jueves, 29 de noviembre de 2012

El mundo visto desde el sur


Entrevista a Samir Amin

Parte I: Características del imperialismo contemporáneo



Parte II: La implosión del capitalismo



Parte III: Estrategias imperiales y luchas políticas



Esta entrevista a Samir Amin fue realizada en marzo de 2012 y la primera parte publicada en Rebelión con fecha 31 de marzo (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=147259) en formato de texto.
Dada la actualidad de lo expuesto por Samir Amin, y disponiendo de la entrevista completa en formato video con subtítulos en castellano, la ofrecemos a nuestros lectores para que dispongan de su contenido.]

El modelo que lleva adelante Mujica, lo ata cada vez más al capitalismo



Entrevista a Jorge Zabalza, uruguayo, tupamaro y rebelde frente al actual Gobierno por Carlos Aznárez Resumen Latinoamericano

Jorge Zabalza (“Tambero”), dirigente histórico de la izquierda revolucionaria uruguaya, que integró la dirección del MLN Tupamaros en tiempos del fallecido Raúl Sendic, es ahora uno de los críticos más tenaces de las políticas neoliberales que aplica el gobierno de sus ex compañeros de militancia, José “Pepe” Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro.
Con Zabalza hablamos del Uruguay de hoy, de los retrocesos en la conciencia popular, de las concesiones a los militares y de las esperanzas que la memoria histórica del pueblo uruguayo resurja para retomar el camino de la liberación nacional y social.
-Cuales son las causas que han llevado a los ex tupamaros a posibilitar entre otras cosas, la presencia del Comando Sur de los EEUU en territorio uruguayo?
-Hay toda una teoría por detrás, que es la de pensar que las Fuerzas Armadas y el status militar pueden servir de base organizativa al desarrollo económico. Un desarrollo, por supuesto, neoliberal. Es decir, la vieja tesis peruanista pero aplicada a otra situación. Estamos a medio siglo del peruanismo y lo que fue el fenómeno del general Velasco Alvarado en el Perú, y aquí hay algunos que están a la búsqueda, muy equivocadamente, de que el ejército uruguayo, que actuó en la represión a nuestro pueblo, adopte un papel político y se sienta parte de la sociedad.
Lógicamente, que ese papel político, los mandos militares, lo ven en función de los dictados del Pentágono y del Comando Sur, en particular. En función de todo ello, ha habido ejercicios militares conjuntos, con la concurrencia de instructores militares yanquis. También la tentativa de crear una base militar yanqui disfrazada de campo de entrenamiento para misiones humanitarias, en la ciudad de Durazno.
Para esto, las tropas del ejército uruguayo aceptan jugar el papel de “rompe huelgas” en el plano de lo que está ocurriendo en la UNASUR con relación a algunas posiciones independientes frente al imperialismo.
Esto viene, desde el primero gobierno de Tabaré Vázquez, cuando se recibió con bombos y platillos al mayor genocida de la historia mundial, George W. Bush, y ahora se sigue refrendando esa posición entreguista. Los ex guerrilleros Mujica y Fernández Huidobro, lo que hacen es utilizar su autoridad moral (que deviene de la sangre derramada por cientos de compañeros) para justificar, ante el pueblo uruguayo, una serie de concesiones y claudicaciones frente a los Estados Unidos.
Se inventan argucias, como que las tropas militares deberían preocuparse de los problemas climáticos, o de vigorizar la intervención uruguaya en las “tropas de paz”, y para ello se mantiene la intervención de soldados uruguayos en Haití, que es una vergüenza para todos aquellos que sostenemos criterios de hermandad entre los pueblos latinoamericanos. El papel que juega Fernández Huidobro al frente del Ministerio de Defensa, queda muy claro para la mayoría de la izquierda uruguaya. Nadie se engaña sobre cuáles son sus propósitos. Creo que es cuestión de tiempo, y después que pase el próximo período electoral, seguramente tengamos en Uruguay una nueva base militar estadounidense, pero esta vez, apadrinada por un gobierno que se dice de izquierda.
-Cuáles son las razones para que un pueblo como el uruguayo, que en otros momentos ha dado muestras de resistencia y de lucha, hoy digiera con cierta mansedumbre esta situación?
-Hay un hecho sintomático que ocurrió en los últimos días: el Sindicato de los trabajadores de la bebida (FOEP) obtuvo una victoria ante la patronal, muy digna. Se quebraron las pautas bajadas desde el Gobierno para los Consejos del Salario. Es decir, un Convenio que se basó en un cálculo de inflación de un 7%, mientras el Gobierno propone el 5%, y que además tuvo una recuperación mayor al 10%. Cuando ese sindicato logra un triunfo en el marco de una política salarial que ha sido muy propagandeada por el oficialismo, se les dice “No”, los trabajadores deben sacrificarse y tienen que ser responsables, porque las empresas van a bajar los aumentos salariales a los precios y va a derivar en una mayor inflación.
Tengamos en cuenta que este gobierno es el producto de la lucha de los trabajadores desde 1970 en adelante, son muchos años, hay mucha militancia y esfuerzo de la gente para respaldar estos gobiernos. Ahora, la gente sigue luchando en el marco de sus reivindicaciones y necesidades, con la expectativa que tiene un gobierno de izquierda. Creen y están convencidos de eso. A lo cual ayuda el doble discurso permanente del gobierno.
Mientras tanto, la realidad les está mostrando que es un gobierno que actúa de una manera muy subalterna frente al imperialismo, justamente cuando hay países de Latinoamérica que se han levantado frente al mismo, en una actitud muy independiente. Y que se mueve de una manera cómplice frente a las empresas extranjeras, permitiéndoles dirigir el país, y además están subordinando a los trabajadores a las políticas económicas que están fijadas por el Fondo Monetario Internacional.
Desde el punto de vista subjetivo, una buena parte del pueblo sigue teniendo un sentimiento de que se trata de un gobierno nacional y popular cuando la realidad indica que el modelo de país, el proyecto y la forma en que se está haciendo política en el Uruguay es tan de derecha, como podría haber sido en la época de Lacalle y de Sanguinetti. Hay un doble discurso, uno ante las masas y otro hacia el poder económico y político.
-¿Partiendo de ese panorama, cómo cree que deberían trabajar las organizaciones de izquierda que no son sumisas a esta política del Gobierno?
-Es importante observar lo que viene ocurriendo en Europa. Hemos visto pueblos como el griego, el español y el portugués, también prisioneros del doble discurso de gobiernos social-demócratas, y ahora los vemos incendiando todo. Cuando las papas queman, se acaba el doble discurso y aparecen las políticas de ajuste fiscal, el recorte del gasto público, etc.
En el Uruguay, el fenómeno más interesantes es que todo ese modelo que está llevando adelante el gobierno, lo ata cada vez más al mundo capitalista, y en la medida que éste está en crisis se le complica aún más la situación. Creo que lo que ocurrió estos últimos días con el conflicto del gremio de la Bebida (de que el gobierno no aceptó lo que se lograra en la negociación salarial), es el primer indicio de que ya hay una idea de ajuste contra los trabajadores. O sea, la misma receta neoliberal de siempre.
Yo tengo mucha confianza en el pueblo uruguayo, porque hay toda una historia de rebeliones en los años 70, en los 80 contra la propia dictadura y también contra las políticas neoliberales de Sanguinetti y de Lacalle, impidiendo la privatización de las empresas públicas en los años 90.
En algún determinado momento, cuando el gobierno uruguayo se comprometa mucho más claramente con la política neoliberal, y aparezca de una manera muy clara frente a la opinión pública comprometido con lo peor de la historia del mundo capitalista, seguramente el pueblo uruguayo va a reaccionar
Con esta perspectiva, no tenemos que cesar en la denuncia, en la lucha por los derechos humanos (los casos de violaciones a las compañeras durante la dictadura, las torturas en los cuarteles) y cada una de las reivindicaciones de ayer y de hoy (que las políticas sociales que lleva adelante Mujica son un engaño) que haya que hacer. En un momento, la gente se va a despertar y romperá con este modelo.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Gaza: los medios han sido responsables del nuevo crimen de Israel




Israel es un estado que no acata la legalidad internacional, ocupa ilegalmente tierra usurpada al pueblo palestino, y está en permanente expansión por medio de colonias armadas.
Cubainformación TV - Basado en un texto de Javier Couso, en el blog “La pupila insomne” (Cuba).- La pasada semana asistíamos con horror a la furia criminal de Israel contra la franja de Gaza. Bombardeos aéreos y artillados continuos causaban centenares de víctimas civiles, algo sin duda previsto por los agresores, teniendo en cuenta que Gaza es la zona más densamente poblada del mundo.
Israel es un estado que no acata la legalidad internacional, ocupa ilegalmente tierra usurpada al pueblo palestino, y está en permanente expansión por medio de colonias armadas.
Practica la represión sistemática, las detenciones indiscriminadas, el encarcelamiento sin juicio y la limpieza étnica de la población palestina.
Legalizada la tortura por una sentencia de su Tribunal Supremo, realiza asesinatos selectivos extraterritoriales y emplea, sin dudar, su abrumador poder militar a la más mínima ocasión.
Cualquier país con este historial estaría aislado mediante sanciones y resoluciones que contemplaran incluso el uso de la fuerza. Pero nada de eso pasa con Israel.
Como en ocasiones anteriores, Israel atacó el centro donde se alojaba en Gaza una parte de la prensa internacional. Pero ni esto hizo que la inmensa mayoría de los medios de comunicación occidentales emplearan el tono condenatorio antigubernamental que aplican, por ejemplo, a las informaciones sobre el conflicto en Siria.
El tratamiento periodístico sobre la reciente actuación de Israel se ha basado en una falsa equidistancia entre agresor y agredido, ocultando la diferencia de medios entre pequeñas milicias y el décimo ejército del mundo, dotado con más de 200 cabezas nucleares. Finalmente, un nuevo crimen... informativo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Venezuela: "O se completa el proceso de expropiación de los expropiadores o retrocede el proceso"



El primer libro que publicó el autor de ’¿Quién inventó a Chávez?’ (2007), el venezolano asentado en Argentina, Modesto Emilio Guerrero, fue de poemas y cuentos. El último, todavía caliente de la imprenta, es ’12 dilemas de la Revolución Bolivariana’ (2012, Editorial El Perro y la Rana). Entrevista en el programa Canto Libre de Radio Sur

Por RedAcción - LP

Informado, veloz, crítico, de memoria paquidérmica y cuidadoso en la palabra, fue entrevistado por quien suscribe (Andrés Figueroa Cornejo) en el programa Canto Libre de Radio Sur (www.radiosur.org.ar).
¿Qué cuentas políticas extraes del triunfo electoral del Presidente Hugo Chávez?
“El 54 % es una de las dos caras. Pierde valor si no vemos la otra. Por cierto, es una maravilla y hay que celebrar, sin perder de vista que en el otro lado hay un 44 % de voto enemigo. Entonces uno tiene que hacer los análisis tendenciales. El 54 % es muy bueno porque sirvió para consolidar la conquista electoral, y es muy malo porque también refleja peligros.”
¿Cómo puede determinarse esa idea?
“De muchas maneras. Una es que cayó 15 puntos respecto de su última elección presidencial. Antes Chávez nunca bajó de un 60 %. De hecho, en el 2006 ganó con el 63 % y la oposición con un 37 %.”
¿Pero qué pasó? Uno podría suponer que estando en el Ejecutivo, propulsando medidas pro populares, distribuyendo más democráticamente el excedente socialmente producido y en una ubicación central del Estado para establecer la hegemonía de un proyecto que claramente favorece a las grandes mayorías y procura facilitar nuevas relaciones sociales camino al socialismo, ¿no debería haber ganado por más?
“En política 2 más 2 nunca da 4. En Venezuela se han realizado importantes transformaciones. Estamos frente a un país distinto a lo que era hace 15 años en materias como salud, educación, ciencia y tecnología, en la construcción de satélites que diseminan información a pueblos, a campos, a indios, a países hermanos. En cultura y arte, tiene el sistema sinfónico juvenil e infantil más importante que hay en el mundo –dicho por los suizos-. Y no es una obra de Chávez, es previa. Chávez la ha financiado para que se potencie. Se pasó de 130 mil estudiantes a 680 mil en 9 años: eso se llama inversión social. En el campo, en los barrios, en la cultura urbana, la impronta ya no es solo la de la burguesía.En Venezuela la cultura plebeya, pro socialista, de propaganda socialista, o abiertamente en algunas zonas compite con la cultura burguesa que tiende a ser desplazada como la cultura dominante. Los ves en los hoteles, usados por primera vez por los trabajaores, o en la oferta cultural.”
Pareciera que en Venezuela se viviera una suerte de ‘guerra fría’, en tiempos en que las relaciones de fuerza mundiales son antagónicas a los intereses de los pueblos desde la implosión del llamado ‘socialismo real’, y que, por tanto, ya es una victoria la sola existencia del gobierno bolivariano. ¿Qué sello tiene el gobierno de Chávez?
“Todas las transformaciones que se han llevado adelante y que han modificado la calidad de vida al venezolano común y corriente –a la burguesía no la cambió todavía como clase, aunque el chavismo la asusta mucho-, esas medidas impactan positivamente en los sectores medios y los trabajadores. Ese cambio significa un desplazamiento de parte de la plusvalía hacia abajo. Por que cambió el modelo de acumulación. Significa que una fracción de la burguesía dejó de ganar como antes, o en algunos casos también en términos absolutos y quebró. Muchos de burgueses han quebrado porque han sido tragados por políticas de Estado o devorados por otros burgueses más monopólicos.”

El Estado secuestrado por la burocracia

¿Entonces por qué baja la votación de Chávez?
“Porque hay materias pendientes muy importantes. El aparato del Estado ha sido secuestrado por una expresión de la clase capitalista que todavía no gobierna el Estado, pero se manifiesta por medio de una burocracia nueva que tiene una relación orgánica con un nuevo sector de enriquecidos por el petróleo, que es llamado ‘boliburguesía’. No se trata de la vieja burguesía tradicional –la que sostuvo a Acción Democrática y Copei entre 1945 y 1999-, sino de una fracción de clase que se formó a la sombra del gobierno chavista mediante las grandes inversiones derivadas del petróleo. Ella convive con la burguesía tradicional e imperialista, y a su vez coexiste con la pequeña y mediana industria que pululan como pueden y con las grandes empresas del Estado. La economía básica de Venezuela depende del Estado, es determinante en el PBI. No quiere decir que ella sea la más dinámica porque es muy pesada.”
Pero la burguesía venezolana no ha dejado de perder…
“Ha decrecido estructuralmente. Tú cuentas cuántas empresas capitalistas había hace 10 años y las enumeras hoy, y existen muchas menos fábricas capitalistas. Actualmente hay más de 1600 empresas sin patrón privado, donde el capital es aportado por el Estado y las empresas son cogestionadas con cooperativas, sindicatos, consejos de trabajadores. Luego tenemos 37 empresas bajo un control obrero consolidado. Como todo fenómeno, hay contradicciones, luces y sombras, pero la sustancia es el control obrero.”
¿Y la propiedad de la tierra?
“615 mil propietarios rurales pobres pasaron a ser propietarios colectivos sobre el desplazamiento de la propiedad burguesa en la tierra. Esos grandes dueños no eran productores de la tierra, sino simples comerciantes de ella. No producían alimentos, empleaban la tierra como renta y depósitos. Algunos producían algunas cosas, como arroz, y el resto era miseria campesina. Las nuevas políticas cambiaron la fisonomía del campo. Estamos hablando de 5 millones 300 mil hectáreas.”
¿Cómo una enorme reforma agraria?
“No. Fue través de una vía colectiva de desplazamiento en la propiedad individual de la tierra. Es una medida legal progresiva desde la Ley de Tierras de 2001, claro, siempre que haya control, de lo contrario multiplicarías la pequeña burguesía agraria. Recuerda que si hay algo súper explotador bajo el capitalismo es una Pyme. Entonces los campesinos se organizan colectivamente al amparo de una ley de recuperación de tierras. Poseen su propio sistema de defensa armada, las milicias rurales junto al ejército nacional, porque ya les han asesinado 350 campesinos. Desde entonces terminaron las muertes campesinas.”
En una de sus primeras alocuciones luego del triunfo del 7 de octubre, el Presidente Chávez señaló que lo que ahora viene es ‘la inspección a todas las obras y proyectos del gobierno para garantizar la calidad revolucionaria’…
“Chávez acusó recibo. Él tiene una ventaja y un problema. La ventaja es que él es muy sensible a la interpelación popular. No es un burócrata. Un burócrata no escucha y si lo hace, devuelve. Su vida personal es lo más antiburocrática que puedas imaginar, considerando que no hay nadie más burocrático que un Presidente. Los burócratas están en otras partes; en algunos ministerios, en las alcaldías, en la mitad o más de las gobernaciones que dirige el chavismo, y en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el gran organismo burocrático-político del país. Por su parte, Chávez refleja como un termómetro cuál es el estado de demanda social, y se percató antes de las elecciones del 7 de octubre que había un reclamo durante la campaña electoral. Hubo 2 gobernadores chavistas rechazados y despreciados por la base chavista que fueron abucheados delante de él. A uno lo desplazó por otro de buena imagen y el segundo tuvo que renunciar.”

