viernes, 8 de febrero de 2019

Cumbre en Uruguay: una salida negociada para la crisis venezolana a la medida de la injerencia extranjera




El gobierno uruguayo y mexicano impulsan en Montevideo una posición conjunta llamando al diálogo en Venezuela. A quién podría beneficiar una posible negociación.

Desde este miércoles las reuniones y encuentros bilaterales se suceden en la capital uruguaya, el objetivo no es muy ambicioso pero parece difícil de lograr: abrir un canal de diálogo entre el presidente venezolano, Maduro, y el opositor autoproclamado presidente, Guaidó.
La cumbre fue llamada luego de que los gobiernos de Uruguay y México decidieran no seguir a sus pares del Grupo de Lima, encabezados por el presidente argentino Mauricio Macri y el brasileño Jair Bolsonaro, en el apoyo a las medidas golpistas impuestas por Estados Unidos contra Venezuela.
La autoproclamación de Guaidó como presidente, seguida del rápido reconocimiento por Estados Unidos, los gobiernos de derecha de la región y varios de la Unión Europea parecía precipitar los tiempos, consumando un golpe apoyado en la administración de Donald Trump contra el gobierno de Maduro.
Las sanciones impuestas por Trump, que alcanzan hasta a la estatal PDVSA, buscaron acelerar el paso al bando opositor de la Fuerza Armada venezolana, principal sostén del regimén de Maduro. Por el momento las medidas no lograron ese efecto, aunque si se podrían hacerse sentir agravando las penurias económicas, lo que demuestra que la injerencia estadounidense está lejos de favorecer al pueblo venezolano.
Por el momento la avanzada golpista no logró el ansiado apoyo de un sector de los militares lo que ha llevado a una situación de impasse, dando tiempo al gobierno de Maduro. Esta situación llevó a que la carta de una salida negociada comience a tener más peso.
Una negociación a la medida de la injerencia imperial
Jugando a dos puntas la Unión Europea no tardó en acoplarse al llamado de varios países latinoamericanos y aseguró su participación en Montevideo. España, Francia, Alemania, Italia, Portugal, Suecia, Países Bajos y Reino Unido enviaron representantes.
Los gobiernos de esos países europeos pocos días atrás habían desconocido a Maduro, brindando su apoyo al golpista Guaidó. Cínicamente ahora aseguran apoyar el objetivo de propiciar un diálogo político en Venezuela que evite opciones violentas, mientras mantienen el apoyo al opositor autoproclamado presidente.
El juego a dos puntas de las principales potencias europeas parece responder también al intento de no dejar la carta del “diálogo” en manos de los gobiernos de Rusia y China. Tanto rusos y chinos se mostraron proclives a una salida negociada, aunque por el momento sosteniendo a Maduro, movidos por el intento de mantener los acuerdos petroleros y económicos, firmados con el gobierno, ante el avance de Estados Unidos que busca recuperar su papel hegemónico en la región.
Por su parte México y Uruguay mantienen una posición diferente. Proponen el llamado "Mecanismo de Montevideo", con el que buscan avanzar en lograr “la paz en Venezuela”. Ese mecanismo consta de cuatro etapas centradas en Diálogo Inmediato, Negociación, Compromisos e Implementación.
“Proponemos el Mecanismo de Montevideo a partir de nuestro legítimo interés y disposición de coadyuvar a que el pueblo venezolano y los actores involucrados puedan encontrar una solución a sus diferencias”, señala un comunicado conjunto de ambos países, respaldado también por la Comunidad del Caribe (Caricom).
En contraposición con el rápido alineamiento a los dictados estadounidenses de la mayoría de los países que integran el Grupo de Lima (12 países latinoamericanos, entre ellos Brasil y Argentina, y Canadá), que reclamó una inmediata renuncia de Maduro, la posición mexicana y uruguaya parece una salida “opuesta al intervencionismo”. La realidad es que más allá del llamado al “diálogo y la paz”, el gobierno de López Obrador y el de Tabaré Vázquez han evitado manifestarse abiertamente contra las sanciones impuestas por Trump. Además han reconocido implícitamente la legalidad de los actos de la oposición golpista venezolana.

