Macri se despidió de su gestión con un discurso en el que apenas mencionó el drama de la pobreza y la elevada inflación que golpea a millones de personas, cuyas vidas cotidianas se vieron afectadas de modo sustancial en el ciclo de gobierno.
Los datos son alarmantes en términos de pobreza, del 40% y para los menores con guarismos superiores al 50%, según estudios de la UCA, que no serán muy distintos de los que oportunamente informe el INDEC para este 2019.
El desempleo en crecimiento es resultado del cierre de empresas y suspensiones de la producción en una recesión que acumula dos años consecutivos y que completan 3 de los 4 años del gobierno de Macri.
No existe un solo dato favorable si se mide la situación socioeconómica de la mayoría de la población. Solo puede observarse mejora en una minoría selecta del núcleo de poder económico, que engordó ingresos y riqueza en este tiempo.
Con una lectura de realidad tendenciosa en su “balance de gestión” informó sobre su futuro en la oposición, que ratifica en la convocatoria a la movilización de sus votantes, al mismo tiempo que intenta condicionar la política exterior del próximo gobierno, especialmente en el reconocimiento al Golpe de Estado en Bolivia.
Termina su mandato con controles cambiarios, criticados y levantados al inicio de su gestión, evidenciando impotencia teórica y política en materia económica.
Los últimos dos meses, a contramano de toda retórica monetarista sustentada en su gobierno, la gestión se sostuvo en una fortísima emisión monetaria, aun cuando había suscrito con el FMI la meta de “cero emisiones”.
Financió su gestión con deuda, por unos 105.000 millones de dólares, incluso un bono que vencerá en 2117, fondos que sirvieron para remitir al exterior (vía fuga) unos 93.000 millones de dólares, evidenciando el carácter improductivo e impagable del endeudamiento público que soporta el conjunto de la sociedad.
Ante el cierre del mercado financiero acudió a la emisión, algo que criticó respecto de la herencia recibido al comienzo de su gobierno.
Lo real es que su objetivo no explícito fue logrado: remito a la gigantesca transferencia de recursos desde la mayoría social a una minoría en el poder, de capital local y externo.
Pero también, aun cuando no pudo doblegar al movimiento popular, avanzó en la flexibilización laboral, modificando regresivamente ciertos convenios colectivos, ejemplo de los petroleros patagónicos, sin perjuicio de los millones relegados por la carrera asimétrica entre salarios achicados y precios engordados.
Del mismo modo, sin poder hacer la reforma previsional imaginada, modificó a la baja la fórmula de cálculo para los haberes previsionales.
El ajuste fiscal explica la reducción del déficit público, del mismo modo que la recesión explica el superávit comercial.
Ambos datos son mostrados como logros en las cuentas macroeconómicas, cuando son expresión de la condición de vida miserable de buena parte de la sociedad de menores ingresos.
Hay Gabinete para el nuevo gobierno
Se anunciaron los responsables de las distintas áreas del Gobierno que presidirá desde el 10/12 próximo Alberto Fernández. Se develó, quizá, la única incógnita, el Ministro de Hacienda, que recayó en Martín Guzmán, egresado y docente de la Universidad Pública de la Argentina, con posgrado e investigación en EEUU, en dónde colabora con el Nobel de Economía del 2001, Joseph Stiglitz.
El debate previo se concentraba entre los economistas y sus destinos en el Gobierno próximo, quienes, además del mencionado se destaca entre los designados a Matías Kulfas en el Ministerio de Desarrollo Productivo; a Cecilia Todesca como Vice Jefa del Gabinete de Ministros; a Mercedes Marcó del Pont al frente de la AFIP; a Alejandro Vanoli en la ANSES y a Marcos Lavagna en el INDEC.
Todos ellos, incluido Guzmán son calificados como heterodoxos, por ende, alejados de la corriente principal que pobló los cargos del gobierno Macri, e incluso aquellos críticos por derecha a la gestión Macri que coparon con su presencia los principales medios de comunicación.
Parecía curioso, pero no alcanzaba con el apoyo mediático a la gestión gubernamental de Macri, sino que era necesario ir por más y por eso sobreabundaron los diagnósticos críticos por derecha, los que ahora insisten ideológicamente sobre el flamante gobierno con sus recetas de menos derechos sociales, laborales y previsionales, junto a propuestas de reformas estructurales reaccionarias, al estilo de las reformas laborales, previsionales y tributarias.
Otros economistas más amigables con los “mercados” y la ortodoxia no figuraron en los anuncios, lo que no quiere decir que no tendrán intervención en el gobierno, en funciones ejecutivas o de asesoramiento.