La paradoja bolivariana

¿En Venezuela estamos frente a una revolución socialista?
“No. Quien diga eso, estafa. Ha habido actos revolucionarios. El 13 de abril de 2002 es uno de ellos, cuando fue derrotado en la calle por primera vez en la historia un golpe de Estado, con la importancia de que en América Latina hemos sufrido 327 en los últimos 100 años. Los primeros días de marzo de 2003 hubo otro acto revolucionario, pero con la clase obrera a la cabeza, apoyada por los escuadrones del ejército bolivariano. Los trabajadores retomaron las instalaciones de PDVSA ocupadas por la derecha que había destruido la economía petrolera. Y posteriormente hubo actos revolucionarios segmentados. Hay zonas de la sociedad que giraron 180º. Lo que no ha habido es una revolución en el conjunto del país. Esto solo será cuando la estructura de clases de la sociedad venezolana se modifique a favor de los trabajadores”
¿Y por qué se llama ‘Revolución Bolivariana’?
“Ese es el nombre periodístico, popular, de un proceso multidimensional, unas veces revolucionario y otras mediante reformas. La Constitución Bolivariana es una maravilla, pero no es una revolución. Es una reforma constitucional, en el parlamento, aunque tuvo gran difusión y apoyo popular. Ya la Constituyente fue un acto revolucionario, pero al interior del sistema institucional, pero no es una revolución social. Es cierto; se han expropiado 612 propiedades industriales, agrarias y comerciales, y las ultimas, bancarias. Perón expropio 13 y Juan Velasco Alvarado expropió 27. En Venezuela se han nacionalizado, expropiado o estatizado muchísimo más. Por tanto, estamos ante una acumulación de poder que se expresa en relaciones de fuerza distintas y según la zona, pero no en una revolución, porque esta no se define por una suma de nacionalizaciones, sino por cambios esenciales en la naturaleza del Estado. El socialismo no es la suma de economía más Estado, es algo sustancial distinto, es una reorganización social, política y cultural, nacional e internacional completa al servicio de los trabajadores, determinada por el poder social y político organizado de los organismos de trabajadores”
¿Y cuáles son las condiciones para la revolución social?
“Esta es la paradoja y uno de los dilemas rectores del gobierno de Chávez desde el último 7 de octubre en adelante. O se completa el proceso de expropiación de los expropiadores, o retrocede el proceso. No hay vuelta ni vacío en la historia. Y concretamente se trata de la expropiación de 3 grandes grupos económicos de la comercialización que controlan el precio y, en consecuencia, la inflación; y grupos bancarios vinculados con los medios de comunicación.”
¿Qué dilemas, además de los mencionados, pueden descubrirse para que un nuevo episodio de emancipación latinoamericana tenga el éxito más plenamente humano y orille el vacío paradigmático de otros pueblos, jamás como calco o copia, pero siempre como fuente inspiradora y estatura poliética?
“Terminar de construir una economía independiente de los lazos de dominación imperialista. El petróleo venezolano continúa dependiendo del mercado de EEUU. Es técnicamente bueno y políticamente malo. La relación de dependencia es inevitable si es que no se cuenta con un plan alterno.”
¿Cuál?
“Girar al Mercosur para desprenderse del mercado norteamericano. Pero junto con ello están los contratos con las grandes compañías imperialistas de petróleo para explorar yacimientos que tecnológicamente Venezuela aún no puede hacer por sí sola. Entonces uno de los grandes dilemas hoy es si la RB puede construir o completar la construcción en los próximos 5 años de una economía completamente independiente. Financiera y políticamente lo es. Pero el petróleo que es la ‘madre de la cosa’ sigue atado a contratos con EEUU. El 87% del PIB está determinado por el petróleo. Esa es nuestra desgracia. La burguesía de Venezuela es tan canalla, rastrera, parásita y rentista que jamás diversificó las exportaciones o la producción.”
¿Y cómo superar esa situación de calado hondo?
“Con una política más coherente que la existente. Por otra parte, es preciso reeducar a la clase obrera para que tenga una mentalidad no rentista. Por eso, uno de los defectos del control obrero es la cultura rentista. Las culturas hegemónicas son las dominantes en el conjunto social. En Venezuela toda la sociedad, salvo partes del campesinado, reproduce esa cultura.”
¿Qué otros dilemas cuentas?
“La propulsión de otra política financiera que sea capaz de dosificar de mejor manera la inversión social y de reproducción productiva para que no se derroche tanto dinero en economías que no tienen sentido económico. En los últimos 10 años en Venezuela se han instalado 360 industrias nuevas ligadas al petróleo, petroquímicas, plástico, alimentos, metalurgia. Estamos en medio de un proceso de diversificación. Hace una década se producía petróleo, un arroz especial que se importa en Argentina y combustibles. En la actualidad se producen 14 bienes y productos distintos. Por ejemplo, ya se están exportando al Mercosur 600 millones toneladas de vidrio. Se va a exportar software, computadores y el celular llamado "vergatario", para Argentina. Esa es nueva tecnología. Hay una planta gigantesca de hardware en el Estado de Carabobo. Es decir, si ese tipo de tecnología continúa acumulándose, en 5 a 8 años se puede producir una nueva economía tecnológicamente avanzada.”
¿Cuál es el dilema entonces?
“Que eso que se ha puesto en marcha por el camino correcto, está administrado en buena medida por la burocracia. No hay un solo ejemplo en la historia humana donde la burocracia produzca transformaciones revolucionarias. Si la burocracia hizo implotar a la Unión Soviética, si destruyó a Europa del Este, convirtió a China en capitalista, e hizo del socialismo una mala palabra durante largos años, hasta que Chávez le dio un nuevo vuelo desde 2005, entonces esa burocracia no puede seguir gobernando. Ahora vienen elecciones populares en organismos de base donde también urge ‘pasar la limpiadora’. La burocracia se barre por arriba y por abajo. Los obreros están pisoteados por una burocracia sindical no tan fuerte como en otros países, pero que tiende a estatizarla. Hasta hace 5 años los obreros creían en esa burocracia ‘roja, rojita’ que proclama el socialismo en su propaganda. Sin embargo, siempre se demanda un proceso y un tiempo de aprendizaje para reconocer a los amigos de los que no lo son. Por eso los trabajadores ahora están reflexionando sobre la necesidad de una nueva dirección sindical.”
¿Y en el campesinado?
“Fue más sencillo porque como se pasó la propiedad al propio campesino y obrero rural, la conciencia surgió rápidamente de las nuevas relaciones de propiedad y producción. En cambio el obrero urbano tiene entre la relación social de propiedad y su existencia, la burocracia, el Ministerio del Trabajo, las leyes, la televisión, el reguetón y a veces hasta el cura. Se trata de muchas mediaciones entre el obrero y la propiedad.”
¿Qué pasa si en las elecciones presidenciales de 2018 no está o no puede postularse Hugo Chávez?
“Varias cosas. Que haya una transición normal, que es la opción menos probable, donde alguno de los jefes actuales de la RB asuma un rol –que jamás será el mismo- pero será necesario, de traspaso. Otra es que la burguesía intente aprovechar el vacío para acelerar su ofensiva con un gobierno de coalición con la burguesía, y que ello genere una reacción tan fuerte del movimiento popular y la vanguardia de carácter armado que se llegué a la guerra civil. Y si se produce lo último, el imperialismo podría aprovechar esa fisura para ingresar y colombianizar a Venezuela. Y la última opción, es que el poder popular existente pueda constituirse en poder político y avanzar en la transición al socialismo.”

Aspectos políticos, sociales y humanos de la resistencia palestina



Una vez más las bombas caen en la Franja de Gaza, una franja del territorio de Palestina desgajado como consecuencia de las continuas acciones ilegales e ilegítimas efectuadas por Israel. De hecho, Gaza se ha convertido en un gueto cerrado, el primero recortado de Palestina en violación de los planes de partición y los programas políticos, que luego se convirtió en un gueto cerrado, después de las elecciones democráticas que llevaron al poder al Partido de la Resistencia Islámica -Hamás-. Calificado como organización terrorista por Estados Unidos, con algunos de sus partidarios más importantes allí encarcelados durante más de veinte años por enviar ayuda humanitaria a los palestinos de Gaza, no sorprende a nadie que los medios israelíes y occidentales acusen a Hamás de atacar a Israel con cohetes, ¡en lugar de informar de que Hamás lanzó los cohetes como respuesta a un ataque israelí!
Esta manera de informar forma parte de los continuos esfuerzos para deslegitimar la lucha palestina por la liberación del yugo de la opresión sionista genocida y la violencia. Por otra parte, esa deslegitimación obvia el registro histórico: que la guerra sionista contra los palestinos, tanto en frío como en caliente, no se ha detenido ni un solo día desde 1948, que se aceleró implacablemente desde 1967 y continúa sin disminuir. Esta agresión continua -administrativa y militar- nunca se expone a la vista o a la comprensión occidental, aunque un rápido examen de los sitios web del Centro Palestino para los Derechos Humanos, localizado en la ciudad de Gaza, Mahsom Watch y Betselem proporcionan información detallada y escalofriante de esta guerra cotidiana y continua.
Para cualquier persona que no haya sucumbido a la propaganda sionista, es un hecho conocido que cuando se disparan cohetes desde Gaza siempre es en respuesta a un ataque israelí, sobre todo cuando dicho ataque es un evidente acto de violencia dirigido a tener alta visibilidad a los ojos de los israelíes. Aunque Israel empezó a golpear Gaza el 13 de noviembre de 2012, cuando al parecer se llegó a un acuerdo de tregua, el asesinato de Ahmed Jabari, jefe de las fuerzas de la resistencia palestina el 14 de noviembre, fue perpetrado con el fin de justificar a gran escala la guerra de Israel. Para una alta visibilidad, en este caso, se facturó un video del evento cargado en las páginas web de los medios de prensa israelíes, ¡para que los espectadores pudieran disfrutar de una actuación repetida! La razón de este último ataque se da en el web blog de las Fuerzas de Defensa de Israel [sic].
El 14 de noviembre, el ejército israelí emprendió la Operación Pilar Defensivo [sic], con el fin de defender a los civiles israelíes de los incesantes ataques de cohetes que han sufrido durante los últimos 12 años y paralizar a las organizaciones terroristas de la Franja de Gaza.
La traducción al inglés del nombre de la operación militar no es exacta, y sospecho que esto es deliberado. El nombre en hebreo es 'Amud Ashan   -Columna de humo- una metáfora creada para incitar la comparación deliberada en la mente de los israelíes con la columna de fuego y la columna de nubes de la historia bíblica del Éxodo, según la cual Dios guió a los hijos de Israel de su esclavitud en Egipto ¡en su viaje hacia la libertad en la Tierra Prometida! Necesariamente ese nombre y esa imagen provocan una inversión en los roles de los israelíes y los palestinos: el agresor israelí una vez más vuelve a ser la víctima perseguida, como en la historia del Éxodo, mientras los palestinos, inmovilizados y estrangulados en el gueto-prisión de Gaza, encerrada entre muros y cercas electrificadas, se transforman en los terroristas del faraón que persiguen sin tregua y sin piedad a las inocentes víctimas israelíes. Esta inversión de roles implica más que un cálculo: además de invertir la realidad y el orden moral sirve, una vez más, para reforzar la imagen de los palestinos enemigos, demonios, infrahumanos, y no como miembros de una entidad que tiene derecho al respeto y la consideración. Se trata de una fórmula comprobada para desviar la atención y culpar de la muerte y la destrucción a las víctimas de esos actos de agresión.
El asesinato político es la especialidad du jour de Israel, una práctica adoptada con entusiasmo por el presidente Obama y su propio drone personal "kill list". La utilización del asesinato como método para socavar deliberadamente la jerarquía política, para debilitarla en su posible recuperación política después de una guerra, es un acto que viola el tercer principio de legitimidad de las leyes de la guerra –un principio de caballería- que reconoce la humanidad del enemigo. El enemigo debe ser tratado con respeto para la reanudación de la vida social normal al final de las hostilidades.
El aforismo de Clausewitz -la guerra es una continuación de la política- no es descriptiva sino normativa. Las negociaciones que conduzcan a la paz deben ser el fin de una guerra de legítima defensa. En este contexto se debe entender la información dada a conocer por Gershon Baskin, un activista político israelí, de que el liderazgo palestino en Gaza, incluido Ahmed Jabari, había recibido un proyecto de acuerdo de tregua apenas unas horas antes de su asesinato. Por lo tanto es evidente que el asesinato se perpetró con el propósito específico de evitar una tregua. Lo que esto indica, por lo menos, es la flagrante mala fe por parte de los israelíes, pero más importante aún, es otro ejemplo de traición provocadora, un tema que merece un análisis aparte.
El derecho a la protección de la vida humana es absoluto, incluso si los medios empleados están condicionados. Por lo tanto, de acuerdo con todas las normas humanas, la ley natural, las normas legales, el derecho internacional y la jurisprudencia, los palestinos tienen un derecho legítimo de respuesta. Hay que recordar, sin embargo, que Israel y Estados Unidos niegan a los palestinos un Estado y un ejército adecuado. Por lo tanto la respuesta a disposición de los palestinos en Gaza es extremadamente limitada y se reduce a los cohetes que lanzan a Israel. Estos cohetes son armas primitivas y no demasiado precisas por lo que se han definido como fuegos artificiales. Pero eso es todo lo que los palestinos tienen para defenderse. Esta respuesta es la única vía abierta para una sociedad bajo el ataque militar para tratar de forzar el cese de este tipo de ataque cuando el agresor no va a negociar de buena fe.
Los israelíes están orgullosos de que su ejército sea el cuarto más grande del mundo, y hasta donde les preocupa, ¡también el mejor, el más eficaz y el más moral! Debido a la enorme desproporción de fuerza entre Israel y los palestinos, estos simplemente no pueden permitirse el lujo de reaccionar a todos y cada uno de los ataques contra ellos. Tienen que sopesar con cuidado y prudencia sus posibilidades de respuesta, razón por la que los israelíes nunca detienen sus ataques incesantes de intensidad variable. Y además los ataques desproporcionados del ejército israelí violan el legítimo principio de proporcionalidad subyacente en las acciones de guerra.

