martes, 24 de septiembre de 2019

Las medidas de Astori y la teoría del “derrame”




Las medidas económicas anunciadas por el ministro de Economía intentan reactivar la delicada economía interna. Astori busca recetas en las viejas teorías (neo) liberales.

El lunes pasado el Ministro de Economía Danilo Astori presentó una serie de medidas para fomentar la inversión, con promesas de generación de empleos en varios sectores de la economía. Astori busca así desmarcarse de la debacle económica de su vecino argentino, y pretende generar las mejores condiciones para que los capitalistas locales y extranjeros puedan invertir, prometiéndoles una ganancia mayor a la que ya vienen obteniendo.
El anuncio constituye una señal clara de la preocupación que tiene el gobierno en lo económico, siendo que en 2020 el Estado uruguayo deberá afrontar grandes desembolsos de dinero producto del pago de los intereses de la deuda externa y deberá sostener el alicaído crecimiento económico (con síntomas claros de retracción económica) y reducir el déficit fiscal. Mientras que el desempleo aumenta, el consumo interno se estanca, y no hay perspectivas de estar mejor.
Estas medidas fueron previamente negociadas con los representantes del sector privado, y pretenden reactivar la inversión privada, que lleva 5 años de caída. El Ministro aspira a dinamizar a 14 sectores de la economía con capacidad de crecimiento y que han realizado promesas de generar empleo.
Pero en su búsqueda por aplicar algún tipo de medida que cubra económicamente un eventual cuarto mandato frenteamplista, y que lo dote de un equilibrio financiero que minimice la caída del déficit fiscal, Astori ha encontrado la teoría noventista del derrame, propia de personajes liberales como Ronald Reagan, y que se implementaron en esa época en varios países de América Latina como Argentina, con la consecuencia de la terrible crisis económica y social que vivió en el 2001.
Veamos cuáles son las medidas y a qué sectores benefician.

Incentivos, exoneraciones y subsidios a los patrones … y algo quedará pa’ los de abajo

Las medidas anunciadas benefician centralmente a las exportaciones agropecuarias, la industria alimenticia, la automotriz, el área de servicios y logística, la construcción y el turismo básicamente. Y abarcan tanto las empresas ya instaladas como las inversiones a futuro.
Bajo la promesa de aumentar los puestos de trabajo, el Estado uruguayo entrega así una importante masa de dinero que deja de percibir en términos de impuestos y del otorgamiento de mayores exoneraciones. Pero es solo una promesa que hacen las patronales, y mientras tanto disfrutan de estos beneficios.
La oligarquía terrateniente no puede quejarse: Astori les otorgó la eliminación de la “tasa BROU” para las exportaciones. Así, los grandes grupos exportadores, tanto nacionales como extranjeros, se ahorran varios millones. Sin embargo, al día siguiente del anuncio, el Ministro se reunió con la Asociación Rural, quienes manifestaron que las medidas son bienvenidas, pero “insuficientes”. Estas patronales, que vienen ganando con el aumento del dólar, que aplican medidas totalmente antisindicales, que azotan a sus trabajadores como si estuviéramos en el feudalismo, quieren explotar aún más los recursos del estado y balancear la economía del país en su propio beneficio. Después no digan que el Frente Amplio no atiende sus necesidades…
Las zonas francas seguirán percibiendo ahora más exoneraciones en sus impuestos. Estas empresas, que en su mayoría son multinacionales, se ahorran de pagar impuestos a la renta entre otros. Pero esto no parece condecir con la inflexibilidad que los bancos y entidades financieras presentan con los pequeños productores y pequeños comerciantes, que hacen malabares para cumplir con todos los impuestos y presentaciones, mientras “premian” a los más ricos.
Para las empresas que inviertan en investigación y desarrollo, ¡habrá un crédito fiscal del 35%! Es impresionante el nivel de beneficios que se les otorgará a empresas que seguramente serán las farmacéuticas y los laboratorios que sacarán recursos humanos de la universidad pública para su propio beneficio.
En la rama de la construcción, las grandes empresas que manejan de forma monopólica el mercado – y que ya vienen ganando con la obra pública – serán beneficiados incentivos tributarios, como si mega empresas como TEYMA, CIEMSA, STILER y otras presenten problemas a nivel económico. Más que nada presentan problemas cuando deben respetar la legislación en lo que hace a derechos sindicales.
Por último, al sector audiovisual se les ofrecerá una línea de créditos especial.

