viernes, 30 de noviembre de 2018

La “contracumbre” al G20 y la “batalla cultural” de García Linera




De visita en Argentina para participar en el Foro Mundial de Pensamiento Crítico de Clacso, Álvaro García Linera brindó un reportaje a Página/12 en el que reflexiona sobre el retroceso de los gobiernos nacionalistas en la región.

El vice de Evo Morales se refiere a estos como “la izquierda” –a contrapelo de otra partícipe del mismo Foro, CFK, que atenta a los reagrupamientos electorales 2019 afirmó que “izquierda” y “derecha” son términos demodé– y traza así su balance: “la izquierda llega al gobierno con un discurso movilizador agrupando a los agraviados, planteando una reivindicación, pero cuando fruto de sus acciones hay una parte que asciende socialmente, el discurso del desagravio ya no funciona (…) la otra cuestión clave es que las políticas de movilidad social de los sectores populares tienen que tener una sostenibilidad en el tiempo porque cuando no lo son, los sectores sociales que ascendieron fácilmente pueden adoptar el punto de vista de los sectores más conservadores que desde un inicio se opusieron a estas políticas de movilidad social”.
Acá, Linera confiesa una verdad y, al mismo tiempo, cae en una mistificación. Cuando señala que la “movilidad” no fue sostenible, reconoce que la mejora estadística de los indicadores socioeconómicos de las experiencias nacionalistas constituyó un artificio, fundado principalmente en el asistencialismo. En el caso de los sectores con estabilidad laboral, esa “mejora” se basó en el endeudamiento. Linera oculta esto, y luego presenta a los ´progresismos´ locales como víctimas de sus propios méritos –cuando mejoraron las condiciones de vida de las masas, el pueblo se volcó hacia sus verdugos. Esta tesis obvia las condiciones concretas del ascenso de la derecha, que tuvo lugar cuando los gobiernos de Dilma Rousseff, CFK, Correa y compañía ya habían tomado en sus manos la descarga de la crisis capitalista sobre la población trabajadora: CFK terminó su mandato con un 30% de pobreza, mientras el PT se había lanzado a una brutal asonada contra la educación, la salud y los programas de vivienda (entre otras) y el ecuatoriano hacía una poda sustanciosa del “gasto social”. Dilma, como parte de su gabinete ajustador, puso a Michel Temer en la vicepresidencia, que luego encabezó el golpe contra ella. CFK candidateó como sucesor (y con poco entusiasmo) a una versión añeja de Macri para la vicepresidencia, Daniel Scioli. Incluso cuando eran parte de ellos, los Macri-Temer pudieron explotar los escándalos de corrupción con la patria contratista, que a la sazón revelan la falsedad del mentado “desarrollo de la matriz productiva” por parte de los nac&pop. El que sí triunfó fue el Scioli ecuatoriano, Lenin Moreno, cuya anunciada política antipopular ha obligado a Correa a pedir disculpas por promocionarlo.
García Linera colige de este éxito fracasado –valga el oxímoron– que “este es un corto invierno para las fuerzas progresistas” y que es necesario “ganar la batalla cultural”. Con ello, está planteando un gran ejercicio de mistificación y engaño político sobre las masas, postulando al nacionalismo como variante progresista al hundimiento de los neoliberales. Lo cierto es que, si los K y otros volvieran al poder, serían ellos los administradores de la agresión a las masas. Es lo que le están explicando hoy CFK y Kicillof en estas horas, a los empresarios y banqueros que quieran escucharlos. Lejos de preparar su regreso sobre la base de una “batalla” (cultural o de otro tipo) contra la reacción y el capital financiero, el kirchnerismo afirma que respetará los acuerdos con el FMI y teje alianzas con el PJ, mientras el lulismo ha limitado su enfrentamiento al ascenso del fascista Bolsonaro a presentar –otra vez sopa– un Scioli menos conocido, Fernando Haddad.
El politólogo y director argentino de Le Monde Diplomatique, José Natanson, saludó el llamado a batallar culturalmente de García Linera y señaló que "se está tratando de articular un movimiento antiliberal en la región, tiene algo de deja vu", trazando un paralelo entre el encuentro de Clacso y el Foro de San Pablo de 1990. El detalle es que entre uno y otro, claro, fueron los progresistas los que tomaron en sus manos el gobierno capitalista, concluyendo con un rotundo fracaso.
Para enfrentar a la derecha necesitamos una “articulación” independiente, de la clase trabajadora del continente, que abra un rumbo de verdadera transformación social.

Tomás Eps

jueves, 29 de noviembre de 2018

Brexit: Gran Bretaña y Europa convulsionadas




El acuerdo entre la premier Theresa May y la Unión Europea no conforma a ninguna de las partes

Theresa May, la premier británica, está en la cuerda floja. Es altamente improbable que pueda hacer aprobar en el Parlamento el acuerdo que acaba de firmar con la Unión Europea sobre el Brexit. May necesita una mayoría simple sobre los 650 escaños de la Cámara de los Comunes. Al menos 90 parlamentarios conservadores, entre euroescépticos y proeuropeos, ya han dicho que rechazarán un acuerdo que “deja al Reino Unido en peor situación que la actual”, como reconoció el propio Boris Johnson, ex ministro de Exteriores y adversario de May.
El Partido Laborista, a través de su líder, Jeremy Corbyn, se dispone a rechazar el pacto. “Este es el resultado de un miserable fracaso en las negociaciones que nos deja con lo peor de ambos mundos”, manifestó. Los unionistas norirlandeses del Partido Unionista Democrático (DUP), cuyos diez diputados sostienen la precaria mayoría parlamentaria conservadora, consideran una puñalada en la espalda mantener la regulación comunitaria en el Ulster, como se plantea en el acuerdo. La líder del DUP, Arlene Foster, ya anticipó el voto en contra de su partido.

El acuerdo

Gran Bretaña dejará la Unión Europea el 29 de marzo, pero permanecerá adentro del mercado único del bloque y puede estar sujeto a sus normas hasta finales de 2020, mientras ambas partes negocian una nueva relación comercial. Ese período de transición puede extenderse hasta dos años después del 1° de julio de 2020, si ambas partes coinciden en que necesitan más tiempo.
Uno de los puntos más conflictivos del acuerdo se refiere a la frontera irlandesa, que procura evitar el retorno a la vigilancia policial y preservar, a su vez, el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998. El acuerdo plantea preservar un área de libre comercio, en el marco de las tratativas generales, pero contempla, en caso de que las negociaciones generales no lleguen a buen término, una cláusula de “salvaguarda” para garantizar que, al menos, la frontera entre Irlanda, miembro de la Unión Europea, e Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido, permanezca libre de aduanas u otras barreras.
Gran Bretaña acordó pagar unos 39.000 millones de libras (50.000 millones de dólares) para cubrir las pensiones del personal y compromisos con programas de la Unión Europea que el Reino Unido hizo cuando era miembro.
Los habitantes de la Unión Europea que viven en Gran Bretaña y los británicos en otras partes del bloque, continuarán con sus derechos de residencia y laborales. El proyecto de acuerdo prevé que más de 4 millones de ciudadanos (3,2 millones de europeos en Reino Unido y 1,2 millones de británicos en el resto del bloque) puedan continuar estudiando, trabajando, recibiendo ayudas y reagrupando a sus familias.

Crisis

El acuerdo no conforma a ninguna de las partes. Ni a los partidarios de un “Brexit duro” -que tiene un apoyo importante en las filas del propio Partido Conservador y califican al pacto de “humillante”, ni a quienes plantean preservar los vínculos económicos y políticos con Europa y, en definitiva, abogan por la permanencia en la Unión Europea. Estas tendencias contrapuestas están presentes en el partido gobernante, que está al borde del estallido. La tentativa de la premier británica, de navegar en medio de este torbellino y pilotear la crisis, han resultado infructuosas y lo más probable es que termine costándole la cabeza. El Parlamento europeo acaba de aprobar el acuerdo y el presidente de la Comisión Europea viene de exhortar a los británicos a aceptar el acuerdo, pero ese hecho no ha logrado calmar las aguas, más bien ha terminado por exacerbarlas.

La crisis en curso abre un conjunto de escenarios.

Un grupo de cinco ministros partidarios de la permanencia en la Unión Europea, liderado por el de Economía, Philip Hammond, ha comenzado a trabajar en un plan B para alterar el acuerdo en caso de que sea rechazado en la Cámara de los Comunes. Alientan un acuerdo “a la noruega”, que permita a Reino Unido permanecer en el área económica europea.
Los euroescépticos y rivales de May en el Partido Conservador confían en una moción de censura que derribe a May, y que un nuevo líder conservador negocie un “no acuerdo gestionado” de Brexit que conduzca a Reino Unido a un escenario sin ataduras en el que sólo imperen las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Nadie descarta un adelanto electoral, pero lo que inhibe a los conservadores rebeldes a avanzar en esa dirección es que eso podría catapultar al poder a Jeremy Corbyn, el líder laborista. Otra variante, que podría ir o no de la mano de una elección anticipada, es la convocatoria a un segundo referéndum sobre el Brexit, aunque eso obligaría a la Unión Europea a reabrir las negociaciones, opción que parece poco viable. La Comisión Europea no está dispuesta a actuar con mano blanda y revisar los acuerdos para evitar que el ejemplo incentive otras separaciones en el futuro.

Desintegración y guerra comercial

Este divorcio, cuyo desenlace está aún por verse, constituye una paso más en la desintegración de la zona euro, que se suma a la crisis migratoria que atraviesa todo el continente europeo; el auge de las corrientes xenófobas y nacionalistas, incluyendo a la propia Alemania y las crecientes tensiones con el gobierno italiano, que viene desafiando las normas presupuestarias y económicas de la Unión Europea, lo que abre potencialmente la amenaza de una salida de Italia de la zona euro. En caso de que esto ocurriera, sería el acta de defunción de la Unión Europea. La bancarrota capitalista, entre tanto, viene haciendo su trabajo implacable de topo, lo que se está traduciendo en una desaceleración del crecimiento de la Unión Europea por debajo de los ya magros pronósticos que se estimaban y que, incluso, podría ser el preludio de una nueva recesión.
La guerra económica es un factor clave que hace más explosivo el escenario. Washington no se ha privado de torpedear el acuerdo, apuntando, por esa vía, a asestarle un nuevo golpe a la Unión Europea. Ello, cuando las tensiones entre Europa y Estados Unidos han alcanzado un nuevo pico, como quedó expresado en la reciente gira de Trump a Francia.
Trump insinuó que el acuerdo del Brexit impediría que el Reino Unido pueda “comerciar con Estados Unidos” y señaló que el pacto acordado “suena como favorable para la Unión Europea”. Con lo cual se ha metido de lleno en la disputa política que domina el escenario político británico.

