miércoles, 29 de abril de 2020

Resurrecciones en Cuba y otros timos




El diario español ABC hablaba de “un sistema de salud (el cubano) sostenido más sobre el discurso político del régimen que en la eficacia de sus estructuras”. ¿Quién lo escribía? Jorge Enrique Rodríguez, del equipo de “Diario de Cuba”, un medio digital que recibe 300 mil dólares anuales de la Casa Blanca.

La Persistencia en La Lucha




Dentro de las memorias de la lucha obrera, por preservar las conquistas y el permanente enfrentamiento a la privatización, los trabajadores del Gas han dado una pelea ejemplar y ejemplarizante, sosteniendo siempre en alto las banderas de la dignidad.

Resumen de 25 años de Lucha contra la Privatización

15 de enero de 1995. El conjunto obrero de la Compañía del Gas, se encontró sometido ante la adversidad de haber sido ofrecida esta Compañía en concesión a privados (al no haber quedado amparada, tras el Plebiscito del 13/XII/92, como resto de las empresas públicas, que fueron eximidas de ser privatizadas, por resolución popular).
Hasta el año 1995, este servicio público, estuvo intervenido por el Estado, desde de la Expropiación conferida por Ley 14142, luego del abandonado y retiro de la Compañía inglesa en 1970.
Quedando desamparada de la resolución popular de diciembre del 1992, (por devenir de una empresa privada nunca estatizada), fue adjudicada en concesión a la multinacional, Le Gaz de France. (Gaseba Uruguay SA). La cual se posesionó desde el comienzo, con sus objetivos claros: “Su política antisindical, no se hizo esperar” Dijo el francés director, ya en el arranque: “Yo me arreglo con 50 empleados”

Y Empezó La Lucha:

En marzo de 1996 se producen los primeros cuatro despidos de dirigentes sindicales. Luego de una huelga de hambre de más de 30 días se logra un acuerdo: en el cual quedan estos compañeros vinculados, pero sin poder trabajar.
El 7 de diciembre de 1996, se despide a 33 trabajadores, entre ellos a toda la dirección sindical y los delegados. Situación que se saldó en marzo de 1997. Con este acuerdo que reintegraba a 14 trabajadores, y se adjudicaba retiro incentivado a 16 y tres quedaban vinculados, pero sin la posibilidad de presentarse a trabajar.
A partir de 1999, la combinación de tercerizaciones y retiros incentivados, provocaron la disminución de la plantilla laboral a menos de la mitad (pasamos de 476 trabajadores a poco menos de 200).
En el año 2003 la empresa pasa a llamarse Gaseba Natural.
En el año 2005 luego de 9 años de luchas continuas, y en el marco de una huelga de hambre y ocupación, el sindicato logra el reintegro de los siete dirigentes sindicales despedidos.
En el año 2006, es trasferida la concesión a Petrobras, siendo denominada a partir de entonces Montevideo Gas.
Bajo la administración de Lula se produjo la renovación total de la defectuosa red de hierro fundido, por la de polietileno. En este período se pudo reconstruir un esquema de relaciones laborales que, más allá de las diferencias, se fue concretando la posibilidad de mejorar el servicio, reforzándolo con personal áreas fundamentales, consolidándose la recuperación de los derechos anteriormente perdidos.
A partir del 2016, se concreta la destitución de Dilma Rousseff y comienza un cambio en la actitud de PETROBRAS- Uruguay, con el gobierno ahora encabezado por Temer. Tras esa instancia, fue generándose un creciente deterioro en las relaciones laborales, sumado al establecimiento en 2017 de dos demandas arbitrales infundadas contra el Estado uruguayo por U$S 170.000.000, tras exigir el pago de la garantía asociada al Canon anual (el cual no se pagaba a cabalidad), habiéndose acumulado hasta entonces, casi U$S 7.000.000 de deuda.
La empresa procede a enviar a los primeros 25 trabajadores al Seguro de Paro, de un total de 51, que eran su meta en esa etapa. La congelación de salarios y el retiro de varias partidas laborales, se sumaron a su estrategia.
La actitud de PERTROBRAS de desentenderse del Servicio Público de Gas Natural por cañería termina de consolidarse. La pérdida de usuarios continúa mes a mes (llegando a los 6.000 en forma acumulada).
En junio de este año proceden a un drástico recorte en materia laboral: Seguros de Paro, y denuncia unilateral de la mayoría de los Convenios Colectivos: (estabilidad laboral, capacitación, subrogaciones, fueros sindicales, etc.) . El 28 de setiembre el Poder Ejecutivo presenta a PETROBRAS dos iniciativas económicas que implicaban un ahorro monetario de U$S 400.000, a cambio de que no hubiera seguros de paro o despidos. En la primera semana de octubre la empresa contestó de hecho su negativa, al enviar al Seguro de Paro a 21 trabajadores.
Esto motivó una nueva huelga de hambre entre el 16 de octubre y el 9 de noviembre. Incluyendo un paro general parcial del PITCNT con una inmensa movilización de 30.000 personas y un acto frente a PETROBRAS.
Ese día se logró alcanzar un acuerdo que reintegraba a los compañeros al término de dos meses de seguro de paro. Habían pasado 19 meses, de salarios y algunas partidas de carácter salarial congelados.
El 2019 comienza con la asunción del presidente Jair Bolsonaro de corte fascista y política neoliberal; lleva a la reafirmación por parte de PETROBRAS de su estrategia.
Logra reducir 30 puestos de trabajo al no reponer los lugares de quienes se han ido jubilando en los últimos dos años, pero siguen sosteniendo que “aún no alcanza”. - El 11 de marzo envían 20 trabajadores al Seguro de Paro, el tercer envió masivo en poco más de un año, y a principios del mes siguiente se le suma el anuncio de 37 despidos directos. Todo esto apuntaba a la eliminación hasta llegar al “óptimo” de 50 trabajadores despedidos, como primera etapa.
El 3 de abril la empresa rechazó una propuesta del Ministro de Trabajo y Seguridad Social, expuesta por Ernesto Murro, que intenta dar una solución. La misma implicaba el reintegro de los compañeros en el seguro de paro al 1 de mayo y la conformación de una comisión tripartita para alcanzar una reestructura laboral con fecha máxima al 31 de mayo. El sindicato la aceptó, y PETROBRAS la rechazó.
Frente a ello decidimos llevar a cabo una medida con pocos antecedentes en Uruguay, ocupar las instalaciones de Montevideo Gas y establecer el control obrero y la gestión de la misma desplazando a la multinacional. A la vez que exigir el retiro de PETROBRAS de la concesión debido a los perjuicios causados al país, a los usuarios y la fuente de trabajo.
- El 25 de abril, a la hora 06:00, concretamos el control obrero, que duró hasta las 18:30 de ese día, cuando fuimos desalojados mediante orden judicial, pero con gran repercusión pública, donde se estableció claramente el carácter del problema del gas natural, de la situación laboral y del Servicio. - El 27 de abril se confirma la voluntad de retiro del país de PETROBRAS. Y el comienzo de negociaciones con el gobierno para acordar la salida de la distribución del gas natural por cañería. Sin embargo esto, no dejan de insistir con seguros de paro y despidos. Por lo que se abre una necesidad de intervención directa del Poder Ejecutivo del Uruguay a través del MIEM.
Lamentablemente el MIEM ha mostrado una actitud totalmente prescindente de su responsabilidad, aduciendo que “ni puede ni va a hacer nada” - El 30 de abril nos vimos obligados a instalar la tercera huelga de hambre, estableciendo la Carpa frente a dicha cartera ministerial, exigiendo un cambio de actitud en el gobierno.(Peatonal Sarandí y J.C. Gómez) - El PITCNT, dejaba claro en el acto del 1º de Mayo que no se mantendría ajeno a este conflicto.
- El conflicto se agrava con el despido de 7 compañeros que estaban en el seguro de paro, y la confirmación por parte de PETROBRAS ante el Presidente (Fernando Pereira) y el Secretario General (Marcelo Abdala) del PITCNT que no sólo no iba retroceder en su decisión, con esos despidos, sino que necesitaba reducir el costo laboral equivalente a 23 puestos de trabajo más.
Hemos pasado de 205 trabajadores a 164 en dos años debido al retiro de los trabajadores jubilables.
Esta propuesta fue contestada políticamente por la empresa en la mesa tripartita de negociación colectiva convocada por el MTSS el 14 de mayo. Fue clara y contundente al anunciar que en represalia por haber llevado a cabo el control obrero el 25 de abril se aplicarán 53 suspensiones de 14 días con apercibimiento de despido y 4 despidos directos.
- Esto, elevó la espiral de confrontación con el país mediante un lock out patronal que implicaba, junto a las medidas antes anunciadas, desafectar 94 puestos de trabajo de 164 (el 60% de la plantilla laboral), lo que hubiera afectado seriamente al servicio público y a sus usuarios, ya que no puede haber seguridad que pueda prestarse correctamente sin personal.
- El viernes 17 de mayo se anunciaron que el lunes 20 comenzaban a ejecutarse los despidos y suspensiones. Lo que dejó en todas las áreas menos personal del necesario, incluso en los casos de reposición de gas a los hospitales y sanatorios con un solo oficial de guardia para atender cualquier interrupción del suministro las 24 horas del día, un tercio de los Tomaconsumos, y un quinto de los telefonistas del Call Center, quedando cientos de llamadas sin atender.
También implicó una represión antisindical, ya que todos los involucrados en los despidos o semidespidos por el control obrero, son miembros de la organización: dirigentes, delegados de sector y activos militantes.
El lunes 13 de mayo, la Mesa Representativa del PITCNT, votó por la unanimidad de los 44 miembros un paro general parcial de 09:00 a 13:00 para el miércoles 22 de mayo, con una movilización desde Ejido hasta la sede de Montevideo Gas – Petrobras, en Plaza Independencia donde se realizó un masivo acto en repudio a la acción de la multinacional y se entregó una misiva al presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez en el Edificio Torre Ejecutiva, la que establecía la visión de los trabajadores uruguayos, respecto a las características que se debía asumir en lo inmediato, para una posible solución.
La propuesta establecía:
1. Dejar sin efecto los actuales despidos y descartar otros futuros.
2. Establecer una comisión tripartita que acuerde una reestructura laboral con un plazo de funcionamiento adecuado a la transición hacia el retiro de PETROBRAS.
3. Todos los trabajadores con causal jubilatorio podrán optar por seguir trabajando o acordar el retiro voluntario individual con la empresa.

Última Etapa

A pocos días tuvimos una respuesta del Poder Ejecutivo, Tabaré Vázquez, se comprometió a interceder ante la multinacional. En esa circunstancia dijo más o menos textualmente: “En un gobierno de izquierda no vamos a permitir que se destruya un sindicato ni sea avallasada la clase trabajadora”
Los primeros días de Junio seguimos con medidas de paros perlados, sin obtener respuesta. Para ese entonces en Asamblea General se vota por unanimidad, la resolución de instalar una Huelga General y una Carpa en Plaza Independencia, sobre el pasaje central de la misma, a mitad de camino entre la Torre Ejecutiva y el edificio Plaza Mayor, donde se encuentran las oficinas de PETROBRAS.
Detenidas totalmente las actividades menos las guardias, y el manteniendo del suministro. Permanecimos instalados durante un mes y medio, coordinados por turnos; donde recibimos la solidaridad de infinidad de sindicatos, agrupaciones y vecinos.