La Teoría del Derrame: neoliberalismo noventista

El “efecto derrame” o “goteo” afirma que, para mejorar los números macroeconómicos, los gobiernos deben inyectar dinero, pensando en una pirámide imaginaria donde en la cúspide se encuentran los sectores más privilegiados y en la base los más desfavorecidos. Esta corriente liberal sugiere entonces inyectar dinero en los sectores de la cúspide de la pirámide y, por efecto derrame, irá cayendo hacia el resto de los sectores sociales. Al final de la pirámide, “algo caerá” de toda esa inyección. Es decir, esta teoría apuesta al beneficio de los grandes grupos económicos y que “las migajas” caigan a la masa trabajadora. A partir de la desregulación impositiva en los sectores más ricos de la sociedad, algo se derramará hacia los pobres (sic).
Si estas medidas eran planteadas por la derecha, seguramente los economistas frenteamplistas hubieran salido a denunciarlas por neoliberales, pero como las anuncia el Ministro “progresista”, son medidas lógicas y necesarias, y por supuesto justificadas por todos los sectores que integran la coalición, inclusive los más izquierdistas como el Partido Comunista, Casa Grande, el MPP y el PVP.

La derecha, con instinto de clase

Son muchas de las patronales que se quejan siempre de que tienen problemas, de que su sector está resentido económicamente, y utilizan sus pretextos en las mesas de los Consejos de Salarios para no aumentar salarios a su plantilla laboral, maximizar la productividad y pisotear derechos conquistados.
La derecha, fiel a su instinto de clase, no pudo oponerse a las medidas que benefician a sus amigos los terratenientes del campo, los industriales, las empresas de servicios y logística. Por el contrario, se quejó de que las medidas fueran anunciadas en el medio de la campaña electoral y con una clara utilización partidaria. Y manifestó que eran correctas, pero “llegan tarde”. Sanguinetti reclamó más políticas de este tipo. “Estamos tratando una enfermedad grave con aspirinas”, dijo. El cuadro político más importante de la derecha, el hombre de estado y garante de la impunidad – tanto empresarial como militar – quiere que el Estado financie aún más a las patronales, y si puede quitar más derechos obreros, mejor.

¿Son estas medidas de un gobierno que se dice “de izquierda”? ¿Cuáles serían las medidas que se deberían tomar?

Claramente no son medidas muy progresistas que digamos. Si el gobierno quisiera inyectar dinero en el mercado interno, debería tomar una medida muy simple, como es el aumento generalizado de los salarios, las jubilaciones, las pensiones y las asignaciones familiares. Es decir, una transferencia de recursos directamente a los que menos tienen y así fomentar el consumo popular y mejorar la calidad de vida de un sector importante de la población trabajadora que no llega a fin de mes porque cobra salarios por debajo de los $ 20 mil pesos, que hoy no alcanza para nada.
Ligado a esto, es necesario eliminar el IVA, que no es otra cosa que un impuesto al consumo popular, y realizar una verdadera política impositiva aplicando impuestos progresivos a las grandes fortunas.
Otra medida mínima que el gobierno progresista podría tomar es el congelamiento de los precios de la canasta básica, para controlar la especulación de las grandes cadenas de supermercados, y que exista una comisión independiente que se encargue del control de precios y la fijación de precios populares y accesibles para todos y todas.
Una medida básica, cuando existe un sector agro-exportador fuerte, es el control del comercio exterior, esto es la posibilidad del Estado de regular en la exportación de productos agropecuarios, el aumento (y no la disminución) de los impuestos para el agrobussines, y que verdaderamente paguen más quienes tienen más.
En el sector de la industria y los servicios, es necesario votar una ley contra los despidos y los cierres de fábrica, ya que los empresarios buscan extorsionar tanto al Estado como a la plantilla laboral con la amenaza de cierres o el envío al seguro de paro. Pero es hora de frenar esta sangría de pérdida de puestos de trabajo y defender a la masa laboral frente a la especulación patronal. Que toda empresa que cierre o quiera despedir personal sea ocupada por sus trabajadores y trabajadoras, que la pongan a producir bajo su control y que se promueva la estatización de la unidad productiva, porque todas las empresas y servicios cumplen un rol social y seguramente pueden beneficiar al conjunto de la población.
Otra medida mínima es el otorgamiento de créditos blandos para pequeños comerciantes y productores locales, cuyas economías están en la lona producto de la voracidad del mercado capitalista y la presión impositiva del Estado, mientras desahoga a las grandes multinacionales.
Por último, el gobierno frenteamplista debería ser serio y dejar de pagar la deuda externa, porque hay una deuda urgente que atender: la de la educación, la de la salud pública, la demanda de viviendas populares, la necesidad de empleo y de obra pública.
Para que la crisis no la paguemos nuevamente la clase trabajadora y el pueblo pobre, es necesario luchar por estas medidas que sí modifican sustancialmente la vida de la mayoría popular, pero eso sí, se requiere tener la voluntad de afectar los negocios de los capitalistas, cosa que el Frente Amplio ya demostró que no está dispuesto a hacer.

Karina Rojas

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