El nuevo Ministro de Hacienda sostuvo recientemente que “Restaurar la sostenibilidad de la deuda es una condición necesaria para la recuperación económica”, al tiempo que afirmó tautológicamente que “La recuperación económica es condición necesaria para restaurar la sostenibilidad de la deuda.” [1] Está clara la relación entre Deuda y Recuperación económica, convergente con lo anticipado por Alberto Fernández cuando señaló que primero hay que crecer para atender la deuda y que no se solicitarán los desembolsos restantes del FMI.
Guzmán sostiene en ese mismo documento que deben suspenderse los pagos por dos años, que hay que evitar el default a fin de año, ante la imposibilidad de cancelar intereses y renovar capital; y que la negociación con el FMI y los acreedores privados debe culminarse en marzo próximo, para que no hayan dudas que afecten a la ecuación macroeconómica.
En los anuncios del Gabinete, Fernández precisó que las conversaciones con el FMI hace semanas que se sustentan, lo que puede explicar la perentoriedad de los plazos imaginados por el nuevo Ministro de Hacienda, lo que en pocos días podrá verificarse.
Por su parte y oportunamente, Donald Trump informó la disposición de su gobierno y de sus funcionarios en el FMI para favorecer cualquier negociación. Claro que al mismo tiempo se anunció desde Washington el retorno de los aranceles a las exportaciones de acero y aluminio desde la Argentina y Brasil hacia EEUU, lo que complica, amplía y diversifica las negociaciones para una gestión que pretende salir rápido de la recesión y al mismo tiempo renegociar la deuda.
Habrá que ver cómo se desarrollan las negociaciones, de una deuda que es impagable y que no alcanza con suspender un par de años los pagos. La respuesta estará en la capacidad de satisfacer la demanda social de los acreedores internos de alimentación, educación, salud, etc. Estas demandas sociales compiten en recursos con los acreedores externos, ahora y dentro de los próximos dos años y siguientes, pero no hay que apurarse, tal como se sostuvo, el privilegio está la “política”, más que en la profesionalidad del Poder Ejecutivo. Claro que el poder económico reclamará no se posterguen sus intereses.
La idea de un pacto social se sostiene, sin precisiones del alcance y punto de partida del “acuerdo”, estrechamente asociado a la demanda de actualización inmediata de los ingresos populares: salarios, jubilaciones, planes sociales. Son propuestas que habrá que analizarlas en la dinámica de su funcionamiento, con las urgencias sociales presionando por inmediatas soluciones.
En las otras áreas de gobierno se designaron responsables con antecedentes en la gestión previa (2003-2015) y otros asociados a la composición política de la coalición triunfadora en las elecciones de octubre pasado. Una cuestión esencial serán las relaciones exteriores, a cargo de Felipe Solá, lo que supone también las relaciones económicas con el mundo en tiempos de guerra comercial desatada por EEUU, desaceleración económica agravada y, en definitiva, por dónde transitará la inserción internacional de la Argentina. El énfasis está en la búsqueda de divisas, por ende, de exportaciones, lo que supone la ratificación del modelo productivo asociado a las exportaciones, identificado con las expectativas al mencionar al designado en el área del agro.
Hay cambios en el gobierno y las expectativas son amplias y no esperarán
Argentina no mostró en estos días el cuadro de protestas generalizadas que se visibilizan en Chile o Colombia, antes en Ecuador o Haití, porque la expectativa estuvo centrada en el cambio de gobierno, algo que está a punto de suceder.
La gran incógnita remite a la conflictividad social y a la capacidad gubernamental de mostrar un sustancial cambio de rumbo en la política pública.
Preocupa la pobreza y el ingreso de los más empobrecidos, la mayoría de la sociedad.
Desde una lectura crítica está claro que el problema es el capitalismo y el próximo gobierno pretende resolver en ese marco las inmensas demandas sociales, lo que supone un gran desafío y un problema.
El momento del capitalismo mundial juega en contra, y ni hablar del clima político derivado de los gobiernos de los países en la región.
La política en la región presenta la dualidad de la derecha en los gobiernos y la presión popular movilizada por sus demandas en confrontación con el poder y la hegemonía económica.
En la Argentina existen expectativas a contramano de la lógica hegemónica del poder económico, y el interrogante apunta a conocer en los próximos días y semanas si las políticas públicas convergen con las demandas sociales.
No hay dudas que se inicia un nuevo tiempo para seguir pensando y actuando la potencialidad de una sociedad por la emancipación.
Julio C. Gambina
Nota:
[1] Martin Guzmán. Sovereign debt crises resolution: will this time be different? 12th UNCTAD Debt Management Conference United Nations, Geneva. November 19, 2019
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