martes, 23 de abril de 2019
El suicidio político de Alan García y sus implicancias
“Las prisiones preventivas bonapartizan al régimen pro imperial”.
Alan García murió a los 69 años en la clínica Casimiro Ulloa a las 10:05 am después de suicidarse en su casa antes de ser detenido preliminarmente por la justicia burguesa.
“Creo en la vida después de la muerte”, declaró calculadoramente el dos veces ex presidente peruano un día antes de su suicidio (Perú21, 16/4). Y tenemos que reconocer que, aunque señalamos varias veces que el aprismo [fuerza en que militaba García] en descomposición política-moral iba a luchar antes de terminar por derrumbarse, no avizoramos la posibilidad de un suicidio político por parte de Alan García. Pero como señalamos al principio de esta breve nota, la cuestión del suicidio fue meditada profundamente por el delfín de Haya de la Torre.
Y es que frente a la humillación de una detención preventiva, el líder de la estrella aprista, prefirió quitarse la vida. De esta forma frena el juicio en su contra (o le resta credibilidad), y evita “ensuciar” la imagen de su familia genética y política. Hay que reconocer que esta fue una decisión muy astuta del que alguna vez fuera acusado por Hugo Chávez como “ladrón de siete esquinas” y el responsable de varios actos de corrupción (BCCI, Mirage, Narcoindultos, etc.), y genocidio de comunidades enteras como Accomarca y Cayara, y de cientos de presos políticos (Frontón, Santa Clara, SJL), que quedarán impunes. Nadie sabe exactamente cuánto de dinero se perdió por la corrupción de sus dos gobiernos, pero algunos calculan en millones de dólares.
El impacto en la situación política
No obstante, con la muerte de García no muere la política pro capitalista y corrupta en el país. Tal vez a esto se refería cuando dijo que “creo en la vida después de la muerte”. Y es que su suicidio político, contradictoriamente, le da vida al aprismo, que ahora se va a victimizar apelando al discurso de “persecución política”, tal vez haciendo pública una carta abierta del suicidio, etc.
Y pone en aprietos al vizcarrismo [por Martín Vizcarra, presidente de Perú], que ve como su plan bonapartizante ingresa a una nueva y diferente crisis, como preámbulo a una mayor disgregación política (bancada balcanizada, traición a Salaverry [presidente del Congreso], nuevo pacto con el fujimorismo), y ahora sí, con la probabilidad de la oposición, de voltearle la tortilla al mandatario (que llegó a Palacio conspirando contra su entonces presidente PPK –Pedro Pablo Kuczynski), si es que no cierran un complejo pacto de borrón y cuenta nueva, que ambos necesitan para imponer los planes de ajuste neoliberal como el DS 345 que es un salto cualitativo (técnico y sistematizado) en comparación con el fujimorismo de los 90s, ya que privatiza el agua y justifica el despido arbitrario así como reduce el salario obrero en las regiones, entre otras amenazas al medio ambiente y la salud.
Tal vez Vizcarra, como buen felipillo, pensó que con la venia pública que le hizo Mike Pompeo [secretario de Estado norteamericano] días antes, le bastaba para arremeter contra el líder histórico del aprismo contrarrevolucionario. Y tal vez este espaldarazo del agente yanqui también explica por qué la administración Vizcarra “pateó” la instalación de la Mesa de Cumplimiento de Las Bambas (una crisis de poder de dos meses donde la comunidad, con dos meses en huelga y un paro regional de 48hs contra la minera de cobre china MMG, derrotó el Estado de Sitio y donde tuvo que intervenir la Iglesia para salvar al régimen), ya que Pompeo maldijo a los chinos en el marco de su estrategia de guerra comercial de desplazar a China de su “patio trasero” (CNN en Español, 13/4).
En otras palabras, la crisis retroalimenta la crisis, y Vizcarra queda “relativamente” más aislado que antes frente al Congreso. Recién tuvo que hacer renunciar a sus ministros estrenados de Vivienda y Transportes (cuestionados por corrupción), a pedido de su flamante premier Salvador Del Solar. En Palacio cunde la desesperación por el suicidio de Alan, y Vizcarra, en compañía de sus jueces celebrities, decidió darle una prisión preventiva de 36 meses a PPK (y éste está internado en una clínica argumentando problemas cardíacos).
Para las/os jóvenes y trabajadoras/es que cantaban victoria por ver cerca “la justicia burguesa” (¿una contradicción de los que se reclaman anticapitalistas?), también se complican las cosas. Por un lado, porque el aprismo en descomposición, va a salir a la ofensiva con cientos en las calles, declarando que “murió en su ley” (martirologio aprista), las arengas y fotos de “su mártir de la democracia y del crecimiento económico, que redujo la pobreza, etc.”. Esta cuestión fortalece al aprismo y el pacto de borrón y cuenta nueva en las alturas.
Cómo enfrentar la corrupción
La conclusión que deben sacar las/os jóvenes y trabajadoras/es revolucionarias/os es que las prisiones preventivas son contraproducentes con el fin de buscar justicia no solo por lo que estamos observando ahora con el suicidio de García sino porque resulta un bumerang al meter también presos preventivamente a los dirigentes sociales como vemos con Gregorio Rojas y sus abogados, etc. Y porque no ayuda a romper con la alienación capitalista y su régimen político en derrumbe. Al contrario, fortalece las tendencias más reaccionarias y bonapartizantes del régimen en derrumbe.
Y si bien es cierto que el gobierno está relativamente en crisis, pues cuenta a su favor la alianza con las FF.AA., la Iglesia, la embajada yanqui, la Confiep (gremio patronal), y la falta de un plan de lucha serio (y no un paro dilatado varias veces y una jornada de lucha para el 1° de mayo) de la burocracia sindical y la izquierda liberal para derrotar la arremetida pro imperialista de la administración Vizcarra.
Finalmente, la lucha consecuente contra la corrupción no la puede dirigir un presidente pro imperial y con rabo de paja (contrato con la empresa Conirsa –que era consorcio de Odebrecht; además, un colaborador eficaz declaró que Vizcarra recibió $100 mil del Club de la Construcción en la casa de PPK para la campaña electoral), sino un gobierno de las/os trabajadoras/es que plantee: apertura de libros y hacer público lo que surjan de las investigaciones inmediatas, expropiación de las cuentas y bienes de Odebrecht, Graña y Montero, JJC (y Alan, PPK, Toledo, Ollanta, Vizcarra, Susana)1, control obrero de la obra pública, nacionalización de la banca y el comercio exterior (bajo control de las/os trabajadoras/es).
Grupo Vilcapaza de Perú
1 Se refiere, respectivamente, a los ex presidentes Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo, y Ollanta Humala; al actual mandatario, Martín Vizcarra; y a la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán.
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