Persistencia en la Lucha

En los últimos años fue muy dura la lucha. Se tensó más la confrontación, ya que Petrobras, tenía una actitud intransigente. Pretendía intimidar, hostigándonos siempre, creando incertidumbre en muchos, amenazando con despidos masivos de 57 de nosotros. Despojándonos de nuestros derechos y nuestras conquistas tan caramente logradas.
Fue necesario realizar en estos años, tres huelgas de hambre por 25 y 30 días, paros coordinados, varias ocupaciones, y una instancia de Control Obrero. Una Huelga General por más de un mes, con carpas instaladas en la vía pública, en las inmediaciones de la Plaza Independencia, en las puertas de Petrobras, en la Plaza Matriz a metros del MIEM, y otra vez en la Plaza Independencia. Decenas y decenas de Asambleas, de reuniones tripartitas con el MIEM, el MTSS, la Empresa y el Sindicato. Siempre llevando la posición democrática vertida por la Asamblea General.
Tras arduos meses de lucha y de presión, es cuando finalmente el Poder Ejecutivo decide tomar cartas en el conflicto, concertando una entrevista con el presidente de Petrobras Brasil. Reunión que se llevó a cabo coincidiendo con una Cumbre Internacional que se daba por esos días en la República Argentina.
Y el 16 de julio de 2019 nos llega la noticia: “Triunfamos” “otro Maracanaso”. Tras el acuerdo de gobiernos, Petrobras se iba, y Montevideo Gas y Conecta pasaban a la órbita del Estado bajo la égida de ANCAP, consolidándose el traspaso, el 1 de octubre.
Pero la victoria no era completa, teníamos siete compañeros despedidos, por acumulación de suspensiones tras el control obrero y medidas de orden gremial.
Por tanto, siguieron las deliberaciones ya que la Jefatura de la Empresa, como la Dirección de ANCAP, se negaban a retomarlos.
Pero nosotros teníamos que hacer cumplir el compromiso del PE de que en esta transición no se iba a despedir a nadie. Debieron pasar cuatro meses más para que después de muchas reuniones con el MIEM, con el MTSS, y ANCAP, se cristalizara nuestra demanda. En eos días fueron muchos los aplazamientos de reuniones con estos Ministerios, y muchas las Asambleas postergadas esperando una respuesta favorable.
Hasta que el viernes 15 de noviembre de 2019, en la mañana nos juntamos nuevamente. La resolución de la Asamblea votó la última medida a tomar antes del acto eleccionario nacional, dándole como último plazo para definirse los días lunes y martes de la semana siguiente. De lo contrario, el miércoles 20, nos presentaríamos en las oficinas del Plaza Mayor con los compañeros despedidos, para que se hiciera efectivo su reintegro. Y si seguían las negativas, el jueves 21, ocuparíamos las instalaciones de ANCAP.
No fue necesaria tal medida. El mismo viernes a la tarde en una reunión tripartita, previamente concertada por un lado con MTSS, Jorge Mesa, por la Empresa M. Busquet y F. Pérez Tabó, y por nuestra parte, la Comisión del Sindicato; se reúnen. Después de deliberar por veinte minutos, se resuelve la reincorporación de los siete compañeros.
Podemos reflexionar, que esta fue una lucha ejemplar, y ejemplarizante, que se puede defender las fuentes laborales, ¡manteniendo en alto la Dignidad Obrera!
Es imprescindible destacar y agradecer toda la Solidaridad de los compañeros de Clase, todos los gremios, todas las instituciones, todos los grupos humanos que con su aporte, con su apoyo moral, nos fortalecieron. A la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas, con la organización de un Festival Cultural Solidario, a las colectas en las Facultades, a los aportes en dinero y comestibles para sostener la Huelga, también a los vecinos. Y a todos los que estuvieron siempre a nuestro lado ofreciendo su mano fraternal y solidaria.

Ricardo Curcho, trabajador de Montevideo Gas
Domingo 26 de abril | 10:13

Fuentes:

Archivo Sindicato del Gas.
Memorias propias

martes, 28 de abril de 2020

Brasil: la renuncia de Moro pone la crisis al rojo vivo




Fuera Bolsonaro-Mourao.

La renuncia del ministro Sergio Moro agudiza la crisis política brasileña. En su discurso de partida, el hasta ahora titular de la cartera de justicia justificó su salida debido al desplazamiento del jefe de la Policía Federal (una policía de investigación que está a cargo también del control de aeropuertos y fronteras), quien era un hombre de su confianza, y denunció que el presidente Jair Bolsonaro busca copar ese organismo para bloquear investigaciones en su contra.
La ruptura de Bolsonaro con Moro, cara pública de la operación judicial Lava Jato y uno de los dos “superministros” de su gestión, es resultado de un intento del mandatario por relanzar su gobierno, crecientemente desautorizado por las internas en su gabinete, los rumores de una licuación de su poder a expensas de su vice, Hamilton Mourao, y de sectores de las fuerzas armadas (como el jefe de gabinete, Walter Braga Netto), y por la oposición de los gobernadores, sectores de la justicia y del Congreso. Bolsonaro, precisamente, ha denunciado un complot para destituirlo por parte de ministros del Supremo Tribunal Federal (STF, máximo órgano judicial) y el jefe de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia.
Además de liquidar al jefe de la Policía Federal, lo que condujo a la salida de Moro, Bolsonaro cambió la semana pasada al ministro de Salud, Luis Henrique Mandetta, para reforzar su política anticuarentena. El domingo pasado, a su vez, volvió a encabezar una pequeña movilización que reclamó el cierre del Congreso y reivindicó la dictadura militar, que debe ser leída tanto como una amenaza al parlamento y como un intento de sanar los vínculos con las fuerzas armadas, que parecen deteriorados. Por la participación en dicha protesta, el STF le abrió una investigación.
Mientras tanto, un ministro de ese tribunal le ha reclamado al jefe de la Cámara de Diputados que dé respuesta a uno de los tantos pedidos de impeachment contra Bolsonaro que se acumulan en el Congreso. Ninguno de esos procesos puede comenzar sin la venia del titular de esa cámara, Rodrigo Maia (del partido derechista Demócratas), quien tal vez esté esperando un momento más propicio. Frente a un potencial impeachment, la situación es crítica para Bolsonaro, dado que no ha podido -ni querido- construir una coalición en el parlamento y sólo cuenta con un puñado de legisladores propios. De este modo, la situación política brasileña transcurre entre conspiraciones a uno y otro lado del mostrador, entre amenazas de golpes y autogolpes.
El debilitamiento actual de Bolsonaro está mostrando un naufragio de su tentativa bonapartista, dado que no ha logrado imponerse al resto de los poderes del Estado.

Crisis económica y sanitaria

El telón de fondo de esta gigantesca crisis es una crisis económica que la pandemia ha venido a agravar. El real ha perdido más de un tercio de su valor en lo que va del año, siendo una de las monedas más castigadas del mundo. La salida de Moro ha provocado un nuevo hundimiento de la Bolsa y llevó el real a 5,70 unidades por dólar. Los mercados leen la crisis política. Moro no es Mandetta, el ministro de Salud recientemente eyectado. Es un hombre de peso propio, de fuertes lazos con el imperialismo, que impulsó el Lava Jato contra la corrupta burguesía brasileña como parte de un intento por desplazarla y acaparar negocios.
En el actual contexto crítico, al debilitamiento de Bolsonaro se suma el retroceso de otro de los “superministros” del gobierno, el ultraliberal Paulo Guedes, titular de Hacienda. Este impulsó una política de reformas antiobreras (cuyo mayor éxito fue la aprobación de la reforma jubilatoria, el año pasado), privatizaciones masivas y recorte del gasto público, pero no ha logrado atraer la inversión extranjera y la economía no levanta cabeza. En esta situación, el jefe de gabinete, Braga Netto, anunció en una conferencia de prensa -bajo protesta de Guedes, que no participó- un plan por más de 50 mil millones de dólares de subsidios a la burguesía e inversiones en infraestructura, minería, energía, etc., llamado “pro-Brasil”. Va en línea con los planes internacionales de rescate del capital a través del dinero estatal, en medio de las tendencias mundiales a una depresión económica.
La crisis actual se retroalimenta con el desastre sanitario. El jueves, Brasil tuvo un récord de muertes (400) y las imágenes de fosas comunes en el cementerio de Manaos, capital de Amazonas, empiezan a dar vueltas al mundo. Los gobernadores, que han presumido de ser más responsables que Bolsonaro frente a la pandemia, han empezado a flexibilizar ellos mismos las limitadas cuarentenas que habían impuesto, bajo la presión de las patronales.

Por una salida de los trabajadores

Ante la crisis, el excandidato presidencial del PT, Fernando Haddad, firmó hace algunas semanas (junto a los excandidatos del Psol, el PDT y otros referentes políticos) un documento que reclama la renuncia de Bolsonaro. Pero el PT se limita a activar los resortes institucionales y a tratar de reconquistar el apoyo perdido de los grandes empresarios. En esa línea, el excanciller Celso Amorim ha planteado que el PT tiene que ampliarse, buscando una coalición contra Bolsonaro, incluyendo a muchos de los promotores del golpe contra Rousseff en 2016.
Mientras tanto, la CUT firmó junto a otras centrales sindicales un documento que no plantea medidas de lucha y pone el centro de gravedad en el parlamento, titulado “Que el Congreso Nacional asuma el protagonismo”.
La lucha por derrotar a Bolsonaro debe tener como protagonista al movimiento obrero y popular, que ha dado grandes muestras de su disposición a enfrentarlo (contra la reforma jubilatoria, contra la reforma educativa e incluso contra los despidos y suspensiones, en el marco de la pandemia). Es la manera de evitar, también, que una eventual caída de Bolsonaro dé paso a un relevo patronal y un fortalecimiento de las Fuerzas Armadas. Recordemos que el vice, Mourao, es un hombre aun más ligado a ellas que el propio Bolsonaro.
Frente a la agudización de la crisis política en Brasil, está planteado combinar un pliego de reivindicaciones frente a la pandemia (prohibición de despidos, prohibición de toda actividad no esencial, licencias sin afectar el salario, centralización del sistema de salud, no pago de la deuda externa, etc.) con el planteo de echar a Bolsonaro-Mourao por medio de la lucha de las masas. En esa línea, está planteado -bajo las condiciones que lo permita la pandemia- el desarrollo de un congreso de bases, que apunte hacia la huelga general.
Al gobierno de Bolsonaro-Mourao, las fuerzas armadas y toda tentativa de relevo patronal, le oponemos la lucha por una asamblea constituyente libre y soberana, para reorganizar el país sobre nuevas bases sociales.

Gustavo Montenegro

lunes, 27 de abril de 2020

Justicia por Julio Castro pero la lucha sigue




En la semana el poder judicial condenó al genocida José Gavazzo por el asesinato del maestro y periodista Julio Castro, un triunfo en la lucha contra la impunidad que aún permanece.

En la semana el poder judicial condenó a José Gavazzo por el asesinato en la dictadura del maestro y periodista Julio Castro. El juez Nelson Dos Santos condenó al genocida por coautor de homicidio muy especialmente agravado. Se concluyó la responsabilidad de Gavazzo al estar al mando del departamento III del Servicio de Información de Defensa (SID). Bajo sus órdenes Juan Ricardo Zabala (Guardia Metropolitana) y Julio César Barboza (Ejército) secuestraron a Castro durante la dictadura en 1977. Pasando a ser un detenido- desaparecido, hasta el hallazgo de su cuerpo en 2011 con un orificio de bala en el cráneo y señales de tortura, durante las excavaciones del Batallón 14.
Zabala había confesado su participación en el operativo contra Castro bajo las órdenes del teniente coronel Juan Antonio Rodríguez Buratti, miembro de la SID. Por su parte Barboza inculpó a Gavazzo sobre su responsabilidad en el asesinato de Castro: "El jefe del departamento III en ese momento era el teniente general Gavazzo. Nada de lo que se hiciera allí era sin su consentimiento". De acuerdo al juez: "No es necesario que el jefe haya apretado el gatillo para comprometer penalmente su responsabilidad".
Gavazzo, reconocido genocida responsable de múltiples asesinatos durante la dictadura suma una condena más a su prontuario de lesa humanidad.