Perspectivas

Lo cierto es que el Reino Unido podría terminar siendo el principal afectado por el divorcio, ya que una salida de la Unión Europea, con más razón si es unilateral, sin pacto previo, podría disparar el desmembramiento de la propia Gran Bretaña, a través de la separación de Escocia (en la que, pocos años atrás, ya hubo un consulta que resultó muy reñida sobre el punto) y hasta de la propia Irlanda del Norte.
Por lo pronto, las principales analistas pronostican que el Brexit va a acentuar el impasse económico que ya domina el panorama británico. La economía del Reino Unido, en una década, estará cerca de un 4% por debajo de lo que estaría si el país hubiese seguido dentro del bloque. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el reputado think-tank Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR, por sus siglas en inglés).
Esta situación ha encendido las alarmas de la gran burguesía británica, que mayoritariamente rechaza el Brexit y que viene haciendo lobby para una transición lo más consensuada posible e, inclusive, si fuera posible, dar marcha atrás en la salida del Reino Unido de la Unión Europea, abriendo paso a un nuevo referéndum.
Entre tanto, el gran capital, empezando por la gran banca, ya ha empezado a tomar recaudos. Muchas instituciones financieras hicieron planes para relocalizar algunas de sus operaciones en otros lugares de la Unión Europea. Importa destacar que las operaciones en Londres venían ya golpeadas por una caída general en las transacciones financieras europeas durante los últimos años, como resultado de una más amplia crisis económica. El Brexit va a empeorar esto, especialmente si los bancos con base en Gran Bretaña no obtienen un “pasaporte” para operar con otros bancos en la Unión Europea.
En los años previos al Brexit, Londres tenía rivales en Europa, algunos más grandes en ciertas áreas de las finanzas, como es el caso de Luxemburgo, en el manejo de fondos de inversión. Pero Londres ha sido el centro más importante en un amplio rango de operaciones que engloba lo bancario, capitales de riesgo, derivados financieros y operaciones de divisas.
Pero la procesión principal es la que va por abajo. El impasse del capitalismo británico, acicateado por la bancarrota capitalista, ha provocado en esta última década un retroceso pronunciado en las condiciones de vida de los trabajadores. El llamado “estado de bienestar” viene soportando un enorme desmantelamiento, barriendo conquistas en materia de salud, seguridad, educación y asistencia social. Una de las señales irrefutables es el crecimiento de los indicadores de pobreza y marginalidad en el suelo inglés. A caballo de ello, crece el descontento y la insatisfacción social, que históricamente ha sido el caldo de cultivo de giros políticos en las masas. Esto ya se viene insinuando y es lo que explica el ascenso de Jeremy Corbyn, quien se presentó en las últimas elecciones (a mediados de 2017) con una agenda de reivindicaciones sociales y nacionalizaciones. Gran Bretaña, y de conjunto Europa, entra en una nueva transición de características explosivas.

Pablo Heller

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Docentes de Secundaria en conflicto




Los docentes de secundaria de Montevideo se encuentran en conflicto con jornadas de paro zonales y un paro general de 24 horas para este jueves 29.

Los docentes denuncian que el Consejo de Educación Secundaria (CES) pretende llevar adelante recortes en la cantidad de grupos para el año 2019, continuando con una política que ya implementó este año y que repercute negativamente en la calidad de la enseñanza.
A pesar de la disminución en la matrícula estudiantil sigue habiendo grupos superpoblados en distintos puntos de Montevideo.
ADES (Asociación de docentes de Educación Secundaria) señala que estos recortes están relacionados con la implementación por parte de las autoridades de planes de estudio de manera inconsulta y sin un análisis de sus resultados.
Si el Consejo de Educación Secundaria continúa con sus planes de recortes el año próximo disminuirán los cargos de docencia directa e indirecta, lo que puede ocasionar que muchos docentes pierdan su trabajo, o tener que trabajar en más liceos para mantener el mismo ingreso salarial.
En el día de ayer los paros se dieron en los zonales Oeste, Prado y Norte de Montevideo mientras que hoy paran los zonales Noreste, Este, Centro y zonal 103. Mañana jueves el paro será de 24 horas en todo Montevideo.
En el marco del conflicto varios liceos fueron ocupados por los docentes, entre ellos el 9 de Colon, el 11 del Cerro y el 22 de la Teja.

Hernán Yanes

Papelón de Bonomi: Censura y represión a protesta tabacalera

Durante un acto oficial en el Departamento de Artigas el Ministro del Interior junto a sus subordinados protagonizaron una escena patética de forcejeo, censura y represión contra un grupo de familias que trabajan en el sector tabacalero.

En un acto oficial del Poder Ejecutivo en el Departamento de Artigas un grupo de cultivadores y jornaleros del tabaco quisieron hacer llegar su protesta extendiendo una pancarta, lo cual fue impedido por el Ministro del Interior Eduardo Bonomi y sus sobordinados.
Durante los forcejeos Bonomi se puso delante e incluso se tiró encima de los manifestantes, mientras que sus subordinados que también bloqueaban la protesta empezaron con los forcejeos y terminaron llevándose detenidos a dos de ellos.
Bonomi posteriormente se trató de justificar argumentando que "me empujan dos veces y me sacan para el costado" (cuestión que no consta en el video difundido) y que esto es parte de la campaña electoral.

El reclamo tabacalero

Los tabacaleros denuncian dificultades en su sector que se encuentra en crisis y argumentan que se debe a la política anti tabaco del gobierno. Alrededor de un centenar de productores se encuentran en dificultades hoy día según dicen, y eso repercute sobre todo un sector social que depende de esta producción.
En el acto de ayer los tabacaleros argumentaban que “Somos productores tabacaleros, sumamos 74 familias, no nos dan soluciones a nuestros problemas y no nos atienden”. Posteriormente la madre de uno de los detenidos dijo que “Solo queríamos tender nuestra pancarta. En el momento que nos vieran íbamos a recogerla. La Policía estuvo de acuerdo, nos dijo que lo hiciéramos. Ahora cuando fuimos nos empezaron a complicar con una cosa o con otra. Cuando vino la comitiva estiramos la pancarta en la ruta y la Policía se nos vino encima. Yo les dije que estábamos en democracia y queríamos luchar por nuestros derechos” y agregó: “Ellos estaban con la pancarta, fueron para que el presidente pudiera ver pero infelizmente se pusieron adelante, lo pusieron preso a él y a otro trabajador más. Por eso yo pido a todos que apoyen al tabaco, porque eso da comida a muchas personas, a muchas familias. Lo que están haciendo es doloroso”.
Para el Instituto Nacional de DDHH (Indhh) en el hecho se “afectaron de forma ilegítima los derechos a la libertad de expresión y la libertad de reunión pacífica, consagrados en normas y principios sobre derechos humanos”. A su vez, el organismo “recuerda al Poder Ejecutivo y en especial al Ministerio del Interior que toda medida que se adopte para asegurar la seguridad y la convivencia debe guiarse por los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad (…) y en ningún caso puede incluir la detención de quienes realizan la manifestación de forma pacífica”.

Repercusión en el Pit- Cnt

Por su parte el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira criticó al ministro por su actuación contra los trabajadores tabacaleros: “Es un error increíble del ministro y de quienes asistieron al ministro. En Uruguay tenemos las garantías para expresar nuestra libertad y en orden y con respeto, marcar nuestra posición crítica al gobierno o a la oposición o al PIT-CNT o a quien sea”. El tema será tratado en el próximo secretariado ejecutivo, pero el dirigente del PIT-CNT ya adelantó que “esto se resuelve con un pedido de disculpas”.

La demagogia de la derecha

Sectores del Partido Nacional y del Partido Colorado ya han salido a colocarse demagógicamente en torno a este tema cuando históricamente nunca les importó nada la situación social de los pequeños cultivadores y trabajadores jornaleros del sector rural. Si hay políticos que históricamente han destruido infinidad de áreas de producción y sectores sociales con la liberalización del mercado y la importación irrestricta, esos han sido los partidos de derecha.

No se puede tapar el sol con un dedo (ni con la humanidad de Bonomi)

La protesta de los trabajadores y productores tabacaleros de Artigas debe entenderse en un marco general de estancamiento social y económico que vive nuestro país desde hace algún tiempo. Los índices de empleo caen, los distintos sectores de actividad presentan problemas cada vez más profundos, y la percepción de la población es que la situación se deteriora lentamente. A esto se suma la poca esperanza de cambio que representan los candidatos de los distintos partidos, ya sea del oficialismo como de la oposición. Pero como dijo el ministro: “la campaña ya empezó”. Y en consecuencia hay que poder mostrar los “resultados”. No es tiempo para protestar.
Curiosamente esta situación se da en Artigas, cuna fundacional del MLN-T con la gesta de los cañeros de Bella Unión. Y curiosamente también, esta situación de intento de coartar la libertad de expresión se da mientras paralelamente las tropas norteamericanas despliegan todo su arsenal en suelo uruguayo para garantizar la seguridad del G-20. Si se pudiera resumir la situación actual, podemos decir: “duros contra los trabajadores y arrodillados ante el amo del norte”.

Sebastián Artigas

Movilización de repudio al G20 | 30 de noviembre. Buenos Aires. Argentina


Un asesino en casa: llegó a Argentina el príncipe heredero de Arabia Saudita




En medio de las acusaciones por el asesinato del periodista Khashoggi y el genocidio que lleva adelante en Yemen, el príncipe heredero Mohamed Bin Salman fue recibido con honores en Argentina.

El perfil del príncipe heredero de la corona saudí es tan parecido a un prontuario, que el propio gobierno argentino tuvo que aclarar que tiene inmunidad diplomática y no será detenido en el país.
La preocupación tenía que ver con la denuncia presentada el lunes por la organización Human Rights Watch, en la que pedía a la Argentina que aplique una cláusula de la Constitución sobre crímenes de guerra para investigar la presunta implicación del príncipe en posible crímenes contra la humanidad en Yemen y en la muerte del periodista Khashoggi.
Los brutales ataques sobre Yemen, que son llevados adelante con armamento estadounidense y han sido cuestionados por todas las organizaciones de derechos humanos del mundo, tienen como objetivo enfrentarse en forma indirecta a Irán, enemigo de la monarquía saudita en la región y señalado como una de las principales amenazas por Trump.
Además de la guerra contra la población de Yemen, Bin Salman está envuelto en un escándalo de magnitud internacional, tras el brutal asesinato del periodista saudí opositor, Jamal Khashoggi.
Khashoggi, que estaba autoexiliado en Estados Unidos y escribía en el Washington Post artículos críticos sobre la monarquía saudí, fue asesinado en la embajada de Arabia Saudita en Estambul. Según audios de la inteligencia turca a Khashoggi lo habrían asesinado y descuartizado dentro de la embajada y enterrado su cuerpo en distintos lugares.
La propia CIA presentó un informe sobre una conversación telefónica donde se escucha a Salman diciendo que había que silenciar al periodista. Sin embargo el príncipe heredero cuenta con el respaldo y apoyo de Trump, lo que es suficiente para que pueda pasearse por la Cumbre en Argentina con total impunidad.

