jueves, 10 de enero de 2019
Las candidaturas en el FA: nada nuevo en el horizonte
En el último congreso del FA se votó el programa y se habilitaron las cuatro pre-candidaturas a la presidencia. Pero ¿Cuáles son las principales conclusiones? ¿Hay un consenso de ajuste hacia el próximo período?
Los meses previos al congreso estuvieron marcados por arduas negociaciones. Es que se da por primera vez desde hace muchos años que en las pre-candidaturas y en el poder real no estarán involucrados Mujica, Astori y Vázquez, el tridente de poder del Frente Amplio de los últimos 15 años.
Ante la urgencia por el apoyo a Daniel Martínez en las encuestas, Mujica, Astori y Vázquez intentaron encontrar y en perspectiva “construir” un candidato más “propio”. Es que Martínez, aunque es claramente de tendencia social-liberal y de pragmatismo de gestión, representa una nueva generación dentro de la dirigencia del FA.
Ante los intentos fallidos de Mujica por instalar a Ernesto Murro y por buscar un candidato acordado con el “astorismo” que no fuera Astori, finalmente el MPP agobiado por la falta de tiempo previo al congreso, terminó apoyando la candidatura de Carolina Cosse. Sin embargo, la actual Ministra de Industria no concitaba toda la confianza del líder de la 609, ya que dentro del actual gabinete es vista dentro de lo que se ha denominado “vasquismo”.
La crisis del Frente Líber Seregni
La fatiga social y la no resolución de los problemas económicos y sociales importantes, ha dado paso a un declive de la hegemonía política, social y electoral del Frente Amplio (que ya se refleja en las encuestas), y esto golpea centralmente sobre su “ala derecha”, el Frente Líber Seregni.
Si la tendencia es a que cada vez más el “astorismo” pierda el voto del centro del espectro político (vital para ganar las elecciones), no es casual que el Partido Independiente y todos los sectores social-liberales intenten una nueva coalición que integre a nuevos actores, “La Alternativa”. Intentarán capitalizar la caída del FLS apostando al voto desencantado con el Frente Amplio, pero que no votaría a una opción de derecha más tradicional como PN, PC o el mismo Novick.
Fue en ese marco que en setiembre Danilo Astori tuvo que montar una penosa conferencia de prensa para renunciar a una posible candidatura por falta de apoyos internos, y por sobre todas las cosas, por no “medir” en las encuestas de opinión. Tampoco fue casual la difusión que se le dio desde Presidencia al premio de “Mejor Ministro de Economía de Latinoamérica” otorgado al ministro Astori por la revista de un sector del capital financiero, Global Markets.
La candidatura de Mario Bergara, aún en contra de las directrices de Astori, busca dar una vía de canalización política al voto del centro político como primer objetivo. El segundo objetivo es más simbólico e identitario. Es decir, la necesidad de revitalizar el ala “seregnista” del partido de gobierno.
Esto ha despertado polémicas al interior de Asamblea Uruguay y ya hay legisladores y militantes del espacio que lo abandonan en favor de la candidatura de Bergara. De esta manera, Astori se debate entre un apoyo a Martínez que le garantice mantener una porción de poder en el próximo gobierno (en caso de ganar) y mantener unido al Frente Líber Seregni y Asamblea Uruguay.
Constanza Moreira y el “giro” que nunca fue
Por su parte, Constanza Moreira, quien representó la ilusión de girar a la izquierda en 2014, desde las últimas elecciones municipales se encuentra en un pacto con Daniel Martínez. Esto ha dejado “huérfanos” y sin una clara representación política a grupos, militantes y simpatizantes individuales que vieron en Moreira una alternativa a la línea Astori-Vázquez. Inmediatamente después de las elecciones de octubre de 2014, Constanza Moreira declaró en el semanario Brecha: “Fuimos una malla de contención por izquierda” en alusión a su candidatura en las internas. Cumplida la misión de evitar la fuga de votos del FA, tenía dos caminos a seguir: Construir el ala izquierda del Frente Amplio con una confrontación (aunque limitada) más profunda con los bloques tradicionales, o construir “poder” a partir del pragmatismo y la moderación. Optó por la segunda opción.
Andrade y los “movimientos sociales”
Por su parte, Oscar Andrade mantiene su candidatura a la presidencia intentando dar representación política al votante frenteamplista desencantado “por izquierda”. Es un nuevo intento por ocupar el espacio político que en las elecciones pasadas le dieron buenos réditos a Constanza Moreira. En aquella oportunidad el PCU tuvo que pagar los costos electorales por apoyar en las elecciones internas a Tabaré Vázquez. En su agenda plantea un tibio programa neo-keynesiano de “redistribución de la riqueza” y desde las páginas de El Popular, acompañando esta tendencia se llega a reivindicar la preocupación por recuperar los niveles de competitividad de las empresas.