Asesinado por su militancia

Julio Castro era maestro, periodista y pensador, reconocido incluso internacionalmente por sus investigaciones pedagógicas y su actividad periodística en el Semanario Marcha. Su asesinato no fue casual sino que fue parte de un plan de exterminio llevado a cabo por las dictaduras sudamericanas contra militantes de izquierda y trabajadores.
Julio Castro también durante el momento en que fue secuestrado, era parte activa de la resistencia a la dictadura uruguaya y fue un activo colaborador en la asistencia a todas las personas perseguidas por la dictadura, ayudando en muchos casos para conseguir el exilio político.

Juzgado pero impune

El genocida Gavazzo ha sido juzgado por este crimen, así como fue juzgado antes por otros que cometió durante la dictadura. Pero goza de una impunidad especial, la que le otorga la prisión domiciliaria para pasar su condena en su cómodo domicilio en las afueras de Montevideo.
No es el único genocida juzgado que goza de este privilegio, además de los que se alojan en la famosa cárcel VIP construida especialmente para ellos.
Todavía estamos lejos de derrotar a la impunidad en Uruguay, por supuesto estas condenas son triunfos logrados por décadas de militancia del movimiento de DDHH.
Pero la lista de represores y crímenes impunes sigue permaneciendo con la complicidad del régimen del Club Naval. Por eso, mientras haya memoria las subsiguientes generaciones mantendremos levantado el puño luchando por la condena de los crímenes de la dictadura.

Sebastián Artigas
Sábado 25 de abril | 18:48

domingo, 26 de abril de 2020

Lenin, a 150 años de su nacimiento




Vladimir Illich Ulianov nació en un día como hoy, de 1870, en Simbirsk, Rusia. Fue el fundador del Partido Comunista Ruso (Bolchevique), el líder indiscutido de la primera insurrección obrero-campesina triunfante a escala nacional en la historia de la humanidad: la Revolución de Octubre en Rusia (que llevó a su término lo que la heroica Comuna de París no pudo hacer) y arquitecto y constructor del Estado Soviético.
Como si lo anterior no bastase fue también un notable intelectual, autor de numerosos y medulares escritos sobre temas tan variados como filosofía, teoría económica, ciencia política, sociología y relaciones internacionales.[1] “Práctico de la teoría y teórico de la práctica” según la brillante definición que de él propusiera György Lukács, Lenin introdujo tres aportaciones decisivas a la renovación de una teoría viviente, el marxismo, que siempre la entendió como una “guía para la acción” y no como un dogma o un conjunto esclerotizado de preceptos abstractos. Gracias a Lenin los cimientos teóricos establecidos por Karl Marx y Friedrich Engels se enriquecieron con una teoría del imperialismo que arrojaba luz sobre los desarrollos más recientes del capitalismo en la primera década del siglo veinte; con una concepción acerca de la estrategia y táctica de la conquista del poder o, dicho en otros términos, con una renovada teoría de la revolución basada en la alianza “obrero-campesina” y el papel de los intelectuales; y con sus distintas teorizaciones sobre el partido político y sus tareas en distintos momentos de la lucha social. Una herencia teórica extraordinaria, como brota de la precedente enumeración.
En este breve recordatorio del nacimiento de un personaje excepcional como el que nos ocupa quisiera llamar la atención sobre una de esas tres aportaciones: la cuestión del partido. En efecto, preocupa la nociva persistencia de un lugar común -y profundamente erróneo- consistente en hablar de “la teoría” del partido en Lenin como si éste hubiera forjado una, absolutamente imperturbable ante los cambios y los desafíos del proceso histórico. Como lo hemos demostrado en nuestro estudio introductorio en una nueva edición del ¿Qué Hacer? Lenin modificó su concepción del partido en correspondencia con las variaciones en las condiciones que caracterizaban los distintos momentos del desarrollo de la lucha revolucionaria en Rusia.[2] Es una obviedad subrayar que su sensibilidad histórica y teórica era incompatible con cualquier dogmatismo, lo que hizo que tomara rápidamente nota de las enseñanzas que dejara la revolución de 1905 y el marginal papel que en ella jugara la organización política a la que pertenecía, el Partido Obrero Social Demócrata de Rusia. Su reflexión autocrítica se volcó en el prólogo a un frustrado libro –iba a llamarse En Doce Años – que recopilaría los libros y artículos que escribiera entre 1895 y 1907. Pese a la módica liberalización que el zarismo había consentido luego del ensayo revolucionario de 1905 y la derrota que las tropas del zar habían sufrido en la guerra ruso-japonesa, lo cierto es que aquellos materiales fueron confiscados por la censura y nunca vieron la luz pública. No obstante, el prólogo quedó a salvo y deja importantes claves para comprender la evolución del pensamiento de Lenin.[3] En esa reflexión de 1907 Lenin explica que el modelo de partido propuesto en el ¿Qué Hacer? se explicaba por las durísimas condiciones impuestas por la lucha clandestina contra el zarismo y su impresionante aparato represivo. Ahora bien, una vez triunfante la Revolución de 1905 Lenin modifica su concepción del partido -que sigue siendo revolucionario pero que ya no debe actuar en la clandestinidad- y se acerca a una postura en cierto sentido similar a la de la socialdemocracia alemana (recordar que Lenin recién repudia la teorización de Karl Kautsky en 1909) que, en ese momento, era el “partido guía” de la Segunda Internacional. Dado que el partido no es una entelequia que sobrevuela las contingencias y los azares de la historia el cambio en la correlación de fuerzas entre el zarismo y las fuerzas sociales de la revolución, amén de las mutaciones operadas en el marco institucional en el que se daba la lucha política- modificaron profundamente la visión de Lenin sobre el carácter del partido, su estructura organizativa, sus tácticas y su actividad organizativa en las nuevas circunstancias históricas. La lucha por la revolución, sobre la cual Lenin jamás hizo ninguna concesión, debía apelar a un nuevo formato partidario. Y lo hizo.
No obstante, el triunfo de la revolución en Febrero de 1917 precipitó la gestación de una tercera teorización en donde la centralidad del partido en la vanguardia del proceso revolucionario fue desplazada por el arrollador protagonismo de los soviets. Con su proverbial sagacidad Lenin advirtió esta mutación, una suerte de revolución copernicana en la esfera de la política, antes que ningún otro dirigente del partido Bolchevique y la dejó impresa para la historia en su asombrosa (y para muchos camaradas, escandalosa) consigna de “¡Todo el poder a los Soviets!” Esto significó, en los hechos, una extraordinaria revalorización del poderío insurreccional de estas inéditas formaciones políticas y un cierto –y transitorio- relegamiento del partido en la “fase más caliente” de la conquista del poder, antes y poco después del triunfo de Octubre. Como veremos más abajo de ninguna manera podría argüirse que Lenin había devaluado definitivamente la importancia del partido. Pero fino observador como era no podía dejar de corroborar su transitorio eclipse en el horno incandescente de la revolución, donde la arrolladora potencia plebeya de los soviets y su condición de actores imprescindibles a la hora de lograr el triunfo definitivo de la revolución eran incuestionables. La historia se encargó de demostrar que aquella sorprendente consigna, tan discutida en su tiempo por sus propios camaradas bolcheviques, a la larga demostró ser acertada pues en el complejísimo tránsito entre la revolución democrático-burguesa de Febrero y la consumación de la revolución socialista de Octubre, el protagonismo excluyente recayó sobre los soviets y no sobre el partido. Lenin fue uno de los muy pocos que supo comprender este cambio y, también, en darse cuenta que este desplazamiento estaba lejos de ser definitivo y que más pronto que tarde el partido volvería a ocupar un lugar de preponderancia en las luchas políticas. Cosa que efectivamente ocurrió.
En efecto, la estabilización del poder soviético y los enormes desafíos de la construcción del socialismo -en un país devastado por la Primera Guerra Mundial y por la guerra civil declarada por la aristocracia terrateniente, los capitalistas y sus aliados en los gobiernos europeos- dio lugar al nacimiento de una nueva teorización sobre el partido, la cuarta. En esta nueva concepción el partido revolucionario es redefinido (y permítaseme abusar de un didáctico anacronismo) “en clave gramsciana”; es decir, el partido como el gran organizador de la dirección intelectual y moral de la revolución, como educador y concientizador de las masas y especialmente de la juventud; como el forjador de una nueva conciencia civilizatoria e instrumento imprescindible para asegurar la perdurabilidad del triunfo revolucionario. Los últimos escritos de su vida, ya consolidada la victoria de las masas obreras y campesinas rusas, marcan precisamente ese retorno del partido al centro de la escena política, resaltando su centralidad estratégica ante la inmensa tarea de dar comienzo a la construcción de la nueva sociedad comunista y de una nueva estatalidad revolucionaria que, inspirada en las enseñanzas de la Comuna de París, no debía ser remedo del estado capitalista. Y eso no sólo en el plano nacional: la creación de la Internacional Comunista en 1919 proyectó sobre el escenario mundial el papel del partido en momentos en que parecía que el capitalismo se enfrentaba a un callejón sin salida y que el triunfo de la revolución proletaria mundial parecía inminente.
Concluyo esta breve reflexión diciendo que la habitual caracterización del revolucionario ruso como un atento lector y discípulo de Marx no le hace justicia a la inmensidad de su legado. Como constructor del primer estado obrero mundial, uno de cuyos más perdurables logros civilizatorios fue su decisiva contribución a la derrota del nazismo, y como refinado pensador que aportó valiosos y necesarios desarrollos al corpus teórico del marxismo la obra de Lenin alcanza una estatura teórica que no pasó desapercibida para un atento observador de la derecha. Hablamos, claro está, de Samuel P. Huntington, quien en uno de sus más importantes libros sentencia que “Lenin no fue el discípulo de Marx; más bien, éste fue el precursor de aquél. Lenin convirtió al marxismo en una teoría política,”[4] Tesis que sin duda debe ser tomada con pinzas y abre numerosas e inquietantes preguntas, pero que contiene algunos elementos de verdad que no pueden ser simplemente desdeñados. Y hoy, cuando se cumplen 150 años del nacimiento de Lenin, el desafío que nos propone la heterodoxa tesis del estadounidense es una buena ocasión para invitar a la militancia anticapitalista a retomar el estudio de la vasta producción teórica del fundador de la Unión Soviética.

Atilio A. Boron

Notas:

[1] Las Obras Completas de Lenin, que reúne los libros, artículos, ensayos, intervenciones periodísticas, discursos y mensajes de diversos tipo, fueron publicadas por primera vez en lengua castellana por la Editorial Cartago del Partido Comunista Argentino entre 1957 y 1973. Consta de 50 tomos y dos más conteniendo los índices de la obra. Cabe recordar que Lenin muere a los 54 años, lo cual pone de relieve el extraordinario caudal de su talento como escritor, publicista y dirigente político.
[2] Para un análisis más detallado de estas cuestiones ver nuestra introducción en: V. I. Lenin, ¿Qué Hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2004), pp. 13-73.
[3] Lenin se refiere a este escrito suyo en su ¿Qué Hacer? (op. cit), pp. 75-83.
[4] Ver su Political Order in Changing Societies (New Haven: Yale University Press, 1968), p. 336.

sábado, 25 de abril de 2020

A 105 años, en todo el mundo se conmemora el genocidio armenio




El Estado turco aún niega su exterminio fundacional.