Un asesino en casa

En la mañana de este miércoles muchos trabajadores y trabajadoras se desayunaron de la llegada de Bin Salman por el caos que generó su comitiva cerrando el tránsito en la autopista, en plena hora pico, y partiendo el sur de la ciudad al medio, cortando la Avenida Entre Ríos.
Este asesino apañado por Estados Unidos y recibido con honores por el gobierno de Macri, cuenta con inmunidad diplomática para evitar ser detenido por sus crímenes. Se podrá pasear por las calles de la ciudad y hacer ostentación de su poder, lo que incluye el bizarro pedido de tener a su disposición inodoros de oro (que se hizo traer de su país) y una exclusiva grifería inglesa.
Sus excentricidades contrastan con las miserables condiciones de vida a las que ha llevado al pueblo yemení, mediante bombardeos genocidas que ya provocaron más de 10.000 muertos y "la peor crisis humanitaria" en el mundo, según la ONU.
Antes de llegar a Buenos Aires, el príncipe saudí pasó por Túnez, donde hubo manifestaciones en las que le acusaron de asesino por la muerte de Khashoggi.
A contramano de las exigencias de las organizaciones de derechos humanos en todo el mundo, Macri va a recibir Salman con honores y ya anticipó que mantendrán una reunión bilateral. Lo mismo ocurrirá con otros mandatarios que asistirán a la reunión del G20 que, cómo se ve, no tiene reparos en recibir asesinos, como lo hace con otros mandatarios responsables de guerras, racismo, xenofobia, homofobia y misoginia, que sufren los pueblos del mundo.

LID

martes, 27 de noviembre de 2018

La caravana migratoria y la militarización en México




La represión de las fuerzas de seguridad norteamericanas contra cientos de migrantes que intentaban cruzar el vallado que conecta la ciudad mexicana de Tijuana con San Diego ha puesto de relieve una situación explosiva. Ya son 9 mil los migrantes que se agolpan en la frontera y es inminente el arribo de una nueva caravana.
El gobierno norteamericano, que ha militarizado la frontera con miles de efectivos, procesa las solicitudes de asilo con ritmo cansino, a razón de 100 solicitudes diarias, mientras la zona se va transformando en un gran campo de refugiados. En la zona, los viajantes esperan una respuesta en condiciones de brutal hacinamiento. Basta señalar, como ejemplo, que en uno de los albergues que aloja a 5 mil migrantes éstos deben arreglárselas con 24 letrinas portátiles.
La travesía de los migrantes que parten desde los países centroamericanos es dramática. El gobierno de Enrique Peña Nieto les ha retaceado el transporte para llegar a la frontera. Incluso hay denuncias que indican que cien de ellos fueron secuestrados en dos camiones y entregados a un cartel del narcotráfico (Huffington Post, 5/11). En el camino, otros han muerto o han sido forzados a la prostitución. Las autoridades hacen su aporte para agravar este calvario: el alcalde de Tijuana, por ejemplo, los llamó “vagos” e incentivó algunas protestas (minoritarias) xenófobas. Los migrantes sólo cuentan con el apoyo solidario de las poblaciones que les han acercado agua, frazadas y alimentos a lo largo de los miles de kilómetros recorridos.

El plan de López Obrador

Frente al incremento de la presión por parte de Trump, que exige a México y los países del triángulo norte centroamericano (Guatemala, Honduras, El Salvador) que detengan el flujo migratorio, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha presentado un plan que transformaría a su país en una especie de estado tapón, semejante al rol que cumple Turquía para evitar el arribo de los refugiados del Medio Oriente a los países de la Unión Europea.
Según la iniciativa de AMLO, a cambio de inversiones públicas y privadas por alrededor de 20 mil millones de dólares, su gobierno se compromete a una absorción del grueso del flujo migratorio, que se estima en 200 mil personas anuales. El plan implicaría la flexibilización de los trámites migratorios, por medio de “visas humanitarias” que se renovarían anualmente. Entre los destinos de las inversiones, que generarían empleo para la población migrante, figura un ambicioso plan de reforestación en el sur del país y dos grandes proyectos ferroviarios que potenciarían, entre otros, los negocios turísticos.
Esta tentativa de asimilación, llegado el caso, se realizará bajo la guarda de los fusiles. López Obrador, en un discurso plagado de elogios al “pueblo uniformado”, acaba de confirmar –contra todas sus promesas de campaña electoral– que profundizará la militarización de la lucha antinarco, que ha causado 200 mil muertos y decenas de miles de desaparecidos. Frente a un entusiasta auditorio castrense, formuló un planteo de reforma constitucional que posibilitará la acción del Ejército en tareas de seguridad pública. A tal efecto se propone crear una Guardia Nacional, bajo su comando y el mando operativo de las Fuerzas Armadas, que unificaría algunas fuerzas de seguridad.
Las Fuerzas Armadas que saludó AMLO son las que están involucradas en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y en masivas violaciones a los Derechos Humanos. Las secuelas de la “guerra antinarco” se ven en un reciente informe que asegura que 50 mil militares desertaron desde sus comienzos, con un incremento de los casos de estrés postraumático y casos recurrentes de depresión, ansiedad, esquizofrenia y trastorno de personalidad (La Jornada, 26/11).

‘Lejos de Dios’

Estados Unidos es el principal responsable de la devastación en Centroamérica. En el caso de México, apuntaló la militarización por medio de la Iniciativa Mérida (surgida en 2008, bajo el mandato de Obama), que implicó el aporte de equipamiento militar y multiplicó las deportaciones, sin derrotar por supuesto al narcotráfico. En el caso del triángulo norte, financió la contrarrevolución y las dictaduras genocidas en El Salvador y Guatemala. Y apoyó el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras, en 2009. El año pasado, convalidó el fraude de Juan Orlando Hernández, que reprimió las protestas en su contra con un saldo de 30 muertos.
A la catástrofe migratoria que han engendrado el imperialismo y sus gobiernos títeres en la región opongámosle el derecho al asilo para todos los refugiados, la unidad de los trabajadores sin distinción de nacionalidades, y la lucha por el socialismo.

Gustavo Montenegro

lunes, 26 de noviembre de 2018

Haití al rojo vivo




Una nueva ola de protestas y un paro general conmocionó a Haití la semana pasada, en coincidencia con un nuevo aniversario de la derrota del ejército napoleónico a manos de las fuerzas independentistas, en 1803.

“La huelga general de dos días observada en todo el país ha creado pánico en el campo del poder”, afirma un editorial de Le Nouvelliste (23/11), que celebra la supervivencia del gobierno de Jovenel Moise, aunque asegura que estuvo a punto de caer tras una de las oleadas de protestas más fuertes desde los tiempos del derrocamiento de Bertrand Aristide. Moise, un empresario bananero que pertenece al centroderechista Tet Kalé, creado por el ex presidente Michelle Martelly, asumió tras una elección escandalosamente fraudulenta desarrollada a fines de 2016. Las protestas de esta semana fueron reprimidas con un saldo de 11 muertos, 6 de ellos embestidos en un piquete por un auto del gobierno.
En la preservación de Moise, fue fundamental el apoyo abierto que recibió por parte de la embajada yanqui y las potencias imperialistas, si bien no se trata de un apoyo incondicional, dado que presionan por algún tipo de diálogo con la oposición que evite un descontrol definitivo del país. En la oposición prima un cuadro de dispersión política. En tanto, un indicio de la erosión del aparato estatal es el reciente planteo oficial de crear una comisión de Desmovilización, Desarme y Reintegración.
Del lado del movimiento popular, las extraordinarias oleadas de levantamientos que vienen sacudiendo el país en los últimos meses, cuyos antecedentes son las protestas contra el desvío de fondos de Petrocaribe y la insurrección de julio contra el aumento en los combustibles, no están acompañadas por el desarrollo de una alternativa política revolucionaria, lo que también favorece el mantenimiento de Moise en el poder y la preservación del régimen.
Haití es el país más pobre de América y uno de los países más pobres del mundo. Más del 80% de la población sobrevive con menos de dos dólares diarios y un 63% tiene problemas para cubrir sus necesidades alimentarias básicas. El imperialismo emplazó en 2004 las tropas de la Minustah (nutrida con las tropas enviadas por casi todos los gobiernos latinoamericanos), sucedidas por las tropas de la Minijusth, para afianzar su dominación en la zona.
Abajo el gobierno de Moise. Fuera las tropas de la Minijusth.

G.M.

¿Qué se puede esperar de la Cumbre del G20?

Recordemos que el G20 emergió como “Cumbre de Presidentes” en medio de la crisis mundial capitalista de 2007/08, montada sobre una estructura global gestada desde 1999 entre responsables de la política económica y financiera, la que estaba abocada entonces a tratar los problemas del endeudamiento endémico de algunos países.
Esa es la razón primigenia de la inclusión desde el origen de los países latinoamericanos: Argentina, Brasil y México. No integran el G20 por ser parte de los países más grandes por su producción o actividad económica, sino por ser grandes deudores, ayer y hoy.
De todos modos, el G20 como Cumbre Presidencial incluye la ampliación del consenso a la hegemonía disputada de EEUU en el G7 (EEUU, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Japón y Canadá) a la que se suman los emergentes, especialmente China, que en rigor es la potencia que hoy concreta la disputa por la hegemonía del sistema mundial. No solo da cuenta de ello la capacidad productiva, de relaciones comerciales y financieras de China con el mundo, sino las alianzas que despliega.
Esta semana, China junto a la Unión Europea demandaron ante la OMC a EEUU por las restricciones arancelarias a la comercialización del acero. Además, hay que destacar la alianza de China con Rusia y más allá, con Irán y otras potencias con capacidad de intervención en el sistema mundial desde ciertas y relativas ventajas en la producción petrolera o en sus capacidades defensivas/ofensivas del punto de vista militar.
Como podemos observar, los problemas son diversos en el sistema mundial contemporáneo, expresados en la disputa por la hegemonía, en el ámbito económico, político, militares e incluso cultural. Lo que está en juego es quien dirige los destinos del mundo. Es un tema que afecta a toda la humanidad.
EEUU decretó la guerra comercial a China y el gigante asiático responde al nivel de la agresión y con iniciativa mundial por instalar su moneda en la disputa global. La mundialización del yuan actúa contra la hegemonía del dólar en el sistema monetario. El despliegue militar de China y sus aliados contienen las agresiones imperialistas en diversos territorios amenazados desde Washington, sean Siria, Venezuela o cualquier punto de interés estratégico para EEUU.
Con la cumbre bonaerense del G20 en pocos días, difícilmente pueda avanzarse en “resolver” estas contradicciones del sistema mundial, e incluso, está en dudas cualquier acuerdo global que suponga alguna declaración pública más allá de los parámetros del lenguaje profesional y anodino de la diplomacia internacional.
Igualmente, para el gobierno de la Argentina resulta atractivo codearse con el poder gubernamental del mundo para imaginar atracción de inversiones que sustenten el funcionamiento del capitalismo local. Es lo que vienen logrando con la asistencia financiera del FMI por 57.000 millones de dólares y la ampliación del crédito chino (swap) en unos 19.000 millones de dólares.
Sin asistencia financiera no puede sustentarse la estrategia macrista para el funcionamiento del capitalismo local, que favorece la fuga de capitales de la clase dominante.

