martes, 6 de noviembre de 2018

“Escuela sin partido”: la reforma educativa troglodita de Bolsonaro




Movilización de adeptos de "Escuela Sin Partido"

Impulsan una ley que censura a la docencia y elimina clases sobre identidad de género. "Combatir el marxismo y abaratar costes", el plan del ultraderechista

Tras la victoria electoral de Jair Bolsonaro, el parlamento brasileño se prepara para aprobar el proyecto de “Escuela Sin Partido”, una avanzada clerical y derechista sobre los contenidos escolares y su dictado que constituiría el primer paso de reformas educativas discriminatorias y privatistas.
La iniciativa, promovida por el “Movimiento Escuela Sin Partido” y presentada ya en 2016 ante el avance de luchas estudiantiles, batalla contra la supuesta “sexualización” y el “adoctrinamiento ideológico comunista” por parte de la docencia, sobre la que promueve la censura. Establece que en cada aula se coloque un cartel en que se especifiquen sus “deberes”, como el de “no cooptar a los alumnos para ninguna corriente política, ideológica o partidaria”, plantea la eliminación de las clases sobre identidad de género y hasta la prohibición del uso de las expresiones “género” y “orientación sexual” –ello en el país con más crímenes homofóbicos y transfóbicos del mundo.
Se planeaba aprobarlo en comisión el pasado 31 de octubre, pero su votación fue aplazada luego de la manifestación de rechazo por parte de estudiantes y profesores. Sin embargo, el gobierno aspira a lograr la aprobación con la nueva composición del parlamento.
Su aprobación daría carácter institucional a los ataques de bolsonaristas contra docentes que se vienen dando en las últimas semanas, como el reciente “linchamiento virtual” (Ámbito, 5/11) de un docente que exhibió un film crítico de la dictadura militar. Recientemente, la diputada del PSL Ana Caroline Campagnolo instó por Facebook a que los estudiantes escrachen a profesores que se manifestasen “irritados” con el triunfo electoral del ultraderechista, mientras que la justicia y la policía vienen avanzado con allanamientos a universidades en donde se advierte dentro y fuera de las aulas del peligro del fascismo. Los gremios docentes ya venían advirtiendo sobre el crecimiento de denuncias por “adoctrinamiento” a lo largo del año.
Que se trata de una tendencia de fondo lo revelan las posiciones del general Aléssio Ribeiro, posible ministro educativo de Bolsonaro, quien plantea rever las críticas a la dictadura militar del ’64 en los libros de texto de historia y ha llegado “a cuestionar la teoría de la evolución y defender el creacionismo por sobre la enseñanza de las ciencias” (ídem).
El oscurantismo avanza desde hace años en la educación brasileña, en confluencia con el creciente peso de las iglesias evangélicas, asociadas a los sucesivos gobiernos de turno: “la educación sexual (…) viene siendo atacada desde hace años y es tratada apenas de manera transversal con foco en sexualidad en el último año de la enseñanza fundamental” (El País Brasil, 5/11). Por su parte, el creacionismo –la doctrina que sostiene que el universo y la vida son una creación divina- forma parte de la Base Nacional Común Curricular ligada a las reformas educativas de Temer.

Ajuste y privatización

La educación en Brasil se encuentra en un estado calamitoso: el país se encuentra en las más bajas posiciones de inversión en el área; solo un 40% de los inscriptos a secundaria la terminan; de la población de 15 años o más, más del 8% es analfabeta.
El retroceso viene teniendo lugar desde los últimos años del PT, que favoreció a las universidades privadas a través de programas como el Prouni y el FIES y es responsable de una caída histórica en las matriculaciones: según las propias estadísticas oficiales de 2015, en 2014 y 2015 estas cayeron en todas las etapas salvo en “guardería”, y en el caso de la enseñanza media el descenso fue el más abrupto desde 2010.
Tras el golpe que destituyó a Dilma Rousseff, el gobierno de Michel Temer y su parlamento avanzaron en una orientación privatista con la reforma de la enseñanza media, que habilitó a cumplimentar gran parte de las horas de cursada a través de pasantías en empresas –convirtiendo a la juventud en mano de obra barata al por mayor- y de cursos a distancia, alimentando el negocio de las instituciones educativas privadas que los brindan.
La “Escuela sin Partido” es el puntapié de un salto en cantidad y calidad por parte de Bolsonaro contra la educación pública. El ultraderechista ha manifestado su intención de introducir aranceles a la universidad pública, de eliminar los cupos mínimos para negros e indígenas y de estimular la educación a distancia en zonas rurales, incluida la enseñanza básica, para "combatir el marxismo y abaratar costes" (BBC.com, 28/10). También de reinsertar materias como educación moral y cívica, eliminada tras el fin de la dictadura, y de crear nuevos colegios militares hasta que haya una en la capital de cada estado.
El avance oscurantista en Brasil aparece directamente ligado al ajuste y la privatización de la educación: se trata de una conclusión de importancia para el estudiantado, la docencia y el conjunto de la población trabajadora en Argentina, en su lucha contra los abanderados bajo el lema de #ConMisHijosNoTeMetas y los gobiernos del ajuste que en la Nación y las provincias pactan con el clero.
Contra la censura, la persecución, la militarización y la demolición de la enseñanza por parte de los gobiernos capitalistas, opongamos la organización independiente y la unidad internacional de la juventud y la clase obrera.

Tomás Eps

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