Como todo 24 de abril la comunidad armenia recuerda el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano (actual Turquía) en 1915 bajo el ascendente gobierno de los Jóvenes Turcos: un sector ultranacionalista que buscaba homogeneizar y preservar al Imperio Otomano, en medio de una serie de desprendimientos nacionales (Balcanes) y en vistas a la conformación de un Estado moderno, que daría surgimiento al Estado turco.
La detención de unos 250 dirigentes culturales, religiosos y políticos, el 24 de abril de 1915, se considera como el punto de partida en la ejecución de un plan de exterminio masivo, sistemático y premeditado dispuesto por el gobierno otomano para aniquilar a la población armenia y así terminar con sus aspiraciones de emanciparse del yugo otomano y convertirse en una nación con su propio Estado.
A los primeros 250 detenidos siguieron otros 600. El reclutamiento forzoso de todos los hombres (armenios) que pudieran sostener un fusil (incluidos niños) era utilizado para desarmar una eventual resistencia armenia, condenando a los conscriptos a tareas forzosas y a ejecuciones. El resto de la población de mujeres, niños y ancianos, fue sometida a las órdenes de deportación, en las que se obligaba al conjunto de esta población a interminables marchas de la muerte por el desierto custodiadas por el ejército otomano. También se sucedieron masacres enteras y todo tipo de vejaciones inhumanas seguidas de ejecuciones sin ningún miramiento.
Aun al día de hoy, el Estado turco niega la naturaleza de lo sucedido asegurando que se trató de “desplazamientos humanitarios” con motivo de la Gran Guerra y que las muertes se debieron a peleas entre etnias y a las consecuencias de la guerra.

“¿Quién se acuerda del aniquilamiento de los armenios?”

El saldo total de muertes se calcula en 1.500.000 armenios, lo que dejó una población diezmada en el territorio del actual Estado armenio y una diáspora inmensa repartida por todo el mundo. Actualmente unos 3.300.000 de personas habitan en territorio armenio, sumadas otras 140.000 de la región de Nagorno Karabaj –actualmente bajo control armenio, en medio de una disputa bélica de 30 años con Azerbaiyán tras el desmembramiento de la URSS- pero el grueso de la población armenia se encuentra en su diáspora, que asciende a unos 8.000.000 de personas en distintos países del mundo, entre los que se destacan Rusia, Estados Unidos, Francia, países de Medio oriente y Argentina (150.000).
La liquidación del pueblo armenio se presentaba como una de las consecuencias necesarias del nacimiento de un Estado turco “moderno” que terminaría de delinearse bajo el mando de Mustafá Kemal Atatürk, como representante de la burguesía autóctona. Un reconocimiento de lo sucedido con el pueblo armenio hubiera significado cuestionar las bases fundacionales de ese mismo Estado, incluida la colaboración de Atatürk con los Jóvenes Turcos y a la mayor parte del personal y funcionarios del nuevo Estado y su gobierno.
Al genocidio armenio le siguió la práctica negacionista del Estado turco, que durante los últimos 105 años se ha empeñado en desconocer los horrores que llevaron a su origen.
Tal fue el empeño que el propio Hitler se valió de la experiencia de con los armenios para justificar sus acciones sobre el pueblo judío, con su frase en 1939 “¿Quién se acuerda del aniquilamiento de los armenios?”.
La causa armenia, que brega por el reconocimiento internacional del genocidio, ha avanzado mucho en los últimos años logrando el reconocimiento oficial de unos 29 países, entre los que se encuentra Argentina. El pasado 30 de julio del 2019 fue reconocido por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, sin embargo el gobierno de los Estados Unidos, y su actual mandatario Donald Trump, aun no reconocen el genocidio. EEUU mantiene todo tipo de acuerdos políticos y militares con Turquía, con quien comparte la participación en la Otan.
El pueblo armenio había sido víctima en el pasado de distintas masacres y matanzas pergeñadas por el Imperio Otomano, sin embargo los hechos de 1915 marcaron un salto en calidad en las aberraciones. Más tarde el estalinismo también hará sus estragos en la división caprichosa del territorio armenio y en el abandono de toda lucha por el reconocimiento del genocidio, desde sus gobiernos satélites en la zona.
El Estado turco, heredero de aquel genocidio, lleva a cabo actualmente una masacre contra el pueblo kurdo, dentro de sus fronteras y en el norte de Siria. El gobierno de Erdogan desarrolla también una política de represión y persecución de las luchas obreras, incluyendo la ilegalización de huelgas como la de los metalúrgicos.
A 105 años del genocidio armenio, no olvidamos y condenamos el negacionismo del Estado turco y las grandes potencias.

Marcelo Mache

viernes, 24 de abril de 2020

La crisis capitalista se ahoga en petróleo




Por primera vez en la historia se ha vendido el barril de petróleo a una tasa negativa en el mercado de Nueva York. En lugar de ganar, se tuvo que pagar para que compren.
Se debe a la sobreproducción petrolera mundial, a la caída del consumo de energía - potenciado por recesión y las cuarentenas pandémicas- y a un enorme espiral especulativo.

Sobreproducción y…

Existe sobreproducción mundial de petróleo. No es el coronavirus el que la ha provocado. Sí la ha potenciado. Se producía más petróleo que el que se consumía, producto del ingreso a una nueva fase recesiva. La Agencia Internacional de la Energía pronosticó que la oferta petrolera mundial iba a superar este año en más de900 mil barriles diarios a la
demanda (unidad de medida: mbd = millón de barriles diarios).
Hace tiempo se creó un organismo (Opep) que nuclea a Estados productores de petróleo para regular la producción y envío de hidrocarburos al mercado, a fin de que no caigan en demasía los precios por sobreoferta. Esta autorregulación significa que se podría producir más petróleo aún y no se lo hace para que no se depriman los precios. La Opep no integra a todos los países productores de petróleo. Esta comandada por Arabia Saudita y los países árabes, Venezuela, Irán, etc. Fuera de la Opep se encuentran principalmente Estados Unidos y Rusia. Esta última, sin embargo, ha venido estableciendo acuerdos con la Opep de autorregulación, que vencieron el 1° de abril. Arabia Saudita planteó una nueva reducción de 1,5 mbd. Y adelantó -ante el inicio de la pandemia- que seguramente se plantearían nuevas reducciones. Rusia se opuso. Esperaba que un retroceso en el precio del petróleo vendido fuera compensado con el mantenimiento o aumento de la cantidad exportada. Esto provocó la réplica de Arabia Saudita, que anunció el envío al mercado de 2,5 mbd más. La ruptura de acuerdos y el aumento de la oferta provocó el desplome del precio del petróleo.

…Guerras "comerciales"

¿Por qué se opuso Putin al acuerdo de restricción de producción de la Opep?
El gobierno ruso acusa que los barriles que Rusia se abstiene de colocar en el mercado son vendidos por empresas yanquis, que no se disciplinan a las limitaciones votadas. Lo cual impide que la autolimitación de la Opep desemboque en un aumento de precios.
Trump apoya las limitaciones a la producción de la Opep… para Rusia. Porque las exportaciones de hidrocarburos rusos suman un 40% de sus ingresos nacionales y un retroceso pondría en mayores aprietos al gobierno de Putin. Rusia viene siendo acosada por sanciones económicas yanquis, para obligarla a que ‘devuelva’ Crimea y retroceda en Ucrania, en Medio Oriente, y abra su economía a una mayor penetración al capital internacional.
En un primer momento, Trump alentó al príncipe saudita para avanzar en estos planes. Pero el fuerte desplome de precios significó un tiro por la culata.
Es que como subproducto de la crisis de 2008, Estados Unidos se lanzó a un amplio plan de producción de hidrocarburos. Grupos capitalistas tomaron créditos baratos y los invirtieron en pozos de fracking, cuyo costo de producción es más alto que los tradicionales. Para que sea rentable el fracking, el precio del barril debe estar por encima de 45 dólares. Así, en el lapso de una década, Estados Unidos consiguió el autoabastecimiento y un récord de producción nacional, pasando a convertirse en exportador. Desde 2017, Rusia solo aumentó su producción petrolera en un 16,3%, mientras que Estados Unidos lo hizo en un 87%.

La caída del petróleo lleva a la quiebra a un amplío sector de la industria yanqui.

Por el lado ruso han habido críticas de potentados del petróleo, considerando -de hecho- la política de Putin como aventurera. Leonid Fedun, uno de los capitalistas de la petrolera rusa Lukoil, estimó que la negativa de Rusia le podría costar al país entre 100 y 150 millones de dólares al día por el posible desplome de precios hasta los 40 dólares por barril. Se quedó corto: el petróleo europeo Brent cayó a 25 dólares y el del yanqui WTI batió el récord con tasas negativas este lunes.
La movida de Putin pretendía bancar un pequeño retroceso en el precio, para llevar a la quiebra a empresas de fracking norteamericanas, eliminar así la sobreproducción y forzar a Trump a negociar. Pero el desplome obligó a todas las partes a reconsiderar la situación. Una nueva reunión de la Opep+ (o sea, la Opep y Rusia) (12/4) concluyó con un acuerdo forzado: la producción se reduce en 10 mbd desde el 1° de mayo y va retrocediendo (8 mbd, el 1° julio).
Pero la sobreproducción continúa, incluso con esta fuerte reducción productiva. Ahora sí, acentuada por la parálisis económica impuesta por la cuarentena pandémica.
Esto se trasladará en fuertes crisis políticas y sociales. Ni qué hablar de Venezuela e Irán, que hace años tienen bloqueadas sus exportaciones petroleras y la capitalización de sus empresas. Y la crisis que provoca en los ingresos de Irak, que depende en un 90% de estas exportaciones.

Especulación financiera, quiebras, guerras y revoluciones

A este panorama se suma la especulación financiera que domina a las bolsas mundiales. El lunes se desplomó no el precio contado del petróleo, sino el de los contratos a futuro. Como todo bajo el capitalismo, potenciado en tiempos de crisis, existe un gran movimiento especulativo. Tenedores de esos contratos se desligaron apresuradamente de los mismos porque están a días de tener que pagarlos y recibir el petróleo. En condiciones donde no lo pueden almacenar para esperar su eventual valorización. Porque los depósitos están repletos.
La salida de la cuarentena atenuará un poco esta crisis de sobreproducción, pero no la resolverá. Se plantea, con mucha más fuerza que en 2008, la necesidad de la quiebra de una parte importante del capital. No solo de pequeñas empresas, sino grandes monopolios (las acciones de British Petroleum perdieron un 50% de su valor, etc.). Esto no podrá ser resuelto ‘económicamente’, sino a través de acciones políticas y militares.

Rafael Santos

jueves, 23 de abril de 2020

China, presente y futuro en medio de la pandemia




China ha logrado contener la pandemia. Un escenario distintivo respecto del que atraviesan las grandes economías occidentales, empezando por Estados Unidos, que ha pasado a convertirse en el epicentro de la enfermedad.

Hay quienes señalan el ocultamiento que ha hecho el régimen chino de la información al originarse el brote, lo cual ha contribuido a su propagación en su etapa inicial. Las autoridades locales de Wuhan fueron acusadas de persecuciones contra médicos que advirtieron tempranamente (desde fines de diciembre) sobre la peligrosidad de la enfermedad, entre ellas la directora del Hospital Central y Li Wenliang, un médico que fue obligado a retractarse de sus advertencias y que falleció más tarde a causa del virus. Todo esto generó una crisis en el aparato burocrático. El diario Global Times, ligado al Partido Comunista Chino, rompió el hermetismo del régimen en un editorial donde se refirió a una “negligencia local y nacional ante el brote nacional” (30/1).
Pero, asimismo, existe una coincidencia en destacar la eficacia del gigante asiático para controlar la plaga una vez que la misma se fue expandiendo.
Una visión compartida es que el éxito tiene que ver con la fuerte regulación y la centralización establecidas por el Estado para pilotear la crisis, lo que permitió disponer, planificar y asignar adecuadamente los recursos existentes, en función de las necesidades y prioridades. Esto contrasta con la anarquía reinante en la mayoría de grandes economías capitalistas, con la excepción de Alemania. El rol dirigente jugado por el Estado expresa, a su modo, aunque sea en forma lejana, desfigurada y desnaturalizada, los resabios del pasado revolucionario chino. La feroz dictadura del Partido Comunista chino ha viabilizado la restauración capitalista, pero la misma está inconclusa. El desmantelamiento del Estado, que aún ejerce una fuerte tutela en la vida económica y social, sigue siendo una asignatura pendiente. China no ha logrado ser desguazada hasta el momento, como ocurrió con Yugoslavia, pese a que China era un terreno propicio si nos atenemos a sus enormes dimensiones territoriales.
Un verdadero Estado obrero, basado en la democracia de los trabajadores, se habría valido de los resortes del Estado para enfrentar la pandemia, pero apelando, al mismo tiempo, a la intervención e iniciativa creativa del pueblo, cuestión que es incompatible con la regimentación que ejerce la burocracia restauracionista.