Contra Cumbre de los NO y de los SI

Sin perjuicio de las tensiones en el poder mundial y la estrategia del gobierno Macri, destacará la diversa presencia crítica durante la semana de acción contra el G20 y el FMI entre el 25/11 y el 1/12; donde sobresalen las actividades de las diferentes redes de movimientos sociales, la Cumbre Popular con su cierre formato “festival” en las puertas del Congreso de la Argentina y la movilización popular del 30/12.
A contramano del secretismo oficioso en el G20, el movimiento popular coincide en las consignas críticas al G20 y al FMI por lo que representan sus estrategias para el conjunto de la sociedad popular, es decir, todo aquello que está más allá del 1%, o siendo generoso, del 20% de mayores ingresos, los que concentran lo principal en la apropiación del producto social del trabajo.
La articulación diversa en la movilización argentina o en otras ciudades del mundo expresan el NO a una agenda que solo favorece a las grandes empresas transnacionales y que se evidencia en las demandas de reformas previsionales y laborales. Lo central de la agenda de los monopolios y del poder mundial apunta a la quita de derechos de trabajadoras y trabajadores para favorecer y recuperar capacidad de producción de ganancias y su acumulación para la mayor dominación en el ámbito global.
El NO sigue constituyendo el centro de la articulación popular, aunque en el camino aparecen algunos SI que necesitan extenderse para transformare en programa generalizado del imaginario para una sociedad alternativa al orden capitalista.
Destaca en ese plano de los SI la lucha por la soberanía alimentaria, esencial en cualquier proyecto emancipador que se proponga un proyecto alternativo. El primer desafío de cualquier intento de liberación nacional y social debe resolver la condición de posibilidad para alimentar a la población. Solo desde allí puede sustentarse a largo plazo un proceso liberador.
En el mismo camino actúa la soberanía energética, ya que los hidrocarburos constituyen desde más de un siglo el principal insumo de la producción contemporánea. La dominación del petróleo, el gas, la energía es la base del conflicto territorial hegemónico que hoy despliegan las potencias dominantes del sistema mundial. Por eso es fundamental recuperar el sentido de la producción y el consumo energético para un proceso de independencia y liberación nacional y social.
La soberanía financiera constituye un tercer eslabón en la construcción de los SI de los pueblos. Superar la dependencia financiera y la lógica subordinada que supone la integración al sistema financiero mundial con los organismos internacionales a la cabeza del mismo. El FMI y el Banco Mundial son parte dirigente de una lógica financiera y especulativa internacional que sustenta la dominación monopolista y transnacional en nuestro tiempo.
Todo lo dicho supone al mismo tiempo la lucha por los derechos a la educación o la salud entre muchos, ya que la educación pública y gratuita puede sustentar el aliento a la formación técnico profesional para la independencia tecno científica para sustentar nuevos y alternativos modelos productivos y de desarrollo. Ni hablar de la salud pública gratuita que asegure el disfrute de la mayor expectativa de vida de la población contemporánea, a contramano de las tendencias privatizadoras subordinadas a la lógica de la ganancia.
Esto es lo que se debate en el G20 de Buenos Aires entre el 30/11 y el 1/12, con una agenda del poder atravesada por las tensiones en la disputa del poder mundial, lo que se conjuga con la dinámica popular en confrontación contra el poder, más allá de sus propias internas. La articulación popular, aun con proyectos políticos ideológicos y culturales diferenciados es la base para pasar de los NO compartidos a los SI en construcción y a profundizarlos como resultado de la experiencia de organización y lucha del movimiento popular.
Con el programa desplegado en los días previos a la Cumbre presidencial y en su desarrollo se juegan dos estrategias.
Una resulta del poder mundial, incierta y con variadas tensiones. La otra se juega en el campo de las organizaciones populares, confluyendo en los NO al G20 y al FMI, a la agenda de liberalización, a la dependencia, etc.
La cuestión de fondo en la agenda de los de abajo pasa por los SI señalados y lógicamente ensayando una mejor respuesta táctica y estratégica para el objetivo de transformación social más allá y en contra del capitalismo.

Julio C. Gambina

domingo, 25 de noviembre de 2018

Detrás del G20: la crisis del orden liberal




El próximo viernes 30 de noviembre comenzará la cumbre del G20 en Buenos Aires. Esta puesta en escena estará marcada por las disputas comerciales y el retorno del nacionalismo de las grandes potencias. La “cumbre mundial” tiene como trasfondo la crisis del orden liberal. Aquí un análisis de algunas de sus causas profundas.
Contra el pensamiento globalista que se expandió luego del fin de la guerra fría en el auge de lo que podríamos llamar la “globalización armoniosa”, incluso contra las interpretaciones armonicistas dentro del mismo marxismo, siempre destacamos que el excepcional periodo de “paz” entre las grandes potencias que siguió a la Segunda Guerra Mundial no derivaba ni de un automatismo económico, ni de un salto en la internacionalización de capitales menos aun de la existencia de un “imperialismo colectivo” como el recientemente fallecido Samir Amin sostenía.
En otros artículos hemos explicado que la tendencia norteamericana a la primacía implicó no solo la subordinación del mundo menos desarrollado sino también de otros Estados industrializados (fueran enemigos o aliados) a las prioridades de acumulación de capital de su potencia hegemónica, y cómo esta fue una característica distintiva en relación a la hegemonía británica en cuanto a la expresión del carácter imperialista de la época. Nada mostró mejor esta nueva forma de dominio que la reconstrucción no solo económica sino también política de las dos potencias perdedoras de la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Japón, y la presencia política, geopolítica y militar del nuevo hegemon en el escenario europeo y asiático, acompañado en el primer caso de nuevas instituciones como la OTAN. Robert Kagan, un partidario neocon de este viejo orden imperialista, señala en su último y reciente libro la novedad que esto significó:
El cambio en las trayectorias geopolíticas de Alemania y Japón, […] cambió el escenario estratégico global de maneras que fueron más significativas y más duraderas que el ascenso y caída de la Unión Soviética. El artículo 9 de la nueva constitución japonesa redactada por Estados Unidos, establecía en su primer parágrafo que Japón “renuncia para siempre a la guerra como un derecho soberano de la nación y a la amenaza o uso de la fuerza como un medio de resolver las disputas internacionales”. Alemania, bajo la ocupación de Estados Unidos y los Aliados en el Oeste, y bajo ocupación soviética en el Este, también renunció a su independencia como un actor en la escena internacional. Esto efectivamente excluyó la opción de volver a los patrones de conducta del pasado.
En términos actuales podríamos llamarlo un “regime change” en dos de las principales potencias imperialistas. Y agrega:
El efecto sobre las dos regiones en las que esos poderes habían surgido fue revolucionario. Quitar el status geopolítico y militar Alemania y Japón proveyó un nivel de seguridad para sus vecinos que no habían conocido por décadas. Con los Estados Unidos también aportando el grueso de la disuasión contra los Soviets, las naciones de Europa y del Este fueron repentinamente liberadas para enfocar sus energías y recursos en los asuntos domésticos y económicos más que en las preocupaciones estratégicas que los habían consumido en la primera mitad del siglo veinte.... Alemania y Japón fueron también liberados. Con las ambiciones geopolíticas y la ruta militar al poder y la influencia anuladas, también pudieron canalizar todas sus energías y ambiciones en el logro del éxito económico y el bienestar interno [1].
Pero visto desde la estructura internacional del sistema político y geopolítico de las potencias centrales del imperialismo, este cambio y sus consecuencias cobran toda su magnitud, transformando como dice Kagan “no solo la estructura del poder global sino la dinámica misma de las relaciones internacionales”. Así:
Dentro de los límites del nuevo orden, la competencia geopolítica normal casi cesó. Las naciones de Europa occidental y Asia oriental no participaron en carreras armamentísticas; no formaron alianzas estratégicas unas contra otras; no reclamaban esferas de influencia estratégicas o económicas; no hubo “dilemas de seguridad” impulsados por la mutua aprensión y la inseguridad; no se requería un equilibrio de poder para preservar la paz entre ellos [...] dentro de este orden liberal en crecimiento, se rompió el vínculo normal entre la economía y la geopolítica. A lo largo de la historia, las fluctuaciones en el poder económico entre los grandes Estados, naciones e imperios siempre produjeron agitación y guerra [...] Cualquier balance de poder que existiera anteriormente estaba alterado, y el resultado fue con frecuencia una guerra que creó un nuevo equilibrio que reflejaba la nueva jerarquía del poder, que a su vez reflejaba la nueva jerarquía económica y tecnológica. En el nuevo orden liberal, que al principio incluía principalmente a Estados Unidos, Europa occidental y Japón, las naciones compitieron económicamente y trataron de fabricar, innovar y vender mutuamente. Pero esa competencia económica no se tradujo en una competencia militar o geopolítica. En un mundo normal, los milagros económicos de Japón y Alemania habrían llevado a uno o a ambos a desafiar el orden y su jerarquía. En el nuevo orden liberal no lo hicieron.
Las ventajas históricas que se derivan no solo para la estabilidad mundial sino para la conservación de su hegemonía para los Estados Unidos de este orden son indudables; de ahí el interés de Kagan por preservarlo en la disputa abierta sobre qué gran estrategia adoptar que divide a la clase dominante norteamericana, y a la cual su libro está esencialmente dirigido.

