Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)
M.H.: Quería consultarle por un artículo de Etienne Balibar, “El sentido de la confrontación de los chalecos amarillos”, publicado hace aproximadamente dos semanas, donde entre otras cosas sostiene que Macrón otorgó medidas de alivio pero sin ceder en nada que supusiese un cambio de rumbo. ¿Qué opina de esa definición?
G.A.: Efectivamente los chalecos amarillos dicen que recibieron migajas, mientras que lo que quieren es la baguette. Y si no se la dan tomarán toda la panadería. No hay solución, Macrón pateó la pelota para adelante esperando así que se desgaste y se desmoralice el movimiento, también intentando desprestigiarlos ante la opinión pública, aplicando provocaciones y represión. Pero por el contrario, están avanzando políticamente. Yo escribo ahora un artículo donde hablo de la memoria histórica profunda, cuando el pueblo francés en 1789 preparó una revolución esperando que el Rey les diese una Constitución, pero exigiendo los Estados generales y haciendo cuadernos de reivindicaciones, que eran de quejas y reclamos.
Ahora aparecen nuevamente esos cuadernos, que los levantan los alcaldes de toda Francia en apoyo a los chalecos amarillos y son la expresión de lo que quiere el pueblo francés más profundo. Al mismo tiempo reaparece la exigencia de Estados generales, de la sanidad, de la educación, de las comunicaciones y reaparecen también la acción directa y la democracia directa, la de los clubes, las asambleas, la de la eliminación de una casta de políticos de profesión que estuvo presente en toda lucha en Francia y que va aún más lejos, incluso al Medioevo y antes, con los retos de las tradiciones tribales y comunitarias, de vida comunitaria y con el papel del lugar de residencia, del territorio, del barrio, la aldea, la pequeña ciudad donde ellos pesan y en cierta medida deciden; cosa que dejó de ser así en París porque Napoleón III después de aplastar la Comuna, la convirtió en una ciudad de lujo de la que han echado a todos los que terminaron en los suburbios.
Entonces hay un hilo rojo en toda la historia de Francia, independientemente del curso que puedan seguir los chalecos amarillos, unir incluso a los que no han participado de los chalecos amarillos, que son vastos sectores de la juventud y de los inmigrantes, a los que todavía falta integrar para ser caudillos populares. Independientemente de eso retoman lo más avanzado de las tradiciones francesas y las más democráticas.
Además de expresar esa conciencia profunda están rechazando todos los valores de la derecha, la que está en el gobierno y la ultraderecha fascista que critica al gobierno con Le Pen. Construyendo otros valores, es muy importante porque si bien hacen reivindicaciones que no son ecologistas, como el pedido de nafta barata, lo hacen porque se han visto obligados a utilizar el coche en todas las zonas rurales porque les han cerrado los ramales ferroviarios, como en Argentina, los han incomunicado y tienen que pagar la nafta para viajar a trabajar.
Entonces piden eso, pero es transitorio porque al mismo tiempo piden nuevos ramales ferroviarios, transporte colectivo, sustitución del ferrocarril por coches eléctricos y otros tipos de cosas que son muy importantes. Los chalecos amarillos en estos momentos están impulsando una rebelión de todo el pueblo francés, porque hasta los que los reprimían, la misma policía ocupó las comisarías y salieron a manifestarse porque decían que tenían miedo a enfrentarse a los chalecos amarillos y que además les debían más de 200.000 horas extras. En una palabra, hasta los represores salieron a la calle contra el Estado.
Hay huelga de abogados contra la restructuración de la justicia antidemocrática, hay huelga de jueces. Toda Francia está en movimiento contra del gobierno de Macrón, en un momento además de relativa prosperidad. Francia no está en su peor momento económico. Hay una incompatibilidad con el sistema, es absolutamente antiético que 80 familias a nivel mundial tengan más dinero que 3.500 millones de personas y es antiético que en Francia un solo multimillonario gane más que todos los trabajadores de Francia unidos.
M.H.: Quiero aprovechar para preguntarle por otro movimiento que hace 25 años generó mucha expectativa. Creo que usted vivía en México en ese momento, me refiero al movimiento zapatista que comenzó un 1º de enero de 1994. A la luz de estos 25 años ¿qué dejó el zapatismo?
G.A.: Dejó el buen ejemplo de que se podía decir que no, no al Tratado de Libre Comercio, no a la mundialización, no a la imposición del sistema. Eso es muy importante, que rebelarse era no solo justo sino necesario. Por lo demás puso en primer plano el problema de los indígenas, que era utilizado por gobiernos populistas que tenían sus falsos indios, como el Instituto Nacional Indigenista que sostenía todo eso. Eso fue positivo. En un primer momento tuvieron un apoyo muy grande, después desgraciadamente por sectarismos y por encerrarse en sí mismos, cocinándose en su propio jugo desperdiciaron todo eso y todavía lo siguen desperdiciando, pero fue muy importante.
Un acontecimiento muy importante también del 1º de enero, que hoy se festeja muy poco, es la Revolución cubana. Los revolucionarios cubanos entraron a La Habana el 1º de enero. Solamente que Cuba también ha perdido gran capacidad de irradiación como la que tenía en aquel entonces, entre otras cosas porque privilegió métodos de construcción del Estado que no son los que querían los revolucionarios como el Che. De modo que estos aniversarios pasan en un segundo plano desgraciadamente, porque no se desarrollaron como se podrían haber desarrollado. Pero todavía tienen un aspecto positivo importante.
Mario Hernandez
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