Contradicciones económicas

La evolución favorable en lo que se refiere a la crisis sanitaria ha abierto una cuota de alivio, aunque no está exenta de la amenaza de nuevos picos de infección, pero eso no puede hacer perder de vista los fuertes nubarrones que acechan el país. La pandemia ha agudizado todas las contradicciones económicas y sociales ya preexistentes. La economía china se contrajo un 6,8 por ciento en el primer trimestre, una caída mayor de la que estimaban diferentes consultoras internacionales. Se trata del primer retroceso del PBI desde que Beijing comenzó a informar datos trimestrales en 1992 -o sea, en casi treinta años.
La expectativa de una recuperación choca con la contracción severa de la economía mundial. Las exportaciones cayeron en marzo un 6,6 por ciento, después de desplomarse un 17,2 por ciento en enero y febrero. Al informar sobre su perspectiva a principios de esta semana, la economista jefe del FMI, Gita Gopinath, dijo: “El resto de la economía mundial está ahora en manos de la pandemia y hay severas medidas de contención en todo el mundo para que eso tenga un gran impacto negativo en términos de demanda externa en el crecimiento de China”. Si bien muchas de las restricciones se han levantado, también se han promulgado otras nuevas, incluso en vuelos internacionales, con el fin de tratar de prevenir una segunda ola de infecciones. En el período reciente, el gobierno chino ha tratado de hacer que la economía esté más basada en el consumo interno. Sin embargo, las ventas minoristas cayeron un 16 por ciento en marzo.
Esta vez, el gobierno no está en condiciones de apelar al enorme paquete de estímulo que puso en práctica en 2009, que comprendía un gasto público de alrededor de medio billón de dólares y una expansión del crédito, por un total equivalente al 16 por ciento del PBI. En términos porcentuales superó los rescates dispuestos por las principales potencias capitalistas, incluido Estados Unidos. En ese entonces, China ofició de locomotora de la economía mundial y su demanda fue la que estuvo en la base del aumento de los precios internacionales de los commodities y el período de bonanza experimentada por una serie los países de emergentes y latinoamericanos. Pero esto concluyó hace varios años y China ha sido arrastrada al torbellino de la crisis mundial, como lo prueba la brusca desaceleración que su economía viene experimentando. El régimen ha tratado de mantener en pie y evitar la quiebra de empresas, en especial de la órbita estatal, cuya continuidad está seriamente comprometida como consecuencia de la crisis de sobreproducción y sobreacumulación capitalista que afecta a todo el planeta, a través de un endeudamiento creciente que se ha vuelto una bomba de tiempo. La relación entre la deuda total y el PBI se expandió del 173 por ciento en 2008 a alrededor del 300 por ciento en 2019. Este financiamiento no ha servido para sacar del pantano al sector productivo y una parte creciente del mismo ha terminado siendo desviado a la especulación inmobiliaria -hasta el extremo de la creación de ciudades fantasmas-, burbujas bursátiles y activos financieros.
En consecuencia, el gobierno y el Banco Popular de China (PBoC) han dispuesto planes más modestos en comparación con los rescates anunciados en las grandes metrópolis. El gobierno ha dado algunas exenciones fiscales para las empresas y ha proporcionado fondos adicionales para que los bancos presten a las empresas en dificultades. La política monetaria se ha vuelto algo más flexible al reducir las tasas de interés de los préstamos.
Pero dado el estado de la economía mundial y el condicionante en la que entra China en esta coyuntura, es altamente dudoso que tales medidas sean capaces de revertir la declinación ya en desarrollo. A lo sumo, se estima que el ritmo de crecimiento podría alcanzar un 1,5%, que, hablando de China, representaría un verdadero colapso.

El cuadro social

Esto ya está teniendo una traducción en el número de desocupados. Los empleos precisos y los datos de desempleo para China son algo vidrioso por la manipulación de las estadísticas y engañoso, ya que su fuerza laboral comprende trabajadores migrantes del país que no son registradas fielmente en los cómputos gubernamentales.
La tasa oficial de desempleo urbano se situó en un máximo histórico del 6,2 por ciento a finales de febrero, y cabe esperar que aumente aún más en los próximos meses, incluso si la economía vuelve a un crecimiento positivo. Por lo pronto, en los dos primeros meses de 2020, el país vio destruidos unos 5 millones de puestos de trabajo, en el marco de una fuerza laboral total de 900 millones de personas en edad de trabajar. El gobierno se enfrenta a un problema importante para el número récord de graduados universitarios en la búsqueda de empleo que ahora llegan al mercado laboral. El régimen chino se fija el objetivo de proporcionar al menos 10 millones de empleos urbanos más cada año. Pero según Wang Tao, economista de UBS (sociedad suiza de servicios financieros), incluso cuando el mercado laboral se recupere, el empleo no agrícola caerá en 14 millones este año.
Esto puede poner en tela de juicio la “estabilidad social” que siempre ha sido materia de preocupación del Partido Comunista chino (PCch) y, en especial ahora, pues el régimen de Xi es consciente que la continuidad en el tiempo de su mandato depende de ello, con más razón cuando el crecimiento, lejos de atenuar las desigualdades sociales, las ha potenciado. Y, a caballo de ellas, ha ido en aumento el clima de descontento y de hostilidad en las filas de los trabajadores.

Perspectivas

Este cuadro de situación obsesiona a la elite dirigente. Cada año, el PCch anuncia -durante la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional, que tiene lugar en marzo- su objetivo anual de crecimiento. Sin embargo, la reunión fue cancelada este año debido al coronavirus y, por ahora, las autoridades se han abstenido de aventurar sus pronósticos.
Lo cierto es que esta vez va a ser difícil que China pueda sustraerse a las quiebras de una franja de empresas, cuya viabilidad ha pasado a estar cuestionada por la bancarrota capitalista. “La contracción del PBI entre enero y marzo se traducirá en pérdidas permanentes de ingresos, que se reflejarán en quiebras de pequeñas empresas y pérdidas de empleos”, analizó Yue Su, de la Economist Intelligence Unit (La Vanguardia, 16/4). El país asiático se ha convertido en uno de los eslabones vulnerables y explosivos en esta nueva transición. De ser uno de los factores contrarrestantes de la crisis mundial, ha pasado a transformarse en una de las palancas de su agravamiento. Esto crea las condiciones para una intervención de mayor amplitud de la clase obrera china. Aunque con sus marchas y contramarchas, esta enorme fuerza laboral ya viene despabilándose estos últimos años, como lo prueban la multiplicación de huelgas y conflictos laborales. Su despertar definitivo augura un giro determinante en la lucha de clases mundial.

Pablo Heller

¿Cómo se convirtió Estados Unidos en el centro de la pandemia mundial?




La Izquierda Diario Multimedia presenta su nuevo programa de política internacional. Todas las semanas tocaremos en profundidad diversos temas de interés y actualidad. En este primer programa buscamos la respuesta a la crisis generada en Estados Unidos al haberse convertido en el centro de la pandemia internacional.
Isabel Infanta entrevista a Tre Kwon y Mike Pappas, enfermera y médico del hospital Monte Sinaí de Nueva York y a Juan Cruz Ferre, sociólogo y editor del sitio Left Voice, analizamos las medidas tomadas por Trump y los gobernadores demócratas y republicanos, las causas profundas y estructurales de la catástrofe que se vive, el rescate multimillonario a las empresas y la industria farmacéutica, como así también las luchas de trabajadoras y trabajadores que se están extendiendo por todo el país. También analizamos el efecto de la candidatura de Bernie Sanders luego de bajarse de la carrera presidencial y las tareas de los socialistas revolucionarios en el corazón del imperialismo.

miércoles, 22 de abril de 2020

46 años del asesinato de “las muchachas de abril”




Este 21 de abril se cumple un nuevo aniversario del asesinato de Silvia Reyes, Laura Raggio, y Diana Maidanick a manos de las Fuerzas Conjuntas. Otro crimen aún impune que espera justicia.

En la madrugada del 21 de abril de 1974 fueron salvajemente asesinadas las jóvenes luchadoras sociales Silvia Reyes, Laura Raggio, y Diana Maidanick por agentes de la dictadura.
Se buscaba dar con el paradero de Washington Barrios, militante del MLN y esposo de Silvia Reyes quien posteriormente en 1974 fue desaparecido en Córdoba, Argentina.
De acuerdo a los testimonios existentes en el operativo en el que fueron asesinadas las 3 jóvenes participaron los generales Julio César Rapella y Esteban Cristi, los mayores Armando Méndez y José Nino Gavazzo, el coronel Manuel Cordero y los entonces capitanes Mauro Mouriño, Julio César Gutiérrez y Jorge Pajarito Silveira.
A pesar de la identificación de los culpables por múltiples testigos, estos aún no han sido condenados; un ejemplo más de cómo la impunidad con respecto a los crímenes de lesa humanidad se mantiene totalmente vigente.
En el recuerdo de este nuevo aniversario compartimos la carta escrita por Washington Barrios al enterarse de la muerte de su compañera:
"Silvia era parte de mí como yo de ella. Nosotros hablábamos de todo lo que podría ocurrir en cualquier momento, pero por desgracia pasó una de las cosas peores, y lo peor es en lo personal, haber perdido a mi compañera y a una gran revolucionaria. Con la Flaca decíamos que, si llegaba a pasar algo así, cualquiera de los dos que quedara tenía que luchar y ocupar el puesto de los dos, y eso es lo que voy a hacer y lo más probable es que muera peleando como ella murió. Lo que tenemos que tomar todos es el ejemplo que Silvia nos dio día a día, hora a hora, minuto a minuto. Me mataron a la Flaca y al gurí que estaba en camino..."
En esa carta también pedía que, en la tumba de Silvia y en la suya propia si le tocaba caer, se pusieran estos versos:

"Ya nadie habrá que pueda
parar su corazón unido y repartido.
No digan que se ha ido,
su sangre numerosa junto a la patria queda".

La Izquierda Diario Uruguay
Martes 21 de abril | 18:22

martes, 21 de abril de 2020

Un fantasma recorre el mundo: Marx tendencia y los liberales despechados




El 20 de abril será recordado como la primera vez en la historia en que el mercado de futuros del petróleo operó con precios negativos, un suceso que desconcertó a casi la totalidad de los analistas y operadores económicos. El día siguiente, mientras continúa la convulsión, el nombre de Marx se convirtió en tendencia de twitter, demostrando la presencia constante del revolucionario alemán frente a cada acontecimiento novedoso de la crisis capitalista.
En todo el mundo los liberales parecieron inflar el pecho y valiéndose del excepcional comportamiento en el mercado petrolero encontrar la refutación tan añorada al marxismo. Lo que en realidad vinieron a probar es por un lado su total ignorancia respecto de la teoría económica marxista y al mismo tiempo su preocupación por golpear a la izquierda en un momento en que las consecuencias sociales de la pandemia planteen escenarios de rebelión popular, continuando las de 2019.
Como planteamos en otras oportunidades, la pandemia del coronavirus vino a atacar a un cuerpo enfermo, debilitado o inmunodeprimido como se dice últimamente. El capitalismo ya venía ingresando en una recesión que de ninguna manera se correspondería con un “aterrizaje amortiguado” sino por el contrario iba a ser una recesión global atravesada por grandes bancarrotas y choques entre potencias, es decir turbulenta.
En el caso del petróleo ni siquiera había que esperar hasta la recesión porque la guerra comercial (exacerbada por la crisis capitalista) venía reduciendo el precio del hidrocarburo en más de un 35% en lo que va del año, por los choques entre los principales productores. En definitiva, la caída del precio que supuestamente vendría a refutar a Marx tiene su principal explicación en la sobreproducción de esa mercancía cuando fue Marx el primero en marcar esta característica distintiva de las crisis capitalistas sobre las crisis de los regímenes anteriores.