Trump y la salida del juego multilateral

Las dificultades norteamericanas en el manejo del orden mundial y con sus principales actores anteceden a Trump, como venimos escribiendo desde hace años. El mismo diario francés Le Monde, furibundamente anti Trump, está obligado a reconocer que:
En realidad, el repliegue de Estados Unidos ya había sido iniciado por el presidente Barack Obama, extrayendo lecciones del fiasco de las aventuras de Oriente Medio de su predecesor, George W. Bush, a principios de la década de 2000, “girando” hacia Asia y anunciando cuando llegó al poder en 2009, que había llegado el momento de “construir la nación en casa”, en lugar de afuera. ¿No fue este el mismo Barack Obama quien se contentó con “liderar desde atrás”, detrás de Francia y el Reino Unido, la operación de Libia en 2011? ¿No fue este presidente, adulado en Europa, quien criticó a sus aliados por ser "free riders", polizones protegidos a expensas del contribuyente estadounidense? ¿No era ya un reparto de cargas más justo el foco de la cumbre de la OTAN en 2014? El mundo estaba cambiando, pero el tío Sam seguía sonriendo y Angela Merkel era su mejor amiga.
Trump denuncia a sus enemigos y aliados como sus antecesores, pero a diferencia de estos comienza a tomar decisiones que retiran parcialmente a los EE. UU. del juego multilateral. Esta reacción es una expresión de las dificultades de EE. UU. para imponer su dominación hegemónica, pero también del hecho de que son lo suficientemente fuertes para imponer duras cargas a sus adversarios y aliados desligándose de los límites que le imponía el multilateralismo. Así, a más de dos años de su asunción, no solo ha aumentado la retórica y los twits venenosos contra adversarios y aliados a la vez que contra la OMC, acusada de limitar la soberanía norteamericana –a pesar de que fueron los EE. UU. los que impusieron un régimen obligatorio en la resolución de los distintos diferendos comerciales–, sino que ha pasado a la acción. Así tuvimos la decisión de salir del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP por sus siglas en inglés) desde el primer día de su presidencia, como más tarde el retiro de los acuerdos de París sobre el calentamiento global, la salva de sanciones comerciales por el aluminio y el acero que enfureció a sus aliados europeos y canadienses así como la negociación dura del NAFTA con este último, la presión neocolonial sobre China y sus perspectivas de desarrollo, terminando con la decisión de retirarse del acuerdo nuclear con Irán, lo que mostró un punto de no retorno en su unilateralismo, en especial frente a sus aliados europeos cuyas multinacionales (Total, Peugeot, etc.) fueron constreñidas a retirarse de un mercado prometedor cono el iraní a cambio de no perder sus ventajas en el fundamental mercado americano y el sistema financiero internacional dominado por los EE. UU.
Pero lo más radical en Trump no está aún ahí. Como dice en un reciente artículo, el politólogo francés del Centre d’études européennes de Sciences Po, Zaki Laïdi:
La novedad [...] se ubica en dos niveles. El primero expresa la voluntad de reemplazar un sistema multilateral basado en reglas e instituciones por un juego internacional basado en la búsqueda exclusiva de resultados tangibles para los Estados Unidos. En otras palabras, independientemente del cumplimiento formal de las reglas internacionales [...] La segunda novedad introducida por Trump concierne a la manera con que quiere redefinir el concepto de alianza. Estados Unidos no parte de la idea de que tiene aliados con quienes comparte valores e intereses de los que resultan una serie de opciones. Suponen que son sus socios quienes deben demostrar que merecen la calidad de aliados. De lo contrario, se ven como cargas voluminosas. El resultado es una especie de puesta a prueba que pasa por las concesiones comerciales o un aumento del gasto militar dentro de la OTAN.
Y concluye categórico: "Para Trump, salir del multilateralismo tiene un significado preciso. Permite la extracción deliberada de concesiones comerciales a cambio de protección estratégica. Un enfoque que está perjudicando a Alemania en Europa" [2].

El retorno de las rivalidades imperialistas

El trumpismo y su salto en la agresividad imperialista frente a competidores y aliados rediseña abruptamente las reglas del juego y deja desguarnecidas a las potencias que, como Alemania, más dependían del paraguas geopolítico estadounidense, más allá de las contradicciones a veces fuertes que tenían con el mismo, como fue el caso en la guerra de Irak en 2003 o más recientemente, la crisis aún abierta en Ucrania. La crisis no solo política sino casi existencial que abre en algunos de ellos es de proporciones:
Para nosotros, los alemanes, dice un alto funcionario de Berlín, bebiendo té en el hermoso lugar de Gendarmenmarkt, la casa en la que vivimos es América. Fueron los estadounidenses quienes la diseñaron, fueron ellos quienes la construyeron. Y es una casa tan cómoda... Lo que está pasando es un desafío mental para nosotros, muy profundo. Alemania ha prosperado tan bien en este orden liberal que no puede imaginar nada más. Nuestro sistema inmunológico está aniquilado [3].
Con estos golpes habilidosos que han agarrado por sorpresa a los principales líderes de las potencias imperialistas (incluso al mismo Xi Jinping, a pesar de todos los signos oscuros que se venían acumulando en la relación con China), Trump busca recomponer el dominio norteamericano. Tácticamente su capacidad de daño es fuerte, pero estratégicamente sus riesgos son enormes. Es que si no quieren caer en un nuevo vasallaje frente a la nueva diplomacia del “Big Stick” norteamericano típica del siglo XIX o más precisamente de una potencia en decadencia, están obligadas a rearmarse y dotarse de una nueva ambición geopolítica partiendo en algunos casos de un nivel de “pigmeo”. Es esto lo que explica que países que incluso en la crisis de 2008/9 y sus postrimerías fueron polos de estabilidad como Alemania de repente se hayan convertido en lo contrario: el fin de la era Merkel abre un periodo de inestabilidad e incertidumbre política en el corazón de Europa con consecuencias para todo el mundo. Síntoma en última instancia de las dificultades de Alemania en erigirse en líder de Europa, incapaz de lograr un consenso interno sobre los sacrificios necesarios para tal empresa capaz de contrarrestar la actual ofensiva norteamericana en distintos planos.
Si bien no ha habido un colapso del conjunto del orden liberal y sus instituciones como la OTAN o la misma OMC –donde por ahora Trump no ha salido de la cláusula de nación más favorecida que ordena el conjunto del comercio mundial– se mantienen aunque en crisis o paralizadas, estamos en presencia del retorno en todos los planos de las rivalidades imperialistas o entre grandes potencias, como es el caso de China. En relación con esta última, mientras tanto europeos como norteamericanos están de acuerdo en imponer una nueva relación de fuerzas al dragón asiático, divergen en el método, ya que EE. UU. rechaza hacer un frente común con la UE, lo que hace temer a estos últimos que en caso de eventuales acuerdos con Pekín, los mismos no beneficien a todos los occidentales, sino a las empresas norteamericanas contra las europeas.
De esta manera, los viejos fantasmas –la lucha por materias primas, mercados y zonas de influencia típicas de la época imperialista, que fueron atenuadas durante el periodo que va desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy debido a los atributos del orden liberal y la hegemonía norteamericana–, en su decadencia comienzan a reaparecer. Como reseña alarmado el antiguo primer ministro sueco, Carl Bildt, en un reciente discurso en Berlín:
Un mundo de Estados soberanos comprometidos en una feroz competencia, apenas ligado por reglas u orden comunes –dijo– es algo que Europa ha intentado en su historia, siempre con el mismo resultado catastrófico. Para nosotros, no parece el camino de la paz. Parece el camino de la guerra [4].
Mismo si aún estamos lejos del estallido de una guerra, el fin de la “globalización armónica” abre una transición en donde las características clásicas del imperialismo, las crisis, las guerras, las revoluciones y las contrarrevoluciones serán de mayor actualidad para las próximas generaciones. Es esencial que comencemos a prepararnos para estos tiempos históricos.

Juan Chingo

Este artículo es una versión reducida, con algunas modificaciones del autor, del original publicado en francés en Révolution Permanente Dimanche el 18/11/2018

Notas

[1] Kagan, Robert, The Jungle Grows Back: America and our imperiled world, New York, Alfred A. Knopf, 2018.
[2] Zaki Laïdi, "Comment la multipolarité déconstruit le multilatéralisme", Le Débat 2018/4 (n° 201).
[3] Kauffmann, Sylvie, "Europe-Etats-Unis: la stratégie du cavalier seul", Le Monde, 11/11/2018.
[4] Kauffmann, Sylvie, "Le divorce Europe-Etats-Unis : la famille occidentale sous tension", Le Monde, 9/11/2018.

Pensando en ti, para vivir como tu vives Fidel




El 25 de noviembre de 2016, exactamente a las 10 y 29 minutos de la noche, Fidel se convirtió en un haz de luz que ascendió en medio de la oscuridad hasta el firmamento, transformando a ese héroe de larga barba y nariz recta, en el joven de uniforme verde olivo, con mochila al hombro y fusil, eterno enamorado del pueblo y entregado sin límites a la obra de la Revolución cubana.
Un rebelde mítico, semejante a los grandes libertadores del continente americano. Arquitecto del sueño de Martí y de tantos otros, de ver a una Cuba independiente que devolviera al pueblo su dignidad. Reformador social, siempre al lado de los humildes. Internacionalista. Un símbolo de orgullo, de dignidad, de resistencia y lealtad a los principios, con un prestigio tan grande que irradia el mundo.
Y es que Fidel dispone de una legitimidad histórica. Abandonó la vida cómoda de su familia adinerada para organizar un movimiento estudiantil, revolucionario y clandestino, que lo llevó a empuñar personalmente las armas antes de dedicarse por entero al porvenir, con una voluntad más grande mientras mayores eran las dificultades que enfrentaba.
Fidel convirtió a Cuba en la “Revolución Cubana”, inspiradora de tantas generaciones y seductora por sus ideales de emancipación plena y libertad. Una revolución reafirmada y fortalecida en el sacrificio, construida con dinero limpio, sobre la base de la palabra empeñada cuando dijo: “en el 56 seremos libres o seremos mártires”, “si salgo, llego; si llego, entro y si entro, triunfo”. Una revolución que significa alfabetización, reforma agraria, reforma urbana, educación, salud, donación de sangre, zafra, trabajo voluntario, gloria deportiva, Casa de las Américas, cultura cubana, Plaza y tribuna.
Una revolución socialista que ha encarado siempre con hidalguía al imperialismo. Símbolo de resistencia en Girón, en la Crisis de los Misiles, en Angola, durante el período especial, aquel 4 de agosto de 1994 cuando Fidel se convirtió en cientos de voces coreando ¡Viva Cuba y Viva la Revolución cubana! Resistencia durante los embates de un huracán, o frente a la política de Guerra Económica y Subversión de Estados Unidos contra la isla. Y es que a todos nos atrae de Fidel la coherencia y amplitud de su pensamiento, por eso muchos somos fidelistas. Siempre fue el más radical crítico de la Revolución, apuntando problemas y alternativas, implacable con los errores, buscando alternativas y despertando esperanzas.
Estados Unidos siempre supo que “la mayoría de los cubanos apoyó y apoyará a Castro y por eso nunca habrá oposición política eficaz, el único medio para aniquilar el apoyo interno sería provocando el desencanto y el desaliento por la insatisfacción económica y las penurias”. Esas eran palabras del Subsecretario de Estado norteamericano en 1960 que han guiado desde entonces la errática política exterior de EEUU contra Cuba, que viera partir a un Fidel invicto, siempre Comandante y convertido en millones. No pudieron entonces, ni podrán ahora.
Inolvidable verlo entrar, enorme, alto, enérgico, simpático, con su infinita sabiduría y capacidad para escuchar. Recuerdo entonces frases que lo definen como ese fragmento escrito a su madre en 1955 “más independiente seré y más útil, cuanto menos me aten las exigencias de la vida material”, o aquel otro ya en la Revolución “mis ideas y mis principios jamás cambiarán. Me acompañarán hasta la muerte”.
También recuerdo una anécdota simpática de Gabriel García Márquez. Cuenta que una noche, mientras tomaba en cucharaditas lentas un helado de vainilla, vio tan abrumado a Fidel, tan lejano de sí mismo, que por un instante le pareció distinto del que había sido siempre y le preguntó qué era lo que más quería hacer en este mundo, y Fidel le contestó: “Pararme en una esquina de La Habana”.
Así es Fidel, ejemplo de hombre, de compromiso militante y de todo cuanto pueda aspirar a ser un revolucionario de estos tiempos y de los tiempos que aún tenemos por delante hasta conquistar el futuro.
Hasta la Victoria Siempre.

