domingo, 20 de octubre de 2019
Chile: la juventud y la población de Santiago se rebelan contra el tarifazo del subte
El gobierno derechista de Sebastián Piñera ha aumentado por segunda vez en el año llevando el costo del pasaje del metro a $ 850 chilenos (equivalente a $70 argentinos). El ministro de economía, Andrés Fontaine, ha intentado morigerar el impacto de la medida diciendo que el pasaje costará $53 en la franja horaria de 5 a 7 de la mañana (afirmación que no detuvo desde luego las movilizaciones juveniles y populares). Santiago tiene ocho millones de habitantes, de los cuales tres millones viajan diariamente en subte, en su mayoría obreros y estudiantes. Según un informe de la fundación Sol, un trabajador que percibe un salario mínimo de $ 301.000 chilenos (400 dólares) debería gastar el 21% de su salario, solo usando ese transporte de su casa al trabajo, ida y vuelta, y un jubilado debe gastar en concepto de viajes en metro el 40% de sus haberes. El costo de vida promedio en Chile, sumando alquiler de vivienda, servicios básicos, transporte público, alimentos, es de $840.000 chilenos o 1200 dólares. El 54,3% de los trabajadores chilenos gana menos de $350.000,un 17% percibe salarios inferiores a $200.000 chilenos.
Solo un 8,5% de los trabajadores obtiene un sueldo mayor al $1.000.000.
Así las cosas, la reacción popular frente a este atropello no se hizo esperar. Los reclamos comenzaron el lunes 7 de octubre cuando comenzó la evasión de los molinetes, bajo la iniciativa de centenares de jóvenes. Esta iniciativa creció con una rapidez inusitada. El gobierno apostó fuerzas represivas en el metro (los carabineros) para detener esta rebelión juvenil y popular, pero lograron el efecto contrario; en efecto: la represión fue respondida por parte de quienes luchaban contra el tarifazo arrojando objetos contundentes contra los carabineros. De acuerdo a la información de ANRED, el viernes 18 de octubre se produjeron en la capital chilena enfrentamientos callejeros con barricadas, incendios y cortes de calles, incendiándose también empresas imperialistas, especialmente de servicios. También han tenido lugar cacerolazos en diversas estaciones del metro santiaguino.
Frente a la tendencia incontenible de la movilización que crece, Piñera ha recurrido a la represión: más de doscientos detenidos, heridos con perdigones de escopeta,etc. Piñera, acorralado por la situación ha decretado el viernes 18 de octubre a la noche el estado de emergencia, que implica la supresión de todas las libertades civiles, la, prohibición del derecho de reunión. A pesar de que Piñera ha desplegado toda la fuerza represiva en Santiago, especialmente llevándola a los barrios de la periferia obrera, la lucha no se ha detenido, y está sobrepasándola.
La CUT (Central Unica de Trabajadores), dirigida por el Partido Comunista, vienen jugando frente a la ofensiva del gobierno del gran capital, una pasividad criminal (con antecedentes claros en las recientes huelgas mineras, estudiantiles, de la construcción, portuarias, de Walmart, docentes y otras). Es cómplice de la creciente desocupación en Chile, que ya roza el 10% y de la miseria salarial a la que hemos hecho referencia. Mientras la Confederación de estudiantes de Chile ha lanzado una gran movilización para el lunes 21 de octubre, la CUT se ha limitado a decir a través de su secretario general Eric Campos que comparte “la legitimidad de la demanda contra el alza de los pasajes” y pidió al gobierno que retire las fuerzas represivas y “se siente a la mesa a negociar con los estudiantes y la CUT”. Una verdadera capitulación.
La necesidad de un paro general
La creciente movilización popular contra el ajustazo, la declaración del estado de emergencia y la salida a las calles de las fuerzas armadas (algo que no sucedía desde 1983) indica la necesidad perentoria de la declaración de un paro general inmediato y un plan de lucha obrero estudiantil para hacer retroceder el tarifazo, que se retiren las fuerzas armadas y los carabineros de las calles y del metro, por la libertad de los presos, por el levantamiento del estado de emergencia, e imponerle al gobierno una derrota inmediata y la satisfacción de sus reclamos. Es necesaria la convocatoria de una asamblea popular de los que luchan en las calles, los trabajadores y los estudiantes en lucha para llevarlo adelante. La pasividad complaciente de la burocracia de la CUT marca la necesidad de un congreso de bases de la central obrera, que enfrente al gobierno de Piñera, el Estado y los gobiernos de turno para dar una salida obrera a la crisis.
Deuda externa
La deuda externa chilena, de acuerdo a una información del Banco Central de Chile asciende a 193.993 millones de dólares, un 67,5% del PBI. Del total de la deuda externa, 60.380 millones de dólares corresponden a pagos programados para los próximos doce meses (contados desde junio de 2019).El tarifazo en el metro, del mismo modo que los anteriores en las tarifas eléctricas y otros servicios están estrechamente relacionados con los compromisos con los acreedores externos. En consecuencia, la lucha contra el tarifazo, la miseria salarial y la desocupación en Chile debe tener como norte inmediato la ruptura con los acreedores externos y el desconocimiento de la deuda externa. Del mismo modo que ha sucedido en forma reciente en Ecuador y antes en Nicaragua, la rebelión santiaguina revela la inviabilidad de los gobiernos capitalistas de cualquier signo ( nacionalistas burgueses o “neoliberales”). La perspectiva de la extraordinaria rebelión en Santiago de Chile, Ecuador, etc, es la lucha por un gobierno de los trabajadores y por los Estados Unidos Socialistas de América Latina.
Roberto Gellert
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