El derecho de resistencia es el derecho a la legítima defensa

Se puede argumentar convincentemente que dado que el derecho a la libre determinación de forma deliberada y explícita se negó al pueblo palestino tras el colapso del Imperio Otomano, sin derecho ni justificación de ningún tipo en esas circunstancias, los palestinos todavía tienen el derecho a exigir y luchar por tales derechos. (Ver nota al final).
En lugar de libertad tuvieron que enfrentarse a la realidad de la colonización de Palestina por parte de extranjeros contra los deseos de la población local, una colonización que en última instancia condujo a la expulsión de casi el 90% de la población autóctona palestina creando un largo y enconado problema de los refugiados palestinos. Una lucha por la autodeterminación es legítima en el derecho internacional, ya que expresa una lucha por la libertad, la calidad de vida básica necesaria para que los seres humanos sean capaces de desarrollar su potencial como individuos y como seres sociales. Los que niegan tal autodeterminación son culpables de violar el propio derecho internacional. Que esta negación de tal derecho es el caso de los palestinos, se encuentra en varias cartas de la correspondencia de los ministros británicos. En una carta dirigida al Primer Ministro Lord Arthur Balfour fechado el 19 de febrero [1919 LB] se afirma:
...El punto débil de nuestra posición, por supuesto, es que en el caso de Palestina, deliberadamente y con razón [sic LB] rechazamos aceptar el principio de la libre determinación. Si se consultase a los habitantes actuales, sin duda darían un veredicto antijudío. La justificación de nuestra política es que consideramos Palestina como algo absolutamente excepcional, que consideramos la cuestión de los judíos de fuera de Palestina como de importancia mundial y que concebimos que los judíos tienen una demanda histórica de un hogar en su antiguo territorio, a condición de que el hogar se puede dar sin despojar ni oprimir a los habitantes actuales...
En una nota posterior de Lord Balfour a Lord Curzon, fechada el 11 de agosto de 1919, se repite un concepto similar:
...La contradicción entre la letra del Pacto [Pacto de la Sociedad de las Naciones LB] y la política de los aliados es aún más flagrante en el caso de la "nación independiente" de Palestina que en el de la "nación independiente" de Siria, pues en Palestina no nos proponemos incluso pasar por la formalidad de consultar a los actuales habitantes del país, aunque la Comisión Interamericana ha estado preguntando por qué.
Las cuatro grandes potencias están comprometidas con el sionismo. Y el sionismo, sea correcto o incorrecto, bueno o malo, tiene sus raíces en las tradiciones seculares, en las necesidades actuales, en esperanzas futuras, de importancia mucho más profunda que los deseos y prejuicios de los 700.000 árabes que ahora habitan esa antigua tierra.
En mi opinión eso es correcto. Lo que nunca he podido entender es cómo puede armonizarse con la declaración [anglo-francesa de noviembre de 1918], el Pacto sus instrucciones a la Comisión de Investigación.
No creo que el sionismo haga daño a los árabes, pero nunca dirán que lo quieren. Cualquiera que sea el futuro de Palestina ahora no es una "nación independiente", ni está todavía en el camino de convertirse en eso. Pero se debería tener una deferencia con las opiniones de las personas que viven allí y las Potencias han seleccionado un sistema obligatorio que, según tengo entendido, no piensa consultarles. En resumen, en lo que se refiere a Palestina, las Potencias no han hecho ninguna declaración política que, al menos en la letra, no siempre tenían la intención de violar... (Doreen Ingrams, Palestine Papers 1917–1922 Seeds of Con­flict [Lon­don 1972] pp. 61 and 73).
A pesar de la flagrante negación de los derechos de los palestinos por parte de las grandes potencias en aquel momento, esa negación, en la actualidad, esa negación no es para la pérdida o que caigan en desuso tales derechos. Siempre que un pueblo quiera ejercerlos tiene derecho a exigir que se cumplan. Los palestinos nunca renunciaron a esos derechos, aunque se han hecho innumerables intentos por llegar a un modus vivendi con el Estado sionista. Su cabida se ha rechazado por la sencilla razón del compromiso compartido y la convivencia en Palestina no forma parte del programa sionista y nunca lo fue.
Por lo tanto, podríamos llegar a la siguiente conclusión en este punto. Los palestinos tienen derecho a resistir los ataques israelíes por diversos motivos. En primer lugar, en respuesta a la provocación israelí por el asesinato de Ahmed Jabari. (Podemos imaginar cuál sería una respuesta israelí al asesinato de Ehud Barak o cualquier otro ministro). En segundo lugar, tienen el derecho de resistencia a las décadas de control genocida israelí vigente sobre Gaza que está provocando la desaparición física de la población, que presenta un nivel general de problemas de salud atribuibles directamente al dominio israelí sobre el territorio. En tercer lugar, tienen el derecho de resistencia contra las continuas incursiones, redadas, arrestos, encarcelamientos y la supresión de la actividad económica en la Ribera Occidental y Jerusalén Este. Y en cuarto lugar, el hecho concreto de que se les nieguen por medio de la fuerza sus derechos políticos justifica la resistencia.

Entonces, ¿por qué a los palestinos en general, y en particular a Hamas, los representan como terroristas?

«Terrorista» no es un término legal y tampoco tiene ninguna referencia legal. Se ha fabricado con el fin de eludir las limitaciones que impone el derecho internacional con respecto a la manera de hacer frente a un adversario. Se utiliza para demonizar a las personas que no se pliegan a las exigencias de Estados Unidos, Israel y la Unión Europea y su hegemonía en el gobierno del mundo, y se utiliza sobre todo para negar a esas personas el derecho a la resistencia, el derecho a luchar como combatientes por la libertad. Esta es la terminología que ha creado tal confusión y discrepancia en la comprensión del público en general con respecto a la realidad en Palestina y la situación veraz que se vive allí. Pero podemos hacer la pregunta de por qué en Occidente se considera a los palestinos "terroristas" y asesinos intransigentes, un pueblo que solo entiende la violencia y no la paz.
Para comprender este enigma, es necesario entender la naturaleza de la sociedad estadounidense en particular y sus mecanismos de control. Estados Unidos es una sociedad capitalista en la que el poder es ejercido por el complejo financiero-mediático-militar-industrial. Una fuente principal de la explotación capitalista son los yacimientos de petróleo en el Medio Oriente, su refinado y distribución al resto del mundo. Se trata de una condición sine qua non para la elite dominante capitalista que controla y domina estos recursos. Este control no está en los intereses de las poblaciones locales de los territorios en los que se encuentra el petróleo, que son casi todos musulmanes.
Con el fin de minimizar, si no eliminar, las críticas y a los críticos de la explotación capitalista, Estados Unidos utiliza los medios de comunicación para manipular las mentes de la población, como explican los profesores Noam Chomsky y Edward Herman en su libro Manufacturing Consent. Sin embargo, desde la segunda administración Bush, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) -un título sacado del libro 1984 de George Orwell- se formó para ejercer un control mayor sobre la población a través del uso del poder de la policía. Los acontecimientos del 11-S han sido explotados hasta la saciedad, tanto por los medios de comunicación como por el DHS para la satanización del Islam y los musulmanes, y automáticamente los palestinos entran en esta categoría. Se considera a todos terroristas reales o potenciales y por lo tanto, por definición, son el enemigo. El nivel de la propaganda generada por la rama mediática de este complejo, al que las poblaciones de Occidente están sometidas, en particular en los Estados Unidos e Israel, ha lavado el cerebro a la población provocando una respuesta automática negativa hacia todos los musulmanes, incluidos los palestinos.
Los musulmanes terroristas, el Islam una religión de violencia y odio, el judío víctima eterna, el Holocausto un acontecimiento histórico único, la singularidad de la que se hizo eco en el manifiesto político de "destino manifiesto" y la “excepcionalidad” de los Estados Unidos de América, de los “chicos buenos" de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, constituye el pastiche de la propaganda actual para determinar los límites del discurso políticamente correcto. Cualquier crítica a Israel se traduce automáticamente como antisemitismo y la crítica a los Estados Unidos es antipatriota o incluso traición.
El partido político palestino Hamás está en la lista de terroristas de EE.UU. y varios musulmanes han sido condenados y encarcelados por largos períodos de tiempo, en un caso por más de veinte años, por delito de complicidad con los terroristas mediante el envío de ayuda humanitaria a Palestina. Israel nunca ha dejado de referirse a los palestinos como terroristas y consecuentemente los trata como tales. Como mencionamos antes, ha roto o ha socavado todos sus acuerdos con los palestinos; la violación más flagrante es la continuación de la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, conquistada en 1967, convirtiéndose en una potencia colonizadora, una violación directa del derecho internacional. Además, Israel ha violado todas las resoluciones de las Naciones Unidas, pero está protegido por el veto de EE.UU. que le proporciona una correa larga para hacer lo que quiera en Palestina. La realidad de la fuerza israelí, la realidad de sus ilegalidades constituye una violación tanto de la moral como del orden jurídico. Esto lo saben tanto Israel como EE.UU. y por lo tanto continúa la incesante propaganda viciada contra los árabes, los musulmanes y los palestinos.
No cabe duda de que no existe una solución fácil para los palestinos. A pesar de sus derechos de iure tanto como de facto, su legítima resistencia y lucha y el uso de armas que no llegan a los estándares mínimos de un ejército moderno; solo los demás pueblos-víctimas del mundo pueden entender su difícil situación, así como los occidentales a quienes califican de radicales. En este momento de la historia la gente no tiene el poder, pero nos corresponde continuar la lucha por la libertad y la justicia en todo lo que podamos, sin destruir el planeta como están haciendo nuestros amigos los capitalistas. Y si existe una ley de hierro de vida y de existencia que debe sostener nuestra esperanza y energía, es que todas las instituciones y todos los poderes, en última instancia, colapsan porque todo es cambiante y temporal en nuestro contingente mundo. Las situaciones no pueden dejar de cambiar. Cuando esta modificación viene en la distribución del poder, debemos estar dispuestos a establecer un reino de justicia y paz para el bienestar de toda la humanidad.

Nota final

Toda la construcción de un Estado judío en Palestina se basa en un rechazo expreso del derecho internacional. Los únicos motivos legítimos para la soberanía política de un pueblo indigente son las leyes del ius soli o jus sanguine, reconocidas en el derecho internacional, lo que se traduce en un derecho de soberanía basado en el hecho de residir en un territorio determinado o ser descendiente de alguien en dicho territorio. La tercera opción, la concesión de un derecho de soberanía, sería el descubrimiento de una terra nullius, que es un territorio deshabitado. Palestina nunca fue una terra nullius y sus habitantes tenían derecho a un Estado soberano en Palestina como parte de la Gran Siria, si así lo deseaban, de acuerdo con el ius soli tras la caída del Imperio Otomano al final de la Primera Guerra Mundial en 1917 y 1918. Si sus hijos estaban fuera del país en el momento de su creación en un momento determinado, y luego se les concedió la ciudadanía sobre la base del ius san­guine, no hubieran nacido en Palestina o en la Gran Siria.
Los judíos de Europa no cumplían ninguno de estos títulos en 1917, cuando la Declaración de Balfour, un documento elaborado por la dirección judía internacional y dirigida por Lord Arthur Balfour, secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido en la época, y dirigido a Lord Walter Rothschild, un descendiente de la familia líder de banqueros judíos en el mundo, residente en Inglaterra, que fue escrito apoyando una patria judía [sic] en Palestina.
El desmembramiento de la Palestina histórica para escindir la mayor parte de su territorio a una población importada e inequívocamente extranjera a expensas de la sociedad indígena se reconocido como una acción política ilegítima. Sus consecuencias destructivas deberían haber sido evidentes a priori, y la historia ha demostrado que tal expectativa es exacta. Esta escisión ha perjudicado a la población indígena en todos y cada uno de los aspectos de su vida: política, económica, social, educativa, cultural, religiosa, histórica y geográfica. La destrucción de Palestina, la expulsión de la inmensa mayoría de su población y los ataques genocidas deliberados y continuos a la población que quedó en el territorio y que vive bajo la bota judía sólo pone de manifiesto la ilegitimidad de la presencia judía y su continua agresión contra los palestinos.

Lynda Brayer Burstein, graduada por la Facultad de derecho de la Universidad Hebrea de Jerusalén, es una comentarista radical de asuntos políticos y jurídicos, ejerció como abogada de derechos humanos en Palestina e Israel representando a los palestinos en su lucha contra las demoliciones de casas, robo de tierras y la destrucción de la familia y en sus esfuerzos para obtener permisos de viaje por razones de salud, de estudio y familiares. Vive en Haifa. Contacto: lyndabrayer@ymail.com

¿Para qué están ustedes en el gobierno?



Como casi todo el mundo sabe, la clase de los propietarios de capital luchan por reproducirlo y ampliarlo cada vez más y más y más. Solo pueden hacerlo reduciendo el poder adquisitivo de los asalariados. El momento en que se fija el monto del salario es crucial de la lucha de clases, es el momento en que la clase dominante ejerce su poder político en concreto, emplean toda sus fuerzas para impedir que los trabajadores obtengan sus reivindicaciones. La correlación de fuerzas entre las clases en lucha se puede medir con las cifras del reparto del producto nacional. En el Uruguay del abajo que se movía (1968 al 73) el pueblo asalariado se apropiaba de alrededor del 40% de la torta; por supuesto, la clase propietaria y el gobierno de Pacheco Areco consideraban que era un porcentaje demasiado elevado el que iba a los trabajadores, para reducirlo lanzaron a la calle el aparato policíaco militar para asesinar, desaparecer y torturar. Ya en esa época la prensa y los políticos de derecha atribuían el crecimiento de la inflación a la lucha de los trabajadores por aumento de salario.Cuando los milicos regresaron a los cuarteles y los policías a las comisarías, el pedazo de la torta que correspondía al salario era apenas el 20%.
Esa historia, la mejor historia de lucha del pueblo uruguayo y la más indigna historia de los dueños de las estancias, los bancos y las fábricas, fue la base política del triunfo electoral de los actuales gobiernos. Fue la lucha de los trabajadores la que puso estos elencos gobernantes en sus cargos, a ellos se deben. ¿No es en ese sentido que todos los caudillos progresistas exhiben como un logro los consejos de salarios? Pues bien, cuando un sindicato logra sus reivindicaciones el gobierno debiera salir a festejar como un triunfo propio. Son los trabajadores, los que los votan, quienes obtuvieron una victoria pacífica en la mesa de negociaciones. Aplauda señor presidente! Aplauda señor ministro de trabajo! Aplauda señor director de trabajo!.
El triunfo obrero de la FOEB no tiene porque traducirse en los precios de las bebidas; pónganse los pantalones, señores gobernantes, y presionen a las patronales para que reduzcan un poquito sus cuantiosas ganancias y paguen con ellas el aumento de salario. No tienen porqué salir como hacían los gobiernos de Pacheco, Sanguinetti o Lacalle a echarle la culpa de la inflación al aumento de salario; es un argumento clasista pero de la clase propietaria... ¿es para ellos que gobiernan? no se puede creer que sean tan rostrudos de responsabilizar de la inflación a quienes lograron que el Frente Amplio llegara al gobierno. No tienen vergüenza señores. Hagan que las patronales ganen menos y no los dejen volcar en los precios el aumento de salario.... ¿para qué están ustedes en el gobierno? Y si los patrones se resisten usen el poder del Estado si es necesario. O solamente lo emplean contra los barrios marginados?

Jorge Zabalza (escrito con mucha calentura)

Argentina: Charla - debate Unidad Popular del Uruguay



1º de diciembre, 18:00 hs., Paseo Colón 1068, CF Buenos Aires, Argentina. Actuará el dúo Canciones Necesarias y habrá una cantina económica y bien uruguaya.
La charla-debate del día 1º de diciembre se realizará a las 19hs. Se ha confirmado la presencia de Jorge Pérez, del Partido Comunista Revolucionario del Uruguay.
Contaremos también con las actuaciones del dúo Canciones Necesarias, quienes interpretarán música latinoamericana y del amigo Walter Silva, quien nos acercará sus recitados.
Recordamos que habrá una cantina económica y bien uruguaya.
Los esperamos.

domingo, 25 de noviembre de 2012

¿Qué está ocurriendo en Gaza?