ZonaFranK

En vísperas del G20, conflictos y caídas bursátil




Las vísperas de la reunión del G20, que se desarrollará en Buenos Aires los próximos 30 de noviembre y 1 de diciembre, distan de ser serenas.

Los diarios informan que la caída en las bolsas norteamericanas de los últimos días y semanas –encabezada por las tecnológicas- ha llevado a los índices bursátiles a perder todo lo que habían ganado en el transcurso del año (La Nación, 22/11). La debacle, en el caso de las tecnológicas, empezó por Facebook y se extendió al resto de las Faang (Apple, Amazon, Netflix y Google), con caídas que oscilan entre el 20 y el 40% en las acciones (ídem). Del otro lado del mundo, dice El Cronista, “las acciones chinas se derrumbaron 27% desde su pico de este año en enero” (23/11).
Al margen de los motivos específicos que inciden en estas caídas, se verifica una preocupación generalizada por el escenario de guerra comercial que se ha abierto en el mundo. Esto último ha llevado a la Ocde a alertar sobre una mayor desaceleración económica de la que esperaba para el próximo período y a recortar a la baja sus cálculos con respecto al crecimiento de la economía europea y china. Una referente de ese organismo advirtió también sobre los efectos de la suba de las tasas de interés de la Reserva Federal norteamericana, que lleva a un reflujo de capitales desde los países periféricos con las consecuentes tempestades cambiarias. No son pocos los ejecutivos que vaticinan un período de “volatilidad” en los mercados.
En el cuadro de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, Trump ha amenazado a Beijing con un endurecimiento de los aranceles si no llegan a un acuerdo en la reunión de Buenos Aires. En la lista de Estados Unidos figura no sólo la cuestión del déficit comercial con el gigante asiático sino también un mayor acceso a sus mercados y el fin de la Agenda 2025, un ambicioso plan de desarrollo industrial y tecnológico. Marcelo Cantelmi enfatiza en un editorial del diario Clarín (16/11) que EEUU lucha también por frenar un acuerdo de libre comercio entre China y los países del grupo Asean (en el que revisten India, Japón, Corea del Sur y Australia). La lista de conflictos se extiende al dominio del Mar de China Meridional y al status de Taiwán.
Las tensiones entre China y Estados Unidos serán el principal foco de atención de la cumbre, no obstante lo cual las rivalidades involucran a todas las potencias. Como parte de los tironeos previos a la cumbre, el Financial Times hizo trascender que el documento final de la reunión podría eludir un cuestionamiento abierto al proteccionismo (La Nación, ídem), lo que no sería tanto un triunfo diplomático de Trump como un síntoma del rumbo que emprenden las potencias. Es un escenario de fracturas internacionales, de guerras (Siria, Yemen, Afganistán) y disputas interimperialistas (que incluyen ahora las rutas de navegación y recursos que va dejando el deshielo del Artico).
El escenario de disgregación que marca la crisis capitalista incluye también las tensiones en el Mercosur, luego de que el futuro ministro de economía de Bolsonaro, Paulo Guedes, afirmara que éste no será una prioridad de su gestión y lo cuestionara como una alianza ideológica.
El G20 tendrá también en su agenda el ataque a las condiciones de vida de las masas como un recurso para enfrentar la crisis. Por eso mismo, la Conferencia Latinoamericana desarrollada recientemente en Buenos Aires llamó a una campaña contra la reforma previsional y la reforma laboral que impulsan los gobiernos capitalistas.
La cumbre de los responsables del crecimiento del hambre, la devastación ambiental y la guerra imperialista no podría sesionar sino en una ciudad sitiada como la que preparan Bullrich y las fuerzas de seguridad de las potencias. Pero no podrán impedir que nos movilicemos el viernes 30.
Fuera el G20.

Gustavo Montenegro

sábado, 24 de noviembre de 2018

Biotecnología cubana: El sueño que Fidel hizo posible




Superhéroes, aunque no tienen capa y espada, sino causa, vocación e inteligencia, guiados por Fidel hicieron de Cuba sea el segundo país después de Estados Unidos que tuvo una ingeniería genética.

Resultados y perspectivas de la presidencia de Donald Trump


Introducción

Es momento de realizar una evaluación objetiva de la política interior y exterior del presidente Trump, de los medios empleados, los objetivos propuestos, y de los resultados y las consecuencias. La actuación de Trump exige entrar a debatir el estilo y el fondo de sus políticas en la esfera nacional e internacional.
En esta tarea, ignoraremos los manotazos que le lanzan quienes se centran en asuntos periféricos –como la investigación estatal sobre las historias conspiratorias de la supuesta intervención rusa– y nos centraremos en los temas estratégicos con que la presidencia pretende transformar las relaciones económicas, políticas y sociales a escala global.

“Trump en acción”: Política exterior

El presidente Trump tiene una estrategia y trabaja duro para hacerla realidad. La prioridad destacada de su agenda es la defensa de la supremacía global de EE.UU. mediante la palabra y los hechos.
Para lograr el poder mundial, Trump utiliza múltiples armas: cree firmemente en los poderes mágicos del armamento y de las palabras. Afirma que los anteriores presidentes “fueron débiles y permitieron que otros nos explotaran”. En su opinión, su liderazgo nos ha hecho fuertes y nuestro poder está presente en todas partes y en todo momento.
¿Y cómo muestra el presidente su fuerza? A través de múltiples guerras, sanciones severas, aumento del gasto militar y una mayor concentración de la riqueza, todo ello en los lugares estratégicos. Con esto, según Trump, logramos intimidar a nuestros rivales, competidores y adversarios.
El presidente cita numerosos ejemplos. En Siria, hemos ocupado regiones enteras, construido nuevas bases militares, contratado y armado a más mercenarios y arrojado las bombas más potentes sobre ciudades. Alardea de haber debilitado a Irán al dar por terminado el acuerdo nuclear e incrementar las sanciones, lo que precipitará, según él, un inminente colapso y un cambio de régimen. Proclama el éxito de su guerra económica contra China y el declive de Rusia, rodeada de misiles nucleares y bases militares, y ahogada por las sanciones económicas.
Trump se jacta de los nuevos triunfos políticos y aliados militares en América Latina. Considera que ha recuperado para el mercado a Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Ecuador, países que le proporcionan un ejército vasallo con el que derribar los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Trump presume de su éxito en la “renegociación” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), cuyo nombre ha sido cambiado y que en teoría proporciona “acuerdos” mejores con México y Canadá.
La Unión Europea y cada uno de sus miembros han sentido la cólera subyacente en sus amenazas de guerra comercial y su exigencia de aumentar las contribuciones a la OTAN. Ha pedido a los alemanes que compren el petróleo y el gas a EE.UU. en lugar de comprárselo a Rusia; amenaza a las compañías europeas que se atrevan a cumplir sus compromisos vigentes con Irán. Presume de la venta de armas a Arabia Saudí por valor de 100.000 millones de dólares y afirma la supremacía estadounidense en Oriente Próximo y norte de África.
Si hacemos caso de sus declaraciones bulliciosas y fanfarronas, Trump ha ganado todas las guerras, conquistado a todos sus competidores y sentado las bases para el “Siglo Americano” (sic). ¿Cuántos de sus tuits sobre política exterior son un reflejo del mundo real y cuántos son exclamaciones vacuas?

El presidente Trump: pretensiones y realidad

La estrategia del presidente Trump en política exterior se basa más en bravatas que en conquistas, más en ruido que en negocios, más en “faroles” que en éxitos.
Empecemos por Rusia. Las sanciones y el cerco militar no han conseguido debilitarla. Berlín está incrementando sus lazos comerciales con el Kremlin, le compra más petróleo y gas, construye gasoductos y afirma la autonomía de la UE en sus tratos con Rusia. El cerco militar se basa en la implicación de socios bálticos de tercera categoría y bases de misiles emplazadas en Polonia. En cambio, Rusia ha firmado acuerdos militares y económicos por valor de miles de millones de dólares con China, una potencia mundial.
La respuesta de Rusia ante la declaración de Trump de su salida del acuerdo de misiles nucleares ha sido la fabricación de armamento superior. En todos los aspectos, Rusia ha frustrado las sanciones y las amenazas económicas de Trump.
A pesar de la grandilocuencia con que Trump anunció que “asfixiaría a China” con aranceles, el superávit comercial de este país con EE.UU. ha aumentado, mientras el déficit de EE.UU. se ha incrementado.
Estados Unidos ha crecido un 2,8 por ciento, China un 6,5 por ciento. Estados Unidos no ha conseguido convencer a ninguno de sus aliados asiáticos de que se unan a su guerra comercial contra China. Todo lo contrario, pues los ha incentivado para buscar alternativas con las que reemplazar las exportaciones de EE.UU. Aunque los asesores económicos de Trump han amenazado a los grandes bancos de Wall Street para que dejen de tener negocios multimillonarios con China, la mayor parte de ellos han hecho caso omiso. Los banqueros ignoran la guerra comercial de Trump porque los beneficios cuentan más que la retórica gaseosa.
Arabia Saudí firma un acuerdo militar de 110.000 millones de dólares con Trump... ¡y luego solo compra el 10 por ciento! Parafraseando al presidente, son fake deals, acuerdos falsos.
Trump sostiene que la monarquía saudí es una gran aliada, a pesar de su boicot a Qatar, donde se ubica la mayor base militar estadounidense de la región. Israel, su gran aliado en Oriente Próximo, ignora las sanciones económicas a Rusia y la guerra comercial con China, dos de sus mayores socios comerciales en el sector de la alta tecnología.
Las guerras estadounidenses están perdiendo apoyo. Los rebeldes afganos controlan la mayor parte del país, rodean las capitales de provincia y fuerzan a los generales estadounidenses a replegarse. Los aliados de EE.UU. en Siria se han retirado. Nos quedan los separatistas kurdos, pero ellos defienden sus propios intereses, no los de Trump.
En América Latina, Trump recibe alabanzas de los regímenes de ultraderecha de Brasil y Argentina, que andan al borde del colapso económico, la crisis social y la revuelta política.

