y dos paros generales. En las calles, se apuntó contra el vaciamiento y la privatización de los ferrocarriles, que involucra a las últimas gestiones de gobierno (Pasok, Syriza y Nueva Democracia). 
 Esa gran lucha marca un camino para enfrentar la nueva reforma laboral y lograr su anulación. 

 Gustavo Montenegro

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