En la mañana del 15 de noviembre Israel llevó a cabo la ejecución extrajudicial del líder militar de Hamas, Ahmed al-Jabari. Este acto desencadenó un nuevo conflicto mortal entre Israel y Gaza. Todo este asunto tiene todas las características de una provocación premeditada.

"Cuando los gobiernos hablan de paz el pueblo sabe que habrá guerra" (Bertold Brecht)

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu quería provocar claramente a Hamás en un conflicto armado. Y ha tenido éxito. Hamás respondió con ataques con cohetes contra ciudades israelíes que bordean la franja de Gaza. Los israelíes han utilizado estos ataques como excusa para pulverizar Gaza.
A lo largo de la noche del 16 al 17 noviembre, la Fuerza Aérea de Israel bombardeó objetivos en la Franja de Gaza, incluyendo los ministerios clave de Hamas, comisarías de policía y túneles cerca de la frontera con Egipto. También llevó a cabo ataques en los barrios de Rafah, al-Sulan y al-Zahour, así como al este del campo de refugiados de al-Maghazi. Posteriormente, los ataques incluyeron el bombardeo de un edificio que era conocido por estar ocupado por periodistas internacionales.
La maquinaria de propaganda israelí ha ido a toda marcha. Trata de presentar su ataque militar como una respuesta justificada a los "ataques terroristas". Obedientemente, siguiendo la línea, los medios de comunicación del mundo occidental muestran su "imparcialidad" al presentar el conflicto como una guerra entre iguales: "bombas israelíes contra cohetes de Hamas". Pero este conflicto es absurdamente desigual.
Gaza es una prisión al aire libre en el que 1,7 millones de personas viven en sólo 220 kilómetros cuadrados. Está enteramente a merced de su poderoso vecino, Israel. Este último posee la máquina militar más formidable de toda la región. Su arsenal de armas, incluyendo las armas nucleares, está financiado por Washington con una suma de 3.000 millones de dólares al año.
Por el contrario, Gaza es un pequeño enclave sitiado, compuesto principalmente por refugiados empobrecidos. Los cohetes primitivos y caseros disparados desde Gaza no son rival para el sofisticado armamento del ejército y de la fuerza aérea israelí. Cazas a reacción y aviones no tripulados israelíes están bombardeando Gaza día y noche.
Los israelíes afirman que sus ataques están destinadas a matar sólo a los "terroristas" y a los funcionarios de Hamas. Pero las cámaras de televisión de todo el mundo desmienten esta propaganda. A pesar de los reclamos de los israelíes de que estos ataques fueron dirigidos cuidadosamente, la mayoría de las víctimas fueron, como siempre, civiles, entre ellos mujeres y niños. Las escenas desgarradoras de cadáveres diminutos llevados en brazos por sus familiares enlutados a los cementerios han conmocionado a la opinión pública del mundo.
La población de Gaza está enojada y desesperada, pero cada vez está más traumatizada por el bombardeo implacable, contra el que no tienen defensas. A pesar de hablar de un alto el fuego, Israel continúa sus ataques aéreos sobre Gaza, y Gaza continúa con sus ataques de cohetes de largo alcance contra los principales centros de población israelíes. La vista de cohetes que vuelan en dirección a Israel puede o no levantar la moral, pero en realidad su eficacia como arma de guerra es mínima.
Hasta anoche (lunes) al menos un centenar de personas han muerto en Gaza, mientras que la cifra de muertos de Israel ha llegado al gran total de tres. Este no es un caso de "ojo por ojo, y diente por diente." La cifra de muertos palestinos supera a la de israelíes en treinta y tres veces.
Los israelíes afirman que su sistema de defensa Iron Dome (Cúpula de Hierro) ha interceptado la mayoría de los cohetes. A juzgar por las cifras muy bajas de víctimas israelíes, esto puede ser cierto en parte. Sin embargo, las pretensiones de la IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) de que sus interceptores Iron Dome han logrado interceptar el 90 por ciento de los cohetes están claramente exageradas.
Israel parece estar posicionándose en preparación de una operación por tierra. El gabinete israelí del 16 de noviembre aprobó la solicitud del ministro de Defensa, Ehud Barak, para disponer de 75.000 reservistas, incluso más que en la invasión de Gaza de 2008-2009. Las principales vías de acceso a Gaza, que corren paralelas al Sinaí, han sido declaradas zonas militares cerradas. Tanques, vehículos blindados, artillería autopropulsada y tropas han sido concentrados en la frontera en los últimos días. Si se trata de un acto de intimidación o una preparación para algo más grave, aún está por verse.

¿Cuál es el propósito de todo esto?

¿Qué interés puede tener Israel en la toma de Gaza esta vez? El momento no pudo haber sido un accidente. Se sigue el mismo patrón que vimos exactamente cuatro años atrás. El 4 de noviembre de 2008, mientras que los estadounidenses iban a las urnas para elegir un nuevo presidente, el ejército israelí entró en la Franja de Gaza con infantería, tanques y topadoras Su supuesto objetivo era desmantelar la extensa red de túneles utilizada por Hamas para contrabandear armas .
Hamas respondió con una andanada de fuego de mortero y cohetes. El 27 de diciembre de 2008, fue lanzada la Operación Plomo Fundido. La campaña militar comenzó con un bombardeo aéreo de una semana, seguido por una incursión terrestre de 15 días. Para el final de la campaña, muchas personas perdieron la vida y la infraestructura de Gaza quedó devastada.
Según cifras de las Fuerzas de Defensa de Israel, sólo diez soldados israelíes murieron (cuatro por "fuego amigo"). Los cientos de cohetes disparados por Hamas mataron a tres civiles israelíes. Pero fueron asesinados 1.166 palestinos, de los cuales 709 se decía que eran combatientes.
No es ningún secreto que Netanyahu quiere bombardear Irán, supuestamente para sabotear su programa nuclear. Tampoco es un secreto que Netanyahu esperaba la victoria de Mitt Romney en las elecciones de Estados Unidos. Los Republicanos son bien conocidos por ser defensores activos de un ataque contra Irán.
Obama es un representante más cauteloso de los Grandes Negocios de EEUU y está preocupado por el efecto de un ataque aéreo israelí contra Irán. Al flexionar sus músculos sólo unos pocos días después de las elecciones en Estados Unidos, Netanyahu está terminando un mensaje a Washington, que dice más o menos: "Obama puede decir lo que quiera, pero nosotros somos los que decidimos lo que ocurre en esta parte del mundo."
Se ha dicho que ciertas fuerzas en Gaza pueden estar fabricando cohetes de largo alcance a nivel local. Más importante aún, se dice que los cohetes que han sido disparados contra Israel han sido importados de Irán. La última acusación daría un giro siniestro al conflicto actual, dotándolo de una dimensión regional que es muy conveniente para Netanyahu, quien está buscando cualquier excusa para lanzar un ataque aéreo contra Irán. Parte de sus cálculos puede haber sido un intento de apuntalar su trasero antes de tal ataque.
Al mismo tiempo, también se enviaría un mensaje al nuevo gobierno egipcio. Se supone que los Hermanos Musulmanes son hostiles a Israel. También se supone que son amistosos con Hamas. Pero este ataque ha mostrado al régimen de Morsi, primer ministro egipcio, como débil y pusilánime. El Cairo hace ruido sobre la "catástrofe humanitaria" en Gaza, pero no mueve un dedo para salir en su defensa.

Las perspectivas para las negociaciones

Salta a la vista que el conflicto actual ha expuesto una vez más la impotencia de las llamadas Naciones Unidas. El Secretario General Ban Ki Moon, ha dicho que irá a Gaza, pero no podrá hacer nada.
Han estado circulando en El Cairo todo tipo de rumores contradictorios con respecto al resultado de las negociaciones de alto el fuego entre Hamas e Israel. Un portavoz de Hamas dijo a Al Jazeera que Israel y Hamas han "acordado el 90 por ciento de los términos de un nuevo alto el fuego". Pero él no dijo en qué consistía el diez por ciento restante. Y mientras que los funcionarios israelíes han dicho a los medios de prensa que el gobierno está en conversaciones con El Cairo sobre un alto el fuego, los funcionarios israelíes están negando en absoluto informes de que hayan enviado un representante israelí a El Cairo .
En vista de ello, parece que hay cierta base para un acuerdo. Hamas quiere disfrutar del prestigio de una victoria simbólica de sus ataques con misiles de largo alcance contra Tel Aviv y Jerusalén, pero no quiere pagar el precio de ver su liderazgo e infraestructura pulverizados en una invasión terrestre israelí.
Por su parte, Israel desea eliminar o neutralizar la amenaza que suponen los cohetes de largo alcance de Hamás, pero no quiere pasar por la experiencia de una invasión terrestre, sacando fuerzas israelíes de la guerra urbana con la amenaza de atentados suicidas que podrían resultar costosos.
Parece que Hamas está presionando para una tregua temporal a cambio de que Egipto abra el bloqueo de la frontera con Gaza e Israel detenga los asesinatos selectivos de sus líderes y comandantes militares. Que los israelíes acepten esto está en duda. ¿Quién va a garantizar ese acuerdo? A menos que Egipto se comprometa a asumir la responsabilidad por el arsenal de cohetes de Hamas para satisfacer las preocupaciones de seguridad de Israel, será difícil que Israel tome en serio estas conversaciones. Pero eso sería colocar al propio Egipto justo en el punto de mira de futuros conflictos. Eso también socavaría fatalmente al gobierno de Morsi.
Ambas partes quieren una salida negociada -pero en términos que dejara al otro lado en una posición más débil. Ambas partes son conscientes del juego de la otra parte. Con el fin de llegar a un acuerdo, Hamas tendría que reconocer el derecho de Israel a existir e Israel tendría que aceptar algo parecido a un estado palestino liderado por Hamas en Gaza, que poco a poco se haría cargo de la Ribera Occidental (Cisjordania). Ambas hipótesis parecen altamente improbables. Es difícil ver cómo esta contradicción puede resolverse pacíficamente.
Hamas no quiere renunciar a sus cohetes. Israel no puede permitir que Hamas posea armas que amenacen su corazón. Los misiles de largo alcance Fajr-5 pueden llegar a Tel Aviv y Jerusalén. La posesión de estos cohetes mejora la posición estratégica de Hamas y también sirve para socavar a la Autoridad Nacional Palestina (en Cisjordania) con respecto a Hamas. Por lo tanto, se resistirá a cualquier acuerdo que les prive de los cohetes. Sin embargo, Israel no aceptará los Fajr-5 en manos de Hamas. Netanyahu anunció a su gabinete el 18 de noviembre que los asesinatos selectivos no sólo continuarán, sino que se incrementarían.
Es posible que todo esto sólo signifique que tanto Israel como Hamas está tratando de reforzar sus posiciones de negociación, continuando sus ataques antes de que se alcance un acuerdo de cese del fuego. Sea como fuere, mientras que los líderes hablan de paz, la guerra ya está en marcha. Y a pesar de que un ataque terrestre directo en Gaza por los israelíes ha sido temporalmente paralizado, los israelíes ya han movilizado sus fuerzas y están listos para atacar cuando lo deseen.
Aunque es probable que los israelíes prefieran no atacar (por las consecuencias, tanto en términos de pérdidas de vidas humanas como en repercusiones políticas), están a punto de atacar. Y no hay que asumir que esto sólo sean palabras. Netanyahu ha dado cuenta de que si una tregua no se acuerda pronto una guerra terrestre se podría iniciar incluso antes del final de esta semana.

Gaza y la revolución árabe

Los europeos están poniendo una fuerte presión sobre Jerusalén para que desista de una verdadera invasión de Gaza. Las capitales occidentales temen que cualquier conflicto grave en la región pueda salirse de control. A pesar de que siempre hablan de humanitarismo, sus verdaderos motivos son muy diferentes.
París, Londres y Berlín temen los efectos en el precio del petróleo y en la anémica recuperación económica. Por encima de todo, temen una nueva erupción de la "calle árabe", siempre muy sensible a la causa palestina. Esto es lo que inspira sus insistentes llamados a la paz y a la moderación. Pero los europeos están demasiado preocupados en tratar de detener la desintegración de la Unión Europea para involucrarse en lo que está sucediendo.
Los mismos temores existen en los más altos niveles del gobierno de Estados Unidos. Es por eso que Hillary Clinton está en un avión que se dirige hacia El Cairo. Pero, al haberse quemado los dedos en Irak, los señores de Washington no desean ser arrastrados a otra conflagración en el Medio Oriente.
En teoría, Estados Unidos puede presionar a Egipto con la amenaza de retirar la ayuda financiera y militar. Pero en la práctica ningún gobierno de EEUU puede oponerse a lo que hace Israel, ya que, después de la revolución egipcia, ahora es su único aliado fiable en toda la región. Por lo tanto, a pesar de sus palabras de comadreja, Obama ha respaldado efectivamente la posición israelí.
En una escala más amplia, sin embargo, Israel nunca ha estado tan aislado. Todavía en 2008, el Egipto de Mubarak podía servir de base para adoptar una posición de benévola "neutralidad", que era, en la práctica, un apoyo a Israel. Ahora Mubarak se ha ido, y ya no se puede confiar en el gobierno egipcio actual.
En 2008, Turquía era un aliado cercano de los EE.UU. y de Israel. Pero las relaciones de Israel con Turquía se han tensado hasta el límite por el ataque a un barco turco que llevaba ayuda a Gaza en mayo de 2010, durante los cuales varios ciudadanos turcos fueron asesinados por las tropas israelíes. El Primer Ministro turco, Erdogan, ha denunciado recientemente a Israel como un "estado terrorista".
Bajo Assad, Siria era un adversario, pero al menos era uno previsible. Con el caos en Siria extendiéndose hacia el Líbano, Israel ya no puede confiar en que Damasco mantenga en jaque a Hezbollah. Por otra parte, Irán ha aumentado su influencia en la región, poniéndola casi al mismo nivel que Israel e intensificando la atención sobre las instalaciones nucleares iraníes.
Más cerca de casa, la creciente crisis en Gaza amenaza con provocar una renovada inestabilidad en la Ribera Occidental y el despertar de los palestinos en Jordania. Al otro lado del valle del río Jordán, al este de Israel, el reino hachemita está colgando de un hilo.
Sin embargo, el país más directamente afectado es Egipto. El gobierno egipcio, aterrorizado por las consecuencias de una nueva guerra en las calles de El Cairo, ha sido el más activo en tratar de conseguir un alto el fuego: El Cairo acoge las conversaciones sobre un alto el fuego, con la participación de Hamas y miembros de la Jihad Islámica. Se dice que funcionarios israelíes también están presentes en El Cairo.
El gobierno egipcio tiene un interés muy vivo en la prevención de una invasión terrestre israelí de Gaza a causa de los efectos explosivos dentro de Egipto. Se supone que los Hermanos Musulmanes deben estar alineados con Hamas. Pero, en realidad, su apoyo se limita a los discursos hipócritas sobre la difícil situación de la población de Gaza. Morsi tendrá que prometer a los israelíes que hará todo lo posible para impedir el contrabando de armas a través de Gaza. Y quedará expuesto ante las masas.
Los líderes de Hamas tienen la ambición de ponerse el manto de la "resistencia" que fue usado antes por Hezbollah en Líbano. Tienen la esperanza de que la crisis actual les permita conseguir una "victoria" simbólica sobre Israel. Pero eso es un sueño vano, que puede terminar en la destrucción completa de Gaza.
Los habitantes de Gaza están cada vez más desesperados. No tienen ningún control sobre los acontecimientos que están destruyendo sus vidas. Odian a los opresores de Israel, pero también se resienten por el gobierno dictatorial de los "hombres barbudos", que no les ha traído nada más que muerte y sufrimiento. Ni Hamas ni la llamada Autoridad Palestina pueden ofrecer ninguna solución. Sólo una verdadera dirección revolucionaria puede mostrarle la salida al pueblo palestino.
Por su parte, la camarilla gobernante israelí pretende que sus acciones agresivas tienen el propósito de eliminar el arsenal de cohetes de Hamas y que así garantizaría la seguridad de Israel. Pero con cada nueva guerra, Israel se convierte en un lugar menos seguro. Cada vez está más aislado tanto en la región como a nivel internacional.
Estos ataques brutales contra Gaza han añadido una nueva vuelta de tuerca al embrollo sangriento de la cuestión palestina. El espectáculo de muerte y destrucción ha llenado a otra generación de jóvenes palestinos con sentimientos de rabia y de odio, y agrega nuevo combustible al fuego. De qué manera puede esto presentar a Israel como un lugar seguro para las generaciones futuras es un misterio.
Cada niño palestino que muere en un ataque aéreo profundiza el estado de ánimo de amargura y alimenta la sed de venganza. Cada "victoria" simplemente siembra la semilla de nuevas guerras, nuevos actos terroristas, y nuevos asesinatos y atrocidades. En este camino se encuentra nada más que muerte y destrucción para todos los pueblos de esta región infeliz.
En esta lucha, la Corriente Marxista Internacional se mantiene firme al lado de los oprimidos y contra los opresores. La cuestión de quién dispara el primer tiro y todo el resto de sofistería diplomática no tiene interés alguno. Estamos hombro con hombro con el pueblo de Gaza contra el ataque bárbaro de los agresores israelíes. Estaremos a la vanguardia de cada movimiento contra la guerra, protesta y manifestación. Haremos todo lo posible para llevar a cabo el contenido de clase de la lucha, su carácter antiimperialista. Expondremos sin piedad la hipocresía de los gobiernos occidentales y su falsa retórica "humanitaria". Debemos establecer vínculos con los sectores más revolucionarios de la juventud de Gaza, que luchan contra el imperialismo y el Estado de Israel y también contra la dirigencia reaccionaria de Hamas y del ala burguesa colaboracionista de la dirección palestina. Por encima de todo, debemos mantener una perspectiva más amplia. El conflicto actual es sólo una parte de un cuadro mucho más amplio, que abarca todo el Medio Oriente y no se puede entender fuera de ese contexto.
La crisis de Gaza es sólo el preludio de una crisis mucho mayor. Está inseparablemente ligada a los planes de Netanyahu para un ataque aéreo contra Irán, que inflamará en llamas todo el Medio Oriente. Esto tendrá consecuencias incalculables, económicas, políticas y militares. Esto provocará una nueva ola de revueltas en el mundo árabe y más allá. Caerán regímenes. La gente tomará las calles. El precio del petróleo perforará el techo, y la economía mundial tendrá un vuelo en picada, como lo hizo en 1973 por razones similares.
La crisis de Gaza puede ser el fósforo que prenda todo el material combustible que se ha acumulado en el Medio Oriente. Marcará una nueva etapa en la revolución árabe en curso.
El escenario está preparado para acontecimientos dramáticos a escala mundial.

