viernes, 19 de marzo de 2021

Un año de gobierno neoliberal en Uruguay: los monstruos asoman la cabeza

A un año de la asunción como presidente de Luis Lacalle Pou, quebrando quince años continuos de gobierno del centro izquierdista Frente Amplio, las condiciones de la clase trabajadora van barranca abajo.
 La famosa frase del intelectual orgánico italiano Antonio Gramsci: cuando el viejo mundo no termina de morir y lo nuevo tarda en aparecer. En ese claroscuro surgen los monstruos; cobra mayor relevancia en estos tiempos de neoliberalismo crudo que vive Uruguay. 
 Este primero de marzo se cumple un año de gobierno de la Coalición Multicolor, que comprende a todos los partidos de derechas, desde la militar hasta la liberal-conservadora y con su socio camuflado, los ecologistas reaccionarios. 
 El ajuste sobre la clase trabajadora es claro y evidente. La totalidad de políticas, medidas y hechos que van desde un año hacia atrás son cuasi imposibles de enumerar en estas líneas. A apenas quince días de asumido el nuevo gobierno, hacía gala de su proyecto y emitió un decreto que ajustaba el presupuesto estatal asignado para ese año en un quince por ciento. 
 En campaña electoral Luis Lacalle Pou y aliados declaraban que iban a convocar a los mejores y que estaban prontos para gobernar. Cualquier similitud con el macrismo es puro neoliberalismo. “El despilfarro”, “hubo una fiesta” y “la pesada herencia” que dejó el Frente Amplio fueron las expresiones más utilizadas por el presidente Lacalle Pou y sus ministros, para justificar su transferencia de recursos de abajo hacia arriba. 
 Donde el actual oficialismo escribió en su programa que se proponía eliminar despilfarros estatales y crear condiciones más favorables para el avance del “país productivo”, debiera leerse como que revertiría conquistas sociales y aumentaría los privilegios de los más poderosos. Fueron enunciados generales, y en lo referido a la Ley de Urgente Consideración (LUC) quedaron por el camino varias propuestas, porque no reunían el apoyo necesario para su aprobación. 
  El gobierno se montó sobre dos fuertes pilares: la LUC y el presupuesto quinquenal. Se recortó en políticas sociales pero se aumentó el presupuesto para el Ministerio del Interior y de Defensa. Porque este proyecto solo cierra con represión. Represión que ha aumentado significativamente en los últimos doce meses. 
 Las fuerzas represivas son las mismas de siempre y el Frente Amplio compró el populismo punitivo como forma de abordar la seguridad pública. Hoy tienen el respaldo de un gobierno que plantea este problema como un “ellos y nosotros” o “la gente de bien” versus “los delincuentes”. 
 Se recortaron las becas universitarias y las becas de INEFOP que se brindan a trabajadores desempleados o en seguro de desempleo. La Universidad de la República no recibirá aumento en todo el quinquenio y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación sufrirá un recorte del 43.7% en investigación, 30.3% en formación y 51.3% en acceso a literatura científica. 
 La receta es la clásica de la de gobiernos de este corte, debilitamiento y déficit de la educación, salud y empresas públicas para su posterior privatización en nombre de San Déficit fiscal y reglas fiscales como salmos. 

 El ajuste por la boca vive

 El propio Lacalle Pou en el debate presidencial dijo: “la inversión tiene que estar en conocimiento, en estudios; no en ladrillos, no en infraestructura.” Pues ni la inversión en infraestructura y educación se divisa por ningún lado. 
 La Ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche declaró recientemente: “Es evidente que esta situación de pandemia nos va a llevar a un aumento de personas en situación de pobreza. Es lo que estamos apoyando.”
 Los números hablan por sí solos: más de 100.000 nuevas personas en situación de pobreza, más de 111.000 en seguro de desempleo (el doble que en 2019) y más de 800 ollas populares y merenderos en todo el país. 
 El salario real ha descendido, siendo el peor en los últimos quince años. Aumentaron las tarifas, el gasoil y varios impuestos (primaria, contribución, patrimonio).
 El Partido Colorado, primer socio del Partido Nacional en esta coalición, colocó en cargos de gobierno a su ex fórmula presidencial Talvi-Silva. Los dos prometieron en campaña crear 136 liceos nuevos en todo el país. Talvi se retiró de la política a menos de seis meses de haber asumido como Canciller y Silva hoy es Presidente de la Administración de la Educación Pública (ANEP).
 Silva ha eliminado 250 grupos liceales (secundarios). Un liceo promedio tiene 24 grupos. Así que el recorte equivale a más de 10 liceos. La excusa del recorte es la baja natalidad, suceso que acontece desde hace décadas en Uruguay. El recorte carece de sentido, siendo que en caso de ser un motivo, se aplica solo en secundaria y no en primaria. 
 El último hecho grave en la educación fue el cese de quince docentes en un liceo del departamento de San José al suroeste de Uruguay por presunta violación de la laicidad. Lo que resulta de distintos testimonios y documentos es que es una clara persecución sindical por los antecedentes y declaraciones de la directora de dicha institución de filiación al oficialista Partido Nacional.
 La pandemia ha sido el gran comodín que la Coalición Multicolor utilizó para escudarse en su ajuste. Arbeleche dijo, en al menos tres ocasiones, que “lo peor ya pasó” en otro ataque de macrismo explícito. Pero Urughuay ha sido el último país del continente en recibir las vacunas y el que menos gastó en pandemia para contrarrestar la misma, un 0.7% del PBI.