Brutos con Marx

Los despechados twitteros demuestran su nulo conocimiento de la teoría marxista. El corazón del marxismo es la demostración de que el capitalismo es un régimen social histórico y sus contradicciones son insalvables, algo que se pone de manifiesto en las crisis. Las crisis hunden los precios, llevan al capital a la bancarrota y provocan desvalorizaciones masivas. Solamente un ignorante puede postular que, para Marx, la ley del valor produce un alineamiento automático de precios. La ley del valor se impone finalmente a través de bruscos mecanismos de mercado, crisis, auges y desvalorizaciones. El “equilibrio” entre oferta y demanda es un cuento liberal, no marxista.
Nuestros críticos parecen no haber leído más allá del primer tomo de “El capital” ni hojeado siquiera el tercer tomo donde se desarrolla la transformación de valores a precios, un aporte esencial para el pasaje de los conceptos más abstractos a los más concretos. En el caso del petróleo, su precio se haya, además, determinado por la renta diferencial de la tierra, o sea, por la mayor o menos productividad de los diferentes pozos condicionada por sus características naturales.
La teoría marxista marca la contradicción básica del capitalismo: mientras por un lado se desarrolla una enorme masa de riqueza, de valores de uso y se potencia el trabajo humano a un nivel nunca antes visto se choca con relaciones sociales de producción que impiden la apropiación por parte de la mayoría de la población trabajadora de esa riqueza generada. La riqueza se acumula sin vender mientras la pobreza crece a niveles récord. Las fuerzas productivas en el capitalismo no pueden seguir desarrollándose porque están presas de esa contradicción.

También brutos sobre el petróleo

Los trolls liberales, negando la ley del valor, le adjudican el derrumbe a un fenómeno metafísico de expectativas subjetivas. Pero no hay nada de eso, lo que hay es una parálisis global determinada por la crisis capitalista potenciada por el coronavirus. Si hubieran usado un poco la cabeza, se habrían dado cuenta de que las cuarentenas y sus consecuencias demuestran justamente el punto central del marxismo: sin trabajadores no hay riqueza, ni valor, ni producción ni nada. La fuerza de trabajo es la savia vital que alimenta, tanto la generación de riqueza en general, como, en particular, la ganancia capitalista.
La debacle del precio del petróleo no se dio en los surtidores, sino en el mercado de futuros, un mercado creado para el desarrollo amplificado del capital financiero, donde se ha potenciado el capital ficticio como en ningún otro lugar. El 21 vencían las ventas hechas con meses de anticipación, sobre la base de precios mayores a los actuales. Mientras tanto, la sobreproducción petrolera agotó las posibilidades de almacenamiento en Estados Unidos. Los intermediarios y especuladores no podían recibir el petróleo ni anular las compras. El combo de estos dos fenómenos hizo que se desprendieran rápidamente de los barriles comprados, incluso pagando para sacárselos de encima.
Las petroleras se valieron del crédito y los mercados de futuros para estabilizar precios y hacerse de ingresos con anterioridad a las ventas. ¿Quien describió este fenómeno? No fueron Milton Friedmann ni Von Hayek, sino Marx en el tomo III de El Capital: el crédito alimenta el desarrollo capitalista, hasta que el derrumbe inexorable de la producción capitalista transforma a ese mismo crédito en un factor de agravamiento de las crisis.
La crisis petrolera, en tanto, vino a golpear fuertemente un mercado con tendencia a la sobre oferta producto de la expansión de petróleo no convencional. EE.UU. impulsó esta producción no convencional contra los países de la OPEP y contra Rusia, con el objetivo de fortalecer su posición en el mercado mundial. Ahora, este desarrollo está amenazado con la superproducción a nivel mundial, por eso Trump busca medidas intervencionistas para rescatarlo y azuza la guerra comercial contra China para exportar sus pérdidas.
Si al lector esto le suena de algún lado, no será sin duda de un tratado liberal sino de las obras clásicas del marxismo sobre la tendencia a los choques y la guerra imperialista como resultado del desarrollo de las crisis capitalistas. Nuestros amigos liberales aprenderían algo leyendo “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, de Lenin.

Despecho

El despecho de los liberales se debe en parte a que ven cómo la burguesía les da momentáneamente la espalda mientras desde el FMI hasta el Finantial Times o el Boris Jonhson descubren las bondades del Estado en una falsa oposición al mercado. El marxismo es la única corriente teórica y política capaz de desnudar esa dicotomía forzada, donde la misma clase social puede pasar de una a otra variante según su conveniencia circunstancial.
En síntesis, lejos de cualquier clase de refutación a Marx la situación actual (donde el petróleo opera a precios negativos porque no hay donde guardarlo) es una enorme reafirmación de las tesis centrales de la teoría marxista.

Guido Lapa

lunes, 20 de abril de 2020

Cuba en tiempos de Trump




El rumbo continúa a pesar de la agresión imperialista

Tras una década de presidencia de Raúl Castro (2008-2018) que no dejó a nadie indiferente, Cuba entra en la tercera década del siglo XXI en un contexto sumamente complejo, ya que tiene que compaginar la aplicación concreta de su nueva ruta económica con políticas de resistencia frente a la intensificación de la agresión de EE.UU.
Una vez debatidos y aprobados los ‘Lineamientos de la Política Económica y Social de la Revolución’, reformada y refrendada la Constitución y materializado el relevo generacional, Cuba afronta una nueva etapa en la que se prevé una producción legislativa intensa que aterrice las grandes decisiones que se tomaron en los años previos. Esto en un contexto de ataque por parte de la administración Trump que recuerda a épocas de la guerra fría.
Agresión imperialista. Los avances históricos logrados durante el gobierno de Obama han sido desmontados en poco tiempo por el actual inquilino de la Casa Blanca, que está aplicando un plan bien definido para estrangular económicamente a la isla, golpeando a los principales sectores de la economía (turismo, remesas y servicios médicos).
Por un lado, se han aprobado una batería de sanciones para afectar a la industria turística cubana, un sector estratégico para el país. Destaca la prohibición de viajar a compañías navieras, (especialmente cruceros) y a aerolíneas (permitiendo sólo trayectos a La Habana). A esto hay que agregar la inclusión en una lista negra de las principales empresas cubanas de turismo (Gaviota, Habaguanex…). A su vez, la aerolínea estatal Cubana de Aviación ha tenido que suspender un buen número de vuelos internacionales porque algunas compañías aéreas extranjeras han cancelado sus contratos de arrendamiento de aviones, producto de las amenazas de sanción por parte de Washington.
Todo esto se ha traducido en una caída de más de un 8% del flujo turístico internacional hacia la isla, pasando de 4,7 millones de turistas aproximadamente en 2018 a 4,3 en 2019. La caída del turismo procedente de EE.UU. es mucho más marcada, ya que se ubica en un 20% y quiebra además una tendencia al alza que venía dándose desde el inicio –en 2014- del proceso de normalización de relaciones entre los 2 países.
Por otro lado, se han puesto importantes obstáculos migratorios y fuertes restricciones a las remesas. La Visa que EE.UU. otorgaba a cubanos que querían viajar a su territorio tenía una vigencia de 5 años y ahora se reduce a solo 3 meses y un único viaje. Además, el cierre de los servicios consulares en Cuba obliga a todo aquel que quiera solicitar una Visa a desplazarse a un tercer país, lo cual es económicamente inviable para una mayoría de la población. El endurecimiento para la obtención de una Visa no solo se da para visitas familiares sino también para viajes de tipo científico, médico, cultural y deportivo.
Paralelamente, Trump también ha decidido golpear las remesas, una de las principales fuentes de ingresos de la isla. Las remesas de dólares de los emigrados residentes en EE.UU. hacia Cuba han sido restringidas, fijando un límite máximo de 1.000 $ por trimestre. Una medida que las y los ciudadanos inmigrantes de otros países no sufren.
Otro flanco donde el bloqueo se ha intensificado es el energético. El Departamento del Tesoro de EE.UU., desde mediados de 2019, empezó a aplicar sanciones a empresas proveedoras de combustible de diferentes países e incluso a los barcos que lo transportan. A fines de febrero se vivió una situación tan extrema como surrealista, ya que el gobierno cubano tuvo que comprar directamente un barco que transportaba combustible para la isla, debido a que el armador de la nave había decidido finalmente no desembarcar la carga tras la amenaza yanki de ser sancionado.
El efecto más visible de este endurecimiento del bloqueo energético se percibe en las gasolineras, donde proliferan las colas de vehículos y, en el transporte público, incapaz ahora de garantizar un servicio continuo y regular. Pero el efecto más preocupante se está sintiendo en el ámbito productivo, ya que muchas empresas han tenido que reducir sus horarios de trabajo debido a la escasez energética. De hecho, parece que el Estado cubano ha decidido priorizar el suministro eléctrico doméstico y sacrificar relativamente la productividad, para evitar cualquier imagen que recuerde los apagones del Periodo Especial.
Washington también ha operado para golpear los servicios médicos cubanos en el exterior, actualmente la principal fuente de ingresos del país. En septiembre pasado lanzó un comunicado exigiendo a todos los países que disfrutan de asistencia médica cubana para que suspendan dicha relación. A su vez, ha logrado que tres antiguos aliados de la isla hayan cancelado sus programas de cooperación sanitaria: el Brasil de Bolsonaro a fines de 2018, el Ecuador de Moreno en octubre de 2019 y el gobierno golpista boliviano más recientemente. A todo esto, se suma la reactivación del programa para incitar a médicos a desertar del país, ofreciéndoles un contrato en EE.UU.
El círculo del bloqueo se cierra con la activación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite denunciar en tribunales norteamericanos a cualquier empresa del mundo que haga negocios en Cuba en propiedades de ciudadanos estadounidenses de antes de la Revolución del 59. A pesar de que dicha ley lleva un cuarto de siglo vigente, el Título III nunca se activó, en gran medida por la presión europea e internacional. Ahora, Trump quiere pasar a la historia activándola. Sin embargo, esta es la medida que menos impacto ha tenido, ya que las demandas que se han puesto hasta el momento en tribunales no han tenido recorrido jurídico.
Hoja de ruta cubana. La intensificación del asedio imperial no ha facilitado que el gobierno cubano pudiera desplegar con la amplitud y la velocidad necesarias una serie de medidas económicas que son parte sustancial de su hoja de ruta. De hecho, el propio presidente Miguel Díaz-Canel señalaba recientemente que el 2019 fue un año muy duro porque sentimientos del ‘Periodo Especial’ volvieron a planear sobre la conciencia colectiva: “tanto el recuerdo de los momentos duros como un sentir colectivo en defensa de la soberanía nacional”.
El presidente se mostró orgulloso por haber evitado los apagones, a pesar del ataque energético, pero a continuación fijo los retos a corto y medio plazo que tiene el país: ser más efectivos en la “batalla diaria contra la corrupción y el robo de combustible” y reducir la dependencia del diésel incrementando la generación de energías renovables.
Una de las medidas más populares que se tomó en julio de 2019 fue el incremento salarial en el denominado ‘sector presupuestado’, es decir, el de las y los empleados públicos de los sectores ‘no productivos’ (sanidad, educación, cultura, burocracia, etc.). El incremento fue de un 68% y benefició a millón y medio de personas, el 50% del total del empleo estatal y aproximadamente 1/3 del total de trabajadores, ya que el otro tercio restante trabaja a día de hoy en el sector no estatal (privado y cooperativo). El aumento fue considerable ya que el gobierno era consciente del aumento sostenido de los precios de alimentos y transporte, en gran medida debido a procesos de especulación.
Otra medida relevante como consecuencia de la falta de divisas -producto de la intensificación del bloqueo- ha sido la apertura, a fines de año, de tiendas que permiten el pago en dólares. El Estado necesita moneda fuerte y esta es una vía directa de adquisición.
La anunciada unificación monetaria y cambiaria, que se ha ido retrasando de manera recurrente, ya tenía fechas para inicios de 2020 pero con el inicio de la crisis del Coronavirus se volverá a posponer un tiempo. De cualquier manera, la inminencia de la medida se empezó a sentir en la calle en diversos comportamientos cotidianos. Por un lado, la población que tiene en efectivo mucha moneda convertible (CUC) está comprando dólares o mercancías para su reventa. Por otro lado, en algunos establecimientos de gastronomía del Estado no se acepta el CUC y solo se recibe el peso convencional, el CUP, que será finalmente la moneda única que operará en el país.
Junto a la unificación de moneda se espera que se unifique también la tasa de cambio, ya que en la actualidad coexisten varias, la de la población (1 dólar = 25 pesos) y la que disfrutan algunas empresas a tasa preferencial (1 = 10 y en algunos casos 1 = 1). Esto último sigue impidiendo comparar la eficiencia de las empresas y dificulta identificar a las deficitarias. Por ello, el gobierno se lo ha fijado como reto ineludible, en coherencia con la directriz del ‘socialismo sostenible’ que guía la actual etapa histórica.
Mientras tanto, el Coronavirus llegó también a Cuba y las autoridades activaron los primeros protocolos de cierre parcial de fronteras y exámenes médicos preventivos a miles de personas. Pero lo más impactante ha sido la reacción del país en clave internacionalista, ya que la frágil coyuntura económica agravada por la agresión estadounidense no ha impedido que el gobierno haya decidido apoyar a otros países en la lucha contra esta pandemia.
Cuba ha vuelto a ser reconocida en todo el mundo por su avanzado sistema de investigación farmacéutico público, gracias al uso del ‘Interferon Alfa 2B’ para combatir la enfermedad. A su vez, el país aceptó la solicitud del gobierno británico para que un crucero de esta nacionalidad con afectados por coronavirus pudiera desembarcar en la isla, después de que varios países del entorno se habían negado a recibirlos. Cuba, además de abrirles las puertas decidió tratar a los enfermos en sus hospitales. Por último, Cuba ha enviado personal médico a varios países latinoamericanos y a la zona de mayor infección, por el momento, de todo el planeta: Lombardía (Italia).
El ex presidente brasileño Lula en una carta reciente dirigida al presidente cubano Díaz-Canel sintetizaba magistralmente el aporte cubano en esta crisis mundial: “es en los momentos de crisis que conocemos a los verdaderamente grandes”.

