Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)
M.H.: El 10 de enero asumirá un nuevo mandato Nicolás Maduro. El diario Clarín hace referencia en su portada a 20 ex mandatarios latinoamericanos que criticaron al Papa por el llamado a la conciliación. Yo diría 20 ex mandatarios impresentables como es el caso de nuestro mal recordado De La Rúa o “De la ruina”.
Pero también ha merecido una declaración del grupo de Lima integrado por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Guyana y Santa Lucía, en la cual plantean que el proceso electoral llevado adelante el 20 de mayo del año pasado carece de legitimidad, ratifican el respaldo y reconocimiento a la Asamblea nacional e instan a Nicolás Maduro a no asumir la presidencia. ¿Cuál es su opinión?
G.A.: Una payasada. Por empezar la solución de los problemas de Venezuela está en manos de los venezolanos. No de un grupo de derechistas o ultraderechistas siniestros que trabajan junto con EE UU para preparar un golpe de estado y una invasión a Venezuela.
En segundo lugar en las elecciones venezolanas participó el que quiso, nadie le impidió participar a la oposición, tal es así que participó uno de los miembros más conocidos de la oposición. Ahí fue elegido Maduro. Si otros no participaron, como la vez que tampoco lo hicieron para la Asamblea nacional y el cargo cayó en manos del PSUV, es su problema.
Maduro tiene una política que a mi juicio es errónea, impopular; es una política extractivista, no ha tocado al capitalismo a fondo. Pero no es un agente de EE UU ni es un dictador, como pretenden los opositores que sí apoyaron dictaduras e hicieron todas las porquerías posibles cuando estuvieron en el gobierno, o algunos que no estuvieron en el gobierno y son fascistas, proimperialistas y piden la intervención del extranjero.
La actitud de los Presidentes del grupo de Lima es una actitud contraria al derecho internacional y absolutamente abusiva. Por eso México se abstuvo, tendría que haber votado en contra pero se abstuvo honrando a México, porque con Peña Nieto hubiera votado a favor.
Los demás países que no están en ese grupo y que forman el ALBA o no, como Uruguay, no participaron, tienen una posición digna, es Venezuela y los venezolanos los que deben resolver sus problemas, una oposición dividida, inepta, sin apoyo suficiente que ha fracasado en todo, pretende ahora volver al gobierno a punta de fusiles extranjeros. Eso es lo que hay que condenar.
M.H.: ¿Este caso de Venezuela en qué medida se vincula al de Nicaragua donde el Secretario General de la OEA, Almagro, ha pedido la aplicación de la Carta Democrática Interamericana?
G.A.: Almagro es una marioneta del Departamento de Estado, quiere aplicar la fórmula también en Nicaragua, que forma parte del ALBA y que está siendo abastecida por Venezuela en petróleo. En eso coincide una situación con la otra, en la amenaza internacional absolutamente ilegítima contra el gobierno de Nicaragua.
Pero allí es mucho peor la situación que en Venezuela porque Daniel Ortega aparte de ser un corrompido, corrupto y aprovechador de los bienes públicos y de haber tenido el problema del incesto con su hija, está aplicando métodos de dictadura contra la derecha y contra los que están ligados a EE UU, pero también contra la izquierda. A modo de ejemplos, hay una serie de sandinistas de la primera hora, como el hermano de la comandante Baltodano que está preso, Oscar René Vargas, sandinista de la primera hora, combatiente, debió exiliarse en Venezuela.
Ortega actúa como un dictador en Nicaragua a diferencia de Maduro. Maduro se apoya en el Ejército pero Ortega utiliza la policía y los grupos de choque como arma para permanecer en el gobierno donde por otra parte él y su mujer se han enriquecido. Y tiene una posición de derecha, Maduro no tiene una posición de derecha, no tiene una posición de izquierda tampoco, pero de derecha no.
M.H.: Sobre el tema de Nicaragua y Venezuela, ¿no ve la sombra de China? En el caso de Nicaragua por esa suerte de competencia al canal de Panamá que está momentáneamente interrumpida y en el caso de Venezuela por los acuerdos que ha hecho con China y que indudablemente son un tema de inquietud para los EE UU.
G.A.: Sin duda, EE UU quiere acabar con esos gobiernos para acabar entre otras cosas la penetración China en América Latina. China ya controla África y buena parte del Sudeste Asiático, entonces quieren evitar que entren en América como está entrando.
Los acuerdos en el Orinoco y sobre el petróleo con Venezuela son el sostén principal del régimen de Maduro. En Nicaragua es un poco diferente porque el empresario que iba a hacer el canal alternativo no puso ni una piedra, era un especulador, un hombre que tenía casas de juego y le fue mal y perdió muchísimos dólares y no tiene con qué iniciar el proyecto entonces desde hace años que está parado.
El canal alternativo, con el cual por otra parte contaba Cuba, que esperaba mucho de eso, tanto es así que hizo el puerto de aguas profundas en Mariel para reunir ahí todos los barcos de gran calado antes de que pasasen por el canal de Panamá o el de Nicaragua; eso le iba a resultar sumamente favorable a Cuba. El hundimiento del proyecto chino en Nicaragua, por lo menos hasta ahora, es un golpe también en contra de Cuba.
M.H.: La semana que viene, el 15, el Parlamento británico votará el Brexit ¿qué se espera?
G.A.: Habría que tener una bola de cristal, porque hay una oposición a May tanto de los laboristas que esperan las nuevas elecciones y su caída, como un sector importante de los conservadores que se niegan a aceptar tanto la solución que encontró May con la Unión Europea, que ellos consideran que es una sumisión a la UE, como los costos que resultarían de una ruptura con la UE sin acuerdo alguno, porque eso sería un desastre económico que favorecería a los laboristas. Aumentaría la desocupación y todos los problemas sociales que ya han aumentado bastante solo con el anuncio del Brexit, además se irían un montón de capitales más que ya se están instalando en París y Frankfurt.
El problema concreto es que hay que ver cómo se da la relación de fuerzas, no en el país que se está inclinando cada vez más hacia los laboristas, sino en el Parlamento ese día. Hay que ver qué pasa. No podría afirmar nada porque depende de imponderables. En general se puede decir que May está cocinada, como dicen los italianos “en la fruta”, al final del banquete. Pero hay que ver cuánto dura.
Mario Hernandez
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