viernes, 4 de octubre de 2019

Francia: crece el cuadro de luchas contra el gobierno de Macron




Un volcán social que amenaza con estallar

El diario Le Monde, órgano de la conciencia burguesa, tituló la semana pasada: “Macron vigila de cerca el volcán de la protesta social”. Las ventajas relativas de una elección europea dispersa y sin una fuerza que haya obtenido una victoria contundente, y de un retroceso de los chalecos amarillos desaparecen velozmente.

La movilización de la población contra la catástrofe

El jueves 26, estalló un enorme incendio en la fábrica Lubrizol, en las afueras de Rouen. La noticia quedó relegada en los primeros días por la muerte del ex presidente Chirac. El gobierno supuso que cerraba el expediente con la visita de los ministros a Rouen y unos comunicados insípidos.
Pero la población se rebeló. Se denunciaron una multitud de carencias, hubo que cerrar escuelas, familias enteras abandonaron la zona. El lunes por la noche hubo una manifestación de miles de habitantes contra la incuria del gobierno y exigiendo un plan contra la intoxicación. La irresponsabilidad de la empresa y del Estado quedaron al desnudo.
La manifestación del lunes fue llamada por la CGT local, con la adhesión de Force Ouvrière y Solidaires. Las secciones sindicales locales tienen una tradición combativa y muchos sábados llamaron a movilizaciones conjuntas con los chalecos.
Otra catástrofe social que dio lugar a la reacción sindical y de la población fue el suicidio de una directora de escuela primaria en el suburbio parisino de Bobigny, en el Departamento de Saint Denis, el más pobre de Francia.
Dejó una carta de adiós en el que acusa directamente al Ministerio de los desastres educativos y se manifiesta incapaz de hacerles frente. Hubo una reacción popular de solidaridad con demostraciones ante las escuelas y una huelga masiva está anunciada para el jueves 3.
Continúa la huelga en 250 servicios de urgencia de los hospitales, con una adhesión cada vez mayor y una denuncia cada vez más intensa de la política gubernamental de destrucción del hospital público. La huelga está organizada por Comités de huelga de militantes locales y una Coordinación Nacional. Los sindicatos han sido espectadores.
El miércoles 2, 25.000 policías ocuparon las calles para manifestar contra sus condiciones de trabajo. Como dijo uno de los manifestantes a la prensa: “la policía nacional es la última muralla de la República; en el Eliseo deberían poner atención a que no se derrumbe porque están justo detrás.” Los mismos sindicatos policiales que llamaron a la marcha apoyaron la represión inédita contra las manifestaciones populares, con miles de detenidos y heridos y 2 muertos. Los policías reclaman que Macron y su ministro paguen ahora al contado.

Un cuadro inestable

El gobierno de Macron reemplazó los mecanismos habituales de arbitraje y de sometimiento de las direcciones obreras a la burguesía por un ejercicio directo y brutal de la autoridad del aparato del Estado, encarnado en el Presidente. Impuso políticas antiobreras y antipopulares vertebrales, liquidando conquistas históricas y atomizando a la clase obrera y la población.
Este esquema funcionó relativamente bien al comienzo del quinquenato pero se frenó bruscamente en noviembre del 2018, con las manifestaciones callejeras sabatinas permanentes y masivas de los chalecos amarillos. Obligaron a Macron a piruetas y concesiones menores. Su eje ha pasado a ser la reforma del sistema de jubilaciones, para controlarlas financiaremente desde el Estado según las necesidades de la explotación capitalista y sus ciclos, retrasar la edad de acceso y reducir considerablemente el monto de las prestaciones. En lugar de un sistema convencional y negociado, se impone la voluntad arbitraria del Estado para « trabjar más y ganar menos », sin conocer el monto de la prestación. Es un reclamo burgués esencial pero Macrón tuvo que retrasar el proyecto de ley, primero para la vuelta de las vacaciones y ahora para el verano del 2020.
Si el movimiento obrero está en una situación de retroceso luego de la derrota del 2016 y el divisionismo de las direcciones confederales, la larga movilización de los chalecos permitía preveer que iba a reaccionar con fuerza para defender las jubilaciones. Es una cuestión vital en cuanto a las condiciones de vida de la población laboriosa. La primera muestra fue la huelga unitaria y masiva de los subtes de Paris Luego, se dieron las manifestaciones de FO en París y de la CGT y Solidaires en todo el país. No fueron masivas pero indicaron una voluntad de lucha de los militantes sindicales, a pesar de la política divisionista de las direcciones. Las marchas obreras se dieron en los mismos días que las movilizaciones de la juventud y los movimientos contra el cambio climático.
Un punto saliente es que 5 sindicatos de los subtes anunciaron hace unos días que preparan para el 5 de diciembre el lanzamiento de una huelga general indefinida. El sindicato SUD de ferroviarios adhirió a esta medida.
Está planteado en la agenda el problema de la huelga general. En las próximas semanas se verá si esta iniciativa avanza y se cristaliza. Puede decirse ya que el movimiento obrero francés se está reconstruyendo, con las organizaciones locales y sus cuadros sindicales. Los chalecos irrumpieron y modificaron radicalmente el cuadro de lucha. Está claro que se enfrenta al gobierno y al régimen político, aunque la estructuración política militante está marcada en esta etapa por la dispersión y el programa de lucha contra Macrón es todavía difuso.

Prensa Obrera

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