Luismi Uharte. Grupo Investigación Parte Hartuz. Universidad del País Vasco

domingo, 19 de abril de 2020

Los trabajadores de la salud del mundo, en pie de lucha




Informe especial

Cómo se organizan contra el Covid-19 y el ajuste de los gobiernos

Los trabajadores de la salud han sido elogiados por diferentes gobiernos del mundo como aquellos que están en la primera línea de batalla contra el coronavirus. Y no cabe ninguna duda de que esto es así. El extraordinario mérito de ayudar a aliviar el dolor ajeno, en las circunstancias más extremas, ha sido correspondido por los pueblos del mundo con aplausazos y reconocimientos.
Pero hay una trampa en el endulzamiento oficial. Los cumplidos y las promesas de reforzamiento presupuestario no son más que una cortina de humo para esconder el desfinanciamiento sistemático de la salud pública, las tendencias a la privatización, la superexplotación obrera y la ausencia de medidas elementales de protección.
Esto empieza por el llamado “primer mundo”. Con un fuerte desarrollo de la medicina privada, y sistemas públicos destruidos por una década de ajustes presupuestarios, Estados Unidos y algunos países europeos (como el Reino Unido e Italia) encabezan el listado de países afectados por la falta de insumos y medidas de protección frente a la pandemia, lo que ha provocado la muerte evitable de decenas de trabajadores de la salud. En el resto del mundo, la escena se repite. En la lógica de considerar a la salud como una mercancía, los gobiernos capitalistas han expuesto a toda la población trabajadora.
Al igual que otros sectores obreros, el personal sanitario ha salido a la lucha en numerosos países por sus reivindicaciones. A continuación, presentamos un relevamiento de algunos de esos casos.

En las barbas de Trump

El miércoles pasado, tuvo lugar en Estados Unidos una nueva jornada de lucha de las enfermeras. Incluyó medidas en ocho hospitales de Filadelfia (Pennsylvania), en Chicago, Brooklyn y otros distritos. Estuvo organizada por una red de activistas y se inspira en jornadas previas de protestas en hospitales de Nueva York. Las enfermeras reclamaron el fin de las muertes evitables de trabajadores de salud (hay cerca de 30 fallecidos y más de 10 mil trabajadores infectados), mayor personal, insumos, equipos de protección, seguro médico para los norteamericanos que no lo poseen (más de 27 millones) y la nacionalización de todos los hospitales del país “para coordinar la distribución de recursos” (Labor Notes, 16/4).
Como antecedentes, el 11 de marzo pasado se había desarrollado una jornada nacional impulsada por el sindicato de enfermeras (NNU), que en una conferencia de prensa había denunciado que el sistema de salud no estaba preparado para afrontar la pandemia. El 9 de abril, hubo otra jornada a nivel nacional.
En contraste con la cordura de los trabajadores, el gobierno de Trump subestimó la gravedad de los hechos y resistió todo lo posible la aplicación de medidas de aislamiento social, en función de los intereses de las grandes empresas. A modo de ejemplo, sólo la organización de los trabajadores logró la aplicación de la cuarentena en las fábricas automotrices de Detroit.

El viejo continente

Del otro lado del Atlántico, en el Reino Unido, el gobierno de Boris Johnson protagonizó otro de los bochornos frente a la pandemia. Tras abordar la cuestión del coronavirus con displicencia, terminó él mismo infectado. Pero se trata de una anécdota en relación a la completa falta de preparación frente al virus, que denunció amargamente el director de la revista médica The Lancet. El planteo de no aplicar medidas de cuarentena, en nombre de crear una supuesta “inmunidad de grupo”, debió ser abandonado sobre la marcha porque amenazaba con agravar una situación ya de por sí calamitosa.
En el Reino Unido han muerto más de 60 trabajadores de la salud. Muchas de esas muertes obedecen a la desidia oficial. Los Equipos de Protección Personal (EPP) se entregaron tardíamente y son escasos. Los sitios de la izquierda de ese país denuncian que personal del sector ha debido cubrirse, en algunos casos, con bolsas de basura. Trabajadores de algunos hospitales denuncian que las máscaras de calidad (FFP3) que recomienda la Organización Mundial de la Salud no abundan, lo que los obliga a usar otras que no son herméticas. También ha trascendido un memo oficial que recomienda al personal reutilizar la ropa de trabajo, entre otras medidas de “ahorro”, ante la indisimulable falta de recursos.
En este escenario, en algunos nosocomios de Londres los trabajadores han conquistado la entrega de equipos de protección bajo la amenaza de medidas de fuerza. Esta semana, a su vez, hubo una jornada de protestas en reclamo de dichos equipos y de testeos masivos de la población. Pese al gran malestar con el gobierno, en especial con el secretario de salud, los sindicatos mantienen su parsimonia.
El mal abordaje frente a la pandemia es el corolario de décadas de desfinanciamiento y privatización del sistema de salud (NHS), por parte de gobiernos laboristas y conservadores. Hoy, ese sistema está en la mira de los empresarios norteamericanos, que apuestan a su copamiento capitalista.
En el sur europeo, donde las políticas de “austeridad” de la Unión Europea han hecho estragos, los trabajadores de la salud han desarrollado medidas de lucha en Italia y en Grecia. En el primer caso, participaron simbólicamente -con un minuto de silencio- del masivo paro del 25 de marzo convocado por la Unión Sindical de Base (USB), en reclamo de condiciones de seguridad e higiene y de la imposición de medidas de cuarentena. En el país del Pireo, una jornada nacional de lucha con participación de 28 hospitales (de Atenas, Tesalónica, Alejandrópolis, y otras ciudades) reclamó mayor presupuesto, más personal, y el testeo masivo de la población. La dramática falta de insumos en el país tiene una explicación: los gobiernos del partido socialista (Pasok), Syriza y la derechista Nueva Democracia se sometieron por igual a las políticas de ajuste de la Troika (FMI, Banco Central Europeo, Comisión Europea).
La península italiana presenta uno de los mayores niveles de trabajadores infectados. Constituían el 10% de los casos hasta hace unas semanas (un registro similar al de España). El suicidio de Daniela Trezzi, una enfermera de terapia intensiva que se había infectado y temía haber propagado la enfermedad, conmovió al país, e ilustró el nivel de precariedad y estrés bajo el que trabaja el personal.

América Latina

América Latina ha conocido protestas y paros en Perú, Colombia, Honduras, México y Brasil. Los trabajadores de la salud peruanos han salido a las calles en reclamo de mayor presupuesto para salud y en demanda de camillas, respiradores y elementos de seguridad, con las enfermeras en la primera línea. En tanto, unos 300 enfermeros y enfermeras del Hospital Loayza, de Lima, protestaron porque se encuentran tercerizados y no tienen acceso a un seguro de vida o de salud.
En nuestro país, que ostenta la mayor tasa de trabajadores de la salud contagiados (14% del total), comienza a desarrollarse un proceso de asambleas y medidas de lucha como el corte en el Hospital Belgrano, en el conurbano bonaerense.
El “sirenazo” que protagonizaron los profesionales de la salud en Colombia mostró otra cara bochornosa de los estados. En medio de la pandemia, los trabajadores debieron salir a protestar porque no les habían pagado los sueldos. Una situación análoga se repitió en la lejana Nigeria, en el continente africano, donde los trabajadores del estado de Nasarawa protestaron bajo la misma demanda.
México también ha sido territorio de protestas. El corresponsal de la agencia France 24 (15/4) refiere que “se ven a diario protestas del personal clínico por la falta del equipo necesario para atender a los pacientes infectados” en varias zonas del país. En uno de los casos, el del Hospital 1 de Octubre, fue con cortes de calle, en el norte del Distrito Federal.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador fue otro de los ejemplos de subestimación de la pandemia, llamando a la población a seguir su vida con normalidad hasta bien entrado marzo. Algo que combinó con apelaciones a tréboles de la suerte y símbolos religiosos como respuestas a la enfermedad.
En el caso de Brasil, los trabajadores del hospital municipal de primeros auxilios de Belém, en el estado de Pará, realizaron una protesta con corte de calle en reclamo de equipos de protección y otras medidas de seguridad, así como de mayor personal para enfrentar la pandemia. El presidente de ese país, Jair Bolsonaro, es un cruzado contra las medidas de cuarentena. Los gobernadores, en tanto, han impulsado medidas de aislamiento social, pero de características completamente limitadas.
Honduras vivió un paro parcial (se atendieron urgencias y áreas críticas) la última semana en demanda de insumos y equipos de protección, convocado por los sindicatos médicos.
Pero se trata de una excepción. La tónica que vemos en América Latina es que las conducciones sindicales burocráticas, totalmente adaptadas al Estado y a las corporaciones de la salud privada, cuando no parte de ellas, boicotean la organización de los trabajadores frente a la pandemia.

