lunes, 21 de octubre de 2019
La suspensión del tarifazo no detiene la rebelión en Chile
Viva la heroica lucha de los trabajadores y la juventud
La lucha iniciada por la juventud de Santiago el lunes 14 de octubre contra el tarifazo del subte se ha extendido social y geográficamente. Sectores cada vez más significativos de trabajadores la han tomado en sus manos y su amplitud alcanza a regiones cada vez más vastas del país trasandino, desde Temuco a Valparaíso, desde Vicuña Mackenna a Concepción, por solo mencionar algunas. Se trata de una lucha nacional cuya magnitud y profundidad no son casuales. Porque allí se acumulan años de opresión y miseria, de conculcamiento de las libertades democráticas, de salarios que no alcanzan a cubrir ni la mitad de la canasta familiar, de jubilaciones privatizadas de miseria, de un sistema de salud que lleva a la muerte a los humildes, de luchas estudiantiles y obreras heroicas aisladas por la burocracia sindical de la CUT, de un ataque profundo a los derechos y al salario de la docencia, de un sistema de créditos agobiantes a los estudiantes, una verdadera hipoteca para su futuro. Por eso la lucha sigue, a pesar de que el reclamo inicial ha encontrado satisfacción con la anulación por parte del parlamento y el Ejecutivo de Sebastián Piñera del tarifazo del subte, y aumenta el coraje y la virulencia con la que los manifestantes enfrentan a los carabineros, y aun al ejército, al que en algunos casos han hecho retroceder. Y no los arredra la existencia del toque de queda, al que desafían, y enfrentan al estado de emergencia y la pretensión de liquidar las libertades democráticas básicas con los tanques y tanquetas en las calles. 1500 presos, decenas de heridos y varios muertos (algunos medios hablan de 11), pero los manifestantes se redoblan en su esfuerzo y convicción. Todo indica que el hartazgo los ha impulsado a una lucha decisiva por recuperar lo mucho que han perdido.
Piñera, en tono desafiante, ha dicho que “el país está en guerra”.
El papel de la burocracia
Los acontecimientos han impulsado a la dirección del sindicato portuario a hacer un llamado a los demás sindicatos a convocar a la huelga general, la confederación de estudiantes ha llamado a una gran movilización el lunes 21 de octubre, los trabajadores de la salud han convocado a un paro el martes 22 de octubre, el directorio nacional del Colegio de Profesores ha aconsejado a la docencia a no concurrir a las escuelas desde el lunes, la coordinadora feminista 8 M ha convocado a una huelga de mujeres.
La CUT (Central Unica de Trabajadores), en cambio, desde el primer momento de las acciones de lucha ha llamado a dialogar al gobierno de Piñera. El domingo le puso maquillaje a esa pretensión (que no abandonó) al convocar a una conferencia de prensa en la que anunció la huelga general para el día miércoles 23 de octubre, condicionando su deposición al levantamiento del estado de excepción, del toque de queda, y fundamentalmente al llamado a una mesa de negociación del gobierno de Piñera.
La situación exige la huelga general para echar a Piñera
Las grandes masas de trabajadores y jóvenes chilenas ya no toleran este régimen, el gobierno es un tembladeral. Pero la burocracia sindical de la CUT maniobra para impedir un desenlace favorable y victorioso a favor de los trabajadores.
Es imperioso y perentorio que se convoque a un congreso de bases de la CUT y de todas las organizaciones en lucha que vote una dirección que la lleve a la victoria y vote un programa a arrancar con la huelga general: abajo el estado de excepción y el toque de queda; libertad a todos los presos por luchar; salario mínimo de $1.000.000, fuera las AFP, por un sistema jubilatorio de reparto bajo gestión de los trabajadores con aportes patronales; educación estatal única, laica y gratuita, fuera la diferenciación salarial por mérito a la docencia; salario igual al costo de la caanasta familiar; por un sistema estatal gratuito de salud; desconocimiento de la deuda externa; nacionalización de la banca y el comercio exterior. Por una salida obrera a la crisis. Que la crisis la paguen los capitalistas.
Roberto Gellert
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