Maduro busca ganar tiempo

Maduro busca avanzar en un posible diálogo con la oposición, sabiendo que eso sería tiempo ganado para recomponerse del asedio impulsado desde el imperio estadounidense.
El intento golpista de la oposición, auspiciado por Estados Unidos, buscó montarse en el descontento popular con la catastrófica situación económica que vive el país y el creciente autoritarismo del gobierno. El fracaso y el colapso del chavismo terminó llevando la situación de calamidades para el pueblo trabajador, avanzando hacia un bonapartismo reaccionario y represivo, lo que ha servido en bandeja la situación para que esta cruzada de la oposición derechista tome más cuerpo. Ensayando un senil discurso antiimperialista Maduro buscó ganar apoyo para mantener su gobierno, mientras se muestra proclive a negociar nuevas condiciones que le den una sobrevida al actual régimen.
El golpista Guaidó, y toda la derecha que lo respalda alentado de manera alevosa por el imperialismo, usa la demagogia de la democracia para favorecer la escalada injerencista norteamericana, con el apoyo de la derecha regional, en su cruzada en el subcontinente.
Esto ha llevado a que algunos sectores vean el apoyo al gobierno de Maduro, o el llamado a una mediación, como caminos para enfrentar la avanzada imperial. Pero lejos de esto el gobierno de Maduro no plantea ninguna alternativa al imperialismo, por el contrario, uno de los “logros” del chavismo en decadencia ha sido la desmoralización y decepción de amplios sectores populares, lo que se refleja en el bastardeo del significado de términos como “socialismo”, “revolución”, “nacionalización”, “poder popular”, “control obrero”, etc. generando así confusión ideológica y facilitando las cosas a la demagogia de la derecha.
Por otra parte, la catástrofe económica imperante con las calamidades que conlleva para todo el pueblo, sobre la que se ha montado la oposición de derecha con Guaidó a la cabeza, está llevando a que otros sectores se sumen a las movilizaciones impulsadas por la derecha producto del hartazgo imperante, cuando en verdad una salida de la mano del imperialismo y de esta oposición no hará más que redoblar las cadenas imperialistas sobre el país así como imponer planes de ataque a los trabajadores y al pueblo.

La necesidad de una salida independiente

Ni de la mano del imperialismo, ni de su títere Juan Guaidó, no se puede esperar algo a favor del pueblo trabajador. El plan económico presentado por la oposición derechista implica más ahogo en sus condiciones de vida y llevará a Venezuela un gobierno afín a los EE.UU., además de contemplar despidos masivos en el sector público (bajo el eufemismo "reducción del tamaño del Estado"), liberación total de precios, privatización de empresas y servicios públicos, mayor endeudamiento externo, entrega acelerada de la industria petrolera al capital transnacional.
Pero la sobrevida del gobierno de Maduro implica la continuidad del descalabro económico con medidas que terminarán haciendo estragos en la población y beneficiando a sectores empresariales incluidas las transnacionales. El gobierno, en medio de una gran debilidad, da manotazos de ahogado, con medidas que aumentan más la catástrofe social y económica, pero exonerando de ella a los grandes capitalistas y permitiéndoles hacer grandes negocios.
En medio de esta crisis exasperante, los trabajadores y el pueblo pobre son los que pueden y tienen el derecho de echar a Maduro y no el imperialismo y sus títeres con sus planes golpistas, levantando un programa propio que dé una salida progresiva en función de sus intereses fundamentales. Un programa que contemple medidas de emergencia para dar solución ya a los problemas que sufren millones.
Como plantean los compañeros de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), acompañado de un programa obrero y popular de emergencia y demandas democráticas, es fundamental en la actual situación imperante "alentar el surgimiento y desarrollo de formas superiores de frente único de los trabajadores y los sectores populares, en el camino de constituir consejos obreros y populares, y acercar a las masas a la convicción de que es preciso, urgente e impostergable la toma del poder político en sus propias manos para instaurar un Gobierno obrero y popular, basado en los organismos de lucha que las propias masas se den".

Diego Sacchi
@sac_diego

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