sábado, 7 de diciembre de 2019

Francia: más de un millón de personas en las calles en una gran jornada de lucha




Arrancó la huelga general contra el ataque a las jubilaciones

Este 5 de diciembre quedará marcado por la gran jornada de lucha del movimiento obrero y por la derrota del gobierno. Se abre un cuadro de crisis política, marcada por la intervención de las masas. Con otras modalidades, hay una continuidad con la movilización de los chalecos amarillos, que comenzó en noviembre del año pasado contra un impuesto a la nafta y culminó con la consigna de “Fuera Macron”.
El nuevo sistema de jubilación proyectada barre con el principio de una jubilación convencional -fijada por los años de cotización y el nivel de salarios- para pasar a una jubilación con un monto fijado individualmente por un sistema de puntos que varía anualmente, monto que disminuye el valor de la pensión para todos los trabajadores, alarga indefinidamente los años de trabajo, elimina la jubilación anticipada de los trabajadores del transporte y otros, y otras barbaridades similares. Es un intento de dislocación y pauperización de la clase obrera, que se entiende como el correlato del trabajo uberizado, como microemprendedor.

Huelga y movilización callejera

El movimiento de huelga fue muy amplio y tuvo 3 rasgos distintivos: se conjugó con una enorme movilización callejera, hubo muchas asambleas generales en los lugares de trabajo, comités de huelga y reuniones unitarias y finalmente el movimiento no se redujo a una jornada.
Es una movilización que tiene su antecedente solamente con las grandes huelgas de 1995, que derribaron al gobierno de la época.
El gobierno hizo todo lo necesario para que la manifestación en París terminara en un caos. A pesar de la represión feroz en la plaza de la República, que dividió la manifestación, el grueso de la multitud pudo llegar a la plaza de la Nación. La provocación fracasó. Hubo más de 100.000 manifestantes (la CGT afirma 250.000), que ocuparon las calles parisinas de la ribera derecha del Sena durante más de 5 horas. Y las manifestaciones fueron masivas en decenas de ciudades de provincia: Marsella, Nantes, Burdeos, Toulouse. Ha habido más de 1 millón de personas en la calle este 5 de diciembre, el doble de lo que preveían las direcciones sindicales y el gobierno.
El núcleo de la movilización estuvo en los ferroviarios, los trabajadores de los subtes, los maestros y profesores (la mitad de las escuelas tuvo que cerrar), el personal de hospitales, pero la huelga alcanzó también al conjunto de la administración pública, la empresa EDF de electricidad y otros. Tocó también en mucha menor medida al sector privado pero aun así hubo 5% de huelguistas en Renault, un porcentaje inédito. El 15% de los cuadros [personal jerárquico] se declaró en huelga.
Los ferroviarios, el subte, maestros y profesores, ya decidieron prolongar la huelga por lo menos hasta el lunes 9 y todo indica que la semana próxima será tanto o más combativa que la jornada del 5 de diciembre. En los días anteriores, los núcleos militantes no estaban seguros de la continuidad del movimiento y se pensaba que el día 6 iba a ser el “día D”. La fuerza de la huelga y la organización de las bases barrieron con estas dudas. Ahora corresponde hablar de “una semana clave” e incluso de su prolongación hasta que termine el año.
La organización de los núcleos de militantes sindicales en la lucha de clases dio un salto. En el gremio ferroviario, se extendió la modalidad de la asamblea general unitaria para decidir votar el paro del 5 y su continuidad y se formaron a su vez comités de huelga para coordinar y decidir sobre las movilizaciones. Hubo centenares de reuniones del personal en colegios y escuelas. Se realizaron asambleas interprofesionales y se formaron coordinadoras territoriales de los sindicatos. Un debate está en curso sobre si las asambleas generales o las reuniones interprofesionales son las más efectivas para llevar adelante la movilización, porque las segundas tienen el mérito de ir más allá de los lugares de trabajo pero reúnen pocos militantes y pueden quedarse en las generalidades.
La huelga de las urgencias de los hospitales está dirigida por un comité inter-urgencias; la movilización hospitalaria, por un comité inter-hospitaliario. En la huelga general del 5 de diciembre esta tendencia se acentúa: los militantes quieren dirigir y coordinar el movimiento de lucha a partir de las bases en los lugares de trabajo. Las burocracias no deben tener las manos libres.

Un enfrentamiento de conjunto

Ya no estamos en las vísperas; estamos en un enfrentamiento de conjunto entre el movimiento obrero y la población y el gobierno. La continuidad de Macron y del régimen político depende de los efectos y resultados de este enfrentamiento.
La huelga general fue decidida por las confederaciones sindicales luego que los sindicatos de base del subte parisino decidieran en septiembre una huelga reconductible [es una huelga que puede prorrogarse por decisión de asambleas] y fijaran la fecha del 5 de diciembre. Los sindicatos ferroviarios los siguieron de inmediato. Una huelga general que fue lanzada por las burocracias sindicales para negociar con el gobierno se tranformó en el curso de los días en un enfrentamiento entre las masas y el gobierno. Es el fruto de una actividad militante intensa en el terreno abonado de la crisis capitalista. Las jubilaciones constituyen uno de los medios esenciales que definen el nivel y las condiciones de vida de la población trabajadora en su conjunto y el ataque del gobierno no podía pasar desapercibido.
Las confederaciones sindicales se reúnen mañana viernes para tomar sus decisiones. El gobierno por su parte anuncia un discurso del primer ministro para el miércoles 11 en el que definirá las supuestas concesiones que ofrecerá el proyecto definitivo sobre las jubilaciones. Macron no puede retroceder porque perdería su credibilidad ante la burguesía. Imponer su proyecto le va a costar, sin embargo, sangre, sudor y lágrimas y la movilización del 5 de diciembre muestra que puede perfectamente perder la partida. Las burocracias sindicales tienen ahora un marco bastante más estrecho para hacer valer su política de colaboración de clases; la vanguardia obrera, los militantes sindicales de la lucha de clases, los chalecos amarillos, la juventud, tienen las palancas para avanzar y hasta para derrotar al gobierno. Un nuevo capítulo acaba de abrirse y tenemos que reflexionar y discutir sobre la situación de conjunto y la intervención de los revolucionarios.

Roberto Gramar
Desde París

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