Éxitos internos de dudoso valor

Trump se vanagloria de la gran reducción de impuestos para los multimillonarios con holdings en el extranjero. Lo considera todo un triunfo que creará empleo y producirá crecimiento. En realidad, más de las tres cuartas partes de los beneficios repatriados han sido invertidos en la recompra de acciones que han aumentado los dividendos corporativos, no se han invertido en ninguna actividad productiva.
La guerra comercial con China no ha creado empleos, ha añadido costes a los consumidores, pues ha supuesto incrementos de los precios.
Sus políticas favorables a la empresa han reforzado la influencia de las grandes corporaciones a la hora de conseguir concesiones multimillonarias de los gobiernos locales y estatales. Jeff Bezos, el multi-mega-millonario propietario de Amazon, recuperó más de 10.000 millones de dólares en exenciones fiscales, además de las concesiones financiadas por el Estado.
En efecto, las transferencias de renta a gran escala y largo plazo de Trump benefician a los ricos más que a los pobres, aumentan las desigualdades y reducen los fondos públicos para educación, sanidad y asistencia social.
La oposición de Trump a la sanidad universal, a los acuerdos internacionales sobre cambio climático, a las inversiones en infraestructura nacional y a la regulación de la supervisión bancaria ha aumentado el riesgo de desastres naturales, crisis financieras y malfuncionamiento de los transportes.
A pesar de su programa nacional retrógrado, Trump mantiene el apoyo electoral y no se enfrenta a ninguna amenaza política inmediata por una razón básica: los Demócratas no ofrecen ninguna alternativa.
Los Demócratas corporativos que dirigen el partido respaldan todas las políticas retrógradas de Trump: apoyan su aumento del gasto militar y la reducción fiscal a los superricos, además de oponerse a un programa nacional de sanidad para todos.
Además, durante el doble mandato del presidente Obama, los grandes bancos recibieron un rescate billonario, mientras 3 millones de hogares fueron desahuciados por no poder hacer frente al pago de sus hipotecas; los salarios mínimos se mantuvieron por debajo de la línea de pobreza; y las desigualdades aumentaron, al igual que las disparidades raciales.
Bajo la presidencia de Obama se detuvo y deportó a 2 millones de inmigrantes, creando un precedente para las políticas contrarias a la emigración de Trump. Es decir, los programas implementados por Trump son una continuación y una radicalización de los puestos en marcha por el régimen de Obama.

Conclusión

Trump ha sabido rentabilizar demagógicamente los fracasos de los programas socioeconómicos (a favor de las corporaciones) y las múltiples guerras del Partido Demócrata para desarrollar sus políticas interior y exterior.
Gracias a ello, ha sabido explotar el descontento popular y ha conseguido el respaldo de las grandes empresas prometiendo reducciones de impuestos y el fin de las regulaciones. En la práctica, la imposición de programas agresivos en el ámbito nacional y en el exterior ha contribuido al aislamiento y la pérdida de influencia de Washington. Ninguno de sus objetivos originales ha sido alcanzado. Estados Unidos ha multiplicado sus adversarios, y estos se han fortalecido y unificado. Washington ha perdido mercados bien establecidos sin ganar ninguno nuevo. Su apoyo se ha visto reducido sin ganar nuevos adherentes. Los “aliados” de confianza de Trump (Israel, Arabia Saudí, Alemania y otros) han hecho perder fuerza a sus agresivas políticas comerciales con Rusia y China. Las sanciones contra Irán han eximido a los principales compradores de las exportaciones petroleras de Teherán. Se ha mostrado incapaz de conseguir sus objetivos en política interior y exterior pero estos fracasos no se han traducido en una pérdida significativa de influencia.
Europa está dividida internamente y se muestra incapaz de formular una alternativa consecuente. América Latina afronta crisis económicas que excluyen cualquier intervención militar conjunta, a pesar de los “acuerdos sobre el papel”.
Pero el mayor fracaso de Trump son sus políticas con China. Todos y cada uno de los principales aliados de EE.UU. en Asia han mantenido y aumentado sus acuerdos comerciales con Pekín. La prematura celebración de la victoria diplomática sobre Corea del Norte se ha desvanecido, pues este país ha recuperado sus lazos con China y Rusia y los ha ampliado.
Las opciones estratégicas de Trump no han alcanzado sus objetivos. No se ha producido ninguna transformación global de gran impacto. Si los generales de Trump abandonan Afganistán, no será gracias al Partido Demócrata o a los europeos.
Las guerras comerciales con China no han servido para aumentar el empleo en EE.UU., pero los críticos de Trump en Wall Street han negociado nuevos acuerdos financieros más lucrativos.
En resumen, los fracasos de Trump no han creado nuevas y mejores condiciones para los mercados globales, no han acabado con las guerras ni han mejorado el nivel de vida. A pesar de ello, muchos progresistas están satisfechos por estos fracasos, aunque no se beneficien de ellos.

James Petras
Rebelión
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

jueves, 22 de noviembre de 2018

Falleció Luisa Cuesta




La militante por los derechos humanos y madre del detenido desaparecido Nebio Melo Cuesta falleció a los 98 años.

Con el pasar de los años Luisa Cuesta se fue convirtiendo para todo el Uruguay en una referente de la búsqueda de la verdad y la justicia acerca de los desaparecidos y de los crímenes de la dictadura en general.
Símbolo de la dignidad y de la lucha contra la impunidad Luisa estuvo presa durante 7 meses en el año 74 y al poco tiempo comenzó su interminable búsqueda de su hijo Nebio Melo, desaparecido en Argentina en 1976.
Por sus denuncias a partir del secuestro de su hijo debió exiliarse en Holanda donde continuó su lucha por conocer el paradero de su hijo.
Con el retorno de la democracia se integró al grupo de madres y familiares de detenidos desaparecidos luchando incansablemente por verdad y justicia para los crímenes de la dictadura.
Incansable militante de los derechos humanos hace pocos años estuvo en el predio militar del Servicio de Material y Armamento (SMA) cuando se intentaba ubicar el lugar donde funcionó el centro de tortura “300 Carlos” y posibles lugares de enterramientos de las víctimas, entre las cuales podría haber estado su hijo.
Su lucha le valió el reconocimiento de toda la sociedad, la Universidad la distinguió con el título de doctora honoris causa por su defensa de los derechos humanos, fue declarada ciudadana ilustre de Montevideo y hasta el Correo Uruguayo emitió un sello en su homenaje.
Su muerte nos duele y entristece infinitamente, porque nos duele la impunidad, los pactos de silencios de los partidos políticos y los militares asesinos que a lo largo de estos 33 años de democracia le impidieron conocer la verdad sobre el destino de su hijo Nebio.
El mejor homenaje y el mejor recuerdo para Luisa será continuar sin descanso luchando por verdad y justicia.

LID

EE.UU. y los golpes militares en Latinoamérica


martes, 20 de noviembre de 2018

G20: la escenificación del poder del capitalismo mundial en Buenos Aires




¿Qué es el G20?

Se conformó en 1999 como un foro de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales. En un contexto del auge de la globalización, buscó ampliar el G7, que es un foro de las principales potencias económicas del mundo.
El G20 es un foro que, supuestamente, se organiza para promover la cooperación económica, financiera y política.
Está compuesto por la Unión Europea y 19 países más.
Los países del G20 representan el 66% de la población mundial, 85% de la producción, 75% del comercio internacional y 80% de las inversiones.
Argentina ingresó de la mano de Carlos Menem en el final de su segundo gobierno.
El G20 nunca fue importante en definir cursos de acción concretos, sin embargo tuvo un rol más activo desde la caída de Lehman Brothers y la crisis mundial desatada en 2008.
Desde entonces se realiza la cumbre de jefes de Estado, como la que tendrá lugar en Buenos Aires entre el 30 de noviembre y el 1º de diciembre.
Desde allí se buscó orientar la “coordinaron” de las políticas de rescate a los bancos comprometidos con la crisis, muchos cerca de la quiebra. En simultáneo, millones perdían sus casas en EEUU, el Estado Español, Gran Bretaña y otros países.

¿Qué se resuelve?

En principio nada. La cumbre debería terminar con un documento sobre consensos mínimos orientativos.
Este año la confección del documento estará atravesada por las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China: o para decirlo de otro modo, la oposición entre proteccionismo versus libre cambio. También está el trasfondo de la crisis del Brexit.
Otro tema que provoca roces es el cambio climático, en particular con Donald Trump, quien sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París. Son sólo algunas de las controversias de la arena mundial.
En las últimas cinco cumbres sólo en dos se alcanzaron consensos mínimos. Es que es la globalización misma es la que está cuestionada.

Prioridades de la agenda actual

El futuro del trabajo. Es decir, la supuesta amenaza de la tecnología y los robots sobre el empleo. En lugar de que los avances tecnológicos sean puestos en función de mejorar las condiciones sociales, actúan como una amenaza para disciplinar a los trabajadores para flexibilizar, precarizar y reformar las leyes laborales.
Infraestructura para el desarrollo, que está en decadencia en varias economías centrales, como ocurre en Estados Unidos.
El futuro alimentario sostenible de la humanidad en momentos en que la producción mundial de alimentos supera las necesidades alimentarias de la población, pero se da la irracionalidad que muchos sufren hambre en el mundo.
Otro tema prioritario es el debate sobre perspectiva de género, una hipocresía cuando se ve lo que hacen los líderes que llegarán a la Argentina.
Son temas que se instalan para la “tribuna”: las potencias hacen como que se preocupan por la “gente”.

¿Qué busca Cambiemos en la cumbre?

Que actúe como una vidriera al mundo.
En términos más concretos, buscará promocionar el comercio argentino de commodities, en particular la venta de materias primas agropecuarias a la Unión Europea.
No obstante, es prácticamente inviable que en esta cumbre se pueda avanzar en el tratado entre el Mercosur y la Unión Europea, que es la ambición de Mauricio Macri.
El gobierno también busca postular al país como exportador de servicios: contables, auditoría, legales, ingeniería, estudios de mercado, contenidos audiovisuales, software.
Macri quiera simular que somos el primer mundo, pero la realidad es que Argentina es una economía atrasada con un PIB per cápita de menos de U$S 10 mil cuando la mayoría de las potencias imperialistas del G20 tienen un PIB per capita de U$S 50 mil. Es decir, la riqueza por cada individuo o habitante del país cinco veces mayor en los países centrales.
La condición de Argentina como país dependiente, con rasgos semi coloniales, queda clara con el acuerdo con el FMI que entregó la conducción económica a Christine Lagarde.
No obstante, el objetivo central del gobierno argentino será procurar que haya un documento de consensos mínimos del G20, una tarea compleja en la situación actual.

¿Quiénes vienen?