Alan Woods
20 de noviembre de 2012

Jack London y la huelga general



Jack London escribió sobre la huelga general desde una opción sindicalista revolucionaria. No en vano fue, a pesar de sus contradicciones, socialista. Lo demuestra un texto suyo: La huelga general
Desde muy joven fue un militante ardoroso, amén de un popular orador y miembro del entonces pujante Partido Obrero Socialista liderado por eugene v. Debs. Tras leer a Marx había llegado a la conclusión de que los males que aquejaban a las clases trabajadoras debían y podían ser cambiados por la lucha social, por las huelgas y las barricadas (y así lo llevaron a cabo muchos trabajadores, con los “wobblies” del IWW, y la izquierda socialista militante al frente), actividades que tendrían que concluir en una revolución social que cambiara un orden social basada en el neodarwinismo y que convertía el llamado “sueño americano” en una pesadilla para la inmensa mayoría. Contra lo que se suele creer, el socialismo revolucionario tuvo una considerable potencia en los Estados Unidos, al menos hasta la II Guerra Mundial.
(Luego, la socialdemocracia norteamericana entró en declive por una suma de factores harto complejos, pero primordialmente por la capacidad de las clases dominante de combinar integración (a través de una “aristocracia obrera” sindicada en la “American Federation Labour”), con la represión brutal, tanto más legitimada en cuanto se hizo en nombre de la democracia. No es por casualidad que las dos fechas más emblemáticas de la historia del movimiento, el 1 de Mayo y el 8 de marzo, se remitan a “gestas” represivas de las clases dominantes del país del dólar, “gestas” a las que habría que añadir como las que evocan los nombres de Saco y Vanzetti. Otra cuestión sería la propia fractura del movimiento obrero, así como su deriva socialdemócrata (que acabará empantanada en el partido Demócrata), y estalinista, la misma que contribuirá objetivamente a facilitar la famosa “caza de brujas” liderada por el siniestro Joe MacCarthy y cuya consecuencia será reducir a la mínima expresión todo actividad social y política situada al margen del bipartidismo demócrata-republicano, una fórmula que pugna por imponerse en estos tiempos en Europa).
La toma de conciencia socialista, y su opción por convertirse en un escritor como los que tanto admiraba, fue para london una misma cosa. Aunque en principio no era un rebelde precoz; en realidad, a sus veinte años había vivido lo suficiente como para tener una experiencia (y una confianza en sí mismo) superior a la de alguien que le doblara la edad. Completamente convencido de que, a pesar de los pesares, se tenía que convertir en un escritor profesional como los que tanto admiraba, Jack escrutaba los relatos que le gustaban, y quitándole horas al sueño mientras desarrollaba faenas laborales especialmente duras, se dedicaba a copiarlos a mano para aprender cómo estaban estructurados, y luego, con estos ejemplos en mente, escribía sus propias narraciones a su manera; nadie le pudo acusar nunca de plagiar a sus maestros. Enviaba por correo tanto material a las revistas que tuvo que ordenar un sistema de control con tal de seguirles el rastro. Cierto, las devoluciones eran continúas, pero al cabo de un año logró vender al Atlantic Monbly un cuento cuya acción transcurría en la región septentrional, y de esta manera comenzó su carrera. En 1890 publicó su primera antología de relatos cortos, The Son of the Wolf y, fiel a la rauda metamorfosis en la que la que estaba empeñado, al cabo de sólo cuatro años pasaba a ser el escritor más famoso del joven país. También pasó a ser el escritor mejor pagado, pero, para sorpresa de la gente instalada, nada de eso rebajó su ideario socialista.
Esta combinación sería la que permitió que allá donde otros se habrían sentido hijos de la fortuna y habrían tratado de olvidar su origen o su opción social (nuestra historia reciente ofrece innumerables ejemplos de esta reubicación), London persistió con su convencimiento, y también con sus contradicciones. En ningún momento demostró en su densa correspondencia la menor presunción por el vertiginoso crecimiento de su fama y de los beneficios de estas. Por el contrario, se sentía que era algo que le correspondía por su talento y esfuerzo. No le habían dado nada que no hubiese ganado con su propio esfuerzo. Así pues, se adaptó a la nueva situación con toda naturalidad. Algo tendría que ver aquí las lecturas de Nietzsche, y su convicción de que la voluntad era la mayor de las virtudes, la que hacía funcionar todas las otras. Estaba convencido de que su vida era como una prueba manifiesta de que era portador de una voluntad enorme, una voluntad a la que no era en absoluto ajena la indignación social y la utopía. No era otra cosa lo que siempre aconseja cuando con una paciencia –muy poco común-, recomendaba a todos los desconocidos que le pedían consejo lo mismo: trabajar, trabajar, trabajar…
Se encontraba en la cima cuando lo dejó todo para cruzar el Atlántico y desembarcar en Londres donde volvió a ponerse sus ropas y zapatos de vagabundos, y se internó en unos de los barrios más miserables de la ciudad del imperio más poderoso del mundo, todo para ofrecer su propia investigación sobre la miseria extrema de los últimos, y de ahí surgió una de sus obras más duras y representativas, Gente del abismo (4), una obra que figura por derecho propio entre las clásicas de la literatura revolucionaria;
En sus constantes peroratas como agitador y propagan dista del socialismo, London fue consecuente con una idea que aprendió en el Manifiesto Comunista, y según la cual los socialistas deben de hablar sin ocultar sus objetivos y sus puntos de vistas. Llevó adelante esta premisa a las calles de las grandes urbes norteamericanas y a los salones donde los grandes burgueses le invitaron en honor a su prestigio como literato. Así, en 1905, y delante del "tout" San Francisco, London proclamó cosas como las siguientes: "¡Nada de una parte!. Necesitamos todo lo que poséis. No nos conformaremos con menos. Queremos llevar las riendas del poder y el destino de género humano. ¡Mirad nuestras manos!. Os quitaremos vuestro gobierno, vuestros palacios y toda vuestra dorada riqueza, y llegará el día en que tendréis que trabajar con vuestras propias manos para ganaros el pan como hace el campesino en; el campo o el botones consumido en vuestra metrópolis. Mirad nuestras manos, miradlas bien: ¡Son manos fuertes!".
Estas palabras tienen plena vigencia hoy en día, reflejan de alguna manera el sentimiento y el sueño de millones de seres por que desaparezca de una vez el sistema capitalista, basado desde su origen en la injusta explotación del trabajo humano, el ansia de lucro ilimitado y el expolio destructor de los bienes de la Tierra. Sí esto ha podido ser ocultado por ocultado en fases integradoras como la última –integración acentuada por la descomposición del sistema burocrático en el Este, y por la involución de las viejas izquierdas con las que London se mostrará despiadado en el talón de hierro-, ahora resulta patente el mal social y ecológico que ha causado. London representó con potencia una de las alternativas históricas que propugnaban la llamada a la “revolución social”, y que, después de toda clase de vicisitudes, acabaría formando parte de la misma enfermedad. Arruinada por el señuelo del consumismo –en realidad de las conquistas parciales del movimiento obrero y popular- tras siglos de miseria y, del sometimiento a los “principios” de la “libre empresa” y de una competitividad salvaje que con su egoísmo propietario ha llegado a asimilar a una izquierda gestionaria y más transformada que transformadora, con unos sindicaos en vías del suicidio…
Hay un London que habló de todo esto, un militante que sentía que la revolución "aquí y ahora" y que se despedía en sus cartas con las siguientes palabras: “Con Usted por la Revolución” (5). Se dice que London se contradijo desde el momento en que dejó de ser un paria, un vagabundo y un proletario, para ser un intelectual. No creo que se pueda llamar a eso deserción, aunque el mismo lo apunta en una de sus narraciones, concretamente en El renegado. El London escritor se forjó junto con el London proletario. Fue trabajando en condiciones de semiesclavitud como se forjó leyendo y reescribiendo la obra de los maestros, así lo cuenta en Martin Eden, cuyo nombre es paradigma del proletario que accede a las Letras, un lugar muy estrecho en el que caben muy pocos ejemplares: Máximo Gorki, Panait Istrati, o nuestro Miguel Hernández. Y no muchos más.
Como parte de esa militancia en la que persistió hasta las vísperas de su muerte, justo después de una renuncia en la que London a pesar de sus contradicciones, ajustó sus cuentas con una socialdemocracia que no lo estaba dejando de ser, se insertan obras como las ya mencionadas, como estos escritos que el lector tiene en sus manos, y también una auténtica pesadilla que tituló El talón de hierro, sobre la que hemos anexado unas consideraciones de Trotsky escritas décadas más tarde, y que revelan todo lo que London tuvo de visionario…
Esta obra de London se puede encontrar en la antología de sus Textos anticapitalistas editados con el título de Tiempos de ira (Los Libros de la Frontera, Barcelona, 2010), y está dedicada a Eugene Victor Debs (1855-1926), que fue, junto con Daniel de León, la figura más destacada del socialismo norteamericano, su mejor orador y su figura humana más notable. Los nombres de Eugene y Victor se lo pusieron sus padres en homenaje a Eugene Sue y Victor Hugo, unos padres que cuando se Debs se encontraba encarcelado durante la huelga Pullman, en 1893, le mandaron el siguiente telegrama: "Mantente en tus principios sin temor a las consecuencias". Organizador de la American Railway Unión, el primer sindicato industrial de los trabajadores ferroviarios en 1893 y al frente del cual protagonizó grandes luchas, empezó siendo militante demócrata de la Asam­blea de Indiana, partidario del movimiento populista y más tarde del demócrata radical Willian Jennings Bryan.
Debs se convirtió en muy poco tiempo en el líder más popular del socialismo y se presentó a la Presidencia cin­co veces consecutivas, y durante estas campañas recorrió el país en un tren llamado el Rojo Especial. Su nombre va asociado a una "época dorada" del socialismo norteamericano. En 1912, Debs consiguió el seis por ciento de los votos (897.011), y en 1921, estando preso en Atlanta, 919.799; después de él, ya nada fue igual. Perteneció siempre al ala izquierda del partido, era un convencido anticapitalista (el sistema capitalista, dijo, "es nocivo; por su propia naturaleza es fundamentalmente injusto, inhumano, sin futuro y, por eso, no puede durar), convencido de las virtudes del sindicalismo revolucionario (fue uno de los fundadores de las IWW y el único marxista, un marxismo sin profundización teórica, siempre respetado por los anarcosindicalistas), de la huelga general (sus ideas al res­pecto sirvió para una pequeña obra de Jack London, El sueño de Debs), y de la acción directa, incluso armada, cuando la brutalidad del sistema lo exigía.
Su prestigio fue enorme y los intentos de la derecha no lograron nunca desplazarlo de la cabeza del partido, encarnaba de una forma natural la unión de las fuerzas radicales de Norteamérica (populistas, socialistas utópicos, marxistas, cristianos de izquierdas, sindicalistas revolucionarios, etc). Su humanidad era tal que al salir de la prisión --en donde estuvo continuamente hasta el final de su vida--, los presos le escribieron una carta en la que decían: Lamentamos egoístamente tu marcha al mundo exterior y a los escenarios del trabajo. Tu presencia aquí ha sido para nosotros como un oasis en un desierto es para el viajero cansado y hastiado, o como un rayo de sol que aparece entre las nubes…". Trotsky que lo conoció en 1917, vio en él la única excepción de un socialismo compuesto por "dentistas prósperos".
En Debs brillaba todavía la llama del viejo socialismo. Se mantuvo al margen de las luchas intestinas del partido, su prestigio le permitía prescindir del aparato y sus posiciones siempre se encontraban muy a la izquierda de éste. Como diputado son famosos sus discursos parlamentarios, fue quizás el único socialista que defendió la dictadura del proletariado en el Senado. Durante la Iª Guerra Mundial fue un internacionalista intransigente y vigoroso, y denunció los intereses bastardos que se escondían detrás de las grandes palabras. Simpatizó ardientemente con la revolución rusa, pero aunque apoyó las actividades de John Reed, no tomó partido por el comunismo. Era ya una figura decorativa en el partido y no se hizo a la idea de una división. Barrows Dunham lo califica como "el último hereje americano de los últimos cien años" (Héroes y herejes, T. II, p. 221, Seix Barral, BCN, 1969).