 La oligarquía los cría y ellos se juntan

 La Coalición Multicolor está poblada de apellidos centenarios, dueños del país, terratenientes, militares y de directores de think tanks. El tercer socio de la misma es un partido de ultraderecha militar, Cabildo Abierto. Es el gobierno democrático que más militares posee en cargos públicos. Donde se encuentran Ministros, Senadores, diputados y directores de entes públicos, entre otros. 
 El discurso de Cabildo Abierto es abiertamente antiderechos, promilitar, nostálgico de la dictadura y en contra de las organizaciones de derechos humanos. Dentro de sus adeptos se encuentran nazis, apologistas de la dictadura y torturadores. Sus declaraciones también giran en torno al “mal gasto” del dinero público y su despilfarro, pero nada han dicho en contra del déficit de la caja militar que ronda los 500 millones de dólares anuales.
 Se sabía que articular al oficialismo multicolor iba a ser complicado. Ya antes de la asunción de la alianza multicolor, el expresidente colorado Julio María Sanguinetti y Guido Manini Ríos (máximo referente de Cabildo Abierto) consideraron necesario formar un organismo de conducción política de la coalición de gobierno. Cumplido ya un año, Lacalle Pou no satisfizo la demanda y ha optado por dejar que las discrepancias se manifiesten, solo en el Parlamento, lejos de su puesto de mando y diluidas entre muchos participantes.

 Lacalle show 

 Todos los caminos conducen a Lacalle Pou. Su figura concita toda la atención y todo gira en torno a él. Sus vacaciones en tiempo de picos de contagios y fallecimientos por Covid-19, sus selfies, sus fotos surfeando, puestas en escena con “seguidores”, caminando con la primera dama por la principal avenida de Montevideo “espontáneamente”, llamando “casualmente” a la operadora del aeropuerto que recibió al avión con el cargamento de vacunas… y la lista sigue. 
 Apenas iniciada la pandemia el 13 de marzo, Lacalle Pou brindó conferencias de prensa diariamente y allí construyó su imagen de gobernante que “se hacía cargo”. Pero los hechos demuestran lo contrario. Aunque su cometido fue logrado exitosamente: el presidente marcaba (y marca) agenda todos los días. 

 ¿Entonces?

 El gobierno hizo muy poco para paliar las duras consecuencias de la crisis en lo económico y lo social. Los indicadores de retroceso son elocuentes, y si la gente pasa a vivir peor, el descontento no se podrá aplacar por tiempo indeterminado echándoles la culpa a la pandemia y a los gobiernos anteriores del Frente Amplio. Obviamente, una eventual insatisfacción creciente con este gobierno no significa que vayan a crecer las preferencias por el FA, y en el camino hacia las elecciones de 2024 hay mucho más que dos. 
 La oposición encabezada por el Frente Amplio sigue atónita e impávida. La solución y la resistencia solo se ven posible por abajo y desde las organizaciones sociales. 
 Estos clanes de la oligarquía no son nuevos en política, pero el contexto regional y nacional han hecho que se coaliguen de manera sui generis, mientras esperaban pacientemente y agazapados para dar el zarpazo. 
 Los monstruos han salido a la superficie, dejando ver su rostro y descubriendo sus verdaderas intenciones, pero lamentablemente la historia marca que aún no han mostrado ni la mitad de su cuerpo. 

 Nicolás Centurión. Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

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