Africa y Asia

Africa y Asia también han vivido sus propios procesos organizativos en el curso del Covid-19.
En Sudáfrica, la protesta de las enfermeras por condiciones de seguridad fue respondida por el gobierno con una represión con balas de goma. En la vecina Zimbawe, los trabajadores fueron al paro a fines de marzo en reclamo de insumos y ropa de protección, que el gobierno respondió con despidos. En Malawi, país ubicado un poco más al norte, decenas de trabajadores llevaron a cabo una sentada en la ciudad de Blantyre, ante la escasez de equipos de protección. Según la agencia qatarí Al Jazeera (14/4), se produjo contra la voluntad del sindicato, que había llamado a regresar al trabajo tras una medida de fuerza realizada en los días previos.
En Pakistán, en el continente asiático, los trabajadores de la salud salieron a las calles en la ciudad de Quetta, capital del estado de Baluchistán, el 6 de abril. Exigían equipos de protección personal, pero la policía los reprimió y detuvo a 150 de ellos. Ante esta situación, la Asociación de Médicos Jóvenes de la provincia entró en huelga en todos los pabellones no críticos. Como resultado, consiguieron los equipos y la extensión del contrato de varios centenares de trabajadores. Un ejemplo de lucha en un país donde los militares conservan un enorme poder político.
La lucha que liberan los trabajadores contra la desidia gubernamental y patronal, que busca abrirse paso frente a la política desmovilizadora de las conducciones sindicales burocráticas, refuerza la necesidad de un programa frente a la crisis, que parta de la centralización de todo el sistema de salud y el no pago de la deuda externa, volcando esos recursos a enfrentar la pandemia y a una reorganización social. Al mismo tiempo, deben atenderse los imperiosos reclamos del personal sanitario. Equipos de protección, mayor personal, insumos, etc.
Esos reclamos, como hemos visto, están planteados en el mundo entero.

Gustavo Montenegro

«En esta crisis por primera vez nadie espera que las soluciones vengan de Estados Unidos»

Entrevista al periodista Rafael Poch de Feliu

El periodista destaca que la clave de la respuesta asiática al coronavirus ha sido «anteponer la sanidad pública y los intereses de la población a la economía».

Uno de los efectos más claros de la crisis del coronavirus en la política internacional ha sido subrayar el papel de China y el pacífico occidental en un mundo multipolar. Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona, 1956), quién fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú desde la caída del muro hasta el 2002 y en Pekín desde ese año hasta 2008, ha visto de cerca tanto el cambio de hegemonías al final del siglo XX como el ascenso del gigante asiático.
El periodista apunta ahora a Estados Unidos como el país que podría salir peor parado de la pandemia, al tiempo que señala que la Unión Europea está «en la UCI». Además Poch alerta de que la clave de la respuesta asiática al coronavirus no han sido tanto las medidas autoritarias sino «anteponer la sanidad pública y los intereses de la población a la economía».

*

El inicio de la crisis del coronavirus en China fue descrita por algunos medios como «el Chernobyl chino», sugiriendo el inicio de la decadencia de la potencia asiática. Un par de meses después, parece todo lo contrario…
Hay que ser muy prudentes, porque de este virus nos falta mucha información, pero de momento el Chernobyl no es tanto chino como americano. Yo hace unas semanas, cuando el principal foco era Europa, escribí que el siguiente problema gordo podía ser el de Estados Unidos, y eso es lo que tenemos ahora. En Estados Unidos se están confirmando las cosas más locas que se pensaban sobre ellos, como que es un país que pone el dinero por delante de la gente o que tienen unos responsables políticos absolutamente disparatados… Y mientras eso pasa en Estados Unidos, en China parece que de momento están saliendo. La actitud exterior china no solo no ha sido negacionista sino que ha dado información muy fluida a la OMS y ha hecho una labor de ayuda extraordinaria. Esta es una crisis en la que por primera vez nadie espera que las soluciones vengan de Estados Unidos, y parece que algunas incluso van a venir de China.
¿Por qué cree que se no se espera que las soluciones vengan de EE.UU? ¿Muestra una decadencia del país como potencia única o es por otras razones?
La crisis ha puesto en evidencia una situación que ya teníamos, que es una tendencia a cierto relevo de potencias. No en el sentido de que China vaya a ser la próxima superpotencia hegemónica, no está claro que China quiera ser eso, pero sí en el sentido de que el vector que ya conocíamos de que la potencia estadounidense se iba relativizando mientras la china se iba aumentando. Esta pandemia nos ha ofrecido una fotografía de eso. Y todo aquello que barruntábamos, de repente, lo vemos.
Antes sugería que quizás China no quiere ser esa potencia a la que parece estar llamada a convertirse. ¿Por qué?
Por tradición secular, China ha sido un país y una cultura introspectiva, más bien cerrada en sí misma. No ha sido una potencia expansiva. Sí, ha tenido cierta expansión imperial en su inmediato entorno, pero no ha sido un imperio de comercio de gran distancia ni nada de eso, como fueron las potencias europeas. Y el motivo podría ser la gran fragilidad interna que siempre ha tenido China, un país en el que siempre han coincidido las sequías, las inundaciones y, en fin, ha habido enormes problemas de gobernabilidad interna. También cierta idea de superioridad, de «nuestra civilización es la más perfecta y hay que defenderse de los bárbaros», lo que la Muralla China representa.
Pero todo esto puede ser música celestial si lo comparamos con los imperativos de la globalización, cuando hablamos de una potencia industrial y de exportación, que necesita materias primas para funcionar, y eso cambia mucho las cosas. Desde el momento que eres la fábrica del mundo necesitas cierta política exterior.
En Europa se ha instalado cierta idea fatalista de que, si vamos a competir con China, hace falta que demos un giro tecnocrático. ¿Es así?
Antes hablábamos de Chernobyl. En estos momentos Europa está en la UCI, clarísimamente. También ha ofrecido una fotografía en esta crisis de todas las miserias e insuficiencias que la Unión Europea demostró durante la crisis del 2008. El egoísmo de Alemania, la incapacidad de hacer una política solidaria dentro de un esquema diseñado como una autopista de la globalización neoliberal. Eso es muy difícil de transformar y agudiza la crisis interna de la UE.

Una crisis que parece recurrente entre el norte y el sur europeo.

En el caso de Alemania las posiciones han sido espectaculares, en una de las últimas reuniones de la UE se estaba discutiendo qué hacer y había una presión muy fuerte de los países como Francia, Italia y España para hacer algún tipo de política solidaria. Eso debía hacerse dentro de la Comisión, pero la Comisión estaba dominada por Francia, Italia y España, en términos numéricos, así que el truco de Merkel fue que esa decisión se tomara en el Eurogrupo. Este tipo de trucos ahora cada vez huelen más y son los que llevan a la UE a la UCI. La Comisión Europea, entre 2011 y 2018, exigió en 63 ocasiones a los países miembros que recortaran sus gastos en sanidad. Esto es muy difícil de olvidar.
Así como en la crisis pasada no parecía tan factible, en la actual crisis se habla en voz alta de la posibilidad de una ruptura de la UE. ¿Cree que es posible?
Creo que estamos hablando de cosas que en cierta manera ya han sucedido. Siempre pongo el ejemplo de la Sociedad de Naciones, la antecesora de la ONU. Fue un acontecimiento histórico, por primera vez las naciones del mundo intentaban ponerse en común, conscientes de que debían tratar problemas generales. La práctica demostró que no pintaba nada y se acabó disolviendo sin que nadie lo notara. Pero luego se creó la ONU. ¿Por qué? Porque la necesidad de una coordinación entre estados para un gobernanza mundial existía. Pues yo creo que con la UE pasará lo mismo, no sirve para nada, está complicando las cosas, nos ha quitado soberanía y democracia, es imposible de cambiar con el actual esquema pero, al mismo tiempo, la necesidad de una integración entre las naciones de Europa es por todos reconocida y fundamental.
¿Las democracias liberales están peor preparadas para afrontar una crisis como la del coronavirus o no tiene nada que ver con sistema político?
La pregunta es: ¿Para vencer al coronavirus tenemos que ser un régimen autoritario de partido único? Pues creo que es una idea disparatada. Porque de momento, insisto en el «de momento», quien lo ha hecho bien no es solo China sino Asia Oriental en general. Y ahí tenemos regímenes políticos muy diferentes: Japón, Taiwan, Corea del Sur… Y en China ha habido medidas de tipo autoritario pero también otras que simplemente tienen que ver con el buen gobierno y con anteponer la sanidad pública y los intereses de la población a la economía. Eso ha ocurrido bajo diferentes métodos. Ahora, sí que es necesaria cierta disciplina cívica y cierto regreso a una gobernanza estatal efectiva, cosas que en occidente se han perdido en beneficio de la gobernanza empresarial.
Uno de los debates es sobre las medidas de protección a la salud en contraposición con el impacto económico que podían generar. Y se le pueden sumar también los derechos. ¿Cree que en Europa se ha resuelto bien esta cuestión?
Respecto a las libertades, en condiciones de pandemia la solidaridad pasa por el distanciamiento social. Parece contradictorio, pero no, es absolutamente claro. El confinamiento por tanto no solo no es autoritario sino que es altruista y solidario. Ahora bien, el dilema entre la economía y la salud no es ninguna tontería. Otra cosa es que el capitalismo siempre prime la economía en detrimento de la población. Pero en una posición 100% humanista, atenta a los intereses de la población, la pregunta continúa siendo válida: ¿Hasta qué punto este confinamiento llevado más allá de lo razonable no se puede volver contra nosotros? El dilema este es muy serio, independientemente de que Trump o Merkel le hayan dado una respuesta asquerosa desde el principio.
En un sistema comunista también habría este dilema, ¿no?
Claro. Por eso hay que buscar un balance. Pero es muy difícil porque esta pandemia, sin ser históricamente nueva, es novedosa porque hace tantos años que no ocurría algo así, y nunca en una sociedad tan moderna, que estamos en terreno desconocido.
Rusia ha apostado por unas medidas mucho más blandas que China o el sur de Europa en relación con el coronavirus. Parece que se ha alineado más con los países negacionistas. ¿Por qué cree que ha sido así?
Hay un punto de misterio en la respuesta rusa a esta pandemia, aún no está claro si es que han tenido suerte, si han acertado mucho en las medidas preventivas, o si han sido de una incompetencia increíble. O podría ser una combinación de todas estas. En primer lugar, las características de la sociedad rusa dan ventajas: hay menos sociabilidad que en España o Italia, tienen un espacio físico enorme, las redes viarias son menos fluidas, hay mucho comercio con China, pero es sobre todo de petróleo y gas… todo esto ayuda a que el impacto sea menor. Además Rusia cerró ya en enero la frontera con China, y desde febrero los pasajeros a Moscú eran controlados por equipos médicos, y a quien daba fiebre se le metía en casa por 40 días. Todo eso ocurrió.
Más allá de lo que dice el Gobierno de Putin, entonces, ¿la clave es que Rusia apostó por la prevención?
Sobre todo fueron medidas muy prontas, ya desde enero. A partir de ahí, la vida en Moscú ha continuado con pocos cambios hasta hace prácticamente una semana. Pero tienen pocos casos y por eso, a la pregunta de si se falsea la información, pues es totalmente plausible. Yo sostengo que en este tipo de crisis la estadística se convierte en un recurso de Estado: cada uno cuenta los muertos como quiere. Y eso es aplicable tanto a China como a Rusia, pero también lo estamos viendo en España.
Hay quien sostiene que la crisis del coronavirus puede generar un giro hacia posiciones más solidarias o de defensa de los servicios públicos. ¿Lo ve de forma tan optimista?
Yo lo que veo claro es que las cosas van a cambiar. Pero, ¿En qué línea? Esta es la cuestión. ¿Hay oportunidades para un cambio negativo o positivo? ¿Puede acabar esto en una guerra? Por qué no. ¿Puede acabar en una revuelta social o en un despertar social? Pues también, puede ser. Ahora bien, también es posible una utopía de estas orwellianas, con más control social. Yo creo que el futuro está bastante abierto y tenemos que reconocer que simplemente no sabemos qué va a pasar.

Arturo Puente