jueves, 19 de septiembre de 2019
Casi 50 mil obreros de General Motors en huelga en Estados Unidos
Casi 50 mil trabajadores de General Motors (GM) de más de treinta plantas iniciaron una huelga este lunes en Estados Unidos para conquistar un convenio colectivo de trabajo digno, en medio de las negociaciones truncadas entre la empresa y el sindicato United Auto Worker (UAW). La última medida de fuerza obrera se había producido hace 12 años.
Los intentos de negociación tuvieron lugar este fin de semana. Allí, la UAW colocó en la mesa el pliego de reivindicaciones votado en asamblea: mejoras salariales, reapertura de fábricas cerradas y, uno de los puntos más fuertes, que la empresa vuelva a hacerse cargo de los costos totales de las prestaciones médicas y las jubilaciones. La empresa se negó completamente. Ofreció en primera instancia un bono especial por cumplimiento de objetivos, lo que, de antemano, significa el aumento de la carga forzosa de trabajo por igual salario. Ello, sin el reingreso de los suspendidos y despedidos. Y, además, exigió que los trabajadores se hagan cargo de un porcentaje aún más alto de las prestaciones médicas y las jubilaciones. Con la huelga iniciada, GM agregó sobre la mesa la promesa de invertir 7 mil millones de dólares en cuatro plantas de distintos estados, que poco sirvió para detener las medidas de fuerzas.
Presionada por las bases, la directiva de UAW se vio obligada a levantarse de la mesa y adherirse a la huelga que automáticamente iniciaron los trabajadores desde la mañana de este lunes.
Una entrega total, la historia de UAW
La conmoción de la huelga recuerda las jornadas históricas de 2007, donde los trabajadores pararon por 48 horas. En ese entonces, la UAW logró quebrar la huelga con el pretexto “si le va bien a la empresa, nos va bien a todos”. Pidió paciencia y comprensión por la crisis de Wall Street. Esa “paciencia” le costó mucho a los trabajadores: UAW concedió que los costos totales por obras sociales y jubilaciones pasen al bolsillo de los trabajadores, y GM logró desentenderse completamente de los mismos.
Estos convenios se discuten cada cuatro años y en cada uno de ellos, los trabajadores han visto puros golpes. En 2015, ante el temor de que los trabajadores vuelvan a parar, General Motors asumió un porcentaje mínimo de las prestaciones médicas. Pero lo que no recortó de un lado, lo hizo de otro: en noviembre de 2018, cerró cinco fábricas en Estados Unidos, dejando a 14.500 trabajadores despedidos. En Argentina se vivió algo similar: este año, 1.500 trabajadores rosarinos fueron suspendidos. GM se escuda en que muchos analistas internacionales anticipan una nueva recesión mundial para tapar que festejó la navidad de 2018 con ganancias netas de 11.800 millones de dólares.
La UAW es el principal sindicato automotriz en Estados Unidos, y nuclea a cientos de miles. Sin embargo, lejos de poner en acción a los obreros, permaneció siempre paralizada. Ahora, se colocan en posición combativa junto a los trabajadores por mero oportunismo. Buscan hacer prensa para tapar los casos de corrupción que el FBI endilga al presidente del sindicato, Gary Jones, por desvíos de fondos de las cajas del sindicato.
Solidaridad con la lucha… de cara a las elecciones
Cercanos los comicios presidenciales, el oportunismo electoral también aterriza sobre la huelga. Ni lentos ni perezosos, los congresistas del Partido Demócrata hicieron gala de su solidaridad con los trabajadores vía Twitter, buscando traducir su bronca en votos para noviembre. Por su parte, Donald Trump, que sostuvo un cruce con la compañía cuando esta anunció el cierre de las plantas y la relocalización de parte de su producción a China, llamó a las partes a un acuerdo. La política proteccionista del primer mandatario consiste en un reposicionamiento de la industria local a costa de los ingresos de los trabajadores.
En cualquier caso, todas estas repercusiones muestran el impacto político que ha causado la huelga.
Para los trabajadores, un desafío
En este escenario, los trabajadores se enfrentan a la empresa para recuperar sus conquistas perdidas y luchar por un convenio colectivo de trabajo digno, por aumento salarial y por cobertura de prestaciones médicas.
Un triunfo de esta lucha sería un gran aporte para todo el movimiento obrero norteamericano.
Álvaro Chust
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