Llegarán 28 líderes mundiales.
Resaltan el xenófobo y machista Donald Trump.
Angela Merkel, la “dama de hierro” en el ajuste que sufrió Grecia y mandó a un cuarto de la población a la desocupación. Es una líder que está en retirada en su propio país.
Vienen dos presidentes muy “democráticos” y comprometidos con la perspectiva de género: Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China.
Michel Temer, el presidente corrupto de Brasil que tiene el apoyo popular por el piso.
El de las reformas antiobreras de Francia, Emmanuel Macron. Una multitud se movilizó estos días contra el aumento de los combustibles en ese país.
Por el Reino Unido viene Theresa May que atraviesa una profunda crisis por el Brexit.
De Turquía llegará Recep Tayyip Erdogan, también con un país en crisis, que atravesó corridas cambiarias y devaluación de la moneda.
El rey Salmán bin Abdulaziz de Arabia Saudita, que aun siendo un gran aliado de los Estados Unidos, viene de atravesar recientemente un escándalo por el atroz asesinato de un periodista saudí que escribía para The Washington Post. El periodista fue asesinado en la Embajada de Arabia Saudita en Turquía. En Arabia Saudita los derechos mínimos de las mujeres están prohibidos casi de manera absoluta.
De Italia viene Giuseppe Conte, que fue propuesto como primer ministro por el Movimiento Cinco Estrellas y Matteo Salvini de la ultraderechista Liga Norte. Salvini comparó a los inmigrantes con esclavos. La principal propuesta de esta coalición, que asumió en junio, fue expulsar 500 mil inmigrantes.

Territorio ocupado

El gobierno argentino gastó más $ 3.000 millones durante el año en el G20.
Para proteger a este foro de xenófobos, machistas, corruptos, asesinos, que vienen a Buenos Aires a escenificar el poder del capitalismo mundial, Patricia Bullrich y Mauricio Macri están militarizando la ciudad.
No hay que hacerle caso a la ministra de Seguridad con eso de irse el fin de semana largo afuera de Buenos Aires. Hay que quedarse a rechazar la prepotencia de los dueños del mundo que vienen a Buenos Aires a recordarnos que ellos mandan.

Pablo Anino

lunes, 19 de noviembre de 2018

Facebook, Amazon, Apple, Netflix, Google: ¿Una nube a punto de estallar?




El negocio del streaming, hegemonizado por Netflix –que concentra el 15% de todo el tráfico de Internet en el mundo (Global Internet Phenomena Report de Sandvine) – generó una carrera en la que se apuntaron las grandes compañías de la industria del entretenimiento. De allí las megafusiones de Disney y Fox, en diciembre de 2017, y la más reciente, en junio de este año, de AT&T y Warner Bross, que ajustan sus costos y suman contenidos para un mercado global e insaciable. También se alistan las high tech: Amazon Prime Video, que todavía no llegó a América Latina, y Apple que anuncia su lanzamiento en 2019 con un servicio que será gratis para sus usuarios de IPhone, iPad, Mac o Apple TV.
Sin embargo, no todas son estrellas en la nube ni promesas de superproducciones de esas que nos dejan hundidos en el sofá. The New York Times titula: “La audiencia de Netflix se multiplica, pero también sus deudas” y recoge el testimonio de una especialista para quien “el modelo de negocios parece insostenible” (26/10/18). Según la nota, Netflix gastó 11,7 mil millones de dólares en contenido nuevo y sus ingresos fueron de 14,9 mil millones. La diferencia se consume en marketing y el resto de sus operaciones, por lo cual debe pedir prestado. El año pasado se calculaba su deuda en 20 mil millones de dólares (BBC, 04/08/17).
No se trata de un caso aislado. La crisis afecta a todas las FAANG –Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google–, las dueñas de Internet, que atesoraban las apuestas de la Bolsa y comenzaron a mostrar los primeros síntomas de una agonía. En julio, la prensa mundial acusaba sorpresa por la caída de las acciones de una de ellas: “Qué hay detrás del espectacular desplome de Facebook en bolsa, la mayor caída de la historia para una empresa en un solo día” (BBC, 27/07). Entonces la explicación parecía estar demasiado a mano: todo era el resultado del escándalo por la filtración de datos de miles de usuarios de la red social a la empresa Cambridge Analytica.

La crisis se viraliza

Sin embargo, tres meses más tarde, la situación se extendía a otras compañías: “El tropiezo de Amazon y Google en Bolsa alimenta la caída del sector tecnológico” (El País, 26/10/18). Y en noviembre daban cuenta del derrumbe en estos términos: “Las malas noticias arrastraron primero con fuerza a Lumentum, que se hundió un 30%, y posteriormente a Apple, que cerró con un desplome del 5%. Pese a ello, la firma de la manzana no fue la que más cayó entre las grandes tecnológicas; ese dudoso honor lo asumió Twitter al ceder hasta un 6,07%. Por detrás, Amazon también experimentó una fuerte caída (-4,44%), seguidas por Netflix (-3,1%), Alphabet (2,58%) y Facebook (-2,35%)” (La información, 13/11/18). De conjunto, las pérdidas se calculan en alrededor de medio billón de dólares.
Los protagonistas, detrás de las FAANG, son los más grandes fondos especulativos del mundo –entre los que figura BlackRock, popularizado aquí por el fugaz Toto Caputo–, que ahora corren “hacia valores en los que ven más potencial u optan por mantenerse al margen” (El País, idem). Tal el caso de Magallanes Value Investory, que huye de las grandes compañías para apostar por las chicas; o el de Bridgewater Associates, que compra acciones de los emporios tecnológicos chinos: Baidu, el equivalente de Google, y Alibaba, de Amazon (El Confidencial, 12/10), sobre los cuales también se informa que han sufrido caídas espectaculares.

La guerra entre China y Estados Unidos

Las causas de esta crisis, entonces, se buscan en otro parte. Algunos señalan que las acciones están tan infladas que podría repetirse el estallido de la burbuja de las punto.com que se produjo a principios de siglo (recordemos el desplome de la vieja Aol-Times Warner), pero la mayoría de los medios internacionales coloca como centro del problema la guerra económica entre Estados Unidos y China.
Los choques entre las políticas proteccionistas de Trump y los intereses globales de las FAANG fueron escalando con las críticas del gobierno ante una “supuesta distorsión de los resultados de búsqueda en favor de las organizaciones de medios de comunicación de izquierda” (The Verge, 30/08) y contra The Washington Post (propiedad de Jeffrey Bezos, dueño de Amazon), con las amenazas de denunciar el poder de compañías como Amazon, Facebook y Google como una "situación muy antimonopolio" (idem) y, sobre todo, con aplicar tarifas a los componentes chinos con los que operan estas empresas estadounidenses.
Se prenuncia, además, un nuevo salto tecnológico: la inteligencia artificial y, por consiguiente, una nueva carrera en la que China lleva la delantera. Zhu Long, el presidente de Yitu, la principal compañía del mundo de IA, declara en clave de ciencia de ficción: “La inminente llegada de las redes 5G propiciará la creación del Internet de las cosas, en el que los objetos podrán comunicarse entre sí. Esta conectividad, combinada con la inteligencia artificial, el big data y la robótica, terminará creando un mundo en el que será necesario redefinir lo que significa ser humano” (El País, 5/11).
Con todo, más que el diseño de un mundo idílico tramado por las nuevas tecnologías que reemplazaría el existente, lo que se advierte es la inminencia de nuevas confrontaciones que amenazan convertir el mundo humano en un volcán.

Santiago Gándara

G20: aprobada la intervención yanqui, el Estado uruguayo se integra al plan de “seguridad”





El USS Carl Vinson (CVN-70) designado en su momento para el operativo de intervención de Haití en 2010 al mando del Comando Sur.

Luego de la rápida aprobación final de la intervención yanqui en el Senado emerge el plan del Codena (Consejo de Defensa Nacional) consensuado con el gobierno argentino.

Fechada el jueves 15 de noviembre la rápida aprobación final del Senado terminó por darle vía libre a la intervención de las fuerzas militares yanquis en territorio nacional.
Finalmente del proyecto original permaneció solo el artículo 1 referido al permiso de entrada de tropas de Estados Unidos. Luego de las idas y vueltas, las auto justificaciones y demás declamaciones, los poderes del Estado y las fuerzas políticas del régimen, cumplieron cada uno su parte al servicio de las necesidades imperiales.

La participación de fuerzas uruguayas

No se demoró desde el Ministerio de Defensa en publicitar los planes del Codena (Consejo de Defensa Nacional) para integrarse al plan general de “seguridad” consensuado con las autoridades argentinas. Principalmente encomendó a la FAU (Fuerza Aérea Uruguaya) la coordinación de la cobertura aérea que se verá reforzada para los días de la cumbre del G20, esto también incluye el rol que jugarán las fuerzas yanquis que desembarcaran en territorio uruguayo.
Según revela la prensa local la FAU viene coordinando hace un año con sus pares argentinos todo lo que tiene que ver con este plan de seguridad.
En palabras del Ministro de Defensa Menéndez las fuerzas extranjeras actuaran desde el Aeropuerto de Carrasco hasta su zona de actividad en Argentina: "Hemos tomado alguna serie de medidas de carácter cautelar para que estas aeronaves que solamente transitarán desde el Aeropuerto de Carrasco hasta la zona de Argentina aproximada al lugar donde trabajarán, no tengan otra actividad en nuestro cielo soberano", también agregó que los aviones yanquis tendrán como acompañantes a pilotos uruguayos.
Según el plan habrá zonas de restricción en escala por círculos concéntricos hasta llegar a la restricción total sobre la ciudad de Buenos Aires. Según el comandante del Comando Aéreo de Operaciones brigadier general Hugo Marenco (FAU) "Por la cercanía, tanto en la de 500 kilómetros como en la de 100 kilómetros, queda afectado nuestro espacio aéreo. A su vez, se ha llevado a una redistribución temporal de las rutas internacionales que cruzan nuestro espacio aéreo para llegar a la ciudad de Buenos Aires y eso ha sido coordinado tanto con la Fuerza Aérea, como con la Dirección Nacional de Aviación Civil, dependiente de la Fuerza Aérea". El mismo oficial contó a los medios locales cual sería el papel en concreto que cumplirían los aviones de combate uruguayos en una zona de control de 170 kilómetros desde la ciudad de Buenos Aires: "donde deberíamos actuar para, en caso de que haya tráfico ilícito, poder desviar, alertarlos, interceptarlos e identificarlos, lo que puede suceder".
También se está en conocimiento que los aviones de combate de EEUU que harán la custodia al Air Force One que traslada a Trump, harán sus operaciones desde un portaaviones en las inmediaciones del océano Atlántico.
Gran Bretaña y Alemania también pidieron un sobrevuelo transitorio sobre espacio aéreo uruguayo que según el Ministro Menéndez sería una autorización que no requeriría trámite parlamentario.

El Comando Sur y la Cuarta Flota

El Comando Sur de Estados Unidos es uno de los nueve comandos de las fuerzas militares de este país, destinado especialmente para América del Sur y Central y el Caribe. En 2008 se tomó la decisión de reactivar la llamada Cuarta Flota, en desuso durante décadas, responsable de la cobertura naval para el área que cubre el Comando Sur. Si bien la Cuarta Flota no cuenta con unidades navales específicas para sus operaciones, se le asignan las mismas de acuerdo a las misiones, como por ejemplo cuando en 2010 se intervino Haití y se destinó para ello el portaaviones USS Carl Vinson (CVN-70). Para el próximo G20 el Comando Sur y la Cuarta Flota serán protagonistas centrales en el llamado plan de “seguridad”.

Sebastián Artigas