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Jack London: La huelga general (El sueño de Debs)

Me desperté por lo menos una hora antes que de costumbre. Esto, por sí solo, era algo extraordinario; y permanecí completamente despierto, reflexionando sobre ello.
Algo pasaba, algo no iba bien, aunque no sabía qué. Me sentía agobiado por un presentimiento de que algo terrible había ocurrido o estaba a punto de ocurrir. Pero ¿de qué se trataba? Traté de orientarme. Recordé que después del Gran Terremoto de 1906 hubo mucha gente que aseguró que se habían despertado instantes antes de la primera sacudida, y que habían experimentado en aquellos momentos un extraño sentimiento de terror. ¿Acaso iba a sufrir San Francisco un nuevo terremoto?
Permanecí un minuto largo paralizado y expectante; pero no se sentía temblar o tambalearse las paredes ni estruendo alguno de derrumbamiento de mampostería. Todo estaba tranquilo. ¡Eso era! ¡El silencio! No era extraño mi desasosiego. El ruido del tráfago de la gran ciudad había desaparecido misteriosamente. El transporte de superficie por mi calle a esta hora del día era de un promedio de un tranvía cada tres minutos; sin embargo, en los diez minutos siguientes, no pasó ni uno solo. Quizá se trataba de una huelga de tranvías, fue lo primero que pensé; o tal vez había ocurrido un accidente y se había interrumpido el suministro de energía. Pero no, el silencio era demasiado absoluto. No se oía ningún chirrido o traqueteo de ruedas, ni el golpear de herraduras de caballerías al ascender la adoquinada cuesta.
Apretando el botón de al lado de mi cama, traté de oír el sonido del timbre, aun a sabiendas de que era imposible que éste ascendiese los tres pisos que nos separaban, incluso en el caso de que sonase. Funcionaba, efectivamente, ya que pocos minutos después entraba Brown con la bandeja y el periódico de la mañana. Aunque su rostro mostraba la impasibilidad de costumbre, observé un brillo de alarma e inquietud en sus ojos. Me di cuenta así mismo de que no había leche en la bandeja.
—El lechero no ha venido esta mañana —explicó—, ni el panadero tampoco.
Miré de nuevo la bandeja. Faltaban los panecillos redondos recientes. En su lugar, únicamente unas rebanadas de pan moreno del día anterior, el pan más detestable para mi gusto.
—No ha habido reparto de nada esta mañana, señor... —comenzó a explicar Brown en tono de disculpa; pero le interrumpí:
— ¿Y el periódico?
—Sí, señor, lo trajeron; pero es lo único, y es la última vez también. Mañana no habrá periódicos. Lo dice el periódico. ¿Quiere que mande a por leche condensada?
Moví la cabeza negativamente, acepté el café solo y abrí el periódico. Los titulares lo explicaban todo..., demasiado incluso, porque los extremos de pesimismo a que llegaba el periódico resultaban ridículos. Una huelga general, decía, había sido convocada a lo largo y ancho de los Estados Unidos, manifestando a la vez los, presagios más alarmistas en cuanto al aprovisionamiento de las grandes ciudades.
Leí rápidamente y por encima mientras recordaba muchos de los problemas laborales del pasado. Durante una generación, la huelga general había sido el sueño de las organizaciones laborales, un sueño que había surgido originariamente de la mente de Debs, uno de los grandes líderes sindicales de hacía treinta años. Recordé cómo en mis años jóvenes había escrito un artículo sobre el tema para una revista de la Universidad y que titulé “El sueño de Debs”. Pero debo aclarar que traté la idea con precaución y de manera académica, como un sueño nada más. El tiempo y el mundo habían seguido su curso. Gompers y la American Federation of Labor habían desaparecido, y lo mismo había ocurrido con Debs y todas sus descabelladas ideas revolucionarias; sin embargo, el sueño había persistido, y aquí estaba al fin convertido en realidad. Pero, conforme leía, no pude menos de reírme de la visión pesimista del periódico. Mi opinión era otra. Había visto derrotadas a las organizaciones sindicales en demasiados conflictos. El asunto se solucionaría en pocos días. Esto era una huelga nacional, y el Gobierno no tardaría mucho en acabar con ella.
Arroje el periódico y comencé a vestirme. Sería ciertamente interesante pasear por las calles de San Francisco cuando toda la ciudad estaba de vacaciones forzosas y totalmente privada de actividad.
—Perdón, señor —dijo Brown, presentándome mi caja de cigarros---; pero Harmmed quiere verle antes de que usted se marche.
—Hazle pasar ahora—respondí.
Harmmed era el mayordomo. Cuando entró me di cuenta de lo alterado que estaba, aunque trataba de dominarse, inmediatamente fue al grano:
— ¿Qué debo hacer, señor? Necesitaremos provisiones, pero los repartidores están en huelga. Y han cortado la electricidad... Deben de estar en huelga también.
— ¿Están abiertas las tiendas? —pregunté.
—Solamente las pequeñas, señor. Los empleados de comercio no trabajan y las grandes no pueden abrir; pero los propietarios y sus familias están atendiendo personalmente en las pequeñas.
—Entonces, coge el coche —respondí—, vete a ver y haz las compras. Compra en abundancia de todo lo que necesites o puedas necesitar. Compra una caja de velas..., o mejor, compra media docena de cajas. Y cuando termines, le dices a Harrison que me lleve el coche al club..., antes de las once.
Harmmed sacudió la cabeza con gesto preocupado.
—Harrison ha ido a la huelga con el sindicato de chóferes, y yo no sé conducir el coche.
—Yaya, vaya! Así que él también, ¿eh? Bien, cuando aparezca por aquí otra vez
Harrison, dígale que se vaya a buscar trabajo a otro sitio.
—Sí, señor.
— ¿No pertenecerás tú por casualidad al sindicato de mayordomos, eh, Harmmed?
—No, señor —fue su respuesta—. Incluso si perteneciera, yo no abandonaría a mi señor en una situación como ésta. No, señor, yo...
—Está bien, gracias —le dije—. Ahora prepárate para acompañarme. Yo mismo conduciré el coche. Vamos a proveernos de un buen montón de provisiones para resistir el asedio.
Era el 1 de mayo y hacía un hermoso día, incluso para como suele hacer por tales fechas. El cielo estaba despejado, no hacia viento y el aire era levemente cálido y fragante. Habla muchos automóviles en la calle, pero conducidos por sus propios dueños. Las calles estaban llenas, aunque tranquilas. La clase trabajadora, endomingada, habla salido a tomar el aire y a observar los efectos de la huelga. Todo era tan desacostumbrado y, sin embargo, tan pacífico que yo mismo me encontraba a gusto en aquel ambiente. Sentía un ligero cosquilleo de emoción en mis nervios. Era una especie de plácida aventura. Me crucé con la señorita Chickering, que iba al volante de su pequeño descapotable. Ella dio la vuelta y vino tras de mí, alcanzándome en la esquina.
— ¡Señor Cerf! —me gritó—. ¿Sabe dónde puedo encontrar velas? He estado en una docena de tiendas, pero se les han terminado. Es terrible, ¿no le parece?
Sin embargo, sus ojos brillantes desmentían sus palabras. Como el resto de nosotros, se veía que estaba disfrutando enormemente. La búsqueda de las velas era toda una aventura. Hasta que no cruzamos la ciudad y nos metimos en el barrio obrero al sur de Market Street no fuimos capaces de encontrar pequeños ultramarinos que no hubieran agotado las existencias. La señorita Chickering pensó que una caja sería suficiente, pero yo la persuadí para que comprase cuatro. Mi automóvil era grande, así que cargué con una docena de cajas. Era imposible saber cuánto tiempo tardaría en solucionarse la huelga.
Asimismo llené el coche de sacos de harina, levadura, botes de conservas y de todos los artículos de uso corriente que me sugería Harmmed, quien se afanaba con las compras cloqueando como una vieja gallina inquieta.
Lo más extraordinario de aquel primer día de huelga fue que nadie aprendió realmente su gravedad. Se consideró ridículo el anuncio hecho en la prensa matinal por las organizaciones laborales, según el cual estaban dispuestos a parar un mes o tres meses. Y sin embargo, aquel mismo primer día podíamos haber sospechado su verdad a partir del hecho de que la clase trabajadora no participó prácticamente en la precipitada carrera para comprar provisiones. ¡Claro que no! Durante semanas y meses, con disimulo y en secreto, toda la clase obrera había estado almacenando sus provisiones particulares. Esta era la razón por la que se nos permitía comprar hasta agotar las existencias de las pequeñas tiendas de sus barrios.
Hasta mi llegada al club aquella tarde no comencé a experimentar los primeros síntomas de alarma. Reinaba una gran confusión; no había aceitunas para los aperitivos y el servicio era sumamente deficiente. Los socios en su mayoría estaban furiosos; y todos estaban preocupados. Una multitud de voces me saludó cuando entré. En el salón de fumadores, el general Folsom mecía su gran panza en su asiento junto a la ventana, mientras se defendía de media docena de alterados caballeros que le pedían que hiciese algo.
— ¿Qué más puedo hacer de lo que he hecho? —decía—. No hay órdenes de Washington. Si son ustedes capaces de conseguirme comunicación, yo estoy dispuesto a hacer lo que se me mande. Pero no veo qué se pueda hacer. Lo primero que he hecho esta mañana al enterarme de la huelga ha sido llamar a las tropas del Presidio: tres mil soldados. Están vigilando los bancos, la casa de la moneda, correos y todos los edificios públicos. No se ha registrado ningún desorden. Los huelguistas guardan una actitud absolutamente pacífica. ¡No pretenderán que mande disparar contra ellos mientras pasean por las calles con sus esposas e hijos todos endomingados!
—Me gustaría saber qué está pasando en Wall Street —le oí decir a Jimmy Wombold, al pasar junto a él. Podía imaginarme perfectamente su preocupación porque sabía que estaba metido hasta el cuello en la gran transacción del Consorcio Occidental.
— ¡Oye, Cerf! —dijo Atkinson, abordándome precipitadamente—. ¿Funciona tu coche?
—Sí —le respondí—, ¿pero qué le pasa al tuyo?
—Averiado, y los talleres están cerrados todos. Y mi esposa se ha quedado bloqueada al otro lado de la bahía, creo que en algún lugar cerca de Truckee. No he podido comunicarme con ella por más que lo he intentado. Debería haber llegado esta tarde. Puede que esté muriéndose de hambre. Préstame tu coche.
—No podrás atravesar la bahía —intervino Halsted—. Los transbordadores no funcionan. Pero te diré lo que puedes hacer. Allí está Rollinson, ¡eh, Rollinson, ven acá n momento! Atkinson quiere pasar con un coche al otro lado de la bahía. Su mujer está atascada en Truckee. ¿No podrías traer la Lurlette desde Tiburón para transportarle el coche al otro lado?
La Lurlette era una goleta de recreo oceánica de doscientas toneladas.
Rollinson movió negativamente la cabeza:
—No podría conseguir ningún estibador para subir el coche a bordo, aun en el caso e que lograse traer la Lurlette a este lado, cosa que ni siquiera puedo, pues la tripulación pertenece al Sindicato Litoral Marinero y están en huelga como los demás.
—Pero mi esposa puede estar muriéndose de hambre —pude oír lamentarse a Atkinson mientras yo continuaba mi camino.
Al otro extremo del salón de fumadores me tropecé con un grupo de socios furiosos y acalorados en torno a Bertie Messener. Y Bertie los estaba provocando y aguijoneándolos con su cínico y desapasionado estilo. A Bertie no le preocupaba la huelga; a él, en realidad, nada le preocupaba demasiado. Todo le daba igual..., al menos todas las cosas agradables de la vida; porque las desagradables no le atraían. Su fortuna se valoraba en veinte millones, toda en inversiones seguras, y jamás en su vida había hecho nada de provecho, pues todo lo había heredado de su padre y dos tíos.
Había estado en todos los sitios, había visto, todo lo que había que ver y había hecho todo excepto casarse, y esto último a pesar de los resueltos y porfiados ataques de cientos de ambiciosas mamás. Durante años habla sido la pieza .más codiciada; pero, hasta el momento, había esquivado la trampa. Era un partido escandalosamente deseable. Además de su fortuna, era joven y guapo, y, como dije antes, decente. Era un gran atleta, un joven dios rubio, capaz de realizar cualquier cosa á la perfección; salvo el matrimonio. Y todo le dejaba indiferente. Carecía de ambiciones, pasiones o deseos de llevar a cabo incluso lo que él podía hacer mejor que nadie.
— ¡Esto es una sedición! —gritaba un hombre del grupo. Otro lo calificaba de rebelión y revolución, mientras un tercero lo llamaba anarquía.
—Pues yo no lo veo —dijo Bertie—. He andado toda la mañana por la calle. Reina un orden perfecto. Jamás he visto una plebe más respetuosa con la ley. De nada sirve insultarla. No es ninguna cosa de lo que decís. Es simplemente lo que pretende ser: una huelga general. Y ahora, señores, les toca a ustedes jugar.
--¡Vaya si jugaremos! —Exclamó Garfield, uno de los millonarios de la industria de tractores—. ¡Vamos a enseñar a esas sucias bestias el lugar que les corresponde! Espera a que el gobierno se haga cargo de la situación.
— ¿Pero dónde está el gobierno? —Interrumpió Bertie—. Lo mismo podía estar en el fondo del Mar, por lo que a vosotros se refiere. No sabéis lo que está ocurriendo en
Washington. No sabéis siquiera si existe gobierno o no.
— ¡No te preocupes por eso! —saltó Garfield. —Te aseguro que no estoy preocupado —respondió Bertie con languidez—. Pero me temo que vosotros sí que lo estáis. Mírate en el espejo Garfield.
Garfield no obedeció; pero, de haberlo hecho, hubiera podido contemplar a un caballero sumamente alterado, con el cabello gris revuelto, el rostro encendido, la boca hosca y rencorosa y en los ojos un brillo amenazador.
—Os digo que no hay derecho —dijo el pequeño Hanover; y a juzgar por el tono, pensé que lo habría repetido ya varias veces.
—Bueno, Hanover, ya está bien —replicó Bertie—. Muchachos, me aburrís. Todos estáis por la libre empresa. Me tenéis mareado con vuestro sermoneo constante sobre la libertad comercial y el derecho al trabajo. Lleváis años con la misma canción. El obrero no está haciendo nada malo al declarar esta huelga general. No infringe ninguna ley divina ni humana. Tú no hables, Hanover. Llevas ya mucho tiempo predicando el derecho divino a trabajar... o a no trabajar, según. Así que no puedes escapar al corolario.
Todo esto no es más que una pequeña pelea sucia y sórdida. Siempre que habéis tenido al obrero debajo, le habéis exprimido; y ahora que él os tiene a vosotros y os aprieta, empezáis a chillar.
Todo el grupo prorrumpió en indignadas propuestas de que alguna vez se hubiera exprimido al obrero.
— ¡No señor! – Gritaba Garfield-. Hemos hecho todo por el obrero. Lejos de oprimirlo, le hemos dado la oportunidad de vivir. Hemos creado trabajo para él. ¿Cómo estaría ahora si no fuera por nosotros?
—Mucho mejor, sin comparación —replicó Bertie, burlón—. Le habéis humillado y exprimido cada vez que habéis tenido ocasión, y hasta os habéis molestado en crear las ocasiones.
— ¡No, no!- respondieron a voces.
—Aquí mismo, en San Francisco, ocurrió la huelga de camioneros --continuó Bertie, imperturbable—. La Asociación Patronal fue la que precipitó aquella huelga. Lo sabéis perfectamente. Y también sabéis que lo sé yo, porque aquí mismo he oído yo conversaciones e informaciones confidenciales sobre el conflicto. Primero provocasteis la huelga y luego comprasteis al alcalde y al jefe de policía para que acabasen con ella. Un bonito espectáculo, vosotros tan filántropos, haciendo morder el polvo a los camioneros y pisándolos encima.