Desde el punto de vista político golpea sobre el “Talón de Aquiles” del partido de gobierno que ha sido el vaciamiento de su estructura militante y de su pasaje paulatino de la “calle” al “Palacio”, o en términos de Andrade, de la falta de unidad entre “la izquierda social“ y “la izquierda política”. Lo que no ve u omite intencionalmente esta perspectiva es que las condiciones creadas para la gobernabilidad del período precedente ya no están y el Frente Amplio en el gobierno no administrará en base a un ascenso económico, sino que lo hará sobre importantes desequilibrios económicos y con menor respaldo popular, ya que 15 años de gobierno fueron suficientes para poder demostrar que tan distinto es con respecto a la derecha tradicional.
Lo importante de esta pre-candidatura es que el Secretario General del SUNCA, bajo la pantalla del obrero que viene desde los movimientos sociales a hacer ‘énfasis’ que son necesarios para un gobierno más “sensible” desde lo económico y social, se esconde la pretensión de revitalizar el voto de sectores juveniles y de trabajadores que todavía esperan un giro a la izquierda, con la perspectiva de depositarlos en Daniel Martínez en octubre. Un presidente argentino en medio de la crisis en el año 2002 planteó: “quien depositó dólares, recibirá dólares”. En 2019 el lema será: “quien vota andrades, recibirá Martínez”.
El único consenso es el del ajuste
Los analistas políticos y económicos en los grandes medios de prensa del “establishment” marcan que existe un consenso básico en la actual situación política. Y es que ya nadie le exige nada al actual gobierno de Vázquez desde hace un año. Lo consideran un gobierno “fatigado”, “sin iniciativa”. Incluso en muchas ocasiones llegando al nivel de la lisa y llana “chicana”. Lo que está detrás de esto es que la agenda que el empresariado busca imponer en Uruguay como parte de la agenda regional, que incluye la liberalización del tipo de cambio, reformas laborales y previsionales, y el ajuste fiscal, la debe llevar el próximo gobierno, sea del signo que sea.
En el último almuerzo de ADM (Asociación de Dirigentes de Marketing) pudo verse más cabalmente a las cámaras empresariales reclamando a niveles del llanto contra el “atraso cambiario” y en una cruzada por la “competitividad”. Como sucedió en enero de este año, lo importante es que no solamente la devaluación y el “costo laboral” es un reclamo del sector ruralista, sino que es una reivindicación que fue tomada por el conjunto de las patronales, del campo y de la ciudad.
El presidente Vázquez planteó que “no es justo que se diga que dejamos un país en crisis” y pronosticó un extraño crecimiento (sobre todo si vemos la situación regional) del 4,6%, contra el 1,7% del FMI para 2019.
La afirmación de Vázquez contiene partes de verdad, ya que no existe una situación de crisis económica aún. Pero a nivel macroeconómico los niveles de inversión pública y privada cayeron a los niveles de 1997 (los empresarios no invierten o se la llevan a Paraguay) y la deuda pública sigue siendo del 75% del PBI. Los niveles salariales bajos que en los años precedentes garantizaron el “éxito” del modelo (en términos de Astori), hoy ya no están alcanzando a decenas de miles de familias para subsistir y los precios de los alimentos aumentan a un nivel más rápido que el conjunto de los datos de inflación. A su vez, los niveles salariales actuales ya no alcanzan para mantener la rentabilidad capitalista de las empresas. De ahí las demandas de nuevas leyes y convenios flexibilizadores del trabajo.
El surgimiento del Movimiento Un Solo Uruguay (que el mes que viene hará un festejo por su primer aniversario) fue el primer aviso importante para el gobierno de que el modelo económico ya entró en su fase de agotamiento. Es decir, no estamos en crisis, pero el modelo económico que contó con los apoyos y el consenso burgués, ya entró en una declinación definitiva.
Entonces, el gran consenso consiste en renovar el personal político y el apoyo popular del gobierno para descargar la agenda de ajustes contra las condiciones de vida del pueblo trabajador. En esta encrucijada en la que se encuentra la situación económica y política, el Frente Amplio ya eligió gobernar para y con el empresariado nacional y extranjero y el capital financiero.
Pero lo otro que también surge de la situación es la debilidad política y parlamentaria que surgirá del próximo gobierno, donde no solo no habrá mayorías parlamentarias propias, sino que en caso de ganar el Partido Nacional, deberá encabezar una inestable coalición de al menos tres o quizás cuatro formaciones políticas. Algo inédito en la historia del país.
En síntesis, los candidatos del Frente Amplio no representan una superación del modelo, y, más allá de los matices a la interna, defienden el mismo programa político de subordinación al capital extranjero y de conciliación entre los patrones y los trabajadores. Los jóvenes, los trabajadores y las mujeres, no pueden confiar en estas opciones. Habrá que crear una alternativa realmente anticapitalista y socialista.
Damián Recoba
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