--- ¡Un momento! Aún no he acabado. El año pasado sin ir más lejos, la candidatura obrera de Colorado eligió un gobernador que nunca llegó a tomar posesión. Vosotros sabéis bien por qué. La manera como lo resolvieron vuestros hermanos filántropos y capitalistas de Colorado. Fue un caso más de zancadillear al obrero y pisotearle. Al presidente de la Unión de .Asociaciones Mineras del Sudoeste lo tuvisteis tres años en la cárcel valiéndoos de falsas acusaciones de asesinato, y una vez quitado de en medio, os aprovechasteis para deshacer la Unión. Reconoceréis que eso se llama oprimir al obrero.
La tercera vez que se declaró inconstitucional el impuesto gradual fue un acto de opresión. Y lo mismo el proyecto de ley de ocho horas que rechazasteis en el último congreso.
Pero de todos los continuos actos de opresión inmoral, el de la destrucción del principio de acuerdo patronal-sindicato fue el colino. Sabéis perfectamente cómo se hizo. Comprasteis a Farburg, el último presidente de la Federación Norteamericana de Trabajo. Era vuestro peón..., o el peón de los monopolios y patronales, que es lo mismo. Provocasteis la huelga sobre el gran acuerdo patronal-sindicato. Farburg traicionó esa huelga y ganasteis, con lo cual la vieja Federación Norteamericana de Trabajo se desmoronó. Vosotros la destruisteis, muchachos; pero, al hacerlo, os buscasteis vuestra propia ruina, porque sobre sus escombros se construyó la I. L. W., la organización obrera más grande y más sólida que jamás se haya visto en los Estados Unidos. Y vosotros sois los responsables de su existencia y de esta huelga general de ahora. Destrozasteis las viejas federaciones y empujasteis al obrero a la L. L. W., y ahora ésta ha convocado la huelga general, tratando todavía de obtener el acuerdo patronal-sindicato. Y aún tenéis el cinismo de decirme cara a cara que nunca habéis humillado ni oprimido al obrero. ¡Vamos, hombre!
Esta vez no hubo protestas. Garfield prorrumpió en un tono de autodefensa:
—No hemos hecho nada que no nos viésemos obligados a hacer, si queríamos ganar.
—Respecto a eso, yo no digo nada —respondió Bertie—. Lo que me molesta es que os estéis quejando ahora porque os hayan hecho probar vuestra propia medicina.
¿Cuántas huelgas habéis ganado rindiendo al obrero por el hambre? Bien, los trabajadores han ideado un plan para rendiros a vosotros de la misma manera. Quieren el convenio, y si lo pueden obtener haciéndoos pasar hambre, os dejarán sin comida.
—Pues tú también te has aprovechado de esos actos de opresión de que hablas — insinuó Brentwood, uno de los abogados más astutos y marrulleros de nuestra compañía— El receptor tiene tanto delito como el ladrón —comentó, burlón—. No participaste en la opresión, pero bien te aprovechaste de ella.
—La cuestión no es esa, Brentwood —respondió Bertie—. Cometes el mismo error que Hanover al introducir el elemento moral. Yo no he dicho que se trate de algo bueno o malo. Lo que digo es que es un juego lamentable, y mi única objeción es a que os pongáis a chillar ahora que estáis debajo y os están pisando. Por supuesto que he sacado provecho de la opresión, y, gracias a vosotros, sin tener siquiera que ensuciarme las manos. Vosotros lo habéis hecho por mí... Podéis creerme, no porque yo sea más virtuoso que vosotros, sino porque mi buen padre y sus hermanos me dejaron un montón de dinero con el que pagar el trabajo sucio.
—Si pretendes insinuar... —comenzó a decir Brentwood vivamente.
—Un momento, no te pongas tan ofendido —le interrumpió Bertie con insolencia—.
De nada sirve hacerse el hipócrita en esta cueva de ladrones. Las palabras grandilocuentes están bien para los periódicos, las asociaciones juveniles y las catequesis: eso forma parte del juego. Pero, por el amor de Dios, que aquí todos nos conocemos. Tú sabes tan bien como yo los chanchullos que se hicieron en la huelga de la construcción el pasado otoño: quién puso el dinero, quién hizo el trabajo y quién se aprovechó de ello —Brentwood enrojeció de ira—. Pero aquí estamos todos metidos en la misma mierda, y lo mejor que podemos hacer es dejarnos de moralismos. Insisto: hay que jugar la partida, jugarla hasta el final; pero, por favor, no lloréis cuando os toquen las de perder.
Cuando abandoné el grupo, Bertie había comenzado un nuevo argumento, atormentándoles ahora con los aspectos más serios de la situación, señalan... do la escasez de suministros que estaba empezando a dejarse sentir y preguntándoles qué pensaban hacer para remediarlo. Poco más tarde me lo encontré en el vestíbulo y lo llevé a Casa en mi coche.
—Ha sido un buen golpe esta huelga general dijo mientras rodábamos entre el pacífico gentío que llenaba las calles--. Ha sido un golpe maestro. El obrero nos ha cogido dormitando y nos han pegado en el sitio más débil: el estómago. Me voy a largar de San Francisco, Cerf. Sigue mi consejo y márchate también. Vete al campo, a cualquier sitio. Allí habrá más posibilidades. Hazte con una buena provisión de víveres y vete a una cabaña, o con una tienda de campaña a cualquier sitio. En esta ciudad la gente como nosotros pronto pasará hambre.
Nunca me imaginé cuánta razón tenía Bertie Messener. Para mis adentros pensé que era un alarmista. Por mi parte, estaba dispuesto a quedarme a ver la fiesta. Después de dejarle, en lugar de ir directamente a casa continué en busca de más alimentos. Con gran sorpresa, me enteré de que las pequeñas tiendas donde había comprado por la mañana habían agotado sus existencias. Extendí mi búsqueda hasta el Potrero, y allí tuve la suerte de encontrar otra caja de velas, dos sacos de harina de trigo, diez libras de harina sin cernir (que servirían para la servidumbre), una caja de latas de maíz y dos de tomates enlatados. Parecía que íbamos a atravesar una temporada de escasez de víveres, y me felicité por la importante provisión de ellos que había conseguido.
A la mañana siguiente torné el café en la cama como de costumbre, y, más que la crema, eché de menos el periódico. Era la falta de información sobre lo que estaba ocurriendo en el mundo lo que más duro me resultaba. En el club pocas noticias había.
Rider había logrado atravesar desde Oakland en su embarcación, y Halstead había llegado hasta San José y regresado en su automóvil. Fueron ellos los que informaron de que en aquellos lugares las condiciones eran las mismas que en San Francisco. Todo estaba paralizado por la huelga. Las clases acomodadas habían agotado las existencias de las tiendas de alimentación. Y reinaba un orden perfecto. ¿Pero qué estaba sucediendo en el resto del país? ¿En Chicago? ¿Nueva York? ¿Washington? Lo más probable era que ocurriese lo mismo que aquí: esa era nuestra conclusión; pero el hecho de no saberlo con absoluta certeza resultaba irritante.
El general Folsom tenía algunas noticias. Se había intentado utilizar telegrafistas del ejército en las oficinas de telégrafo, pero habían cortado los cables en todas las direcciones. Aquél era, hasta la fecha, el único acto ilegal cometido por los trabajadores, y el general estaba completamente convencido de que se trataba de una acción acordada de antemano. Se había puesto en contacto por radio con la guarnición de Benicia, ya que los soldados patrullaban allí a todo lo largo de las líneas telegráficas hasta Sacramento. En una ocasión, durante un instante, recibieron la llamada de Sacramento, pero los cables, en algún lugar, habían sido cortados de nuevo. El general pensaba que se estaban llevando a cabo a través de todo el continente intentos similares de establecer las comunicaciones por parte de las autoridades, pero se mostró evasivo en cuanto a la posibilidad de que diera fruto el intento. Lo que le preocupaba era el corte de los cables, pues ello le hacía pensar que se trataba de una parte importante de la profunda conspiración obrera. Asimismo lamentaba que el gobierno no hubiera establecido hacía tiempo la proyectada red de estaciones de radio.
Pasaron los días y por algún tiempo reinó la rutina. No ocurría nada. La llama del interés parecía haberse apagado. Las calles ya no estaban tan animadas. La clase trabajadora había dejado de acudir al centro de la ciudad para ver cómo nos tomábamos la huelga. Y tampoco circulaban tantos automóviles. Los talleres de reparación y los garajes estaban cerrados, de manera que, cuando, se averiaba un coche, quedaba completamente inutilizado. El embrague del mío se estropeó y no pude conseguir que me lo repararan por ningún medio. Ahora, como los demás, tenía que caminar. San Francisco estaba muerto, e ignorábamos lo que estaba sucediendo en el resto del país. No obstante, a partir del hecho mismo de nuestra ignorancia, podíamos concluir que todo estaba tan muerto como aquí. De cuando en cuando, la ciudad aparecía llena de carteles con las proclamas de las organizaciones obreras, carteles impresos con meses de anticipación que evidenciaban la meticulosidad con que la L. L. W. había preparado la huelga. Todos los detalles habían sido previstos de antemano.
Todavía no se había llegado a la violencia, con la excepción de los disparos efectuados por los soldados contra unos pocos que cortaban cables; pero las gentes de los barrios bajos estaban pasando hambre, y su situación presagiaba tumultos.
Los hombres de negocios, los millonarios y la clase profesional convocaban asambleas y presentaban propuestas, pero no había manera de hacer éstas públicas. Ni siquiera podían imprimirlas. Uno de los resultados de estas asambleas, no obstante, fue el persuadir al general Folsom para que el ejército ocupase todos los almacenes y depósitos de harina, grano y víveres. Era una medida que se había hecho esperar, ya que las penalidades se estaban dejando sentir en las casas acomodadas, y las colas de pan se hacían necesarias. Sé que mis criados comenzaban a andar cariacontecidos, y eran sorprendentes los estragos que hacían en mis reservas de alimentos. De hecho, como deduje posteriormente, cada uno de los sirvientes se dedicaba a robarme para acumular en secreto su propio acopio de provisiones.
Pero con la creación de colas de pan vinieron nuevos conflictos. La reserva de alimentos en San Francisco era limitada y, en el mejor de los casos, no podía durar mucho. Sabíamos que las organizaciones obreras tenían sus propios suministros; sin embargo, todos los obreros se pusieron a hacer colas. De este modo, las provisiones que el general Folsom había expropiado disminuyeron con peligrosa rapidez. ¿Cómo iban a distinguir los soldados entre un modesto individuo de la clase media, un miembro de la I. L. W. o alguien de los barrios bajos? Tanto los primeros como los últimos tenían que ser alimenta- dos; pero los soldados no conocían a todos los hombres de la sindical, y mucho menos a las esposas, hijos e hijas de éstos. Con la colaboración de los patronos, algunos sindicalistas fueron arrojados de las colas; pero eso y nada era lo mismo.
Para empeorar las cosas, las lanchas gubernamentales que habían estado acarreando alimentos desde los depósitos del ejército en la isla Mare hasta la isla del Ángel, se encontraron con que ya no quedaba nada que transportar. Desde entonces, los soldados recibieron sus raciones de las provisiones confiscadas, y eran ellos quienes las recibían en primer lugar.
El principio del fin estaba ya a la vista. La violencia comenzaba a mostrar su terrible semblante. La ley y el orden empezaban a desaparecer; t desaparecían precisamente entre los más pobres y las clases acomodadas. Los obreros organizados continuaban guardando un orden perfecto. Verdad es que se lo podían permitir, pues tenían comida en abundancia. Recuerdo la tarde en que sorprendí a Halsted y a Brentwood cuchicheando en un rincón del club. Aceptaron mi participación en la aventura. El auto de Brentwood todavía funcionaba, y tenían intención de ir a robar ganado. Halsted tenía una gran cuchilla de carnicero y un machete. Salimos a las afueras de la ciudad. De trecho en trecho se veían vacas pastando, pero siempre guardadas por sus dueños. Continuamos nuestra búsqueda, circundando la ciudad hacia el este, y en las colinas cercanas a la Punta del Cazador nos encontramos con una vaca vigilada por una chiquilla. Junto a la vaca había asimismo un pequeño ternero. No perdimos el tiempo en contemplaciones. La chiquilla se escapó corriendo mientras nosotros matábamos a la vaca. Omito los detalles por no ser éstos muy agradables. No estábamos habituados a tales menesteres e hicimos un trabajo lastimoso.
Pero cuando estábamos en medio de él, con la prisa del miedo, oímos gritos y vimos venir corriendo hacia nosotros un grupo de hombres. Abandonando el botín, pusimos pies en polvorosa. Con gran sorpresa por nuestra parte, no nos persiguieron; pero al mirar hacia atrás vimos cómo los hombres despedazaban al animal. Su objetivo era el mismo que el nuestro. Decidimos que había bastante para todos y volvimos corriendo. La escena que siguió fue indescriptible. En el reparto, disputamos y peleamos como salvajes. Recuerdo que Brentwood se comportó como una perfecta bestia, rugiendo enseñando lo dientes y amenazando con matar a alguien si no nos llevábamos nuestra parte.
Y cuando estábamos a punto de conseguirla, una nueva intervención tuvo lugar en la escena. Esta vez se trataba del temido servicio de orden de la I. L. W. La niña les había traído. Iban armados de trallas y garrotes, y eran una veintena. La chiquilla daba saltos de furia, y con lágrimas rodándole por las mejillas, gritaba: — ¡Dadles una paliza! ¡Dadles una paliza! ¡Ese de las gafas, ese fue! ¡Partidle la cara! ¡Partidle la cara!
El de las gafas era yo, y me partieron la cara, por cierto, aunque tuve la suficiente serenidad para quitarme antes los lentes. ¡Caramba! La verdad es que nos dieron una buena zurra mientras huíamos en desbandada. Brenwood, Halsted y yo corrimos en dirección al auto. Brenwood sangraba por la nariz, en tanto que Halsted mostraba en su mejilla una cortadura escarlata provocada por un tremendo latigazo.
Pero he aquí que, terminaba la persecución y cuando habíamos ya alcanzado el coche, nos encontramos con el asustado ternero escondido detrás de él. Brentwood nos pidió que vigilásemos con cuidado y como un lobo o un tigre, se acercó sigilosamente al animal. Habíamos perdido el cuchillo y el machete, pero a Brentwood le quedaban aún las manos, y rodó varias veces por el suelo abrazado al pobre ternerito mientras lo estrangulaba. Lo arrojamos muerto dentro del auto, lo cubrimos con un abrigo e iniciamos el regreso. Pero nuestras desgracias no habían hecho más que empezar. Se nos reventó un neumático. No había manera de repararlo y la noche se echaba encima.
Abandonamos el vehículo. Brentwood caminaba por delante jadeando y tambaleándose, con el ternero cargado a hombros, cubierto con el abrigo. Nos turnábamos para llevar el animal, el cual estuvo a punto de acabar con nosotros. Luego nos perdimos. Y, finalmente, después de andar sin rumbo, agotados, nos tropezamos con una pandilla de matones. No eran de la I. L. W., y supongo que estaban tan hambrientos como nosotros. De todos modos, ellos se llevaron el ternero y nosotros nos quedamos con la paliza. El resto del camino, Brentwood vino rabiando como un loco furioso, cosa que además parecía, por sus ropas destrozadas, su nariz hinchada y los ojos amoratados.
Después de aquello se acabaron los robos de ganado. El general Folsom mandó confiscar todo el ganado a sus soldados, y éstos, ayudados por la milicia nacional, se comieron la mayor parte de la carne. Pero la culpa no era del general. Su deber era mantener la ley y el orden, y como los mantenía por medio de los soldados, estaba obligado a alimentarles a ellos en primer lugar.
Fue por entonces cuando se produjo el gran pánico. Las gentes acomodadas emprendieron la huida; luego, los habitantes de los barrios bajos se contagiaron y huyeron alocados de la ciudad. El general Folsom estaba satisfecho. Se calculaba que por lo menos doscientas mil almas habían abandonado San Francisco, y en esta misma proporción se había resuelto su problema de alimentarlos. Aún recuerdo aquel día. Por la mañana había comido un mendrugo de pan. Me había pasado media tarde de pie en la cola del pan, y había regresado a casa de noche, cansado y abatido, llevando poco más de un kilo de arroz y una loncha de jamón. Brown me recibió a la puerta con gesto cansado y asustado. Me informó que todos los sirvientes habían huido. Sólo él se había quedado. Me sentí conmovido por su fidelidad, y cuando me enteré de que no había comido nada en todo el día, compartí con él mis provisiones. Nos comimos la mitad del arroz y la mitad del jamón, dividiéndolo a partes iguales y reservando la otra mitad para el día siguiente.
Me fui a la cama con hambre y no pude conciliar el sueño en toda la noche. Por la mañana descubrí que Brown me había abandonado y, para mayor desgracia, me había robado lo que quedaba del arroz y del jamón.
El puñado de socios que se reunió aquella mañana en el club presentaba un aspecto abatido. No quedaba rastro de la servidumbre. Todos los empleados habían desaparecido. Pude observar así mismo que el servicio de plata había desaparecido, y me enteré del cómo y- el dónde. No lo habían cogido los sirvientes, por la sencilla razón, supongo, de que los propios socios del club se habían anticipado. La manera de utilizarlo era simple. Al sur de la calle del Mercado, en las viviendas de los I. L. W., las amas de casa habían suministrado abundantes comidas a cambio de él. Volví a casa. Efectivamente, toda la plata labrada había desaparecido excepto un pesado jarrón. Lo envolví y me dirigí con él al sur del Mercado.
Después de la comida me sentí mejor y regresé al club para enterarme si había habido algún cambio. Hanover, Collins y Dakon se marchaban en aquel momento. No quedaba nadie dentro, me dijeron, y me invitaron a unirme a ellos. Se proponían abandonar la ciudad utilizando los caballos de Dakon, y había uno para mí. Dakon poseía cuatro hermosos caballos de tiro que quería salvar, pues el general Folsom le había confiado que a la mañana siguiente serían confiscados todos los caballos que quedaban en la ciudad para servir de alimento. No quedaban ya muchos porque habían soltado a miles y miles de ellos por el campo cuando el heno y la cebada se acabaron en los primeros días. Recuerdo que Birdall, que tenía un negocio de transportes, soltó trescientos caballos de tiro. A un promedio de quinientos dólares cada uno, la cifra había alcanzado los 150.000 dólares. Al principio mantuvo la esperanza de recobrar la mayoría cuando acabase la huelga, pero al final no recuperó ni uno. Se los comieron todos las gentes que huyó de San Francisco. En este sentido, los caballos y mulas del ejército ya habían empezado a ser sacrificados para servir de alimento.
Por suerte para Dakon, él tenía almacenado su establo heno y cebada en abundancia. Conseguimos cuatro sillas de montar y encontramos a los animales en excelentes condiciones, aunque no habituados a la montura. Mientras cabalgábamos por las calles me acordé del San Francisco del Gran Terremoto; pero el aspecto de este San Francisco era mucho más lamentable. Esto no había sido causado por ningún cataclismo natural, sino por la tiranía de las asociaciones obreras. Bajamos por Union Square y pasamos por las zonas de teatros, hoteles y comercios. Las calles estaban desiertas. Aquí y allá se veían automóviles, abandonados en el mismo lugar donde se habían averiado o donde se les había acabado la gasolina. No se observaban señales de vida salvo por algún policía o grupos de soldados que, de trecho en trecho, vigilaban los bancos y edificios públicos. En una ocasión nos encontramos con un obrero de la I. L. W. pegando la última proclama, y nos detuvimos a leerla. Decía así: «Hemos mantenido una huelga disciplinaria y mantendremos el orden hasta el final.
El final llegará cuando se satisfagan nuestras reivindicaciones, y nuestras reivindicaciones serán satisfechas cuando hayamos rendido por el hambre a nuestros patronos, del mismo modo que nos han rendido a nosotros muchas veces en el pasado.»
—Las mismas palabras de Messener —dijo Collins—. Yo, por mí, estoy dispuesto a rendirme con tal que me den la oportunidad. Hace un siglo que no como una comida decente. Me pregunto cómo sabrá la carne de caballo.
Nos detuvimos a leer otra proclama: “Cuando creamos que los patronos estén dispuestos a rendirse, abriremos los telégrafos y pondremos en comunicación a las asociaciones patronales del país. Pero únicamente se les permitirá enviar mensajes relativos a las condiciones de paz.» Continuando nuestro camino, atravesamos la calle del Mercado y, poco más tarde, cruzábamos los barrios obreros. Aquí las calles no estaban desiertas. Apoyados en los quicios de las puertas o en grupos estaban los obreros de la I. L. W. Chiquillos bien alimentados y contentos se entretenían con sus juegos, mientras robustas comadres cotorreaban sentadas a las puertas. Todos sin excepción nos miraban burlonamente. Algunos chiquillos, corriendo tras nuestros caballos, gritaban:
— ¡Eh, amigo!, ¿no tiene hambre? Y una mujer que estaba dando de mamar a una criatura gritó a Dakon:
—Oiga, gordito, le doy una comida estupenda cambio de su penco: jamón, patatas, gelatina de frambuesas, mantequilla de lata y dos tazas de café.
— ¿Te has dado cuenta —me comentó Hanover- de que en los últimos días no se ve ni un perro perdido por las calles?
Me había dado cuenta vagamente, pero sin reparar en ello. Ya iba siendo hora de abandonar la infortunada ciudad. Finalmente logramos alcanzar la carretera de San Bruno, por la cual nos dirigimos hacia el sur. Nuestra meta era mi casa de campo, cerca de Mento. Pero en seguida empezarnos a descubrir que el campo estaba peor y era mucho más peligroso que la ciudad. En ésta, los soldados y la I. L. W. guardaban el orden; en el campo, en cambio, reinaba la anarquía. Doscientas mil personas habían huido de San Francisco en dirección sur, y ante los ojos teníamos incontables pruebas de que su huida había tenido el efecto de una plaga de langostas. Todo lo habían barrido a su paso. Había habido pillaje y violencia. Aquí y allá se veían cadáveres al borde de la carretera y las ruinas ennegrecidas de las granjas incendiadas. Las vallas habían sido derribadas y las cosechas pisoteadas por la multitud. Las hordas hambrientas habían arrancado todas las parcelas de hortalizas. Todos los pollos y animales de las granjas habían sido sacrificados. Y lo mismo se podía decir de todas las carreteras principales que partían de San Francisco. En algunos sitios distantes de la carretera, los granjeros se habían defendido con escopetas y revólveres, y aún se mantenían vigilantes. Nos advirtieron que no nos acercásemos y se negaron a parlamentar con nosotros. Todos los actos de violencia y pillaje habían sido cometidos por los habitantes de los barrios bajos y por las clases altas. Los miembros de la I. L. W., con abundancia de víveres, estaban tranquilamente en sus casas de la ciudad. Aquella mañana tuvimos pruebas concretas de lo desesperado de la situación. A nuestra derecha oímos gritos y disparos de rifle. Algunas balas nos pasaron silbando peligrosamente cerca. Se oyó un ruido entre la maleza; a continuación, un magnífico caballo negro de tiro atravesó la carretera delante de nosotros y desapareció Apenas nos dio tiempo de observar que estaba cojo y ensangrentado. Tres soldados iban en pos de él, y la persecución continuó entre los árboles de la izquierda. Podíamos oír a los tres soldados llamándose a voces unos a otros. Un cuarto soldado surgió cojeando por la derecha de la carretera, se sentó en una piedra y se enjugó el sudor de la cara.
El hombre nos dirigió una sonrisa y nos pidió fuego. Al preguntarle Dakon qué pasaba, nos informó de que los de la milicia estaban desertando.
—Se acabó la comida —nos explicó—. Se la están dando toda a los regulares.
Por él nos enteramos asimismo de que los prisioneros militares de la isla de Alcatraz habían sido puestos en libertad porque ya no podían alimentarles.
Nunca olvidaré el espectáculo que vimos a continuación. Nos tropezamos con él abruptamente tras un recodo de la carretera. Los árboles formaban una bóveda por encima, y el sol se filtraba entre sus ramas. Las mariposas revoloteaban alrededor, y de los campos llegaba el canto de las alondras. Allí en medio había un potente automóvil. Y tanto dentro como a su alrededor yacían varios cadáveres. La explicación era evidente.
En su huida de la ciudad, los ocupantes habían sido atacados y saqueados por una banda de criminales de los barrios bajos. El hecho había ocurrido no hacía ni veinticuatro horas. Latas de carne y de frutas recién abiertas explicaban la razón del ataque. Dakon examinó los cuerpos.
—Me lo imaginaba —nos informó—. Conozco el coche. Era Periton... toda la familia.
Tendremos que andar con cuidado en adelante.
—Pero nosotros no tenemos comida que les incite a atacarnos —objeté yo.
Dakon señaló mi montura y comprendí. Por la mañana, el caballo de Dakon había perdido una herradura. El delicado casco se había abierto y, al mediodía, el animal cojeaba. Dakon no quería seguir montándolo ni tampoco abandonarlo. Así pues, a petición suya, nosotros continuamos. El llevaría el caballo de la brida y se reuniría con nosotros en mi casa. Fue la última vez que lo vimos, y nunca supimos su fin.
A la una llegamos al pueblo de Menlo, o más bien a lo que había sido su emplazamiento, ya que estaba en ruinas. Los cadáveres yacían por doquier. La zona comercial, así como la residencial habían sido totalmente arrasadas por el fuego. Aquí, y allá alguna residencia resistía todavía; pero no había manera de acercarse a ellas. Cuando nos aproximábamos demasiado, disparaban contra nosotros. Encontramos a una mujer rebuscando entre las ruinas humeantes de su casita. Primero habían asaltado los almacenes, nos contó; y mientras hablaba, podíamos imaginarnos a aquella hambrienta turba, salvaje y enloquecida, arrojarse sobre el puñado de habitantes del pueblo. Ricos y pobres habían luchado codo con codo por la comida, y luego unos contra otros cuando la habían conseguido. Nos enteramos de que el pueblo de Palo Alto y la Universidad de Stanford habían sido saqueados de modo similar. Ante nosotros se extendía una desolada tierra devastada, y creímos prudente tomar una desviación hacia mi casa. Esta se hallaba a tres millas al oeste, agazapada entre las primeras lomas al pie de las montañas.
Pero conforme avanzábamos vimos que la devastación no se limitaba a las principales rutas. La vanguardia de la huida había seguido las carreteras, saqueando a su paso los pequeños pueblos, mientras que los que venían detrás se habían dispersado y barrido toda la campiña como una gigantesca escoba. Mi casa estaba construida con hormigón, mampostería y tejas y por ello se había librado del fuego, aunque, el interior estaba completamente destruido.
Hallamos el cadáver del jardinero en el molino de viento, rodeado de cartuchos vacíos de escopeta. Se había defendido con bravura. Pero no vimos rastro alguno de los dos braceros italianos ni del ama de llaves y su marido. No quedaba bicho viviente. Terneros, potros, aves de corral y los pura sangre, todo había desaparecido. La cocina y la chimenea donde la chusma había cocinado eran una ruina, en tanto que los abundantes restos de hogueras en la parte de fuera atestiguaban la gran cantidad de gente que había comido y pasado allí la noche. Y lo que no habían consumido se lo habían llevado consigo. No quedaba ni un solo bocado para nosotros.
Pasamos el resto de la noche esperando en vano a Dakon, y por la mañana ahuyentamos con nuestros revólveres a media docena de merodeadores. Luego sacrificamos uno de los caballos, guardando para el futuro la carne sobrante. Por la tarde Collins salió a dar un paseo y no regresó. Esto fue demasiado para Hanover.
Estaba decidido a huir inmediatamente, y a duras penas pude convencerle de que esperase hasta el amanecer. Por mi parte, convencido de que el fin de la huelga estaba cerca, resolví regresar a San Francisco. Así pues, a la mañana siguiente nos separamos, y mientras Hanover se dirigía al sur con cincuenta libras de carne atadas sobre su montura, yo, con una carga similar, me dirigí hacia el norte. El pequeño Hanover logró salir indemne, y hasta el fin de sus días sé que continuará aburriendo a todo el mundo con el relato de sus peripecias.
En cuanto a mí, volviendo a la carretera principal, logré llegar hasta Belmont, donde tres milicianos me robaron la carne que llevaba. La situación no había cambiado, me dijeron, sino que iba de mal en peor. Los de la I. L. W. tenían escondidas provisiones suficientes para resistir meses todavía. Cuando conseguí alcanzar Baden, un grupo de doce hombres me despojaron del caballo. Dos de ellos eran policías de San Francisco y los demás soldados regulares. Esto era mala señal. La situación debía ser extremada para que los regulares empezasen a desertar. No había hecho más que reanudar mi camino a pie, cuando ya tenían ellos una hoguera encendida y el último de los caballos de Dakon yacía en el suelo muerto.
Quiso el destino que me torciese un tobillo y sólo llegara a alcanzar la zona sur de San Francisco. Allí pasé la noche, en un cobertizo, tiritando de frío y ardiendo de fiebre al mismo tiempo. Dos días pasé tendido en aquel lugar, demasiado enfermo para moverme, y al tercero, mareado y tambaleante, valiéndome de una muleta improvisada, me dirigí con paso vacilante hacia San Francisco. Estaba débil también, pues llevaba ya tres días sin probar bocado. Fue un día de tormento y pesadilla. Como en un sueño, me crucé con cientos de soldados regulares que marchaban sin rumbo en dirección contraria, y muchos policías con sus familias, organizados en caravanas para protegerse mutuamente.
Al entrar en la ciudad recordé la casa del obrero en la que había cambiado el jarrón de plata, y en aquella dirección me guió el hambre. Estaba oscureciendo cuando llegué al sitio. Di la vuelta por el callejón y al subir a gatas los escalones de la puerta de atrás me desplomé: Con la ayuda de la muleta logré golpear la puerta. Luego debí desvanecerme, porque volví en mí en la cocina. Tenía la cara mojada de agua y un trago de whisky corría por mi garganta Me atraganté y balbuceé tratando de hablar.
Comencé a decir algo acerca de que no me quedaban más jarrones de plata, pero que les pagaría después si me daban algo de comer. Pero el ama de casa me interrumpió:
— ¡Pero hombre de Dios! —exclamó—. ¿No se ha enterado? La huelga se ha terminado esta tarde. Claro que le daré algo de comer.
Y se dispuso a abrir apresuradamente una lata de bacón y a freírlo.
—Déme un poco para comerlo ahora —suplique y mientras comía la carne cruda sobre una rebanada de pan, el marido me explicó que habían sido aceptadas las reivindicaciones de la I. L. W. Se habían abierto los telégrafos poco después de mediodía, y las asociaciones patronales se habían rendido en todo el país. Aunque no quedaba ningún patrono en San Francisco, el general Folsom había hablado por ellos. Los trenes y barcos comenzarían a funcionar por la mañana, y lo mismo ocurriría con todo lo demás tan pronto como pudiera restablecerse la red.
Y así acabó la huelga general. No quiero volver a ver nunca otra. Fue peor que una guerra. La huelga general es algo cruel e inmoral. La mente humana debiera ser capaz de organizar la industria de una manera más racional. Harrison continúa siendo mi chofer. Una de las condiciones de la I. L. W. fue que todos sus afiliados fuesen reintegrados a sus anteriores empleos. Brown nunca volvió, pero el resto de los sirvientes continúan conmigo. No tuve el valor de despedirlos. Todos se han inscrito en la I. L. W. La tiranía de las organizaciones obreras se está convirtiendo en algo humanamente insoportable. Hay que hacer algo.